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lunes, 5 de noviembre de 2018

Vida Humana EXTRATERRESTRE. Creación y Evolución. Hipótesis para Conjugación de Fe y Ciencia (2113)

Ciencia y FE
SUMARIO
1. Creación y Evolución
2. Ciencia y FE
3. CATECISMO IGLESIA CATÓLICA
4. Evolucionismo y Fe cristiana
5. Probabilidades contra Evolución
6. APARICIÓN de las MOLÉCULAS BIOLÓGICAS
7. DOCTRINA CATÓLICA de la CREACIÓN
8. ¿EVOLUCIONISMO versus CREACIONISMO?
 9. Investigación sobre la Evolución
10. Clasificación de los Seres Vivos
1. Creación y Evolución
Vida Humana Extraterrestre
Hipótesis para Conjugación de Fe y Ciencia
Santiago Clavijo 2015
Big-Bang
Hace unos 13.700 millones de años, DIOS Todopoderoso, Infinito y Eterno creó el Universo desde Nada-Cero, a la vez que las Leyes de la Evolución de la Materia y de la Vida. Antes del Bigbang no existía el Tiempo ni el Espacio ni la Energía ni la Materia. La Creación se inicia con la explosión de una partícula infinitesimal de energía superconcentrada. Todos los días o etapas de la Creación se realizan en un instante de Dios, que está fuera el tiempo. La existencia de todos los hombres fue prevista por Dios desde el principio de los tiempos. Todas las almas de la humanidad, pasado, presente y futuro, están en la mente de Dios hasta la concepción.
Azar
El Azar es el Efecto-Suma de todas las Causas cuyas Leyes Naturales, Físicas, Químicas y Biológicas, creadas por Dios, desconoce todavía la Ciencia. No existe el Azar sino la Ignorancia del Hombre y la Omnipotencia de Dios.
Cosmología
El Universo tiene un número de Planetas del orden de mil trillones (21 ceros) en base a mil millones de Galaxias, cien mil millones de Estrellas por galaxia y diez Planetas por estrella..
Linaje Humano
La voluntad omnipotente, infinita y eterna de DIOS Creador completó su obra con la Creación del Hombre a su imagen y semejanza.
El alma no puede ser consecuencia de una super-mutación, la probabilidad de que eso suceda es cero.
Adán y Eva fueron creados hace unos 25.000 aC, al final de la IV glaciación (100.000 a 10.000 aC. aproximadamente), cuando DIOS concedió el alma a una pareja especialmente evolucionada de "Homo Sapiens Sapiens".
Hacia 75.000 aC, la catástrofe del supervolcán Toba en Sumatra redujo los homínidos del planeta a unos 1.000 individuos que se extinguieron antes de 10.000 aC, exceptuando al grupo progenitor de Adán y Eva en Mesopotamia Los científicos nunca podrán encontrar pruebas de la existencia de alma en los restos arqueológicos de homínidos que tuvieron inteligencia y sentimientos superiores a los de simios o perros.
Los primeros humanos pudieron unirse excepcionalmente con alguna de las homínidas de su especie con el fin de evitar la extinción del género humano a causa de las enfermedades contagiadas por animales después de la expulsión del Paraíso. Los frutos de esas uniones habrían sido humanos, si Dios les hubiera concedido el Alma en el instante de la concepción, heredando el pecado original de Adán. En esta hipótesis, todos los humanos descendemos de Adán pero no todos de Eva.
Genética
Los tres billones de pares de información del Genoma humano están organizados en 23 cromosomas; uno de los pares es el determinante del sexo, dos cromosomas X en mujeres, un X más un Y en varones. Los cromosomas contienen aproximadamente igual cantidad de proteínas y ADN (Ácido Desoxirribo Nucleico).
Extraterrestres
La inmensidad de un Universo con unos 1.000 trillones de planetas y la complejidad del Hombre, cuyos genes contienen una información superior a 3.000 Megabítes, demuestran por la ley de probabilidades que la Creación no es producto del Azar sino de un DIOS eterno fuera del tiempo, todopoderoso e infinito, capaz de concebir y organizar las Galaxias y el Genoma Humano.
El Universo con sus leyes de Evolución, fue creado para el Hombre a mayor gloria de DIOS (principio antrópico) con el fín de hacer posible la Encarnación de Jesucristo, soberano de Cielo y Tierra (cristocentrismo). La Redención de la Humanidad en el planeta Tierra, apoya la hipótesis de que el género humano está sólo en el Universo.
 
2. Ciencia y FE
Evolución y Creación son Compatibles
SUMARIO
1.La Creación (Catecismo)
2. Creación y Evolución (Hipótesis de Conjugación)
3. Creacionismo Evolutivo (P. Manuel Guerra)
4. La Creación en 6 días (Génesis)
5. Edades de la Evolución (Santiago Clavijo)
6. EVOLUCIONISMO (Encíclica Pio XII)
7. DIOS y el Universo (P. Manuel Carreira)
8. Monogenismo y Poligenismo (Doctrina Católica)
9. Darwin: Fraude científico (Guillermo Buhigas)
10. Ciencia y FE (P. Mariano Artigas)
11. Las cuatro Evoluciones (José María Macarulla)
12. Encontrando el diseño en la Naturaleza (Card. Schönborn)
13. Todo lo hiciste con sabiduría (Daniel Iglesias)
14. Origen de las RAZAS Humanas (Santiago Clavijo)
15. Homo sapiens sapiens, Eva mitocondrial y Adán genético
16. EVOLUCIÓN de las ESPECIES (Antonio Pardo)
17. Vida Humana EXTRATERRESTRE (Santiago Clavijo)
18. Evolucionismo teísta, diseño inteligente y fe católica
(Daniel Iglesias)

3. CATECISMO IGLESIA CATÓLICA
Párrafo 4: El Creador (279-324)
La catequesis sobre la Creación  
La Creación: obra de la Santísima Trinidad  
“El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”  
El misterio de la Creación  
Dios realiza su designio: la divina providencia
Resumen
4. Evolucionismo y Fe cristiana
Mariano Artigas
Seminario del CRYF-UNAV
La doctrina católica sobre la creación
El alcance de las ciencias naturales
Evolución y acción divina
Las dificultades y sus raíces
El conocimiento de la acción divina: la razón y la revelación
El origen del universo
El origen de la vida
La evolución de los vivientes
El origen del hombre
La cosmovisión evolucionista
El Papa Juan Pablo II ha afirmado esta compatibilidad en diferentes ocasiones, y ha recordado lo que, en la misma línea, ya había enseñado el Papa Pío XII muchos años antes 7. Si se entienden correctamente la creación y la evolución, afirma Juan Pablo II, no existe oposición entre ambas: incluso puede decirse que «la evolución presupone la creación, y la creación se presenta a la luz de la evolución como un suceso que se extiende en el tiempo -como una creación continuada-, en el cual Dios se hace visible ante los ojos del creyente como “Creador del cielo y de la tierra”» 8.

La Iglesia enseña que podemos conocer a Dios Creador mediante nuestra razón y que, para que ese conocimiento llegue a todos con facilidad y sin error, la revelación nos certifica con nueva fuerza ese conocimiento. «La inteligencia humana puede ciertamente encontrar por sí misma una respuesta a la cuestión de los orígenes. En efecto, la existencia de Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus obras gracias a la luz de la razón humana (cf. DS: 3026), aunque ese conocimiento es con frecuencia oscurecido y desfigurado por el error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la razón para la justa inteligencia de esta verdad: Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece (Hb 11,3)» 12.

