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jueves, 14 de mayo de 2020

*Verdadera cara de la Masonería (Obispo Schneider)

El obispo Schneider explica la 
“verdadera cara de la francmasonería”
13 mayo 2020

Que esta afirmación no es inventada puede probarse con la siguiente cita de un destacado modernista italiano, que en 1905 escribió en su libro: “Queremos organizar nuestra acción [para estar] más orientado a los objetivos: ¿una francmasonería Católica? Sí, exactamente, una francmasonería de las catacumbas. Uno debe trabajar hacia el objetivo, reformar el Catolicismo Romano por un sentido teosófico progresista, a través de un papa que se dejará convencer por estas ideas” (A. Fogazzaro, Il Santo, Milano, 1905).

Los hechos demuestran suficientemente que la francmasonería es el mayor contraste imaginable con la religión católica. Por consiguiente, en 1983 la Iglesia emitió la siguiente declaración, aún válida, a través de la Congregación de Doctrina de Fe: “El juicio negativo de la Iglesia con respecto a la asociación masónica permanece sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia y, por lo tanto, la membresía en ellos continúa siendo prohibida. Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en un estado de pecado grave y no pueden recibir la Sagrada Comunión”.

El poder de la ideología masónica en la política y la sociedad ha alcanzado hoy en día su apogeo, puesto que la francmasonería está extendiendo a toda la sociedad humana una ideología de destrucción de la vida con la ayuda del aborto y la eutanasia. El concepto y la realidad de la familia está sufriendo un proceso de destrucción a través del lavado de cerebro con la ideología de género, promulgada por el estado. Toda persona que todavía está pensando por sí misma, y ​​en general cada cristiano, debe -en la medida de lo posible- ofrecer resistencia y defender el sentido común y la Ley Divina, incluso al precio del sufrimiento y las desventajas.

Como cristianos tenemos que saber que Cristo, el vencedor sobre todo mal en este mundo, ese Dios, y no la Francmasonería, es el Señor de la historia. Pertenecemos a la comunidad de los vencedores, incluso si los enemigos de Cristo, la francmasonería, nos miran como los vencidos. Nuestra Fe Católica es más fuerte que todas las perversas obras de fantasía e intrigas de la religión masónica. ¡Sólo tememos a Dios! Sin embargo, al mismo tiempo tendremos, desde el fondo de nuestros corazones, una verdadera compasión por los miembros de la francmasonería, porque se convirtieron en víctimas de un inmenso engaño.

Un masón es, en última instancia, el ser humano menos libre, cuya salvación eterna de su alma está en mayor peligro. Que dentro de la Iglesia crezca un movimiento para salvar las almas de los masones, que son nuestros semejantes. Esto debe hacerse principalmente a través de la oración del rosario y la veneración del Inmaculado Corazón de María. Su Corazón Inmaculado triunfará, como nos dijo en Fátima; triunfará también sobre la francmasonería y el comunismo. Y, a través de María, Dios le dará a la humanidad y a su Iglesia un tiempo de paz. Publicado por Maike Hickson en LifeSiteNews. Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.
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El obispo Schneider pronunció este discurso con motivo del 300 aniversario de la fundación de la Francmasonería en 1717 en Inglaterra y ha concedido amablemente a LifeSiteNews permiso para publicarlo.En un discurso que pronunció en 2017 ante la Fundación Pontificia Kirche in Not (Ayuda a la Iglesia Necesitada) en Alemania, el obispo Athanasius Schneider presentó la historia y las principales características de la francmasonería. En su presentación, deja claro que la masonería está formando una “anti-Iglesia” y tiene, en sus grados más altos, una orientación satánica.

El obispo Schneider pronunció este discurso con motivo del 300 aniversario de la fundación de la Francmasonería en 1717 en Inglaterra. Amablemente ha concedió a LifeSiteNews una traducción al inglés de su manuscrito y nos ha dado permiso para publicarlo. A continuación, la traducción del texto completo del obispo Schneider: El verdadero rostro de la francmasonería En 2017, la francmasonería celebró el 300 aniversario de su fundación, el 24 de junio de 1717. Según informes oficiales, fue el resultado de una reunión de cuatro “logias”, o sociedades secretas, que formaron la Gran Logia de Londres. Un clérigo protestante, James Anderson, escribió los primeros estatutos masónicos.

