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domingo, 12 de febrero de 2012

Nuevas irrupciones del ESPÍRITU SANTO (251)

Publicado en "Alfa y Omega" nº 770 (26-1-12)

La Santa Sede aprueba el Directorio 
catequético del Camino Neocatecumenal
«La Iglesia ha reconocido en el Camino un don especial que el Espíritu Santo ha dado a nuestro tiempo», decía el Papa a los miembros del Camino Neocatecumenal, una de las nuevas realidades eclesiales más significativas. Con la aprobación del Directorio Catequético del Camino, concluía un largo proceso que, en palabras de Benedicto XVI, «os demuestra cómo os acompaña la Iglesia, con atención y paciente discernimiento, que comprende vuestra riqueza, pero se preocupa también por la comunión y la armonía de todo el Corpus Ecclesiae». Son palabras dirigidas a esta realidad eclesial concreta, pero muy representativas de cómo la Iglesia acoge los nuevos carismas


El PAPA con el padre Pezzi, Kiko Argüello y Carmen Hernández

Uno de los frutos más vistosos del Concilio Vaticano II (1962-1965) ha sido el nacimiento y expansión de la nuevas realidades eclesiales (Movimientos, Comunidades, itinerarios de vida cristiana...), que hoy se han convertido en un rasgo característico de la Iglesia católica en el mundo. Camino Neocatecumenal, Cursillos de Cristiandad, Movimiento de los Focolares, Comunión y Liberación, Regnum Christi, Sodalicio de Vida Cristiana..., son sólo algunos de los nombres de lo que el cardenal Joseph Ratzinger, ya cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, llamó nuevas irrupciones del Espíritu.
Estos grupos laicales están permanentemente de actualidad en la vida de la Iglesia. El pasado 20 de enero, Benedicto XVI recibía a unas doce mil personas, con motivo de la publicación del Decreto de aprobación de las celebraciones presente en el Directorio catequético del Camino Neocatecumenal, que, sin ser estrictamente litúrgicas, forman parte del itinerario de crecimiento en la fe. En Córdoba, dos días después, el cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, celebró el Cursillo número mil del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
¡Más Espíritu Santo!
Según la visión ahí plasmada por el Papa, los movimientos, por una parte, deben evitar posturas unilaterales y absolutizaciones, actitudes típicas del crecimiento de cualquier persona o institución. Por otra parte, Benedicto XVI ha exhortado a los obispos a ser generosos en la acogida de los diversos carismas y a no «condescender ante cualquier pretensión de uniformidad absoluta en la organización y en la programación pastoral». Y subrayaba: «No es lícito pretender que todo deba inscribirse en una determinada organización de la unidad: ¡mejor menos organización y más Espíritu Santo!»
Don Arturo Cattaneo, profesor de Derecho Canónico en el Instituto San Pío X, de Venecia, explica que el reto que plantea el Papa al obispo diocesano es «tener en cuenta la catolicidad de la Iglesia local» que armoniza en sí «unidad y variedad», y «no confundir la unidad con uniformidad pastoral». El también teólogo aclara que unidad y variedad en la Iglesia no están en oposición. «Baste pensar en la Santísima Trinidad, que es un misterio de perfecta unidad en la diversidad de las personas. La irrupción de los numerosos carismas apostólicos, que dan nueva vida a nuestras parroquias y diócesis, ha hecho el tema especialmente actual. Pero el hecho de que estos dos aspectos no sean necesariamente opuestos no significa que, automáticamente, estén en armonía. En realidad, se trata de un desafío que la Iglesia debe afrontar continuamente».
Según Cattaneo, el gran interés de Benedicto XVI por los movimientos «deriva de su fuerte anhelo misionero, de la convicción de que hay que empeñarse a fondo para recristianizar nuestra sociedad, para hacer que -entre otras cosas- Europa redescubra sus raíces cristianas. Diría, además, que la sensibilidad del Papa hacia los carismas que han originado tantos movimientos eclesiales es fruto de su actitud de profunda humildad y, al mismo tiempo, de responsabilidad al servicio de la Iglesia que él mismo manifestó en la homilía de la Misa de inicio de su pontificado:Mi verdadero programa de gobierno es el de no hacer mi voluntad, de no seguir mis propias ideas, sino de ponerme a la escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme guiar por Él, de manera que sea Él mismo el que guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia».
Del mismo modo, el teólogo recuerda que, «en el gobierno pastoral, el obispo diocesano debe tener en cuenta la catolicidad de la Iglesia local, y no confundir la unidad con la uniformidad pastoral a toda costa, que hace difícil la inserción fructífera de los diversos carismas. No se puede pensar que sea legítimo sólo lo que se organiza desde algunos organismos diocesanos, porque entonces quien no se somete a las decisiones de tales organismos corre el riesgo de encontrarse excluido de las, paradójicamente, llamadas estructuras de comunión». De hecho, «desde Pentecostés, la Iglesia es una realidad carismática -subraya-. El Espíritu ha continuado manifestándose después, con particular fuerza, en determinados momentos históricos. Basta pensar en el fenómeno del monaquismo, que se difundió en Europa, a partir del siglo V, o del surgimiento de las Órdenes mendicantes en el siglo XII, o en otras iniciativas posteriores de carácter misionero, educativo y caritativo».
Para vivir con coherencia

Movimiento "Cursillos de Cristiandad de Madrid"