En su catequesis acerca de la creación, el Papa Juan Pablo II ha analizado las narraciones del libro del Génesis, y ha enseñado que «la teoría de la evolución natural, cuando se la entiende de modo que no excluye la causalidad divina, no se opone, en principio, a la verdad acerca de la creación del mundo visible tal como es presentada en el libro del Génesis» 14

Si la ciencia afirma que el universo tiene una edad concreta y se va organizando a partir de un estado inicial, parece apoyar la realidad de la creación divina. Esta cuestión fue tratada en un discurso del Papa Pío XII a la Academia Pontificia de Ciencias. El Papa señaló esa convergencia, pero advirtió también que la ciencia natural, por sí sola, no puede probar la creación. Lo que Pío XII subrayó en aquella ocasión es que el progreso científico, en lugar de poner obstáculos al conocimiento de Dios, lo facilita, aunque las pruebas de la existencia de Dios utilizan razonamientos que van más allá de lo que las ciencias pueden decir 15.

Años más tarde, el Papa Juan Pablo II recordó ese discurso de Pío XII, citando textualmente un pasaje central del mismo, y añadiendo que «La Biblia nos habla del origen del universo y de su constitución, no para proporcionarnos un tratado científico, sino para precisar las relaciones del hombre con Dios y con el universo. La Sagrada Escritura quiere declarar simplemente que el mundo ha sido creado por Dios, y para enseñar esta verdad se expresa con los términos de la cosmología usual en la época del redactor. El libro sagrado quiere además comunicar a los hombres que el mundo no ha sido creado como sede de los dioses, tal como lo enseñaban otras cosmogonías y cosmologías, sino que ha sido creado al servicio del hombre y para la gloria de Dios.

Se han propuesto diferentes explicaciones científicas para el posible paso de la materia inorgánica a los primeros vivientes, aunque siempre se supone que esos vivientes primitivos serían organismos muy elementales monocelulares (una sola célula). Existen serias discrepancias entre los científicos acerca de la probabilidad de este paso: algunos piensan que sería extremadamente improbable y se habría dado una sola vez, y otros sugieren, por el contrario, que las propiedades de la materia favorecerían la aparición de la vida con relativa sencillez en muchos lugares diferentes.

Estas cuestiones no se relacionan directamente con la fe católica, y el Magisterio de la Iglesia nada ha dicho al respecto; sólo se relacionan con la fe indirectamente, en cuanto tienen que ver con la providencia divina.

De hecho, algunos piensan que afirmar el origen evolutivo de los primeros vivientes equivaldría a negar la acción divina en ese ámbito. Pero eso no es cierto: siempre es necesario admitir la acción divina, y además, en este caso, cuanto más se sabe acerca de los mecanismos de la vida, incluso en los vivientes más elementales, más claramente aparece que se trata de una organización muy sofisticada que proporciona una base firme para remontarse hasta la existencia de un plan divino; y esto vale tanto si el origen de la vida fue un acontecimiento único, como en el caso contrario. Si no se admite la existencia de un plan divino, hay que recurrir a fuerzas ciegas que no pueden ser una explicación última, o atribuir a la naturaleza una especie de inteligencia inconsciente admitiendo un panteísmo que carece de base y es contradictorio.

La evolución de los vivientes: La afirmación central del evolucionismo biológico se refiere al origen de unos vivientes a partir de otros de diferente especie (por eso también se ha denominado transformismo).
Muchos científicos, especialmente los biólogos, afirman que esa evolución es un hecho, aunque no siempre estén de acuerdo sobre su explicación. Desde luego, las pruebas de ese proceso, que se habría producido en la Tierra desde hace más de tres mil millones de años hasta la actualidad, siempre son indirectas, pero eso no significa que carezcan de seriedad: también en otros ámbitos de la ciencia hay que contentarse con pruebas indirectas.

El Magisterio de la Iglesia tampoco se ha pronunciado sobre estos problemas. En la actualidad, sin comprometerse en cuestiones científicas opinables, suele subrayar el aspecto que más estrechamente se relaciona con la doctrina cristiana: que la evolución es compatible con la creación y la providencia, y que, por tanto, no responde a un simple juego de fuerzas ciegas.

Una dificultad que suele presentarse contra la evolución consiste en afirmar que lo más perfecto no puede provenir de lo menos perfecto. Sin embargo, los conocimientos actuales permiten comprender que en la información genética se contienen potencialmente planes muy sofisticados que servirán, si se dan las circunstancias apropiadas, para la construcción de los organismos, y que algunos cambios en esa información pueden provocar nuevos tipos de organización (aunque, en muchas ocasiones, conducirán a resultados inviables).

Los problemas que se refieren a las dimensiones psíquicas de los animales son, ciertamente, difíciles. Los diferentes tipos de psiquismo se encuentran estrechamente relacionados con los tipos de organización material, y existe una amplia escala en la que se dan distintos grados de organización y de psiquismo. Esa escala culmina en el hombre que, como es lógico, constituye el problema central de las teorías evolucionistas.
El origen del hombre
En este nivel, la situación científica es semejante a la anteriormente descrita: los científicos suelen afirmar que el organismo humano proviene de otros organismos, aunque existan muchas incertidumbres acerca de las explicaciones concretas. Sin embargo, existe un nuevo factor que introduce una diferencia notable con respecto al caso de los demás vivientes: que el hombre es una persona dotada de dimensiones espirituales y morales.

El Magisterio de la Iglesia ha intervenido para clarificar esta cuestión. A mitad del siglo XX, el Papa Pío XII declaró que «El Magisterio de la Iglesia no prohibe que, según el estado actual de las disciplinas humanas y de la sagrada teología, se investigue y discuta por los expertos en ambos campos la doctrina del “evolucionismo”, en cuanto busca el origen del cuerpo humano a partir de una materia viviente preexistente -ya que la fe católica nos manda mantener que las almas son creadas directamente por Dios» 18. El Papa añadía, a continuación, una llamada a la objetividad y a la moderación, debido a la relación que la doctrina sobre el hombre guarda con las fuentes de la revelación divina.

El Papa Juan Pablo II ha recordado textualmente la enseñanza de Pío XII, afirmando que «en base a estas consideraciones de mi predecesor, no existen obstáculos entre la teoría de la evolución y la fe en la creación, si se las entiende correctamente» 19. Queda claro que «entender correctamente» significa admitir que las dimensones espirituales de la persona humana exigen una intervención especial por parte de Dios, una creación inmediata del alma espiritual; pero se trata de unas dimensiones y de una acción que, por principio, caen fuera del objeto directo de la ciencia natural y no la contradicen en modo alguno.

Pío XII enseñó, además, que «cuando se trata de otra conjetura, concretamente del poligenismo, entonces los hijos de la Iglesia no gozan de esa libertad, ya que los fieles cristianos no pueden aceptar la opinión de quienes afirman o bien que después de Adán existieron en esta tierra verdaderos hombres que no procedían de él, como primer padre de todos, por generación natural, o bien que Adán significa una cierta multitud de antepasados, ya que no se ve cómo tal opinión pueda compaginarse con lo que las fuentes de la verdad revelada y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia proponen acerca del pecado original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un Adán y que, transmitido a todos por generación, es propio de cada uno» 20.

El monogenismo afirma que todos procedemos de una primera pareja, y la Iglesia lo afirma debido a su relación con las fuentes de la revelación y con la doctrina del pecado original. Por grande que sea el progreso científico, parece muy difícil llegar a conclusiones claras acerca del monogenismo o el poligenismo contando sólo con la ciencia: aunque a veces se pretenda hacerlo, esas afirmaciones suelen contener muchos aspectos discutibles. Por otra parte, aunque el monogenismo plantee algunas dificultades a nuestro afán de representar el origen de la especie humana, el poligenismo también plantea dificultades nada triviales.

