Los postulados agnósticos y panteístas de la carta serían la base de la nueva sociedad para el Nuevo Orden Mundial. La visión totalizante del “desarrollo sostenible” impregnada del lenguaje ambiguo de la Nueva Era Masónica aparece una y otra vez:
“Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas”. “Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra”. “Adaptar planes de desarrollo sostenible y leyes de conservación ambiental como parte integral de todas las iniciativas de desarrollo”.
“Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario”. Es el paradigma del socialecologismo masónico para controlar la natalidad y salvar el planeta. “Afirmar la igualdad de género como prerequisito para el desarrollo sostenible. Fomentar la salud reproductiva y la reproducción responsable”, etc.
La Carta de la Tierra impone la insumisión ante la ONU, el Nuevo Orden Mundial y la Nueva Religión Universal (Nueva Era).
Dios está totalmente ausente, la visión cristiana es irreconciliable con el inmanentismo panteísta de la Carta: la persona humana es una partícula del universo en igualdad de condiciones con un animal o un vegetal, incapaz para conocer cualquier realidad que no sea material.
El desarrollo sostenible definido en la Carta, adquiere el carácter de una pseudo-categoría teológica que aspira a imponer su moralidad a todo el mundo. La Carta de la Tierra es un manifiesto pagano que busca dar una base ética al férreo control de la natalidad. Es un paradigma de la reingeniería social anticristiana que promueve la ideología de género y la salud sexual y reproductiva (homosexualidad y aborto).
La Carta de la Tierra no sólo justifica sino que obliga a provocar un verdadero holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto en nombre de los nuevos derechos humanos.
El proyecto de la Carta lleva más de quince años de desarrollo con presencia en congresos, foros y parlamentos, busando el consenso universal. Entre las personas y asociaciones que pretenden sumar al consenso se encuentran políticos, financieros y comunidades cristianas, incluso católicos.
Fuentes:
- Juan Claudio Sanahuja. Poder global y Religión universal (2010).
- Blog Clavijo. Religión ecologista (píldora nº9).