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lunes, 30 de agosto de 2021

*Gates y Epstein: la amistad que ha provocado un divorcio. Por Guillermo Mas

Gates y Epstein: 
la amistad que ha provocado un divorcio
30 agosto 2021

Le contamos el secreto de Bill Gates sobre su amistad con Jeffrey Epstein y la relación de este hecho con la solicitud de divorcio que le ha presentado Melinda después de casi treinta años de matrimonio; en otras palabras, todo lo que quiso saber sobre la red de pederastia de hombres poderosos que gobierna el mundo y nadie le ha contado. Su sonrisa estúpida. La foto del joven con pelo con forma de hongo y unas gafas cuadradas con los cristales tintados del color de la arena. De frente y de ambos perfiles, como ocurre siempre con las fichas policiales. Así luce Bill Gates en una foto de cuando tenía 22 años y había sido detenido por conducir borracho a alta velocidad en el desierto. 50 años después es el dueño de un Imperio económico mundial que compagina las nuevas tecnologías y la comida sintética con, entre otros negocios, el monopolio de las vacunas. Un personaje lleno de recovecos que, gracias a la publicidad, se nos muestra como un genio cuando una aproximación a su biografía más bien revela a un tirano oportunista.

Según el propio Gates, su mayor habilidad es “el olfato de dólar” que tiene desde la infancia y que heredó de su padre, en un tiempo alto directivo de la empresa abortista “Planned Parenthood“. Porque Bill Gates no es un hombre hecho a sí mismo, sino el tercero de una dinastía de ricos obsesionados con la eugenesia: su abuelo William H. Gates I era miembro de la Sociedad Eugenésica Americana. Como es sabido, la eugenesia, tras su uso por el nazismo, tiene una mala prensa imborrable que ha llevado a sus partidarios a usar un lenguaje mucho más discreto. Pero los fines son los mismos. En palabras de Gates: “Si hacemos un gran trabajo con las vacunas, el cuidado de la salud y servicios de salud reproductivos, podríamos reducir esa cifra“. ¿Qué hay de la madre de Bill? ¿Se acuerdan de Norman Bates en Psicosis? En efecto, Mary Maxwell era lo que Freud hubiera llamado “una castradora”. Esto les llevó a ambos a acudir a terapia durante su juventud y a generar una dependencia enorme de Bill Gates con respecto a su madre. Joven rebelde inseparable de las faldas de Mary, Gates cuenta con un dramatismo meloso los detalles del día de su muerte. Pero que nadie se engañe, Gates es, en palabras del periodista Bruno Toledano, “un hombre calculador y frío que como mejor funciona es solo“. Más aún: “un dictador por momentos y un jefe durísimo“.

Recordemos que cuando se desarrolló Microsoft era el auge del hippismo. Gates había dejado sus estudios en Harvard sin terminar. Los primeros sistemas de ordenadores se estaban desarrollando a partir de ARPANET, un programa militar del gobierno estadounidense que diseñó la primera red de computadoras mundial. Pero, como explica Abril Palomino: “Existen diferentes versiones de los hechos y varios rumores que aseguran que Bill Gates, lejos de ser un héroe fue una persona que explotaba a sus empleados, con una neurosis aguda y un mal trato hacia las personas, además de que la construcción de su imperio tecnológico está basado en el robo y plagio de ideas y proyectos desarrollados por colegas y amigos que trabajaban directamente con la compañía enemiga: Apple, dirigida en ese entonces por Steve Jobs“. Al parecer, el primer sistema operativo de Windows de Jobs habría sido un plagio de otro sistema desarrollado por algún hippy-genial de la informática. Solo que, a diferencia del o de los genios de la informática hippies, Gates habría usado su “olfato de dólar” característico para registrar la patente y comercializarlo. Todo lo contrario de un inventor, un descubridor o un emprendedor: un niño rico que hace trampas.