Teniendo en cuenta las precisiones anteriormente señaladas y remitiendo de nuevo a la enseñanza de Pío XII, Juan Pablo II ha enseñado en su catequesis: «Por tanto, se puede decir que, desde el punto de vista de la doctrina de la fe, no se ven dificultades para explicar el origen del hombre, en cuanto cuerpo, mediante la hipótesis del evolucionismo. Es preciso, sin embargo, añadir que la hipótesis propone solamente una probabilidad, no una certeza científica. En cambio, la doctrina de la fe afirma de modo invariable que el alma espiritual del hombre es creada directamente por Dios. O sea, es posible, según la hipótesis mencionada, que el cuerpo humano, siguiendo el orden impreso por el Creador en las energías de la vida, haya sido preparado gradualmente en las formas de seres vivientes antecedentes. Pero el alma humana, de la cual depende en definitiva la humanidad del hombre, siendo espiritual, no puede haber emergido de la materia» 21.

En 1996, el papa Juan Pablo II, en una carta dirigida a la Academia Pontificia de Ciencias, afirmó que, en la actualidad, el evolucionismo es algo más que una hipótesis. Aunque distinguía cuidadosamente el evolucionismo como teoría científica y las interpretaciones ideológicas que a veces se hacen de él, quedaba claro que consideraba la evolución como un hecho avalado por una variedad de pruebas independientes. Juan Pablo II recordaba la enseñanza de Pío XII en la encíclica Humani generis de 1950 y añadía nuevas consideraciones: «Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología, la encíclica Humani generis consideraba la doctrina del ‘evolucionismo’ como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, al igual que la hipótesis opuesta». Y poco después añadía: «Hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica, nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis. En efecto, es notable que esta teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu de los investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos en diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo en favor de esta teoría» 22.

En efecto, Juan Pablo II dice que el Magisterio de la Iglesia se interesa por la evolución porque está en juego la concepción del hombre. Recuerda que la revelación enseña que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios; alude a la magnífica exposición de esta doctrina en la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II; y comenta esa doctrina, aludiendo a que el hombre está llamado a entrar en una relación de conocimiento y amor con Dios, relación que se realizará plenamente más allá del tiempo, en la eternidad. En este contexto, recuerda literalmente las palabras de Pío XII en la encíclica Humani generis, según las cuales el alma espiritual humana es creada inmediatamente por Dios. Y extrae la siguiente consecuencia: «En consecuencia, las teorías de la evolución que, en función de las filosofías en las que se inspiran, consideran que el espíritu surge de las fuerzas de la materia viva o que se trata de un simple epifenómeno de esta materia, son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Por otra parte, esas teorías son incapaces de fundar la dignidad de la persona» 23.

La cosmovisión evolucionista 
En definitiva, la evolución no se opone a la acción divina, sino que la exige para explicar el origen primero del universo, la racionalidad y sutileza de las leyes y procesos de la naturaleza, y, muy especialmente, las dimensiones espirituales de la persona humana.
Esto no significa, en modo alguno, que la consideración de la acción divina simplifique los problemas que plantea la perspectiva evolucionista: esos problemas son muchos y difíciles, y las incertidumbres científicas acerca de ellos también son grandes. Significa, en cambio, que podemos afirmar la compatibilidad de las teorías evolucionistas con la acción divina que hace posible el curso de la naturaleza, da al hombre su carácter espiritual y personal, y da sentido a la vida humana.

"La probabilidad de que la vida se hubiese originado por azar en una de las 1046 ocasiones es pues de 10-255 . La pequeñez de este número significa que es virtualmente imposible que la vida se haya originado por una asociación aleatoria de moléculas. La proposición de que una estructura viviente pudo haber surgido en un único acontecimiento por medio de una asociación de moléculas al azar debe ser rechazada." [Quastler, Henry. The Emergence of Biological Organization (El surgimiento de la organización biológica), New Haven and London, Yale University Press, 1964, p. 7.]
"Obtener una célula por azar requeriría por lo menos cien proteínas funcionantes que aprecieran simultáneamente en un lugar. Esto equivale a cien acontecimientos simultáneos, cada uno con una probabilidad independiente que difícilmente pudiera ser superior a 10 –20 , lo cual da una probabilidad máxima combinada de 10 –2000 ." [Denten, Michael. Evolution: A Theory in Crisis (Evolución: Una teoría en crisis), Warwickshire, Burnett Books Limited, 1985]
"Cuanto más estadísticamente improbable es una cosa, más nos cuesta creer que ocurrió por ciego azar. Superficialmente, la alternativa obvia al azar es un Diseñador inteligente." [R. Dawkins, "The Necessity of Darwinism" (La necesidad del darwinismo) . New Scientist, Vol. 94, 15 de abril de 1982, p. 130.]
(Algunas de las citas de esta sección fueron tomadas de The Quote Book (El Libro de Citas), compilado por John Mackay; y col., publicado por Creation Science Foundation Ltd. 1984.)

IMPROBABILIDAD MATEMATICA 
de VIDA por AZAR
La teoría de la evolución sostiene que la materia inanimada, mediante combinaciones al azar de moléculas, dio finalmente origen a la vida. En esta sección, examinaremos la probabilidad matemática de que esto ocurriese. Empero, si usted no está familiarizado con la notación exponencial no podrá sacarle tanto provecho como si lo estuviera. Por tanto, para hacer más fácil las cosas para quienes desconocen la notación exponencial, una simple explicación e ilustración debiera aclarar las cosas.
Un ejemplo de notación exponencial es 3 a la2 . Se lee "tres a la dos" o "tres al cuadrado". Esto significa 3 x 3, o 9. Tres es la base, y 2 es el exponente . El exponente indica cuántas veces debe multiplicarse la base por sí misma para obtener el número expresado. Así, 10 a la 2 = 10 x 10 = 100; 2 a la 3 = 2 x 2 x 2 = 8; 10 a la 3 = 10 x 10 x 10 = 1000. Nótese que cuando la base es diez, el exponente indica el número de ceros después del uno. Así, 10 a la 2 tiene dos ceros (100), 10 a la 3 tres ceros (1000), y 10 a la 4 cuatro ceros (10 000). Cuando no se indica exponente, se entiende que es 1 ( 10 a 1 = 10). Un exponente también puede ser negativo; 10 a  –1 = 1/10 ó 0,1; 3 a  –3 significa 1 dividido 3 x 3 x 3 ó 1/27. Cuanto mayor sea el exponente negativo, menor será el número representado. Veamos la ventaja de esta notación con una rápida ilustración.
Si usted tomase un trozo de papel de 0,05 mm de espesor, lo cortara en dos, y pusiera las dos mitades una encima de la otra, tendría un espesor total de 0,1 mm. Si a estos trozos los cortase por la mitad obtendría cuatro pedazos, que si los cortase por la mitad darían 8 pedazos, y así sucesivamente. Si uno repitiese la operación un total de cincuenta veces, ¿cuán alta sería la pila? Matemáticamente, la ecuación sería 250 trozos de 0,05 mm cada uno, y la respuesta quedaría expresada en milímetros. Después de leer esta frase y antes de leer la respuesta, examine de nuevo la ecuación y piense cuán alta le parece que sería la pila. Adelante, adivine. ¿Ya lo hizo?
La respuesta es muy sencilla. Hay un solo problema: no está en milímetros, sino en kilómetros. Exactamente 56.294.995.340 000 kilómetros. Sorprendente, ¿no es cierto? La sorpresa en la enorme respuesta se debe a la notación exponencial 2 a 50 que, dicho sea de paso, equivale a:
 1.125.899.906.842.624 , es decir mil ciento veinticinco billones ochocientos noventa y nueve mil novecientos seis millones ochocientos cuarenta y dos mil seiscientos veinticuatro. Evidentemente, es más sencillo decir "dos a la cincuenta".
He aquí otra ilustración más simple. El número total estimado de átomos presentes en el universo es de 10 a 79 , es decir un 1 seguido de 79 ceros. Es mucho más sencillo expresar el número con un exponente. Esta es la ventaja de la notación exponencial.
Cuando en lo que sigue se cita gente que emplea esta forma de notación, usted tendrá ahora una idea más clara de lo que dicen.
La evolución enseña que en el comienzo la materia inanimada, a través de incontables combinaciones durante un período larguísimo, llegó a constituir las complejas formas de vida hoy presentes sobre la tierra. Veamos lo que dicen los expertos.
"Cualquiera familiarizado con el cubo de Rubik [cubo constituido por cubitos más pequeños con seis colores diferentes; el juego consiste en que todos los cubos de cada una de las seis caras queden con el mismo color] admitirá que es casi imposible que un ciego que moviese las caras al azar resolviese el juego.

