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miércoles, 25 de mayo de 2016

ETA: Orígenes ideológicos de la banda terrorista vasca y Génesis militar masónica

SANTIAGO CLAVIJO
25 MAYO 2016

Jesús Laínz entrevista al historiador Gaizka F. Soldevilla
(Popular TV Cantabria-10/5/2016)

(Píldora nº 103-29/3/2011)

“A la jerarquía Iluminista porco le importa la forma de gobierno siempre que se ajuste a sus designios. Al judío de origen sefardí fundador de la banca Rothschild se le atribuye el aforismo: Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién la gobierne”. Es el comienzo del capítulo VIII del libro de Guillermo Buhigas “Los Protocolos” en la editorial Sekotia. 


El castillo Rothschild es una abadía cisterciense (siglo XII), rapiñada por los banqueros tras una desamortización, donde ha radicado su sede nobiliaria hasta 1988. En este castillo de Ferrières en Brie a unos 30 kilómetros al este de París. a 30 km, un grupo de gudaris recibió esmerada formación militar en un intento serio del Gobierno Vasco en el exilio para derribar a Franco. Es el embrión de lo que llegaría a ser la banda terrorista ETA, por lo que es una falsedad que ETA nació en los seminarios vascongados. 

El PNV había firmado un pacto con el gobierno colaboracionista del general Pétain y disponía de una sede en el París ocupado por la que desfilaron importantes dirigentes nazis. José Antonio Aguirre, lendakari en el exilio, trasladó su sede (1941) de París a Nueva York cuando Hitler se negó a apoyar directamente las aspiraciones independentistas vascas. Mantuvo contactos con los servicios secretos USA (OSS, más tarde CIA), controlados por Nelson Rockefeller. Aguirre consiguió financiación del Departamento de Estado a cambio de realizar espionaje a favor de USA en España, Hispanoamérica y Filipinas, gracias a los numerosos empresarios vascos. 

La traición a España del nacionalismo vasco fue seguida por el abandono de la confesionalidad, condición exigida para ser agentes del Poder masónico, comandado por los Rochefeller y los Rothschild. Aguirre consiguió, del presidente masón Franklin D.Roosevelt, la promesa de apoyo para la disolución de España al finalizar la II guerra mundial. El plan independentista incluía la anexión de Navarra a las tres provincias Vascongadas bajo la hegemonía política del PNV. (Han pasado 70 años y estamos donde estábamos, con Zapatero como agente de la Jerarquía Iluminista). 

Aguirre logró el control de la Brigada Vasca (15.000 gudaris en el exilio) que fue enrolada en el ejército francés del general masón De Gaulle. (En el juicio del 11/M el juez Bermúdez afirmó que la Brigada Vasca no existe, ante una pregunta de un abogado de la defensa, José Luis Abascal). Ahora se llama Brigada Vasca Askapena y se dedica a promover la “causa vasca” entre los vascos de la diáspora en el extranjero, gozando de estatus de ONG. 

La Brigada Rothschild fue creada (1945) con el beneplácito del gobierno americano para ponerse al frente del ejército vasco tras el próximo derrocamiento del Generalísimo Franco. El plan era formar a más de mil hombres. El primer grupo estuvo compuesto por unos setenta veteranos de la Brigada Vasca y cuarenta juramentados de las juventudes del PNV. En camiones del ejército USA fueron conducidos al Castillo Rothschild. Entre sus líderes se encontraban Abad, Landa, Esturo y Echegoyen. Fue el nacimiento de ETA.

Escudo Rothschild en la entrada del "Château"
Mikel Rodríguez
(Euskonews-10/11/2000)

Fueron días de muchas esperanzas, de mucha camaradería, pero sobre todo queda la frustración. Que estuvimos muy cerca de haber logrado derrocar a Franco en el 45, porque el exilio para muchos ha sido una tragedia personal y no reconozco la Euzkadi por la que nosotros peleábamos en la actual. Así nos resumía José Antonio Beleda su experiencia en el castillo Rothschild. De mayo a julio de 1945 se produjo el mayor intento militar del Gobierno Vasco por derribar al régimen de Franco. En el mayor de los secretos se instaló en un suntuoso castillo de Cernay-la-Ville un grupo de gudaris que recibieron una esmerada formación militar. Se esperaba la caída del Gobierno de Madrid debido a las presiones de los Aliados y estos hombres serían los encargados de mantener el orden público en el País Vasco.

Aguirre, tras asumir en 1941 la representación legal del Gobierno de Euzkadi, sondeó prudentemente en Washington las posibilidades de soberanía vasca en un nuevo espacio político que abarcase la antigua España y Portugal. Su creencia era que, si la Gran Guerra había permitido el surgimiento de muchos pequeños países, al término de la contienda se produciría una nueva reestructuración de los estados europeos. El Lendakari y el PNV deseaban lograr un ámbito político propio para Euskadi en esta nueva Europa. J. A. Aguirre deseaba que el restablecimiento de la democracia en España conllevase el autogobierno del País Vasco y la hegemonía del PNV en ese autogobierno. Para lograr sus planes, el Presidente lo fiaba todo a una solución que debía venir del exterior, concretamente de los Estados Unidos.

La función del Gobierno Vasco era construir el embrión de un aparato estatal, sobre todo, la fuerza militar. Se organizó así "Euzko-Naya", el ejército del interior, y se logró el control de la Brigada Vasca de la UNE. Pero era necesario algo más y se negoció con los Estados Unidos la formación intensiva de un millar de hombres. La operación se llevaría a cabo en el mayor de los secretos. El primer grupo, seleccionado por Primitivo Abad, lo componían unos setenta veteranos del Batallón Gernika, cuarenta jóvenes procedentes del interior y media docena de "niños de la guerra" provenientes de Gran Bretaña,

En mayo se constituyó la unidad. Se produjeron por lo menos cuatro embarques en ferrocarril hasta París. Allí, Iñaki de Durañona los recibía en la estación, conduciéndoles a un camión cubierto del ejército norteamericano. Tras un corto viaje, los componentes de la expedición se encontraban en el jardín de un imponente palacio. Era el castillo Rothschild, en Cernay-la-Ville, a unos treinta kilómetros de la capital. Unos oficiales americanos, con ayuda de intérpretes, les interrogaban respecto a su pasado y les hacían firmar un documento. El contrato, en inglés, se hacía entre los particulares y el Gobierno de Estados Unidos. Por seis meses serían empleados de este Gobierno. Se establecía un sueldo muy substancioso y los firmantes se comprometían a mantener el secreto y a no traspasar los límites del recinto,