Según Bruno Toledano, “Su obsesión con el trabajo y con sus empleados llegó a tal punto que se hizo famoso por una frase que soltaba una y otra vez en sus reuniones de trabajo: “Esta es la idea más estúpida que he escuchado en mi vida”“. Razón por la cual el cofundador de Microsoft Paul Allen abandonó la empresa y contó cuán tirano es Gates en sus memorias. Algo similar a lo ocurrido con Steve Jobs, como detalla Adrián Raya: “Durante décadas, los fanáticos de Apple acusaron a Microsoft de copiar el entorno del Lisa, que había llegado antes. Y no eran sólo los fanáticos: el propio Steve Jobs se sentía traicionado por Bill Gates, que había trabajado en el código del Apple II y a quien consideraba su aliado“. La relación de ambos siempre fue horrible por culpa de la actitud desleal de Gates. Sus hagiógrafos suelen decir que es un trabajador incansable. Pero lo cierto es que sus ideas eugenésicas de corte malthusiano le vienen por parte de familia y sus descubrimiento los tomó de otros a los que luego sometió o expulsó.

La versión oficial cuenta como, tras abandonar la dirección de Microsoft en 2008, el genio Gates se dedicó junto a su mujer Melinda a salvar el mundo luchando contra el cambio climático y enfermedades como la polio. Una historia de redención en toda regla: la del millonario que se da cuenta de que lo importante no es el dinero sino las personas. Un “cuento de Navidad” digno del más tierno Dickens. Pero no, Bill Gates: eres un dictador y ya es hora de acabar con tu mito del filántropo. Con rasgos evidentes de psicopatía en el trato con sus empleados, una peligrosa relación llena de puntos oscuros con Epstein el pederasta (como hemos demostrado en una serie de artículos recientemente) y una obsesión claramente malthusiana por reducir la población mundial en un 10 o 15%, somos muchos los que no nos creemos dicha versión. Por eso, es necesario difundir la verdad y acabar así con la leyenda del filántropo que quiere salvar el mundo. Sin embargo, la figura de Bill Gates no debe quitarnos la perspectiva. Junto con George Soros, Henry Kissinger y el fallecido David Rockefeller, es el más visible constructor de un “Nuevo Orden Mundial”. Pero no nos engañemos: los mayores tiburones se mueven a mayor profundidad en el mar. Sus nombres nos resultan ajenos aunque sus decisiones cambian nuestras vidas. Son parte del “Estado profundo” (Deep State) o entre bambalinas (Back Office) controlado por Logias masónicas internacionales de distinto signo y pretensión que Gioele Magaldi ha desvelado en su condición de converso a la democracia.

En su libro Masones, Magaldi hace público la existencia secreta de unas logias internacionales que controlan el mundo y donde figuran algunos de los mayores políticos de nuestro tiempo. Dichas logias se llaman “Ur-Lodges” y Magaldi las ha definido con estas palabras: “Es un network de superlogias que nacen constitutivamente sobre base cosmopolita y con una vocación identitaria y operativa supranacional. Estas superlogias, desde que nacieron, han afiliado siempre solo a los más eminentes y notables miembros de la masonería ordinaria, que se encontraron de este modo en la valiosa condición de poder moverse con soltura en ambos contextos y de poder disponer de los mejores instrumentos de uno y otro circuito para lograr sus metas. Sumémosle a esto la iniciación ex novo de mujeres y hombres profanos pero de especial prestigio político, económico-financiero, mediático, eclesiástico, intelectual, artístico, etcétera, cuya única condición era que en ellos se manifestaran signos indudables de un auténtico deseo de perfeccionarse sapiencial y esotéricamente“.