Ahora imagínese 10 a 50 ciegos, cada uno con un cubo de Rubik con sus colores mezclados, e intente concebir la probabilidad de que simultáneamente todos ellos resolvieran el juego. Entonces uno tendría la probabilidad de arribar, por mezcla al azar a uno solo de los muchos biopolímeros [grandes moléculas, como los ácidos nucleicos ADN y ARN, o las proteínas] de los cuales depende la vida. La noción de que no solamente los biopolímeros sino además el programa operativo de una célula viva, pudiese lograrse por azar en una "sopa" orgánica primordial aquí en la tierra es evidentemente un extremadísimo disparate." Esta cita proviende de Sir Fred Hoyle, un profesor de investigación honorario de la Universidad de Manchester y el Colegio Universitario de Cardiff. El fue un docente de matemática en la Universidad de Cambridge. Se trata de un científico conocido y muy respetado. En su opinión, el desarrollo al azar de la vida en la tierra es un "extremadísimo disparate." Hoyle asimismo dice en otro trabajo dedicado a las biomoléculas:
"... uno debe contemplar no solamente un único suceso para obtener una enzima, sino un número inmenso de intentos como los que se supone ocurrieron en una sopa orgánica tempranamente durante el desarrollo de la Tierra. El problema es que hay cerca de dos mil enzimas, y la probabilidad de obtenerlas todas en un ensayo al azar es de solamente 1 dividido por 10 a 40000 , una probabilidad ridículamente pequeña que difícilmente ocurriría aunque todo el universo fuese una sopa orgánica."

Lo menos que puede decirse es que la probabilidad de que los biopolímeros y enzimas formándose y ensamblándose espontáneamente son, en opinión de Hoyle, "ridículamente pequeñas."
Otro escritor observa que "La probabilidad de que la vida se hubiese originado por azar en una de las 1046 ocasiones es pues de 10 a -255 . La pequeñez de este número significa que es virtualmente imposible que la vida se haya originado por una asociación aleatoria de moléculas. La proposición de que una estructura viviente pudo haber surgido en un único acontecimiento por medio de una asociación de moléculas al azar debe ser rechazada."
Algunos otros científicos con puntos de vista similar en lo referente a la biogénesis (origen de la vida) han hecho comentarios igualmente desalentadores: "Obtener una célula por azar requeriría por lo menos cien proteínas funcionantes que aprecieran simultáneamente en un lugar. Esto equivale a cien acontecimientos simultáneos, cada uno con una probabilidad independiente que difícilmente pudiera ser superior a 10 a –20 , lo cual da una probabilidad máxima combinada de 10 a –2000 ."
Hay muchas citas similares disponibles, pero estas pocas son representativas de la inmensa improbabilidad matemática de que la vida se formase espontáneamente en cualquier parte de la tierra. Las probabilidades están decididamente contra ello. Es imposible. Los evolucionistas, sin embargo, no consideran estas cifras de extrema improbabilidad como obstáculos invencibles. A menudo replican: "Si la probabilidad es tan pequeña, entonces hay que darle suficiente tiempo y ocurrirá." Bien, hagamos una prueba con esta idea.
¿Cuáles son las probabilidades de que se forme un organismo que tuviese sólo cien partes (ninguna célula viva tiene tan pocos componentes) si por 30 mil millones de años –una más que generosa estimación de la edad del universo- hubiese un millón de millones de millones de millones de millones de millones (un sextillón) combinaciones de sus partes en cada segundo?
Esto equivale a 10 a 36 combinaciones por segundo. En otras palabras, ¿es este tiempo suficiente? Esto es fácil de calcular.
La molécula básica del código genético es el ADN. Cuanto mayor cantidad de partes tiene un organismo, más complejo es. Las formas biológicas más simples (aunque carecen de capacidad para reproducirse por sí mismas) son los virus. Un virus tiene miles de nucleótidos de ADN o ARN o "partes." Para simplificar, inventemos un virus que tenga sólo cien partes. Si existe sólo una forma correcta de que las partes se ordenen las probabilidades de que ello ocurra en un único suceso son de 1/100! . Esta cifra se lee "uno sobre cien factorial" , y "cien factorial" (100!) significa 100 x 99 x 98 x 97 ....y así sucesivamente hasta ... x 3 x 2 x 1.
Permítame un ejemplo de combinación. Si uno tuviese dos bloques de madera, ¿de cuántas formas podría disponerlos en línea recta? La respuesta es 2! , es decir 2 x 1 = 2. Si tuviese tres bloques, las combinaciones posibles serían 3! , ó 3 x 2 x 1 = 6 combinaciones. Si tuviese 4, serían de 4! , o 24 (4 x 3 x 2 x 1).
Cuanto mayor sea el número de partes, mayor será el número de combinaciones posible. Técnicamente, las "partes" de nuestro virus podrían disponerse de manera distinta que una línea recta, con lo cual crecería muchísimo el número de combinaciones posibles. Pero estamos siendo generosos aquí.
Ahora bien, combinar 100 en una línea recta puede hacerse en aproximadamente 9,33 x 10 a 157 formas diferentes. Sin embargo, en el caso de los seres vivos no cualquier combinación servirá. La vida supone un delicado equilibrio y por tanto una combinación muy precisa de las partes componentes.
Nuestro problema ahora consiste en determinar si 30 mil millones de años son suficientes para que 100 partes se combinen a una tasa de 1036 combinaciones por segundo y ello resulte en vida. La ecuación es simple. Treinta mil millones de años son 3 x 10 a 10 años. En segundos, 3 x 10 a 10 años x 365 (días) x 24 (horas) x 60 (minutos) x 60 (segundos) este tiempo corresponde a cerca de 9,46 x 10 a 17segundos.
Si este número de segundos se multiplica por el número de combinaciones que ocurren en cada segundo en nuestro ejemplo, el resultado es 9,46 x 10 a 17 segundos x 10 a 36 combinaciones por segundo = 9,46 x 10 a 53 combinaciones, que podemos redondear a 1054 combinaciones. Si bien es un número grande, resulta extremadamente pequeño comparado con las 10 157 combinaciones posibles. La resta de 10 a 157 - 10 a 53 da 9,999 ... x 10 a 156 . Por tanto, ni todo el tiempo del mundo está siquiera cerca de ser suficiente para que una sola célula simple con 100 partes surja a la vida. La probabilidad no difiere prácticamente de cero.
Si observásemos células con otros cientos de partes, restringiésemos el tiempo disponible (unas ocho a diez veces menor según los propios evolucionistas) y agregásemos algunos detalles más realistas referentes al número de combinaciones y las condiciones ambientales, las probabilidades en contra serían todavía muchísimo mayores. Sin embargo, los evolucionistas sostienen que la formación espontánea de la vida en la tierra es un hecho. ¿Cómo pueden creer tal cosa? Me parece que tienen muchísima menos evidencia de la que tenemos los cristianos para creer en Jesús.