«Los nuevos movimientos eclesiales surgidos en la segunda mitad del siglo XX se caracterizan, sobre todo, por el hecho de dirigirse principalmente a fieles laicos para ayudarles a vivir, con plena coherencia, el seguimiento de Cristo en la vida cotidiana o en las realidades seculares», añade Cattaneo. «Entre otras características, cabe recordar el espíritu universal que les anima y que les ha llevado a desarrollar una relación de particular afecto y comunión con el Romano Pontífice, como se ha podido constatar tantas veces en las Jornadas Mundiales de la Juventud».
Es verdad que, en el pasado, se han dado desconfianzas, manifestadas por muchos pastores ante los movimientos y, por tanto, eso ha originado una cierta falta de aprecio por parte de los miembros de los movimientos ante las estructuras eclesiásticas, que eran percibidas como hostiles. «Esas diferencias se debían a comportamientos que deberíamos llamar deadolescentes por parte de algún movimiento y de algunos de sus miembros. Pues bien, todas estas dificultades comprensibles han sido, al menos en buena parte, superadas». Sin duda, la atención pastoral de Juan Pablo II y de Benedicto XVI han contribuido a una mejor comprensión de los movimientos por parte de los pastores y a una maduración eclesial de los movimientos».
Por último, Cattaneo subraya la importancia de la relación constructiva entre las parroquias y los movimientos. «La primera y más importante contribución que pueden dar los movimientos a una comunidad parroquial es la presencia, en su ámbito territorial, de lo que Juan Pablo II definió como personalidades cristianas maduras, conscientes de su propia identidad bautismal, de su propia vocación y misión en la Iglesia y en el mundo. Por ello, son capaces de ofrecer un significativo testimonio de vida cristiana».
Jesús Colina. Roma
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47 años de fructífera historia
Era 1965, cuando el primer arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, conoció la realidad que nació en las barracas de Palomeras. Hasta allí había llegado, un año antes, Francisco José Gómez de Argüello, un pintor ateo que, con 25 años y un ataque de lucidez, se dio cuenta de que «para negar que Dios existe, se necesitaba tanta fe como para creer que existía». Y él supo que quería ser cristiano, porque «cada día era lo mismo, todo ante mí carecía de sentido». Con una Biblia bajo el brazo y una guitarra, se fue a vivir con los pobres de este mundo y el objetivo de encontrarse, día a día, con el Cristo vivo.
Y lo hizo. En poco tiempo, él y Carmen Hernández, licenciada en Teología y coiniciadora del Camino Neocatecumenal, estaban rodeados de ladrones, vagabundos, gitanos, ex-prostitutas...; juntos, crearon una comunidad cristiana, con la Palabra viva entre ellos.
Monseñor Morcillo pidió a Kiko que llevase esa forma de vivir la fe a las parroquias del centro de Madrid, donde, tímidamente, empezaron a formarse comunidades. Tres años después, en 1968, el mismo arzobispo de Madrid le dio una carta de recomendación para el Vicario de Roma, cardenal Dell’Acqua. En 1969, hace 43 años, nació en Roma la primera comunidad neocatecumenal italiana y comenzaba su expansión fuera de las fronteras de España.
En agosto de 1990, Juan Pablo II dirigió a monseñor Paul Cordes, en aquel momento Vicepresidente del Consejo Pontificio para los Laicos y encargado ad personam del Apostolado de las Comunidades Neocatecumenales, la carta Ogniqualvolta, en la que definía el Camino como «un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y los tiempos de hoy», resaltaba su esfuerzo «por abrir el camino a la evangelización de aquellos que casi han abandonado la vida cristiana», y pedía a los obispos que ayudaran a los neocatecumenales en su apostolado.
Siete años después, Juan Pablo II animó a los iniciadores del Camino Neocatecumenal a llevar adelante el trabajo de redacción de unos Estatutos, aprobados definitivamente en junio del año 2008. Los Estatutos presentan la esencia de la espiritualidad del Camino, partiendo del anuncio del kerigma y concretado en una síntesis catequética fundamentada sobre tres aspectos fundamentales: Palabra de Dios-Liturgia-Comunidad.
En el Decreto de aprobación definitiva de los Estatutos, emitido por el Consejo Pontificio para los Laicos, presidido por el cardenal Rylko, se resaltó «la preciosa contribución -corroborada por numerosos obispos- que el Camino continúa aportando a la obra de la nueva evangelización, mediante una praxis acogida y valorada en sus ya cuarenta años de vida en muchas Iglesias particulares».
En enero de 2006, Benedicto XVI, al recibir en audiencia a algunas comunidades del Camino, afirmó: «Vuestra acción apostólica se coloca en el corazón de la Iglesia, en total sintonía con sus directivas y en comunión con las Iglesias particulares en las que iréis a actuar, revalorizando plenamente la riqueza de los carismas que el Señor ha suscitado a través de los iniciadores del Camino».
El último paso ha sido éste, el pasado 20 de enero, con la aprobación del Directorio Catequético del Camino Neocatecumenal.
Hoy, está presente en más de 100 países de los cinco continentes, con cerca de 40.000 comunidades, 86 seminarios diocesanos Redemptoris Mater y miles de personas en misión que lo han dejado todo para anunciar el Evangelio en países donde no está presente la Iglesia, o está necesitada de ayuda.
Cristina Sánchez