En esas Ur-Lodges ha tenido lugar, según Magaldi, la construcción de nuestro mundo: “El mundo moderno y contemporáneo ha sido construido por la masonería, derrotando a las antiguas aristocracias eclesiásticas y de sangre. Y hoy sus miembros más eminentes controlan y gestionan su funcionamiento con fines beneméritos (democráticos, liberales, libertarios, laicos, igualitarios y filantrópicos) o execrables, como la constitución de nuevas oligarquías de espíritu y financieras supraordenadas respecto a la soberanía popular, que de hecho queda así vaciada de sustancia” en un proceso “programado y dirigido hasta sus últimos detalles. Se trata de un circuito que alimentó, combatió y venció a los grandes desafíos de la modernidad, pero que ahora se encuentra en un grave estado de crisis y de declive a causa de su conservadurismo, de la esclerotización de sus estructuras, de su dogmatismo pseudoeclesiástico, de su tendencia a excomulgar a cualquier instancia herética dentro de sus filas, de su actitud no inclusiva y acogedora hacia comuniones masónicas menores, y de su inclinación culpable a «desunir lo que está unido» en vez de «reunir lo que está disperso», típica locución y típico deber iniciático de los auténticos masones“. Hoy más que nunca, como afirmó Pasolini poco antes de morir asesinado, “estamos todos en peligro“. Y por eso debemos defendernos.

No, Melinda Ann French no es mucho mejor que su marido: la hemos escuchado, la hemos leído y sabemos que la fundación se llama “Bill y Melinda Gates” no por casualidad, y así parece que se va a quedar. En conclusión: el elitismo exterminador y los delirios eugenistas de William (Bill) Gates III —nieto del miembro de la “Sociedad Americana de Eugenesia”, William H. Gates e hijo de William H. Gates II, en su momento director de la “Planificación familiar”, más conocida como “Planned Parenthood”, y del que Bill Gates ha dicho: “Mi padre fue una gran presencia, tanto físicamente como en términos de su sabiduría”— son compartidos por su ex-esposa sin cambiar una coma de sitio ¿Se ha acabado el amor, entonces, como proclaman las revistas del corazón y de la bragueta estos días? Más bien se le ha caído la venda de los ojos a la ex-Señora Gates ante un impactante informe del “The New York Times” que relaciona a Bill Gates con el Señor de la Pornografía, el recientemente suicidado y más que “suicidable” (para algunas grandes fortunas en jaque, por todo lo que sabía y se ha llevado a la tumba), Jeffrey Epstein.

En cuanto a Epstein, estamos hablando de alguien que pasó de ser un profesor de Matemáticas a alumnos de Bachillerato a convertirse en un genio de las finanzas con el control de más de 500 millones de dólares, un donante principal del Partido Demócrata —amigo íntimo de Bill Clinton— y miembro de prestigiosos Foros Internacionales como la Comisión Trilateral o el Council of Foreign Relations. Participó en una trama de esquema Ponzi junto a Steven Hoffenberg mediante una empresa llamada Towers Financial Corporation. Más tarde, Epstein se relacionaría con Leslie Wexner, el hombre más rico de Ohio y propietario de Victoria Secret´s, junto al que trabajó durante años a pleno rendimiento en calidad de no se sabe muy bien qué. El caso es que Wexner es un hombre de gran influencia política… De nuevo con el Partido Demócrata: ha apoyado a Clinton o a Obama. También apoyó a Mitt Romney contra Trump, su archienemigo delcarado, como apuntaba Frank G. Rubio en un fascinante artículo de 2019 al hilo de la extraña muerte de Epstein.