La primera teoría coherente que explicaba el origen de la vida la propuso en 1924 el bioquímico ruso Alexander Oparin. Se basaba en el conocimiento de las condiciones físico-químicas que reinaban en la Tierra hace 3.000 a 4.000 millones de años. Oparin postuló que, gracias a la energía aportada primordialmente por la radiación ultravioleta procedente del Sol y a las descargas eléctricas de las constantes tormentas, las pequeñas moléculas de los gases atmosféricos (H2O, CH4, NH3) dieron lugar a unas moléculas orgánicas llamadas prebióticas. Estas moléculas, cada vez más complejas, eran aminoácidos (elementos constituyentes de las proteínas) y ácidos nucleicos. Según Oparin, estas primeras moléculas quedarían atrapadas en las charcas de aguas poco profundas formadas en el litoral del océano primitivo. Al concentrarse, continuaron evolucionando y diversificándose.

Esta hipótesis inspiró las experiencias realizadas a principios de la década de 1950 por el estadounidense Stanley Miller, quien recreó en un balón de vidrio la supuesta atmósfera terrestre de hace unos 4.000 millones de años (es decir, una mezcla de CH4, NH3, H, H2S y vapor de agua). Sometió la mezcla a descargas eléctricas de 60.000 V que simulaban tormentas. Después de apenas una semana, Miller identificó en el balón varios compuestos orgánicos, en particular diversos aminoácidos, urea, ácido acético, formol, ácido cianhídrico (véase Cianuro de hidrógeno) y hasta azúcares, lípidos y alcoholes, moléculas complejas similares a aquellas cuya existencia había postulado Oparin.

Estas experiencias fueron retomadas por investigadores franceses que demostraron en 1980 que el medio más favorable para la formación de tales moléculas es una mezcla de metano, nitrógeno y vapor de agua.
Todavía quedan muchas preguntas sin respuesta 
sobre el origen de la vida
¿Cómo se produjo el paso desde las primitivas bacterias procariotas a las células eucariotas de estructura más compleja que forman todos los seres vivos? Cada vez se impone con más fuerza la teoría de la simbiosis, según la cual los primeros eucariotas surgieron de la combinación de unas bacterias con otras. Estas bacterias irían quedando incorporadas definitivamente a la célula hospedante, dentro de la que se transformarían en mitocondrias. La considerable semejanza que hay entre mitocondrias y bacterias es un argumento a favor de esta teoría. Asimismo, los cloroplastos propios de las células vegetales serían quizá bacterias clorofílicas que habrían colonizado otras células.

Otro enigma es el de la naturaleza química de las moléculas biológicas. Todas las moléculas, sean las que sean, presentan, según la disposición de los átomos que las constituyen, formas distintas llamadas isómeros, que son simétricas entre sí (como la mano derecha es simétrica de la izquierda). Las moléculas no biológicas están formadas por mezclas de isómeros `derechos' (dextrógiros) e `izquierdos' (levógiros) en proporciones iguales. Por el contrario, las moléculas biológicas, y en particular los aminoácidos que forman las proteínas, tienen la particularidad de ser todas levógiras. ¿Cómo ha podido la vida, que ha surgido de moléculas minerales, eliminar uno de los isómeros y primar el otro? Ninguna hipótesis explica este fenómeno de manera satisfactoria.

Poco después del Cuarto Concilio de Letrán, Santo Tomás de Aquino había resumido la enseñanza de todos los Padres de la Iglesia en las dos perfecciones del universo: La perfección última, que es la finalidad de todo el universo, es la beatitud perfecta de los santos en la consumación del mundo, y la perfección inmediata es la totalidad del universo en su primera fundación adscrita al séptimo día. [1] ST , I, q. 73, una. 1.

La enseñanza de Santo Tomás deja claro que la razón por la cual Dios creó el universo entero y todo lo que existía es que los hombres hechos a imagen de su Hijo, pudieran llegar a ser santos, ¡Y no hay ninguna otra razón!También reafirma la enseñanza de todos los Padres de la Iglesia que sostenían que la creación original era perfecta, completa y armoniosa en todas sus partes. Por el contrario, la evolución teísta sostiene que las criaturas de cualquier tipo, evolucionaron y se extinguieron mucho antes de que el hombre apareciese, que nunca hubo una creación perfectamente completa y armoniosa desde el principio, y que Dios dispuso que durante cientos de millones de años existiese la muerte, la deformidad y las mutaciones negativas, y que la enfermedad existiera en la tierra antes de que los primates sub-humanos evolucionaran hasta legar a ser seres humanos.

La enseñanza del Catecismo de Trento fue confirmada por el Magisterio y en el siglo XIX por el Concilio Vaticano I afirmando la enseñanza sobre la creación de Letrán IV, palabra por palabra. Los Papas que reinaron durante décadas después del Concilio Vaticano I dieron el mandato de que el Catecismo de Trento fuera usado para enseñar a los sacerdotes y fieles la verdadera doctrina de la creación. Por otra parte, todas las enseñanzas del magisterio referidas a la interpretación de Génesis 1-11 confirman la verdad literal histórica de Génesis 1-11.

En 1880, en una encíclica sobre el santo sacramento del matrimonio, el papa León XIII escribió a los obispos lo siguiente: ¿Cuál es el verdadero origen del matrimonio? Eso, Venerables Hermanos, es un asunto de conocimiento común. Porque, aunque los maldicientes de la fe cristiana rehuyen el reconocimiento de la doctrina permanente de la Iglesia en esta materia, y persisten en sus esfuerzos de larga data para borrar su historial en todas las naciones y todas las edades, han sido incapaces sin embargo de extinguir, o incluso debilitar su fuerza y la luz de su verdad. Hacemos un llamado a la mente para recordar hechos bien conocidos por todos y que no son dudosos a nadie: Después de que él formó al hombre del limo de la tierra en el sexto día de la creación, y sopló en su rostro el aliento de la vida, Dios ha querido darle una compañera, a quien sacó maravillosamente de su costado mientras éste dormía. Al llevar esto a cabo, Dios, en su suprema Providencia, quiso que esta pareja conyugal fuera el origen natural de todos los hombres: en otras palabras, que a partir de esta pareja, la raza humana se propagara y conservara en todos los tiempos por una sucesión de actos procreativos que nunca se interrumpieron. Y para que esta unión del hombre y la mujer pudiera corresponder más adecuadamente a los sabios planes de Dios, se han manifestado a partir de ese momento, profundamente impresas o grabadas, por así decirlo, dentro de sí, las dos propiedades más prominentes y más nobles: la unidad y la perpetuidad (énfasis añadido). [4]

El Papa León XIII también defendió el enfoque tradicional católico a la exégesis bíblica, con su encíclica Providentissimus Deus, en la que se reafirmó la regla de que los estudiosos de las Escrituras deben “defender el sentido literal y obvio de la Escritura, excepto cuando la razón dicta o la necesidad lo requiera.” A la luz de esta regla, la “historia sagrada” de Génesis 1-11 debe ser interpretada literalmente a menos que los exégetas pueden ofrecer una prueba más allá de toda duda razonable que la interpretación literal de la historia no podía ser cierta. El sucesor de León XIII, San Pío X, era igualmente consciente de la tendencia de los intelectuales contemporáneos a afirmar la evolución, en la teología y la moral, así como en la naturaleza-y deploró esta tendencia. En Lamentabili San Pío X condenó con todo el peso de su cargo la proposición de que “el progreso de las ciencias exige que el concepto de la doctrina cristiana sobre la creación … … sea reformulada.” También fundó la Pontificia Comisión Bíblica (PBC) para mantener el enfoque tradicional católico en el estudio de la Biblia y en la lucha contra el modernismo en el estudio de las Escrituras.El PBC debe decidir sobre la interpretación del libro del Génesis y junto con la Humani generis , y aún más – las últimas declaraciones autorizadas del magisterio sobre el tema. En el Motu proprio, “Praestantia Scripturae , “el 18 de noviembre de 1907, el Papa San Pío X declaró que nadie podía oponerse a las resoluciones de la PBC, sin” pecado grave “.

