Una exposición en Berlín recuerda
los campos de trabajos forzados soviéticos
ACEPRENSA-JOSÉ M. GARCÍA PELEGRÍN (Berlín 22.MAY.2013): El término “Gulag” (acrónimo del nombre ruso “Dirección General de los Campos de trabajo correccionales”) se dio a conocer al público occidental hace cuarenta años, en 1973, con la publicación –en Francia– de Archipiélago Gulag, de Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008). Las condiciones de vida en los campos de trabajos forzados ya las había tratado literariamente Solzhenitsyn en su primera obra, Un día en la vida de Iván Denísovich (1962).
Una ONG rusa y dos fundaciones alemanas
han colaborado para organizar la exposición
El “sistema de los campos”, que se extendía como un archipiélago por toda la Unión Soviética, tenía como objetivo no solo el aislamiento de los prisioneros; también desempeñaba un “importante papel para la producción industrial y la colonización de parajes inhóspitos”: así escribió Paul Barton ya en 1959. El Gulag se convirtió además en un sistema de opresión que mantuvo a la población en un temor permanente, porque cualquiera podía verse afectado por él.
Animada por la perestroika y la glásnost, en 1988 se fundó la sociedad Memorial con el propósito de investigar el sistema Gulag. Los primeros resultados de su labor los presenta ahora en una abrumadora exposición que acaba de inaugurarse en el Museo Histórico Alemán (DHM) de Berlín, con la que se rompe un silencio de decenios. La exposición está organizada por Memorial y la Fundación alemana conmemorativa de los campos de concentración de Buchenwald y Mittelbau-Dora (SGBM-D), en cooperación con la Fundación Palacio de Neuhardenberg.
La exposición ofrece una visión estremecedora de un sistema ilegítimo e inhumano. En el acto de presentación de la muestra, Irina Scherbakova, colaboradora científica de Memorial, hizo referencia al simbolismo del lugar en que se celebra, porque en el DHM “se presenta historia alemana”. Volkhard Knigge, director de la SGBM-D, explicó los móviles para cooperar en esta exposición: su Fundación tiene un objetivo afín al de Memorial, porque recuperar el pasado significa “no dejar la última palabra a la historia negativa”. Además existe una segunda razón: las cifras más elevadas de muertes en los campos del Gulag se produjeron precisamente en relación con el ataque de Alemania a Rusia en 1941-1944. Para Knigge es importante esclarecer que no se trata de “equiparar y relativizar”, de hacer una comparación entre los dos mayores sistemas de campos de concentración del siglo XX.
La exposición en el DHM no puede ofrecer una historia definitiva del Gulag, recalcó Irina Scherbakova, pues su sociedad solo ha identificado hasta el momento aproximadamente dos millones y medio de víctimas de los cuatro millones en que se estima el total. Actualmente están estudiando la posibilidad de publicar en Internet un gran archivo con entrevistas. Sin embargo, las entrevistas que se siguen llevando a cabo actualmente se hacen sobre todo con los hijos de las víctimas, pues cada vez quedan menos supervivientes. Como no es posible reproducir una historia continuada, la exposición presenta “huellas y testimonios” de los años 1929 a 1956, que Memorial viene reuniendo en toda la antigua Unión Soviética desde 1988.
Se han identificado 2,5 millones de víctimas,
de los 4 millones en que se estima el total
En una superficie de 500 metros cuadrados, la exposición se centra en las experiencias y los recuerdos de las víctimas. Se plantea, además, la cuestión de cómo pueden entenderse las dimensiones del Gulag, considerado por los contemporáneos como “quintaesencia” del despotismo soviético. En cinco secciones (“Desde la revolución de octubre al Gulag”, “Persecución y deportación”, “Trabajos forzados, supervivencia y muerte en el campo de concentración”, “Disolución del sistema del Gulag y recuerdo del Gulag” y “Biografías seleccionadas de prisioneros”), los objetos coleccionados por Memorial, ya se trate de un saquito para guardar el pan, de un vestido desgastado o de una placa de metal de un muerto, permiten hacerse una idea viva sobre la vida diaria de los prisioneros. De este modo surge un monumento conmemorativo que es al mismo tiempo archivo. Testimonia las condiciones de vida en los campos del Gulag, pero también los esfuerzos –obstaculizados una y otra vez– de recuperar públicamente la historia de los campos, de la represión y del terror, y de recordar a las víctimas.
La exposición tiene un significado más allá de la historia de la Unión Soviética en sí, pues las violaciones de los Derechos Humanos afectan a todos. Sobre esto, dijo Irina Scherbakova: “No existe un recuerdo por separado de las violaciones de los derechos humanos; se trata de una historia europea”. La exposición “Gulag. Huellas y testimonios 1929-1956” ofrece una visión estremecedora de un sistema ilegítimo e inhumano. “La visión de la historia no siempre es cómoda”, declaró en la presentación de la exposición el Presidente del DHM Alexander Koch; pero esta visión perturbadora y estremecedora es necesaria para comprender la historia del siglo XX.
Expo GULAG: Spuren und Zeugnisse 1929-1956 (Huellas y testimonios 1929-1956), del 17 de mayo al 1 de septiembre de 2013 en el Museo Histórico Alemán (Unter den Linden 2, Berlín).
Libros sobre el GULAG
ACEPRENSA (23.MAY.2013)
::Historia::
–Aleksandr Solzhenitsyn. Archipiélago Gulag. Tusquets. Barcelona (2005). Tomo I: 832 págs. Tomo II: 816 págs. 24 € cada tomo.
El libro clave que en 1973 llamó la atención del mundo sobre la extensión del sistema concentracionario soviético.
–Anne Applebaum. Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos. Debate. Barcelona (2004). 670 págs. 25 €.