En palabras de Gates al “Wall Street Journal”, “No tuve ninguna relación de negocios o amistad con Epstein”; lo que contrastaba con las pruebas del The New York Times, que titulaba poco después: “Bill Gates se reunió repetidamente con Jeffrey Epstein”; y mostraba como Gates había volado junto a Epstein en su avión privado “Lolita Express” en varias ocasiones. Y no sólo eso, además de varias cenas “hasta bien entrada la noche” habría que añadir, como se puede leer en el excelente “Informe Corbett” —de obligada lectura para saber quién es en verdad Gates—, que “un nuevo informe describe las conversaciones con Gates y Epstein y una conexión con la Fundación de Bill y Melinda Gates. Una conexión entre su fundación y JPMorgan Chase para crear un fondo de caridad en beneficio de Epstein”. Se trataba de la “Global Health Investment Fund”, una empresa puntero en el desarrollo de información. De nuevo en el “Informe Corbett”: “Joi Ito, director del Media Lab del MIT, renunció a su cargo después de que se descubriera que había ayudado a encubrir la identidad de Jeffrey Epstein como donante “anónimo” del laboratorio, informando a su personal de que una donación de 2 millones de dólares al laboratorio en 2014 que eran un regalo de Bill Gates dirigido por Jeffrey Epstein, según dijo”. The Wall Street Journal anadió que “Melinda Gates tenía preocupaciones sobre la relación de su marido con Epstein ya en 2013, cuando le planteó un ultimátum a su marido. Después de que él no cumpliera, ella se reunió con abogados de divorcio en 2019, diciendo en ese momento que su matrimonio estaba irremediablemente roto”. Esta reunión con los abogados coincidió en el tiempo con el informe de “The New York Times” sobre la amistad Gates-Epstein. No parece una simple cuestión de desamor, como muchos medios han querido hacer ver.

Según la portavoz oficial de Gates, Brigit Arnold, el motivo de las reuniones entre Gates y Epstein fue —no se lo pierdan—: la filantropía. Como lo oyen: un eugenista declarado y un pedófilo condenado tratando de ayudar al mundo con sus millones. No hace falta, de verdad, muchas gracias. Sin duda, estas informaciones hicieron mella en la relación, al punto de que en 2020 la pareja no asistió al “Foro Económico Mundial de Davos”, la Meca anual del globalismo, y poco después Gates dimitiría de sus cargos en su buque-insignia económico, la compañía “Microsoft”. La conexión Gates-Epstein apunta a dos nombres: 1) La neurólogo Melanie Walker, una trabajadora de la “Fundación Bill y Melinda Gates” desde 2006, pero cuyo anterior trabajo fue el de asesora de Jeffrey Epstein desde 1992, al que conoció cuando Epstein trabajaba de forma muy estrecha con Lex Wexner en “Victoria Secret”; 2) El físico Boris Nikolic, asesor científico de Gates, que fue el encargado de ejecutar el testamento de Epstein tras su suicidio en la cárcel después del descubrimiento de su red millonaria de pederastas que incluía a importantes políticos y otras gentes de relevancia social. Nikolic renunció a ejecutar su labor de albacea testamentario.

Epstein contaba en propiedad con varias mansiones ––con reminiscencias a templo antiguo– situadas en las Islas Vírgenes, donde preparaba sus orgías con invitados de alto nivel social y económico y niñas menores de edad. Según Philip Giraldi: “Epstein tenía en su poder un Libro Negro que identificaba a muchos de sus contactos sociales, y que ahora se encuentra en manos de los investigadores. Incluía catorce números de teléfono privados pertenecientes a Donald Trump, incluyendo el de su ex mujer Ivana, los de su hija Ivanka y de su actual esposa, Melania. También, revistaba allí los números de contacto del Príncipe Bandar de Arabia Saudita, de Tony Blair, Jon Huntsman, del senador Ted Kennedy, Henry Kissinger, David Koch, Ehud Barak, Alan Dershowitz, John Kerry, George Mitchell, David Rockefeller, Richard Branson, Michael Bloomfield, Dustin Hoffman, Kevin Spacey, la Reina Elizabeth y el Príncipe Andrés, el Rey saudí Salman, y Edouard de Rothschild”. El apellido que hay que retener es el último de la lista: Rothschild. La periodista Laura Backes apunta: “Alan Dershowitz es un prestigioso jurista estadounidense. Amigo de Epstein. Lo conoció en 1996, en Martha ‘s Vineyard, la isla de vacaciones más exquisita de la Costa Este. Una conocida, Lynn Forester, futura lady Rothschild, fue quien se lo presentó, relata Dershowitz. «Lynn le buscaba contactos a Epstein por todo el país. Le presentó a Bill Clinton. Le abría puertas»”. ¿Y quién es Lynn Forester de Rothschild? Asesora de la ONU, fue la protagonista de un proyecto conjunto con el Vaticano llamado “Capitalismo inclusivo en el Vaticano”. A Lynn Forester de Rothschild la hemos visto posar junto al Papa Francisco en la “Santa Sede” acompañada de tantos otros grandes capitalistas, y es una de las personas mejor relacionadas —es decir, más poderosas— del mundo, amiga íntima de los Clinton y que recientemente ha dicho: “El Covid 19 cambiará el capitalismo para siempre”.

