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viernes, 27 de diciembre de 2019

VOX y Fernández de la Mora, el último gran intelectual de la derecha española. El espacio liberal-conservador “centrista” es el PP, que tiene todas las de ganar, por su implantación territorial, aparato mediático y relaciones con las elites empresariales y financieras

 “Fernández de la Mora fue, en mi opinión, 
el último gran intelectual de la derecha española”
2019-12-12

Pedro Carlos González Cuevas, es historiador y profesor universitario. Es profesor titular de Historia de las Ideas Políticas y de Historia del Pensamiento Español en la UNED. Es autor de importantes obras sobre la derecha y el conservadurismo en España y experto en diferentes figuras como Ramiro de Maeztu, Charles Maurras, Carl Schmitt, Maurice Barrès, José Ortega y Gasset o Gonzalo Fernández de la Mora.

En esta entrevista hablamos sobre el último libro escrito sobre VOX, entre el liberalismo conservador y la derecha identitaria y sobre el que escribió sobre Gonzalo Fernández de la Mora, La razón conservadora.

¿Por qué un libro sobre VOX?
Sobre VOX no se ha dicho y escrito hasta ahora nada sustancial; tan sólo tópicos. En mi libro, recojo algunas interpretaciones de la izquierda y de la derecha; todas en gran medida risibles y carentes de fundamento histórico. Hace poco, después de la publicación de mi libro, ha salido a la luz un libelo de Miguel Urbán titulado La emergencia de VOX. Apuntes para combatir a la extrema derecha española, y que ha publicado Viento Sur. Miembro de la facción más extrema de Podemos, la de los denominados Anticapitalistas. Urbán no dice, como era de esperar por otra parte, más que insensateces; lo consabidos tópicos de los neocomunistas. Y es que, intelectualmente, nuestra izquierda, sea moderada o radical, es de las más analfabetas de Europa, quizás del mundo. Lo malo es que goza de hegemonía en los medios de comunicación. Era necesario, pues, un estudio en perspectiva histórica, que aunara la génesis de VOX como alternativa y respuesta a las contradicciones de la derecha “oficial” o, si se quiere, hegemónica; su trayectoria política y la de sus líderes; su proyecto político, etc. Señalar, además, lo necesario de su aparición en un contexto caracterizado por la crisis nacional, de identidad, social, política y económica.

De no tener representación, ha pasado a ser el gran protagonista de la política española…¿Qué es lo que ha propiciado su gran irrupción?
Desde 2014, denunciaba yo en la prensa y en algunos de mis libros, en particular El pensamiento de la derecha española en el siglo XX. De la crisis de la Restauración a la crisis del Estado de partidos (1898-2015) (Tecnos, 2016), que el PP era un dique que impedía la emergencia de una derecha genuina, que planteara los problemas reales a los que se enfrentaba el conjunto de la sociedad española. Sentía que mis opiniones reflejaban un estado de ánimo colectivo. La crisis económica, social, política, de identidad, cultural y, sobre todo, la nacional provocada por el “procés” catalán, y la nula respuesta del PP, provocó la aparición de esta nueva derecha sin complejos. El PP representa, sea quien sea su líder, el “centrismo”, es decir, el vacío político o, si se quiere, como diría el filósofo alemán Peter Sloterdijk, en su crítica a la socialdemocracia europea, “la razón cínica”, o sea, una actitud resignada, apática, escéptica, pasiva, que, en el fondo, da ya por destruidos y desmitificados los valores tradicionales y patrióticos. En su opinión, sólo queda ya la gestión económica y la disolución de la nación española en el conjunto europeo. Por eso, ha nacido VOX y es justo y necesario que lo haya hecho.