Un libro histórico de referencia, que valió a su autora, periodista del “Washington Post”, el Premio Pulitzer 2004.
–Orlando Figes, Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin. Edhasa. Barcelona (2009). 958 págs. 39,50 €.
Ningún otro sistema totalitario tuvo un impacto tan profundo en la vida privada de sus súbditos. A diferencia de otros libros sobre el mismo tema, en éste el punto de partida es la historia oral: diarios, memorias familiares, fotografías, documentos personales y, sobre todo, los miles de entrevistas hechas para conocer cómo vivieron su vida privada bajo el temor a caer en las purgas de Stalin.
–Stéphane Courtois (ed). El libro negro del comunismo. Crímenes, terror y represión Ediciones B. Barcelona (2010). 1.056 págs. 33 €.
Publicado por varios historiadores franceses, algunos ex militantes comunistas, es un repaso histórico exhaustivo de los crímenes perpetrados en nombre de la ideología comunista. Entre ellos se incluyen los cometidos en el sistema del Gulag.
::Testimonios::
–Varlam Shalámov. Relatos de Kolimá. Minúscula. Barcelona (2007). 354 págs. 18,50 €.
Varlam Shalámov (1907-1982) pasó 18 años en el Gulag. Primero de seis volúmenes, Relatos de Kolimá es, junto con los libros de Solzhenitsyn, el mejor retrato de la vida en los campos de concentración soviéticos, la mayoría en Siberia. Se han publicado ya cinco volúmenes.
–Evgenia Ginzburg. El vértigo. Galaxia Gutenberg. Barcelona (2005). 864 págs. 25,50 €.
El caso de Ginzburg revela la perplejidad de quienes fueron condenados siendo verdaderos comunistas. En estas páginas se suceden las persecuciones, las torturas, pero sobre todo las traiciones. En la primera parte de sus memorias, acepta la doctrina oficial de que Stalin fue una desviación del verdadero leninismo. Pero en “El cielo de Siberia”, la segunda parte, se desvanece su ideología. Es conmovedor asistir a su desengaño político y a su búsqueda de Dios.
–Janusz Bardach, Kathleen Gleeson, El hombre, un lobo para el hombre. Libros del Asteroide. Barcelona (2009). 480 págs. 23,95 €.
Este relato resalta la humanidad de las víctimas, que buscaban el sentido de sus vidas en medio del sufrimiento, la desesperación y la ignominia.
–Lev E. Razgón. Sin inventar nada. El polvo anónimo del Gulag. Alba. Barcelona (2006). 578 págs. 26,50 €. Traducción: Vicente Gallego.
La mayoría de los capítulos están dedicados a contarnos las historias de personas anónimas que Razgón conoció en los más de quince años de prisión, con las que entabló amistad y que le contaron su vida.
–Heda Margolius Kovály. Bajo una estrella cruel. Libros del Asteroide. Barcelona (2013). 272 págs. 17,95 €.
De origen judío y de familia acomodada de Praga, Heda cuenta en sus memorias cómo sufrió primero la persecución nazi y después la represión comunista contra ella y su marido. Aunque no habla directamente del Gulag, este testimonio muy bien escrito explica los mecanismos de represión que empleaba el poder soviético.
–Gustaw Herling-Grudziński, Un mundo aparte.Libros del Asteroide. Barcelona (2012). 360 págs. 22,95 €.
El polaco Gustaw Herling-Grudziński (1919-2000) revive los años que pasó en el Gulag soviético. Explica que los métodos estalinistas estaban pensados para anular todo atisbo de humanidad en los encarcelados.
–Pável Florenski, Cartas de la prisión y de los campos. Eunsa. Pamplona (2005). 310 págs. 18 €.
Solzhenitsyn afirmó que Florenski –científico y matemático, filósofo y pope ortodoxo– era la figura más grande de las engullidas por el gulag de las temibles islas Solovki.
Este libro recogen las cartas escritas a lo largo de los cuatro últimos años de su vida desde distintas prisiones.
–Nadiezhda Mandelstam. Contra toda esperanza. Acantilado. Barcelona (2012). 642 págs. 29 €.
La viuda del poeta Ósip Mandelstam, enviado a Siberia durante el estalinismo, describe en sus memorias el clima de sospecha y represión bajo el comunismo soviético.
::Novelas::
–Aleksandr Solzhenitsyn. Un día en la vida de Ivan Denísovich. Tusquets. Barcelona (2008). 218 págs. 18 €.
La única obra de Solzhenitsyn que se publicó en la Unión Soviética en 1962. Inspirada en su propia experiencia, describe minuciosamente los acontecimientos de un día de diversos personajes en el campo de trabajos forzados.
–Victor Serge. El caso Tuláyev. Alfaguara. Madrid (2007). 429 págs. 19,50 €.
El anarquista Victor Serge cuenta en esta novela la evolución de distintos acusados dentro de la maquinaria del régimen soviético hasta que caen en desgracia. Todos son personas que creyeron en la Revolución. El propio Serge fue deportado a Siberia en 1933, aunque se le permitió abandonar el país gracias a la intervención de André Gide y de otros intelectuales.
–Monika Zgustova. La noche de Valia, Destino. Barcelona (2013). 352 págs. 19 €.
Monika Zgustova es una escritora y traductora checa asentada en España. Esta novela se inspira en sucesos reales que conoció en diferentes entrevistas que tuvo con mujeres rusas que fueron víctimas del Gulag.
–Jirí Weil. Moscú: frontera. Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. Madrid (2006). 462 págs. 19,50 €.
Publicada en 1937, poco tiempo después de una larga estancia del checo Jirí Weil en la Unión Soviética, “Moscú: frontera” es uno de las primeras novelas que testimonian la deriva represiva y totalitaria del régimen soviético.