Epstein resumía sus costumbres de la siguiente manera: “la ciencia y los coños”. Sus planes de futuro se limitaban a que, modestamente, “esperaba sembrar la raza humana con su ADN”. Para llevar adelante sus proyectos, Epstein se interesó por el transhumanismo y la Ingeniería Genética —otra forma de Ingeniería Social—, por lo que tanteó a “Stephen Hawking, los Nobel de Física Murray Gell-Mann y Frank Wilczek, el paleontólogo y biólogo Stephen Jay Gould, el neurólogo Oliver Sacks, el psicólogo experimental Steven Pinker o con el ingeniero molecular George M. Church, que ha trabajado en identificar genes susceptibles de ser alterados para crear seres humanos superiores”, como ha revelado la prensa. El propio Pinker, acusado de cobrar de Epstein —aunque él lo ha negado con énfasis—, relata como “una vez Epstein criticó los esfuerzos para combatir el hambre y dar asistencia sanitaria a los pobres porque, decía, ello aumentaba el riesgo de superpoblación. Entonces Pinker rechazó y rebatió sus argumentos. Nunca más fue invitado a las citas organizadas por el millonario”. Recordemos las palabras de Bill Gates: “Si hacemos un gran trabajo con las vacunas, el cuidado de la salud y servicios de salud reproductivos, podríamos reducir esa cifra quizás en un 10 o 15%” (más de mil millones de humanos). Parece que las ideas de estos dos “filántropos” coinciden.

Según el “Informe Corbett”, “El interés de Epstein en la genética le llevó a patrocinar a varios científicos que trabajaban en este campo, incluyendo a George Church, un genetista de Harvard cuyo laboratorio recibió fondos de la Fundación de Epstein de 2005 a 2007 para ciencia de vanguardia. Church se disculpó públicamente por su conexión con Epstein, que incluyó varias reuniones al año a partir de 2014. Esta no fue ni la primera ni la última vez que este modesto biólogo de Harvard, cuya ciencia de vanguardia, a menudo se desvía hacia áreas controvertidas, causó un escándalo público. En 2019 Church propuso una aplicación de citas genéticas que fue inmediatamente denunciada como eugenesia aplicada”. Además, “Church también actuó como asesor científico de Editas Medicine, una empresa que busca utilizar la herramienta de edición de genomas CRISPR-Cas9 para eliminar las enfermedades borrando las partes de un código genético responsable de la enfermedad. En 2015, la compañía anunció que había recaudado 120 millones de dólares de un grupo liderado por el albacea de respaldo designado por Epstein, el Dr. Boris Nikolic. Naturalmente, ese grupo de inversores incluía a Bill Gates”. Según el antiguo abogado de Epstein, Alan Dershowitz, éste estaría obsesionado por la eugenesia, soñando con mejorar a la raza humana a través de la manipulación genética. Como ha informado Jaron Lanier, el plan maestro de Epstein estaba basado en un intento previo de recoger el semen de varios Premios Nobel y ponerlo a salvo en un banco llamado “The Repository for Germinal Choice”, que finalmente cerró. La idea de Epstein era idéntica solo que con una variante importante, tal y como ha puntualizado The New York Times: el único semen sería el suyo propio, con el que embarazaría a varias mujeres seleccionadas a tal fin y llevadas a su rancho privado situado en Nuevo México. Para dicho plan contaría con el apoyo de varios científicos de renombre contactados por medio del empresario John Brockman y de “La Fundación Edge”, generosa en sus donaciones.