Un partido que a unos entusiasma, pero a otros no acaba de convencer…
Es normal. Se trata de un partido muy joven, aún in nuce; que no ha tenido su Congreso Nacional; que todavía ha de estructurar sus aparatos. Y, como señalo en mi libro, no está libre de contradicciones. Además, no olvidemos que se trata de un partido emplazado, sujeto a sospechas y ataques indiscriminados, y no sólo, desde luego, por parte de la izquierda, sino por el conjunto de la derecha mediática. La prensa conservadora sigue apoyando, en su inmensa mayoría, al PP, al que, en mi opinión, le ocurre lo mismo que Jorge Luis Borges decía del peronismo: no es que sea bueno o malo, es que resulta irredimible, irreformable. La prensa conservadora sigue apoyando incluso a Ciudadanos, a pesar de su estrepitoso fracaso. A mi modo de ver, resulta escandaloso que un diario como ABC haya dedicado nada menos que cuatro páginas a una entrevista a un político de la catadura de Mariano Rajoy; lo que demuestra que no han aprendido la lección; que son, en definitiva, incapaces de interpretar lo que Wilhelm Dilthey denominaba el “espíritu del tiempo”. No es el momento de “consensos” o “centrismos”, sino de ir al “pluralismo agonístico” con todas sus consecuencias. Es el “centrismo” el que nos ha llevado a la situación en que nos encontramos.

Ya en el título están claros los dos caminos, liberalismo conservador o derecha identitaria, ¿En cuál de los dos caminos tiene más futuro VOX?
Por supuesto, el dilema de VOX está, a mi modo de ver, muy claro. Por un lado, seguir la senda del liberalismo conservador, es decir, un PP bis, o articular una alternativa nacional-popular o, si se quiere, identitaria, como en Francia, Italia, Holanda, Alemania, etc. En mi opinión, la primera alternativa no conduce a VOX a ningún sitio. 
Y es que si VOX, como Ciudadanos, pretende ocupar el espacio político del PP, a buen seguro fracasará. El espacio liberal-conservador, cosmopolita, “centrista”, está ocupado ya por el PP, que tiene todas las de ganar, por su implantación territorial, aparato mediático y relaciones con las elites empresariales y financieras. VOX, en mi opinión, ha de conquistar un espacio político y social propio, que se encuentra en los sectores sociales amenazados por el proceso de globalización y por la emigración
Por otra parte, el PP nunca luchará contra las leyes de memoria histórica o contra la degeneración del Estado de las autonomías. Está totalmente identificado con el desorden establecido actual. VOX debe hacerlo; ha de ser, si quiere subsistir, una alternativa frente al separatismo y frente al cosmopolitismo ramplón que alberga el proceso de globalización. El talón de Aquiles de VOX es su programa económico de corte neoliberal. En Gran Bretaña, este proyecto económico, auspiciado por Margaret Thatcher, provocó lo que el filósofo conservador John Gray denominó la “eutanasia del conservadurismo” británico. Sin embargo, creo que las intervenciones de Santiago Abascal en los debates y discursos electorales van en la buena dirección.
¿No existe alguna otra vía posible como la tradición católica o la Doctrina Social de la Iglesia?
Naturalmente. En mi libro, reprocho a VOX que no haya tenido en cuenta las tradiciones sociales de la derecha española contemporánea: el conservadurismo datista, el maurismo, el regeneracionismo, el catolicismo social, etc. A veces, se olvida o se desconoce que el Estado benefactor no es un invento de la socialdemocracia. Sus orígenes se encuentran en la derecha, sobre todo en la derecha alemana del siglo XIX y comienzos del XX: Lorenz von Stein, teórico de la Monarquía social, muy próximo a Otto von Bismarck, o Gustav von Schmoller, padre de la Escuela Histórica de Economía, muy crítico con el liberalismo económico a ultranza y partidario de reformas sociales en profundidad. En España, la génesis del Estado benefactor tiene como antecedentes significativos el conservadurismo de Eduardo Dato, el maurismo, los liberales organicistas de la Institución Libre de Enseñanza, la Dictadura de Primo de Rivera y el régimen de Franco. El sociólogo izquierdista Gregorio Rodríguez Cabrero ha denominado al franquismo como una modalidad de “Estado autoritario de bienestar”. Hay que recoger lo que se pueda de estas tradiciones, reinterpretarlas y aunarlas con las nuevas tendencias antiglobalizadoras y proteccionistas.