La Iglesia Católica condenó esta asociación de origen pseudo-religioso veinte años después de su inicio con el castigo eclesial más alto, la excomunión. ¿Por qué? Porque la francmasonería es una “religión naturalista”, una mezcla de panteísmo, gnosis y “auto-salvación”. Esta “religión” sólo es aparentemente tolerante. De hecho, es [una] [religión] extremadamente exigente e intolerante. Los francmasones dicen sobre sí mismos que serían los “iniciados”, los “perfectos” y los “iluminados”. Y la humanidad restante es para ellos profana, imperfecta y oscura.

La religión masónica pretende independizarse del Dios verdadero, para que el ser humano se coloque en la posición de Dios, tome el lugar de Dios y decida sobre el bien y el mal. En los primeros grados de la francmasonería, se venera a una divinidad incierta y nebulosa como el “Gran Arquitecto del Universo” quien, en los grados superiores y, luego, en el más alto, se vuelve cada vez más concreto; en los grados superiores esta divinidad incierta se identifica como Lucifer, como Satanás, como el dios bueno, el adversario de Dios; y el verdadero Dios es aquí, el “Dios malo”.

La Iglesia reconoce que la francmasonería es una verdadera y cada vez más poderosa sociedad secreta con un contenido pseudo-religioso, que se extendió muy rápidamente en innumerables organizaciones afiliadas y, a menudo, bajo diferentes nombres, penetrando en los niveles más poderosos de la sociedad, la política y el mundo de las finanzas. Fue el papa Pío VIII quien, en 1829, dio una de las definiciones más adecuadas y precisas de la francmasonería: “Es una secta satánica, que tiene a su demonio como su dios” (cf. Encíclica Traditi humilitati nostrae). La esencia de la religión masónica consiste en la perversión, es decir, en la subversión del orden Divino de la creación y en la transgresión de las leyes dadas por Dios.

Los miembros de la francmasonería, en sus grados superiores, ven en esta perversión el “verdadero progreso” de la humanidad, la construcción mental del templo de la humanidad. En lugar de la Revelación de Dios, existe el secreto masónico y el ser humano se convierte, en última instancia, en un dios (cf. X. Dor, Le Crime contre Dieu, Chiré-en-Montreuil, 2016). ¡De hecho, la francmasonería es la perfecta anti-iglesia, donde todos los fundamentos teológicos y morales de la Iglesia Católica se convierten en su opuesto! Un francmasón le dijo una vez a su hermana lo siguiente, en una charla privada: “¿Sabes qué somos realmente los masones? Somos la anti-Iglesia”. Los historiadores reconocieron en la francmasonería la semilla del totalitarismo político (por ejemplo, A. Cobban, Historia de las Civilizaciones, citado en: A. Bárcena, Iglesia y Francmasonería, Madrid 2016). La confusión y el engaño de esta consisten en el hecho de que la francmasonería se alaba a sí misma con nombres y definiciones atractivos, como “filantropía”, “humanismo”, “intelectualidad”, “tolerancia” y, al mismo tiempo, la francmasonería se enmascara con estos nombres. Con el rechazo de la Revelación Divina sobrenatural, la francmasonería también rechaza la ley natural.

Este es exactamente el punto que conduce a todos los sistemas totalitarios. Ya el francmasón Jean-Jacques Rousseau, de Ginebra, escribió: “La vida de un ser humano no es sólo un regalo de la naturaleza, sino un regalo condicionado por el estado” (El Contrato Social II, 5). El anarquismo político y social es un fenómeno que encarna principalmente el espíritu de la francmasonería, ya que uno de sus principios clave es “ordo ab chao” [“orden en el caos”]. Esto significa que primero se debe crear un caos y luego construir un nuevo orden, otro orden, un orden creado por hombres. En el ritual del antiguo rito escocés aceptado desde el año 1892, el candidato del 32°, penúltimo grado de francmasonería, recibe la siguiente instrucción: “1.