En 1950, en la encíclica Humani generis, el Papa Pío XII dio permiso a los estudiosos católicos para evaluar los pros y los contras de la evolución humana. Sin embargo, este permiso de ninguna manera derogó las enseñanzas autorizadas antes citadas.¡ El permiso para investigar un punto de vista alternativo no es equivalente a la aprobación! Por el contrario, frcuentemente es un medio para exponer las raíces y ramas del error. El Papa Pío XII también llamó el filósofo alemán Dietrich von Hildebrand “Doctor de la Iglesia del siglo XX “. Al comentar sobre un catecismo católico que hablaba a favor de la evolución teísta, Von Hildebrand, escribió lo siguiente:

Un grave error radica en la noción de ” edades de la evolución” – como si fuera algo positivo a lo que la Iglesia debe conformarse . ¿ Debe un autor tener como progreso, como un despertar a la verdadera realidad, aquellas ideas desafortunadas de Teilhard de Chardin sobre la evolución, que todo lo invaden? ¿Acaso no vemos que la tendencia predominante a subordinar todo, incluso la verdad – también la verdad divina – a la evolución contribuye en gran medida al debilitamiento diabólico de la verdad revelada? La verdad no es verdad, si está en constante cambio. La “respuesta valiente” que se pide es precisamente lo contrario de ceder a las mitologías evolutivas.

Los defensores de la evolución teísta objetarán que la evolución cosmológica o biológica son lhipótesis de las ciencias naturales y no pueden ser excluidas por la teología de la creación de la Iglesia. Es cierto que el Papa Juan Pablo II creía a sus asesores científicos al afirmar que todo el universo (excepto para el alma del hombre) podría haber evolucionado a través de procesos naturales después de la creación ex nihilo de algunos elementos materiales y de las leyes naturales en el principio. Pero el Papa nunca citó ninguna prueba de que su opinión era verdad más allá de una duda razonable. Por otra parte, el respaldo del Papa Juan Pablo II a la hipótesis de la evolución fue siempre provisional y nunca obligó a nuestro asentimiento. Por ejemplo, en una audiencia de los miércoles señaló:

Por lo tanto, se puede decir que, desde el punto de vista de la doctrina de la fe, no hay dificultad en explicar el origen del hombre, en lo que respecta al cuerpo, por medio de la teoría de la evolución. 
Por otra parte, en su famoso discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias en 1996, el Santo Padre reconoció: La validez de una teoría depende de si se puede o no verificar, y que esté constantemente puesta a prueba por los hechos; cuando estos ya no pueden explicarla, muestran sus limitaciones y su inadecuación. Por consiguiente, debe ser repensada.

.....Evolución y creación divina no son necesariamente, por tanto, términos contradictorios. Podría haber una evolución dentro de la realidad creada, de tal manera que, quien sostenga el evolucionismo, no tiene motivo alguno para negar la creación. Dicha creación es necesaria, tanto si hubiera evolución como si no, pues se requiere para dar razón de lo que existe, mientras que la evolución sólo se refiere a transformaciones entre seres ya existentes. En este sentido, la evolución presupone la creación. Pero es que, además, quien admite la creación -así entendida-, tiene una libertad total para admitir cualquier teoría científica. 

Quien no admita la creación, necesariamente deberá admitir que todo lo que existe actualmente proviene de otros seres, y éstos provienen de otros, y así sucesiva e indefinidamente, de manera que todos y cada uno de los seres que existen deben tener un origen trazado por la evolución. Aunque pueda resultar paradójico, es el evolucionista radical quien viola las exigencias de rigor del método científico, pues se ve forzado a admitir unas hipótesis que no pertenecen al ámbito científico, y deberá admitirlas aunque no pueden probarse. 

Dando un paso más, podremos afirmar que -lejos de contraponerse-, la noción metafisica de una creación providente y la idea física de una evolución cosmológica se exigen mutuamente, aunque, como es obvio, no de manera simétrica. Por un lado, si hay evolución cosmológica y biológica con sentido, es preciso remitirse para explicarla radicalmente -es decir, metafisicamente- a una 120 Inteligencia creadora. Y, a su vez, esta Inteligencia creadora, si bien ha creado el mundo libremente, es preciso que haya creado un mundo ordenado a un fin y, por lo tanto, dotado de sentido. En la visión de las cosas que así resulta, no puede pensarse tampoco que primero es la creación y después la evolución, porque la creación es estricctamente contemporánea con todas las fases o momentos del proceso evolutivo. Lo que realmente hay es una creación -como situación metafisica estable- de cosas materiales que evolucionan precisamente porque han sido creadas con sentido y finalidad, y están, por tanto, guiadas por una sabia providencia ordenadora. 

Rechazamos, por consiguiente, estas dos posturas extremas, que no logran pensar adecuadamente esta articulación entre creación y evolución. Por una parte, el creacionismo científico torna la Causa creadora -que es una Causa metafísica o trascendental- como si fuera una causa física, y pretende hacerla intervenir en diversos momentos del proceso evolutivo. Ya hemos visto los defectos conceptuales de fondo que conlleva esta actitud. Sin embargo, no cabe excluir por principio una intervención especial de la causa creadora en el origen del hombre, precisamente porque la persona humana no es una realidad totalmente intramundana, sino que posee capacidades -su inteligencia y su voluntad libreque trascienden la materia. Se podría discutir si se da otra intervención especial en la aparición de la vida. Por un lado, es indudable que el surgimiento de seres vivos representa una radical innovación organizativa y funcional; mas, por otro, no parece imposible dar una explicación física del origen de los organismos vivientes a partir de materia inerte, por la fundamental razón de que éstos Cuadernos de Bioética 1998/1" sí que son entidades estrictamente intramundanas. Por otra parte, tampoco resulta admisible el evolucionismo radical, que postula una autogénesis transformista y universal de la materia: una especie de evolución creadora. Al rechazar toda causación trascendental, toda creación conservadora y providente, este evolucionismo materialista se ve abocado a optar entre el reduccionismo y el preformacionismo, para dar cuenta de la aparición de realidades nuevas. 

El reduccionismo, como ya sabemos, consiste en mantener que lo nuevo no es más que las condiciones iniciales de las que surge. Al mantener esto, el reduccionismo se convierte fácilmente en su postura antitética -el preformacionismopara la que propiamente no hay nada nuevo, porque todo estaba ya antes preformado. Una tercera postura, mantenida más reciente es el llamado emergentismo o fulguracionismo, para el que los cambios estructurales -sin introducir ningún elemento nuevo- producen "fulguraciones", emergencias de cosas nuevas, sin necesidad de recurrir en modo alguno a la Causa trascendental. 