¿Por qué se decidió a escribir una biografía del ministro franquista, Gonzalo Fernández de la Mora? ¿Puede hacer un balance de lo que representó su figura y sus escritos?
El campo historiográfico español se caracteriza por un maltusianismo implacable. La denominada memoria histórica tiene su fundamento, en el fondo, en el recuerdo de unos y en el olvido de otros, según la perspectiva ideológica de las izquierdas. Hoy, reinan los personajes históricos afines a dichas izquierdas. Por ejemplo, Manuel Azaña o Juan Negrín. A los hombres representativos de las derechas o del régimen de Franco se les vilipendia o, en el mejor de los casos, se les silencia u olvida. Por eso, me decidí a escribir una biografía de Ramiro de Maeztu como nacionalista español. Y luego la de Fernández de la Mora, que, en mi opinión, ha sido el último gran intelectual de la derecha española. Su proyecto político-intelectual persiguió la renovación del conservadurismo español, tras las consecuencias doctrinales del Concilio Vaticano II y las consecuencias sociales del proceso de desarrollo económico de los años 60.
Es decir, de la España que arranca del Plan de Estabilización de 1959. Fernández de la Mora aportó, en ese contexto, una derecha intelectual a la altura de los tiempos. Tradición y razón científica, o, si se quiere, Aufklärung conservadora. Su obra ha sido ingente, pero silenciada por motivos políticos, ya que pasa por ser el pensador político por excelencia de la última etapa del régimen de Franco, la que algunos historiadores denominan “tecnocrática” y yo de “modernización conservadora”. En su obra Ortega y el 98, Fernández de la Mora defendió que el autor de La rebelión de las masas era, frente a lo defendido por algunos tradicionalistas, un pensador de derechas, de signo rotundamente conservador, superador del anárquico y asistemático espíritu noventayochista. Pensamiento español, una obra fundamental en siete tomos, sin paralelo en la bibliografía española contemporánea, donde se desarrolla, desde la perspectiva de la crítica de ideas, una extensa panorámica de la trayectoria intelectual de nuestra historia contemporánea: el tradicionalismo, el krausismo, la Institución Libre de Enseñanza, Donoso Cortés, Enrique Tierno Galván, José Luis López Aranguren, Xavier Zubiri, Ortega y Gasset, Ángel Amor Ruibal, Manuel García Morente, etc, etc. Su obra más célebre,

El crepúsculo de las ideologías, es, básicamente, la aplicación de la razón científica a la política. Su criterio de legitimidad es la eficacia, es decir, el logro por parte del Estado del orden, la justicia y el desarrollo. En Del Estadio ideal al Estado de razón, profundizó más en las cuestiones de la legitimidad frente al utopismo, el legitimismo y el moralismo político. Su etapa como ministro de Obras Públicas se caracterizó por su dinamismo y eficacia. Fernández de la Mora fue muy crítico con el proceso de transición a la democracia liberal. De ahí su voto negativo a la Constitución de 1978 y su consiguiente abandono de la vida política activa. En ese sentido, profetizó con rigor no pocos de los males que nos aquejan, en sus libros La partitocracia y Los errores del cambio, en el contexto del actual Estado de partidos: partitocracia, desmoralización, corrupción, secesionismo, etc, etc. Fue un auténtico augur de la situación actual. No se equivocó. Por ello, habría que reivindicar su concepto de “decoro político”, es decir, la coherencia entre el pensamiento y la acción por parte de la clase política. Frente a la partitocracia, propugnó el presidencialismo, el neocorporativismo, una nueva ley electoral, división real de poderes, recurso al referéndum, prohibición de la disciplina de partido, fiscalización del patrimonio de las elites políticas, etc. Sus últimos libros, La envidia igualitaria, El hombre en desazón y Sobre la felicidad, incidieron, con singular altura y coherencia, en aspectos éticos y antropológicos. Además de eso, su gran legado fue la revista Razón Española.
El contenido de su obra permanece, en líneas generales, vigente. Por ello, debería ser reeditada y su figura recordada.

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