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jueves, 23 de diciembre de 2010

Creacionismo evolutivo. (62)

La creación evolutiva se basa en la existencia de un Dios creador personal que interviene dando el ser a lo que luego va a evolucionar. El proceso evolutivo, iniciado en el Big Bang, parte de una substancia real creada de nada (no de la nada, como si “la nada” fuera una especie de materia).

Dios, además de trascendente, es inmanente: actúa en y desde dentro de las cosas y seres. La evolución no se contrapone a la creación sino a la emanación, es un proceso progresivo desde lo más perfecto a lo menos. La emanación es un proceso de dirección inversa: de lo divino en sentido panteísta (hinduista, budista, gnóstico, new age) procedería lo sensorial (inconsciente, material). La Creación es el impulso inicial (creación del universo) o un corte (creación del hombre) en el proceso evolutivo. A la creación no se opone la evolución sino el evolucionismo (naturalismo, materialismo cientifista). La evolución sería el mecanismo escogido por Dios para la realización del diseño inteligente de la Creación que crea, no por necesidad de algo (compañía, gloria), sino por amor y gratuidad.

Antes de la existencia de “algo” creado sólo existía Dios, ser sobrenatural y puramente espiritual, que supera totalmente el alcance de la ciencia.

Algunos científicos actuales, en funciones de filósofos, especulan sobre la posibilidad de la creación de universos (en plural). A partir de fluctuaciones en un vacío cuántico (sin materia ni energía ni espacio ni tiempo), pero lleno de “partículas virtuales” que habrían traspasado al lado opuesto del estado no- vacío. Hawking afirma que el universo se origina a partir de una nada absoluta mediante un proceso de tunelización cuántica.

El misterio de la creación del universo, de la vida y del hombre puede ser descodificado y comprendido por el “logos” (pensamiento, palabra, mente, inteligencia) humano. La clave está en el Génesis (“Y dijo Dios…”) y en el inicio del evangelio de San Lucas “En el principio existía el Verbo y el Verbo era Dios”.

Más que un corte o interrupción externa en el proceso evolutivo, la creación del hombre es una elevación desde dentro al estado sobrenatural mediante la participación de la naturaleza divina en el alma en gracia.

El “dios- relojero” de Voltaire que pone en marcha un universo que seguirá funcionando hasta que se acabe la cuerda no es compatible con el Dios de la revelación cristiana. Tampoco lo es la teoría del “diseño sin diseñador”, ni la creencia en un dios inactivo que no interviene en el universo ni en la historia de la humanidad. El hombre no es una equivocación, ha sido diseñado, es parte del amor de Dios Creador.

Las leyes de la evolución no existen por azar ni por necesidad. El discurso científico desde los tiempos de la Royal Society se basa en el empirismo científico bajo patronazgo de la herejía anglicana y de la corona británica.

Los científicos iluministas tienen como dogma infalible que la única forma de conocer la realidad de todo lo que existe es la verificación empírica.

En el arte, la obra no es la cárcel del autor, entre la obra y el autor siempre existe una distancia irreductible porque son de naturaleza substancialmente diferente.

La verificación empírica no es el único modo de conocer ciertas realidades como la intimidad del hombre o el sentido de su existencia.

El joven Sócrates decepcionado de los charlatanes sofistas buscaba un maestro que le enseñara la verdadera causa de las cosas. Le hablaron de Anaxágoras pero descubrió que era sólo un empírico. La amistad y el amor no es un cóctel bioquímico, mitad azar mitad necesidad.

Muchos científicos actuales, no han tenido tiempo de leer a los clásicos. Ciertos neurólogos niegan la existencia del alma espiritual porque no la encuentran dentro del cerebro.

Algo parecido sucede con la controversia sobre la existencia de Dios. Ahora resulta que el universo es demasiado colosal y la mente humana del científico ateo prefiere suponerlo fruto del azar y la necesidad.

Esto es lo que propone Lucifer: un dios fabricado por el hombre a su medida, una religión universal aceptable por profanos, herejes y ateos al servicio de una elite de poderosos plutócratas que utilizan la financiación de Fundaciones y Universidades para “comprar” científicos, economistas y políticos. Así caminamos hacia un “Nuevo orden mundial” sin identificar al enemigo causante de nuestra enfermedad social, asesina de valores.

Fuentes:
  • Manuel Guerra. “La evolución del universo”. Homolegens (2009). 
  • Guillermo Buhigas. “Los Protocolos”. SEKOTIA (2008). 
  • Pedro J. Viladrich. “La Ciencia no puede atrapar a Dios”. Intereconomía (2010). 
  • William A. Demski. “Diseño Inteligente”. Homolegens (2006).