12 de octubre, Fiesta Nacional española
12/10/23
Este 12 de octubre, día de la Hispanidad, Fiesta Nacional, hay que colgar nuestra bandera en los balcones, hacerla ondear en todo el territorio de España…
Lo bueno de Internet es que en la Red está todo. Lo malo de Internet es que están todas las barbaridades. Es el precio de la libertad: encuentras todo lo mejor y todo lo peor.
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Ejemplo: me gustan aquéllos que se plantean que la segunda venida de Cristo está próxima, tal y como hace Pablo Benavides en Señales del Fin, porque hay que ser muy tonto para no ver cuáles son los signos de los tiempos o para no notar el crecimiento desmesurado de la apostasía general... o, lo que es lo mismo, la evidencia de que el mundo, en general, marcha tirando a fatal.
¿El Gobierno pide respeto a la Fiesta Nacional o al Gobierno, pide respeto para España o para Sánchez?
Me gustan menos los que aseguran que el Juicio de las Naciones tendrá lugar mañana por la tarde, entre las 4,00 y las 4,30 por, al menos, dos razones:
1.Dios es Señor del tiempo, porque el tiempo sólo es la duración de lo mudable. Cuando no existía universo tampoco existía tiempo porque tampoco existía materia alguna, esto es, lo mudable. Y no existió materia hasta que el Hacedor creó ambas cosas a la vez: el universo y el tiempo. Por tanto, cuidado con intentar introducir a Dios en el tiempo de los hombres.
2.Porque las profecías no se han hecho para prevenir sino para convertir. A ese fin supremo de la conversión de cuantos más hombres mejor, Cristo encaja el presente y el futuro. Ya saben: en 40 días, Nínive será destruida. Pero los ninivitas se convirtieron ante esa profecía... Nínive no fue destruida.
Dicho esto, varios de los interpretadores se han puesto nerviosos, mismamente con este mes de octubre, mes del Rosario, olvidando los propios consejos de los profetas sensatos de ahora mismo (sí, los hay), todos ellos coincidentes en lo siguiente: ¿Qué debo hacer si la segunda venida de Cristo es inminente? Pues la única respuesta ortodoxa es: lo mismo de siempre, sólo que mejor. Insisto, las profecías no son para avisar de nada sino para que el receptor se convierta de todo mal.
Pues eso, que hemos llegado a la Virgen del Pilar, Fiesta Nacional española, laica, que no de precepto, con la excepción de Aragón. (¿Puedo decir que esto me parece un error de la Jerarquía episcopal o me lo callo? Mejor me lo callo).
Sí, la unidad de España es un bien moral... y de primer orden. Y más: en los huevos con chorizo del mundo actual, a España le toca el papel de cerdo, no el de gallina
El caso es que la Fiesta Nacional española se celebra con un desfile militar en el centro de Madrid. Para que no silben al señor presidente en funciones, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, en Moncloa han decidido que este año se celebre en la Plaza de Neptuno donde se encontrará más arropadito por los Reyes, a los que no se silba (¿Empezamos a hacerlo?), como a los miembros de los partidos de la oposición, a los que tampoco se silba porque tampoco están.
Y aquí la declaración de principios, aproximadamente constitucionales: es deber de todo español abuchear a Pedro Sánchez. Lo hacemos por él, porque a un ególatra de su calibre una buena silbada le viene estupenda, supone una cura de humildad. Escasa para su orgullo pero ya se sabe que un grano no hace granero ni un garbanzo cocido pero... Su inconmensurable egolatría y sociopatía no puede sufrir que alguien le pite... razón por la cual es una cuestión vital de la actualidad española que nuestro presidente sea convenientemente abucheado. No es un insulto, es terapia: suya y para el pueblo español que aún vislumbra que existe gente con sentido común... y no los 7,7 millones de españoles que le votaron el 23-J.
Muy bueno lo de Isabel Rodríguez, el pasado martes, tras la reunión del Consejo de Ministros, acusando al PP de estar detrás de los abucheos y exigiendo respeto a la Fiesta Nacional: ¿El Gobierno pide respeto a la Fiesta Nacional o al Gobierno, pide respeto a España o está pidiendo respeto para Pedro Sánchez?
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Pero el fondo de la cuestión nacional es otra cosa. Es aquello que soltó e cardenal Rouco Varela: la unidad de España es un bien moral.
Porque resulta que el presuntamelnte abucheado va a formar el gobierno de España con el apoyo de todos aquellos que quieren desunir y destruir España. Oiga, no se habla de otra cosa, ni los unos ni los otros, a favor o en contra, en todo lugar de las dos Españas.
Admito, una vez más, que tardé en entender la idea. En efecto, un hombre puede ser moral y partidario de la independencia de Cataluña, decía yo. Pero luego me di cuenta de que la frase de Rouco iba a más allá. Es que España es un producto de la fe cristiana. Y es el país con una historia más católica de todos los países europeos. España es producto de la fe y Tierra de María. En ninguna otra nación del mundo se dan esas dos condiciones.
Por tanto, con sus glorias y sus penas, con sus pecados y con su santidad, la unidad de España es una cuestión moral. Romper esa unidad resultaría una inmoralidad. Y a la vista de la catadura moral, no sólo de los sanchistas sino de los coaligados y aliados de Sánchez, en fin... 'sicut erat demonstrandum'.
Progres: ahora os toca rasgaros las vestiduras y escandalizaros un poquito.
Recuerden lo de los huevos con chorizo. En este enjundioso plato, la gallina se solidariza, sí, pero el cerdo se compromete de verdad. Y resulta que en este tiempo de fin de ciclo a los españoles nos toca jugar el papel de cerdos, no de gallinas.
Ahora mismo, resulta imprescindible que España aguante, fiel a Cristo, no partidaria, sino militante, un país donde abunden los activistas católicos, sin miedo al qué dirán o al qué me harán, que todo podría suceder. Recuerden que Dios no nos va a juzgar por nuestras victorias sino por nuestras cicatrices. Recuerden el lema del cristiano de hoy: de derrota en derrota hasta la victoria final.
Además, de ello no depende el futuro de España. Eso sería mucho pero, en el momento presente, 2023, resultaría muy poco. No estamos hablando de una cuestión de la que dependa el futuro de la nación: de la fidelidad de España a Cristo depende hoy el futuro del mundo. Sí, he dicho del mundo entero y conste que no he bebido. Porque de esa lealtad española depende el futuro de la Iglesia. Entre otras cosas porque el porcentaje de católicos que tiene el español como su lengua materna se aproxima al 50%, a pesar de los pesares... y porque España es la Tierra de María y la Madre de Dios es la protagonista principal de esta era del Juicio de las Naciones, con el diablo suelto por el mundo.
Por tanto, del futuro España, en esta Fiesta Nacional, depende el futuro de la Iglesia y del mundo. Sí, depende de España, ese país de segunda división. Y esto porque, en realidad, no existe ningún concierto mundial: la historia es la historia de la libertad... de los hijos de Dios, escrita, en un 99% por la Providencia divina y en el otro 1% por la libertad humana, la afirmación o rebeldía de esa libertad a aquella Providencia.
Sencillamente.