Según un artículo de Evgeny Morozov —conocido como “el hereje de Internet” por sus críticas a las grandes empresas tecnológicas y su propuesta de re-fundar Internet—, para “The Guardian”, “El escándalo de Epstein en el MIT muestra la bancarrota moral de las élites tecnológicas”. En su libro La era de la perplejidad, Morozov escribe: “No viven de la publicidad, como muchos creen. Absorben datos, crean productos y los venden sin que veamos un euro. Es un modelo parasitario”. Y en el artículo de The Guardian, Morozov se lamentaba: “Que alguien como Jeffrey Epstein aprovechara estas redes para blanquear sus crímenes era casi inevitable. En un mundo en el que los libros funcionan como extensiones de marca y nunca se leen realmente, es bastante fácil que un charlatán rico y glamuroso de la talla de Epstein encaje”. Ahora, mientras el chaparrón arrecia y el castillo comienza a desmoronarse incluso para quienes consumen los medios de comunicación tradicionales —que, de vez en cuando, deciden que es el momento de ponerse a trabajar en algo serio—, el filántropo Gates ha decidido ocultarse en un club exclusivo hasta la paranoia situado en California, “The Vintage Club”, en cuyo interior Gates el magnánimo tiene una casa en propiedad valorada en 13 millones de dólares. Mientras, Spencer Kuvin, el abogado que defiende a las víctimas de Epstein, ha instado a Bill Gates a contar todo lo que sabe de Epstein, añadiendo: “Se necesita investigar a más personas, no solo a Bill Gates y, no solo a Ghislaine Maxwell. Siempre he dicho que esta era una red mucho más grande de personas que deben rendir cuentas por sus conexiones con Jeffrey Epstein”.

En un reciente vídeo de Youtube publicado por Enrique de Vicente, el fundador de la revista “Año Cero” ha puesto el foco sobre cuatro acontecimientos recientes relacionados con Bill Gates: 1) La liberación de miles de mosquitos “modificados genéticamente”; 2) La compra masiva de terrenos agrícolas en EEUU hasta alcanzar los 242.00 acres de tierra; 3) El intento por “tapar el sol” lanzando varias toneladas de polvo a la atmósfera con la intención de “enfriar la tierra”; 4) La predicción con exactitud de cuándo se podrá volver a viajar con normalidad en avión después de la crisis del Coronavirus. Y, además, Enrique de Vicente ha apuntado a una posible relación entre Epstein y el Servicio Secreto israelí (“Mossad”) en una colaboración para extorsionar a políticos de la talla de Bill y Hillary Clinton —que se sabe con certeza que viajaron hasta una treintena de veces entre los dos a bordo del “Lolita Express”, el avión privado de Epstein donde supuestamente se celebraban orgías con menores de edad— mediante el uso de “trampas de miel” o cebos sexuales para gente poderosa. Esta tesis explicaría la relación entre Epstein y el que fuera su abogado, el célebre —por el caso de OJ Simpson, entre otros— Alan Dershowitz, bien conectado con “lobbys pro-derechos-de-los-judíos” de los EEUU, según ha apuntado César Vidal. También aclararía la razón de sus contactos con el ex-primer ministro israelí Ehud Barak.