El primer ‘rugido de las armas’ se produjo cuando (Martín) Lutero ideó la rebelión de la razón. 2. El segundo ‘rugido de las armas’ se produjo cuando se anunció en Estados Unidos que cada gobierno humano recibe su autoridad del pueblo y sólo del pueblo. 3. El tercer ‘rugido de armas’ fue cuando, en Francia, se proclamaron los ‘Derechos Humanos en la formulación de libertad, igualdad y fraternidad‘” (M. Tirado Rojas, La Masonería en España, 1892, I). El candidato del 33º grado recibe esta instrucción (la siguiente es una cita de este mismo ritual escocés): “Ni la ley, ni la propiedad, ni la religión pueden gobernar sobre los hombres y, dado que están aniquilando a los hombres al privar a los hombres de sus más preciados derechos, hemos jurado llevar a cabo una venganza terrible. Ellos (ley, propiedad y religión) son los enemigos contra quienes hemos jurado una guerra implacable a cualquier precio.

De estos tres enemigos infames, la religión debe ser el objeto permanente de nuestros ataques mortales. Cuando hayamos destruido la religión, tendremos la ley y la propiedad a nuestra disposición y podremos regenerar la sociedad mediante la construcción de la religión masónica, la ley masónica y la propiedad masónica sobre los cadáveres de esos asesinos” (Ibídem). Según el ritual masónico, la palabra “religión” se refiere a la cristiana, más concretamente a la religión católica. Se sabe que la francmasonería europea y, en particular, Alexander Kerensky, el Gran Maestro del “Gran Oriente” de Rusia, apoyó logística y políticamente la Revolución de octubre de 1917, en el año del bicentenario de la fundación de la francmasonería. Lenin y los nuevos líderes comunistas no toleraron ningún tipo de rivalidad. Por lo tanto, prohibieron la francmasonería tradicional en la Unión Soviética.

En el Tercer Congreso de la Internacional Comunista [partido] en 1921, la francmasonería tradicional recibió la siguiente evaluación significativa: “La francmasonería nos recuerda, a través de sus ritos, las costumbres religiosas. Sin embargo, sabemos que toda religión suprime a las personas. La francmasonería representa un poder social y, debido a la naturaleza secreta de sus reuniones y el secreto absoluto de sus miembros, es un ‘estado dentro del estado'”. El 11 de abril de 2001, en RAI2 (Canal de Televisión Italiano), Giuliano Di Bernando, quien fue el Gran Maestro de la logia masónica GLRI (Gran Loggia Regolare d’Italia) en los años 1990-1993, pronunció las siguientes palabras significativas sobre el carácter religioso de la francmasonería: “Uno se convierte en masón a través de la iniciación.

La iniciación es un acto constitutivo a través del cual al ser humano se le da una dimensión, que no tenía antes. Una analogía que encontramos en el bautismo. Uno no nace cristiano, se hace cristiano a través del Bautismo. De la misma manera, uno se convierte en masón a través de la iniciación. Eso significa que uno sigue siendo un masón para toda la vida; incluso si alguien luego rechaza la francmasonería, sigue siendo un masón. Incluso si uno está durmiendo, si uno es enemigo de la francmasonería, uno sigue siendo un masón, porque uno ha recibido la iniciación. Y la iniciación es un acto sagrado”. La Francmasonería también apoyó la llamada “Revolución sexual” de 1968.

Los dos Grandes Maestros de las dos organizaciones masónicas más grandes de Francia, Frédéric Zeller y Pierre Simon, participaron activamente con algunos de sus miembros en las revueltas estudiantiles de París en mayo de 1968. El así llamado Gran Maestro Pierre Simon se convirtió, entonces, en asesor de la ministra Simone Veil, quien legalizó el aborto en Francia.

En 2012, el periódico de París Le Figaro publicó un completo dossier sobre la francmasonería, y permitió que los principales miembros de la francmasonería hablaran en su foro periodístico. Uno de estos funcionarios masónicos declaró abiertamente que las leyes que legalizaron el aborto, el llamado “matrimonio entre personas del mismo sexo” o “matrimonio para todos” y la eutanasia se prepararon en los “laboratorios” masónicos idealistas y, más tarde, con la ayuda de los lobbys y a través de sus miembros en el parlamento y en el gobierno, fueron impulsadas a través de la legislación. Esto se puede leer en el periódico Le Figaro del año 2012 (suplemento LE FIGARO, 20-21 de julio de 2012).