Pero, como ha mostrado Reinhard L6w, estas variantes del evolucionismo fracasan en su intento de dar cuenta de lo nuevo y, paradójicameine, conducen a una visión estática del mundo (8) No hay, por tanto, necesidad de plantear ningún conflicto entre ciencia y refligión. Esto es lo que postulan, al menos, destacados científicos evolucionistas. John McIntyre, profesor de Física en la Universidad de Texas, confiesa la frustración que experimenta por el hecho de que los "antievolucionistas" hayan usurpado el término "creacionismo", e insiste en que es del todo posible conciliar las creencias cristianas en un Dios creador con la idea de que la vida haya evolucioCuadernos de Bioética 1998/1" ¿Evolucionismo versus creacionismo? nado a través del tiempo (9) Por su parte, el paleontólogo neodarwinista G.G. Simpson, asegura: "Ningún credo, salvo el de las fanáticas sectas fundamentalistas -que son una minoría protestante en EE.UU.-, reconoce por dogma el rechazo de la evolución. Muchos profesores, religiosos y laicos, la aceptan, en cambio, como un hecho. 

Y muchos evolucionistas son hombres de profunda fe. Además, los evolucionistas pueden ser también creacionistas"(lO). y Martin Gardner, colaborador habitual de la revista Investigación y Ciencia, creador de juegos matemáticos y autor de libros de divulgación científica de calidad, sostiene: "No conozco ningún teólogo protestante o católico fuera de los círculos fundamentalistas que no haya aceptado el hecho de la evolución, aunque puede que insistan en que Dios ha dirigido el proceso e infundido el alma a los primeros seres humanos"" . Por lo que hace a la polémica, el panorama no es muy halagüeño. Sin embargo, queda la esperanza de que se impongan los análisis serenos. 

El creacionismo científico y el evolucionismo radical se alimentan mutuamente. Hoy por hoy, el evolucionismo radical parece el contrincante más fuerte: su poder y difusión están aliados con una mentalidad pragmatista muy extendida, en la que la ciencia es para muchos la única fuente de la verdad. La batalla no tendrá final, mientras no se disipe el error en que incurren ambas posturas con sus extrapolaciones. Porque ni la Biblia contiene datos científicos desconocidos en la época en que fue escrita, ni tampoco es legítimo ni científico negar lo que no se alcanza mediante la ciencia. Existen dos parcelas autónomas del saber humano -filosofía y ciencia- que no se pue- 121 Carlos Javier Alonso den trasvasar sin caer en extrapolaciones inadmisibles o en una peligrosa pirueta conceptual. El problema desaparece cuando se advierte que evolución y creación divina se encueiüran en planos diferentes y, por lo tanto, no se excluyen mutuamente, aunque haya un tipo de "evolucionismo" que es incompatible con la admisión de la creación y un tipo de "creacionismo" que es incompatible con la aceptación de la evolución. 

Notas bibliográficas: 
1 Para una breve historia del movimiento creacionista en EE.UU., cfr RL. NUMBERS: "Creationism in 20th Century America", Science, vol. 218,1982, pp 538-544. 
2 Un análisis filosófico del creacionismo puede verse en la obra de M. ARTIGAS: Las Fronteras del Evolucionismo, Palabra, Madrid, 1985, pp. 139-156. 
3 El texto recogido por W.R. OVERTON aparece publicado con el título: "Creationism in Schools: The decision in McLean versus the Arkansas board of education", Science. vol. 215, pp 934-943. 122 4 T.H. JUKES: "The Creationism Challenge to Science", Nature, 29-IlI-1984, p. 400. 
5 G.M. MARSDEN: "Creation versus Evolution: no middle way", Nature, vol. 305,1983, p. 574. 
6 RL. NUMBERS: Creation by Natural Law, [La Creación por la ley natural]. University of Washington Press, 1977. 
7 J. SWAGGART: The Preadamic Creation and Evolution, 19Ró. 8 R LOW: "Die Enstehung des Neven in der Natur", en P. KOSLOWSKI, P. KREUZER y R LOW: Evolution und Freiheit, Stuttgart, 1984. 
8 Cfr. D.J. TICE: "El núcleo de las teorías darwinistas", Atlántida, vol. 15, Madrid, 1993, p. 22. 10 G.G. SIMPSON: Fósiles e historia de la vida, Labor, Barcelona, 1985, p. 211. 11 M. GARDNER: La nueva era. Notas de un observador de lo marginal, Alianza Editorial, Madrid, 1990, p. 191. 
Paleontólogos españoles católicos y notables sin miedo ni a los fósiles ni a la ciencia. La paleontología ayuda a entender la historia de las especies animales, incluyendo las ya desaparecidas, y por lo tanto la grandeza de la Creación de Dios.
Alfonso V. Carrascosa en ReL (2/3/2016):
La Iglesia Católica propone a sus fieles y a todos los hombres de buena voluntad que la denominada Teoría de la Evolución y la fe son compatibles siempre que no se haga una interpretación ideológica de la misma. 
Ya en 1868, a los pocos años de hacerse pública la propuesta darwiniana, el sacerdote católico Raffaelo Caverni postuló la compatibilidad entre evolucionismo y fe en su obraNuevos estudios de filosofía. Discursos a un joven estudiante. Su tesis – tomada del científico católico Galileo – de que la Biblia no contiene falsedades y tiene el cometido más de llevarnos al cielo que de describir verdades científicas, encaja con un evolucionismo teísta y finalista. 
Más tarde Pío XII, en 1950, en un intento de reducir la creciente confrontación, más ideológica que otra cosa, hacia una declaración “oficial” de la Iglesia en la Humani generis diciendo que el evolucionismo era una teoría que debía ser estudiada, y que en ningún caso el alma provenía de otro lugar que no fuera Dios mismo. San Agustín (S. IV) ya aconsejaba abandonar la interpretación literal cuando los hechos empíricos la contraviniesen y esforzarse por hacer una interpretación no literal conciliadora con la ciencia. 
San Juan Pablo II declaró: “…la evolución presupone la creación, y la creación se presenta a la luz de la evolución como un suceso que se extiende en el tiempo… No existen obstáculos entre la fe y la teoría de la evolución, si se las entiende correctamente…”.
Desde las reflexiones sobre los fósiles en el siglo XVIII, pasando por el siglo XIX y la propuesta de Darwin, y adentrándonos en el siglo XX, es fácil mostrar con el ejemplo de científicos católicos españoles de gran nivel que la fe católica nunca fue un impedimento para la investigación sobre la historia de las especies sobre la tierra. 
José Torrubia: el primer paleontólogo era un franciscano
La disciplina científica que estudia los restos fósiles de los seres vivos se llama paleontología, fundamental para entender la evolución. 
En España, quien es considerado su fundador es José Torrubia (1698-1761), que escribió el primer tratado de paleontología titulado Aparato de Historia Natural Española, en el que por primera vez se dice que los fósiles, tenidos por curiosidades de la naturaleza, son restos de seres vivos petrificados. Torrubia era fraile franciscano. Leer más.....Aquí

En la clasificación científica de los seres vivos, el reino Animalia (‘animales’) o Metazoa (‘metazoos’) constituye un amplio grupo de organismos eucariotas, heterótrofos, pluricelulares y tisulares. Se caracterizan por su capacidad para la locomoción, por la ausencia de clorofila y de pared en sus células, y por su desarrollo embrionario, que atraviesa una fase de blástula y determina un plan corporal fijo (aunque muchas especies pueden sufrir posteriormente metamorfosis). Los animales forman un grupo natural estrechamente emparentado con los hongos. Animalia es uno de los cuatro reinos del dominio Eukaryota, y a él pertenece el ser humano.
Los filos animales más conocidos aparecen en el registro fósil durante la denominada explosión cámbrica, producida en los mares de hace unos 542-530 millones de años. Los animales se dividen en varios subgrupos, algunos de los cuales son: esponjas, cnidarios (medusas, corales), anélidos (lombrices, sanguijuelas), artrópodos (milpiés, ciempiés, insectos, arañas, escorpiones, crustáceos), moluscos (bivalvos, gasterópodos, cefalópodos), vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos).
Mientras que en las plantas se conocen varias series de formas que conducen de la organización unicelular a la pluricelular, en el Reino Animal se sabe muy poco sobre la transición entre protozoos y metazoos. Dicha transición no está documentada por fósiles y las formas recientes supuestamente intermedias tampoco nos ayudan demasiado.