Escribe el ex-agente de la CIA Philip Girardi: “El vínculo de Epstein con el servicio de inteligencia israelí podría, plausiblemente, rastrearse en sus conexiones con Ghislaine Maxwell, quien -según se informó- le proporcionaba a las jóvenes chicas. Ghislaine es hija de Robert Maxwell, quien murió -probablemente, asesinado- en misteriosas circunstancias en 1991. Maxwell era un empresario británico de origen judío, marcadamente cosmopolita (como Epstein), un controvertido multimillonario con lo que podría calificarse de vínculos recurrentes con el Mossad. Tras su muerte, le fue obsequiado un funeral de Estado por parte de Israel, evento del cual tomaron parte seis titulares del servicio de espionaje de Tel Aviv, mientras el primer ministro Yitzhak Shamir lanzaba loas: ‘Él ha hecho más por Israel de lo que hoy podría revelarse’”. Nuevas evidencias sobre el caso Epstein, quizás a través de documentación inédita, de una investigación más profunda por parte de los grandes medios de comunicación estadounidenses que están sacando a la luz toda la información o a través de la mano derecha de Epstein, su ex-amante Ghislaine Maxwell, hija del influyente propietario de varios medios de comunicación Robert Maxwell, que apareció ahogado en extrañas circunstancias en las costas de España en 1991, podrían dar un vuelco a la situación. Esta información, en caso de aparecer, podría suponer el fin del “Imperio Gates” —fundado por su abuelo eugenista y continuado por su padre abortista hasta llegar a las manos de William Gates III— tal y como lo conocemos y, sobre todo, a ojos del gran público, que todavía le defiende de forma generalizada como a un benefactor de la humanidad dedicado a velar por todos nosotros. La realidad es que si Gates cayera por culpa de su conexión con Epstein, el mundo pasaría a ser un lugar mucho más seguro.

Por último, cabe hablar de la extraña muerte de Epstein. Lo más probable es que se suicidara, aunque su muerte ha acabado con la posibilidad de “tirar de la manta” de forma definitiva, como apuntó el alcalde de Nueva York: “es demasiado conveniente”. Baste recordar que el Ministro de Trabajo de Donald Trump, Alex Acosta, tuvo que dimitir por culpa del indignante trato de favor que había tenido con Epstein durante su encarcelamiento anterior. Lo cierto es que Epstein estaba sometido a una vigilancia constante y al famoso “protocolo de suicidio” después de tener un intento fallido días antes de su muerte. Por lo tanto, que después de eso haya podido suicidarse solo significa que ha habido una negligencia o un caso de corrupción en el protocolo, lo que apunta directamente al Departamento de Defensa. Sobre todo si se tiene en cuenta que, como contó en su momento el “Washington Post”, la forma en que estaban rotas las vértebras del cuello de Epstein apuntaban a un posible ahorcamiento, sí, pero también a la posibilidad de un estrangulamiento. Curiosa forma de suicidarse sería la de morir estrangulado. Los historiadores del futuro tendrán que estudiar a Jeffrey Epstein en profundidad para conocer la verdad que ocultan las élites de nuestro tiempo. Nosotros no conoceremos todas las implicaciones que hay detrás de su historia. Contar la verdad de su red de corrupción junto a la historia del todopoderoso Bill Gates, bajo la forma de unas Vidas Paralelas modernas, será el trabajo de un Plutarco venidero, al que le deseamos toda la suerte del mundo.

Nacido el 3 de noviembre de 1998 en Madrid, es estudiante de Literatura General y Comparada en la UCM y, además, colabora en diversos medios digitales y audiovisuales de la disidencia. Con formación en oratoria y experiencia como crítico cinematográfico, defiende el incomparable legado de la Hispanidad dentro de Occidente y el saber perenne de la filosofía tradicional a través de la literatura como bastión de defensa contra el mundo moderno. Sus enemigos son los mismos enemigos de España, así como todos aquellos que pretenden cambiar el curso de la historia y el carácter de los pueblos con medidas de ingeniería social. En definitiva, es un reaccionario.