Debido a su precisión, el siguiente análisis realizado en 1894 por el Papa León XIII sobre la esencia, los principios y las acciones de la francmasonería, apenas puede ser superado y sigue siendo totalmente válido: “Asimismo existe un gran peligro que amenaza la unidad, por parte de esa asociación que se conoce con el nombre de masones, cuya influencia fatal durante mucho tiempo oprime a las naciones católicas en particular. Favorecido por las agitaciones de los tiempos, y creciendo insolentemente en su poder, recursos y éxito, tensa todos los nervios para consolidar su dominio y ampliar su esfera.

Ya ha salido de sus escondites, donde tramó sus complots, hacia la multitud de ciudades, y como para desafiar al Todopoderoso, ha establecido su trono en esta misma ciudad de Roma, la capital del mundo católico. Pero lo más desastroso es que, donde sea que haya pisado, penetra en todos los rangos y departamentos de la comunidad, con la esperanza de obtener, por fin, el control supremo. Esto es, de hecho, una gran calamidad: por sus principios depravados y diseños inicuos, que son bien conocidos. Bajo el pretexto de reivindicar los derechos del hombre y de reconstituir la sociedad, ataca al cristianismo; rechaza la Doctrina revelada, denuncia las prácticas de la Piedad, los Sacramentos Divinos y toda cosa Sagrada como superstición; se esfuerza por eliminar el carácter cristiano del matrimonio, la familia, la educación de la juventud y de toda forma de instrucción, ya sea pública o privada, y eliminar de las raíces de los hombres todo respeto por la autoridad, ya sea humana o Divina.

Por su parte, predica el culto a la naturaleza y mantiene que, según los principios de la naturaleza, la verdad, la probidad y la justicia deben ser medidas y reguladas. De esta manera, como es bastante evidente, el hombre está siendo llevado a adoptar costumbres y hábitos de vida similares a los de los paganos, sólo que más corruptos en proporción a medida que los incentivos para pecar son más numerosos” (Carta Apostólica Praeclara gratulationis). Una de las maneras más astutas y, por lo tanto, satánicas de la lucha de la francmasonería contra su archienemigo, es decir, contra la Iglesia Católica, consiste en la infiltración en la Iglesia.

El siguiente extracto, reconocido por muchos historiadores como auténtico y citado por el obispo Rudolf Graber (en su libro Atanasio y la Iglesia de Nuestro Tiempo), de las “Instrucciones” de la llamada “Alta Vendita”, una especie de centro de gobierno de la francmasonería europea en el siglo XIX ilustra esta verdad. He aquí una cita de la “Instrucción permanente de la Alta Vendita”: “El papa, sea el que sea, jamás vendrá a las sociedades secretas.

Es por esto que las sociedades secretas han de ir a la Iglesia, con el fin de ganar a ambos [a la Iglesia y al papa]. El trabajo que hemos asumido no es cuestión de un día, ni siquiera de un mes, tampoco de un año. Podría durar muchos años, un siglo quizás, pero en nuestras filas el soldado muere, pero la lucha continúa. No nos referimos a ganar al papa para nuestra causa, convertirlo en un neófito de nuestros principios y propagador de nuestras ideas. Eso sería un sueño ridículo, sin importar cómo se diesen los hechos.

Si los cardenales o prelados, por ejemplo, entrasen de alguna manera a formar parte, deliberadamente o por sorpresa, de nuestros secretos, no sería de ninguna manera un motivo de alegría, pues desearían ascender a la Sede de Pedro. Esta ascensión nos destruiría. La sola ambición causaría su apostasía. Su necesidad de poder les obligaría a inmolarnos. Lo que pedimos, lo que debemos esperar y otear, como los judíos esperaban al Mesías, es un papa conforme a nuestros designios…

Así, a fin de asegurarnos un papa afín a nuestros designios, es una tarea prioritaria formar para este papa una generación digna del reino que deseamos. Olvidemos a los hombres maduros y vayamos a por los jóvenes y, si es posible, a por los niños. Avivad las pasiones de los güelfos y gibelinos y así obtendréis una reputación de buenos católicos y patriotas puros. La reputación de buen católico y buen patriota abrirá el camino para que nuestras doctrinas entren en los corazones de los jóvenes clérigos y lleguen hasta el interior de los conventos.