Categorías
La necesidad de pormenorizar la clasificación obligó a establecer categorías intermedias que se forman, sobre todo, añadiendo prefijos a las existentes. Los prefijos en uso son super-, sub- e infra-. Es necesario subrayar que algunas de las que se deducen de esta regla no se usan en absoluto; en particular, supergénero, que es sustituido por la tribu, y superespecie, que en botánica es sustituida por grex. También hay casos comunes de subgénero, subespecie, variedad y raza, y no tan comunes, como subtribu.
Aquí, en esta tabla, está el ejemplo de la especie Homo sapiens, explicando el por qué se agrupan en diversas categorías.


Dominios
El dominio agrupa a los seres vivos por sus características celulares.
Eukarya
El dominio Eukaryota agrupa a todos los organismos eucariontes o conformados por organismos eucariontes.
Subdominio: Los "subdominios" agrupan a los miembros de un dominio por diferenciarse de los otros.
Unikonta
Este "subdominio" agrupa a aquellas células eucariotas con un solo flagelo.
Infradominio: El "infradominio" agrupa a los miembros de los "subdominios" por otros detalles importantes.
Opisthokonta
"Infradominio" que separa a las células eucariotas con un único flagelo que está en dirección hacia atrás.

Reinos
El reino agrupa a los seres vivos por su naturaleza en común.
Animalia
Homo sapiens pertenece al reino animal, ya que es una especie multicelular, locomotora y heterótrofa.
Subreino: El subreino agrupa también a los miembros de un reino por características comúnes.
Eumetazoa
A este subreino pertenecen todos los animales que cuentan con tejidos, que funcionan como límites para su cuerpo.
Infrarreino: El "infrarreino" divide a los miembros de un subreino por las características en común.
Bilateria
Este "infrarreino" separa a los animales con simetría bilateral, es decir, que su mitad derecha es igual a la de la izquierda.
Superfilo: El superfilo agrupa a varios filos en uno solo.
Deuterostomia
Este superfilo agrupa a todos los organismos que tienen la boca en neoformación.

Divisiónes
El filo junta a todos los seres vivos con el mismo sistema de organización.
Chordata
Los cordados son aquellos seres vivos que reúnen al menos cinco sinapomorfias, es decir, cinco caracteres que fueron pasando. que se conservaron, desde sus ancestros más antiguos hasta el individuo más reciente.
Subfilo: El subfilo reúne a los integrantes del filo por características comunes.
Vertebrata
Los vertebrados son aquellos cordados que poseen huesos o, al menos, columna vertebral.
Al pertenecer al Filo Chordata, estamos hablando de que el Subfilo Vertebrata agrupa a todos los animales que han conservado huesos a lo largo de su evolución.
Infrafilo: El infrafilo también divide a los integrantes de la categoría anterior; agrupa a los integrantes de un subfilo en un infrafilo.
Gnathostomata
Los gnatóstomos son aquellos cordados vertebrados con mandíbulas articuladas.
Superclase: La superclase es un conjuto de clases.
Tetrapoda
Los tetrápodos son animales con cuatro extremidades en el cuerpo (No debe confundirse con el cuadrupedismo).

Clases
La clase agrupa a los seres vivos con semejanzas entre sí que hay dentro de un filo.
Mammalia
Dentro del filo Chordata, están los mamíferos, animales que cuentan con glándulas mamarias para alimentar a sus descendientes.
Subclase: La subclase es una división de la clase.
Theria
Los terios son aquellos mamíferos que se desarrollan en el interior del cuerpo materno.
Infraclase: La infraclase es un grupo inferior de miembros de una subclase, que cuentan con las mismas características.
Placentalia
Los placentarios son los mamíferos terios que son retenidos en el interior del cuerpo materno para su alimentación primaria.
Magnorden: El magnorden es un conjunto de superórdenes. El ser humano no es ubicado en ningún magnorden.-SuperordenEl superorden comúnmente es un conjunto de "granórdenes". 
ATENCIÓN: Cuando la clasificación es más pequeña y se usan las categorías más simples (superorden, orden, suborden e infraorden), el superorden es un conjunto de órdenes. 
Euarchontoglires
En este caso, el Superorden Euarchontoglires es un conjunto de órdenes, no de granórdenes. Por su estilo de vida de trepar plantas, se agrupa en este superorden a: roedores, lagomorfos, "musarañas de árbol" (Treeshrew, en inglés), colugos y primates. Se incluye también al primate humano porque también tiene un estilo de vida en medio de la flora (mundo vegetal).
Granorden: El granorden es un grupo de mirórdenes. El ser humano no se ubica en ningún granorden.
Mirorden: El mirorden es un grupo de órdenes.
Euarchonta
Primates y las órdenes de animales simiescos adaptados para trepar árboles (En realidad, Euarchonta no es considerado un mirorden pero tampoco un granorden. Es un clado, pero si contiene a un orden hablaríamos técnicamente de un mirorden).

Ordenes
El orden es una agrupación de individuos de una clase que tienen características comunes entre sí.
Primates
Los primates son aquellos mamíferos que tienen cinco dedos.
Suborden: El suborden es una división del orden, también por características comunes de sus miembros.
Haplorrhini
Los haplorrinos son los primates que carecen de membranas y vibrisas en la nariz o el hocico.
Infraorden: El infraorden es también es una división del suborden.
Simiiformes
Los monos y los simios, incluyendo al ser humano, que tradicionalmente se conocen como "monos del Nuevo y Viejo Mundo".
ParvordenEl parvorden divide a las infraórdenes.
Catarrhini
Monos con hocico más o menos recto y los orificios nasales dirigidos hacia el frente.
Superfamilia: Un conjunto de familias.
Hominoidea
Los hominoideos son aquellas familias de primates que no poseen rabo.

Familias
La familia, como antes dicho, es la agrupación de seres vivos que se encuentran en un orden, por características comunes entre ellos.
Hominidae
Los homínidos son los primates capaces de caminar en dos patas.
Subfamilia: La subfamilia divide a la familia.
Homininae
Los homíninos son los primates (con capacidad bípeda) con forma antropomórfica.
Tribu: La tribu es una agrupación de individuos de una subfamilia.
Hominini
Los homininis son los primates, con capacidad bípeda y forma antropomórfica, que caminan erguidos.
Subtribu: Las subtribus proviene de una tribu, por características comunes, también.
Hominina
Los primates homininos son aquellos con locomoción únicamente bípeda y postura erguida.

Géneros
De las familias provienen los géneros, conjuntos de especies relacionadas entre sí por la evolución.
Homo
El género homo, que significa "hombre" en latín, es el género que enmarca al ser humano actual y todos sus ancestros.
Subgénero: En las especies de un género, una de ellas puede comenzar a evolucionar particularmente y crear un nuevo género, que es denominado "subgénero".
Homo sapiens no es incluido en ningún subgénero.

Especies
Una especie es un grupo de individuos con las mismas características, que permiten relacionarse entre sí y tener descendencia.
Homo sapiens
El humano se relaciona con un humano de sexo opuesto y ambos tienen uno o más descendientes.
Subespecie: Las subespecies son divisiones de una especie por características comunes.
Homo sapiens idaltu
Homo sapiens idaltu es una especie extinta, que contenía las mismas características de los humanos actuales pero se diferenciaba por sus rasgos parecidos a los de nuestros ancestros. A esto último se debe su nombre, que significa "hombre sabio viejo (o anciano)".

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