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miércoles, 14 de julio de 2021

Derecho y EUCARISTÍA. Por P. Santiago Martín FM

Derecho y Eucaristía
P. Santiago Martín FM
8 junio 2021

Esta semana, el Papa ha aprobado una reforma del Código de Derecho Canónico. Aunque los medios de comunicación se han fijado sobre todo en lo referente a los abusos a menores, hay otras cosas también muy importantes que han pasado desapercibidas. Me refiero a aquellas que hacen referencia a la defensa de la Eucaristía.

En el canon 1379, punto 3, se dice: “Tanto el que ha intentado conferir las órdenes sagradas a una mujer como la mujer que ha intentado recibir las órdenes sagradas incurren en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; además, el clérigo puede ser castigado con la destitución del estado clerical”.

Habla de “intento”, con lo cual se deja claro que no se puede llegar a efectuar la ordenación sacerdotal pues, aunque tuviera lugar la ceremonia litúrgica, ésta no se habría producido.

Habla también de “órdenes sagradas”, con lo cual, aunque no se especifique, se prohíbe no sólo el sacerdocio sino el diaconado femenino. Además, el que lo hiciere -y se refiere a los obispos, que son los únicos que pueden ordenar sacerdotes-, quedaría excomulgado de forma automática -eso es lo que significa “latae sententiae”-, quedando impedido de ejercer el sacerdocio y de gobernar la diócesis hasta que no se le levantara la excomunión.

Se zanja así la cuestión de la ordenación femenina, incluso del acceso al diaconado. Hay una excomunión para el que lo intente y también para la mujer que se preste a recibir esa ordenación, la cual, además, no tendría lugar y no pasaría de ser un intento. Protegiendo el sacerdocio, se protege la Eucaristía, que no podrá ser celebrada por quien no tiene derecho a ello.

No es el único artículo del nuevo Código que defiende la Eucaristía, aunque los otros no son tan claros como éste. El canon 1371, punto 1, dice: “Quien no obedece a la Sede Apostólica, al Ordinario o al Superior que legítimamente le manda o prohíbe, y después de la amonestación persiste en su desobediencia, debe ser castigado, según la gravedad del caso, con la censura o la privación del oficio o con las demás penas mencionadas en el c. 1336, §§ 2-4”.

Este castigo podría estar reservado, por ejemplo, a los que han efectuado las bendiciones de las parejas homosexuales, en contra de una disposición específica y pública del Vaticano.

También en el canon 1382, punto 1, se afirma que “quien profane las especies consagradas, o las sustraiga o las conserve con fines sacrílegos, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser castigado también con otras penas, sin excluir la expulsión del estado clerical”.

Y aquí se pueden incluir aquellos que han dado la comunión a los protestantes, pues al hacerlo han llevado a cabo una profanación del Cuerpo y Sangre de Cristo, y lo han hecho de forma pública y sabiendo que estaba prohibido por la Sede Apostólica. Aunque no es tan claro como lo de la excomunión a los que intentan ordenar mujeres, se podría interpretar en el sentido de que los que han hecho eso están también excomulgados, con todas las consecuencias.

Como en otros casos, la valoración de esta modificación del Código hay que hacerla teniendo en cuenta las reacciones. Éstas no se han hecho esperar. Una destacada dirigente de los laicos alemanes ha criticado duramente al Papa por haber cerrado la puerta definitivamente al diaconado y al sacerdocio femenino, imponiendo una pena tan tajante como la excomunión.

Personalmente me hubiera gustado más claridad en lo concerniente a la administración de la Eucaristía a quien no puede recibirla, cuando el sacerdote es consciente de ello, pero hay que dar gracias por lo que se ha conseguido, que es mucho.

La Eucaristía es lo más sagrado que tenemos, porque es Cristo mismo quien está allí. Todo lo que se haga para defenderla y honrarla será poco. La Iglesia vive por la Eucaristía y profanarla o permitir que se profane es lo más grave que puede ocurrir.

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