En unos años, los jóvenes clérigos, por la fuerza de los acontecimientos, habrán invadido todos los cargos. Serán ellos los que gobernarán, administrarán y juzgarán. Formarán el Consejo de los Soberanos. Serán llamados a elegir al pontífice que reinará, y ese pontífice, como el mayor de sus contemporáneos, estará necesariamente imbuido por los principios italianos y humanistas que pondremos en circulación Dejad que el clero marche bajo vuestro estandarte mientras inocentemente creen que marchan bajo el estandarte de las Llaves Apostólicas.

¿Queréis eliminar el último vestigio de los tiranos y los opresores? ¡Arrojad vuestras redes como Simón Bar-Jona! Arrojadlas en lo profundo de la sacristía, en los seminarios y monasterios mejor que en el fondo del mar. Y si no precipitáis las cosas, ¡os prometemos una captura más milagrosa que esta! Vosotros también pescaréis a algunos amigos y los llevaréis a los pies de la Sede Apostólica. Habréis predicado la revolución con tiara y capa pluvial, precedidos por la cruz y el estandarte, una revolución que sólo necesitará algo de ayuda para prender fuego al mundo”. (Originalmente en: Mons. Delassus, Conjuration antichrétienne, París 1910, Tomo III. El texto completo de “La Instrucción Permanente de la Alta Vendita” también se publica en: Mons. Dillon, El Gran Oriente De La Masonería Sin Máscara, Dublín 1885). [También se puede leer en el libro de Taylor R. Marshall, Infiltración, publicado por Homo Legens].

Que esta afirmación no es inventada puede probarse con la siguiente cita de un destacado modernista italiano, que en 1905 escribió en su libro: “Queremos organizar nuestra acción [para estar] más orientado a los objetivos: ¿una francmasonería Católica? Sí, exactamente, una francmasonería de las catacumbas. Uno debe trabajar hacia el objetivo, reformar el Catolicismo Romano por un sentido teosófico progresista, a través de un papa que se dejará convencer por estas ideas” (A. Fogazzaro, Il Santo, Milano, 1905). Los hechos demuestran suficientemente que la francmasonería es el mayor contraste imaginable con la religión católica.

Por consiguiente, en 1983 la Iglesia emitió la siguiente declaración, aún válida, a través de la Congregación de Doctrina de Fe: “El juicio negativo de la Iglesia con respecto a la asociación masónica permanece sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia y, por lo tanto, la membresía en ellos continúa siendo prohibida. Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en un estado de pecado grave y no pueden recibir la Sagrada Comunión”.

El poder de la ideología masónica en la política y la sociedad ha alcanzado hoy en día su apogeo, puesto que la francmasonería está extendiendo a toda la sociedad humana una ideología de destrucción de la vida con la ayuda del aborto y la eutanasia. El concepto y la realidad de la familia está sufriendo un proceso de destrucción a través del lavado de cerebro con la ideología de género, promulgada por el estado. Toda persona que todavía está pensando por sí misma, y ​​en general cada cristiano, debe -en la medida de lo posible- ofrecer resistencia y defender el sentido común y la Ley Divina, incluso al precio del sufrimiento y las desventajas.

Como cristianos tenemos que saber que Cristo, el vencedor sobre todo mal en este mundo, ese Dios, y no la Francmasonería, es el Señor de la historia. Pertenecemos a la comunidad de los vencedores, incluso si los enemigos de Cristo, la francmasonería, nos miran como los vencidos. Nuestra Fe Católica es más fuerte que todas las perversas obras de fantasía e intrigas de la religión masónica. ¡Sólo tememos a Dios! Sin embargo, al mismo tiempo tendremos, desde el fondo de nuestros corazones, una verdadera compasión por los miembros de la francmasonería, porque se convirtieron en víctimas de un inmenso engaño. Un masón es, en última instancia, el ser humano menos libre, cuya salvación eterna de su alma está en mayor peligro.

Que dentro de la Iglesia crezca un movimiento para salvar las almas de los masones, que son nuestros semejantes. Esto debe hacerse principalmente a través de la oración del rosario y la veneración del Inmaculado Corazón de María. Su Corazón Inmaculado triunfará, como nos dijo en Fátima; triunfará también sobre la francmasonería y el comunismo. Y, a través de María, Dios le dará a la humanidad y a su Iglesia un tiempo de paz. Publicado por Maike Hickson en LifeSiteNews. Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

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