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domingo, 19 de julio de 2020

Funeral Covid-19: se asemejó a un Ritual masónico satánico

Covid-19: Funeral de Estado
Tiene toda la pinta de ser un ritual masónico y satánico
Santiago Clavijo
16 julio 2020

Como si hubieran ofrecido los muertos del Covid 
a Satanás el día de la Virgen del Carmen 
delante de la Catedral de la Almudena, 
en disposición circular, en torno a un altar 
“black rock”,  masón como el de la ONU

«Ha sido difícil, muy difícil. Y, sin embargo, nuestra sociedad ha dado en estos meses una lección de inmenso valor. #España ha demostrado sumejor espíritu». (Palabras de Felipe VI con ocasión del funeral de Estado en honor a quienes fallecieron por la #COVID-19.

Esta mañana, a primera hora, se ha celebrado la ceremonia laica organizada por el Gobierno como un teórico homenaje a una parte de los muertos por coronavirus. El extraño simbolismo de la ceremonia laica organizada por el Gobierno

Digo “una parte” porque al anunciar este acto en el Congreso, Sánchez se dejó fuera de la cuenta a 17.000 muertos, dando por buena la cifra manipulada a la baja por su ejecutivo para intentar rebajar las fatales consecuencias de su pésima gestión de la crisis sanitaria. En las redes sociales no pocos internautas han mostrado su sorpresa por el curioso simbolismo del acto, con los invitados en círculo alrededor de un altar con un pebetero. Podéis verlo claramente en esta foto publicada por Efe:

Parecido con la «Cadena de la Unión» de la Masonería

Me sonaba haber visto algo parecido en alguna parte. He encontrado información al respecto en la web de la Logia Sun Yat Sen nº8 de Macao, en la que habla de la llamada “Cadena de la Unión”, uno de los rituales de las logias masónicas:

“En la masonería continental europea, en la misma medida que en el arte de América Latina, existe la tradición de hacer el cierre de la reunión con un cierto gesto colectivo simbólico por parte de los miembros de la Logia (y visitantes). Ese gesto simbólico se llama “cadena de la unión” y lo hacen los masones cruzando las manos y tocando los pies de cierta manera. El Maestro de la Logia hace una oración final al Gran Arquitecto, recordando a los miembros ausentes y fallecidos, tanto como a los Hermanos que están ausentes o que viajan. En las logias inglesas (y americanas) es el deber del Capellán dirigir las devociones de su Logia. La CH simboliza la unidad de los masones independientemente de su nacionalidad, raza, color de piel, idioma materno y ubicación”.

Esta es la foto que publica esa logia para mostrar cómo se hace esa “Cadena de la Unión”:


Como vemos, la “Cadena de la Unión” se hace con los miembros de la logia dispuestos en un círculo en torno a un altar situado sobre un cuadrado. Casualmente como en la ceremonia de esta mañana organizada por el Gobierno en el Palacio Real. La principal diferencia es que hoy no se han estrechado las manos, pero no procedía hacerlo a causa del coronavirus. En 2017 Pedro Sánchez sí que hizo ese curioso gesto tras ganar las primarias del PSOE:

Uso fúnebre de la «Cadena de la Unión»

Un blog de un masón argentino explica el posible uso fúnebre de la “Cadena de la Unión”, pues entre otras cosas “nos une a todos nuestros Hermanos pero también, no lo olvidemos nunca, a todos los Hermanos que han ganado el Oriente Eterno, cuyas ideas y sentimientos siguen estando vigentes en nosotros”.

Lo que cabe preguntarse ahora es si en España tenemos un Estado aconfesional o confesionalmente masónico… Por mi parte, me alegro todavía más de que Vox haya decidido no ir a este acto de propaganda del Gobierno.

Se celebró el funeral de Estado aconfesional, es decir, según los ritos de la propia religión estatal. En este sentido, fue una ceremonia histórica y reveladora.
Oficiante: Ana Blanco, la voz de Estado que han compartido PP y PSOE. Emblema de eternidad.
Disposición: en el patio de armas del Palacio Real alrededor de un fuego, círculos concéntricos de sillas con,omo dice un amigo, todo Pichichi estatal y extraestatal.
Al fondo, todas las banderas autonómicas, confundidas.
Sin duda por casualidad, el plano televisivo mostraba, confundidas, isomorfas, la española, la vasca y la catalana.

Habló un representante de las víctimas. El hermano del periodista Calleja, fallecido. Después, una
representante del personal sanitario (“cuidador”). Se supo que era de Barcelona porque dijo “brutal”. En un momento dado citó a Vetusta Morla. Esto no es casual, Vetusta Morla es el grupo autor del himno del patriotismo sanitario. El autor colectivo de la letra es un conjunto de autores entre los que se encuentra el poeta Benjamín Prado que, casualmente, comentaba la ceremonia en La Sexta. Volveremos a él.

Las víctimas oficiales de la socialdemocracia representan la única versión humana posible: en su queja y en su hondo sentimiento herido, irreprochablemente civil, hay una nueva mansedumbre que los siglos nunca conocieron.
Pese a la aconfesionalidad, el lamento de las dos personas dejó un arañazo metafísico. “La memoria como obligación”. Pues no somos alma, sino memoria.

“Cuidar del que cuida”. 
La portavoz hizo una pregunta, lanzó quizás la única interrogación, el único dilema vibrante de la mañana: ¿Quién cuidará del que cuida? Se acercó, por este vericueto, al sinsentido humano:

¿Quién cuidará al que cuida del que cuida? ¿Y a ese?
Dos dimensiones metafisicas dejó el acto: la memoria y el cuidado, ambas, curiosamente, las ofrece el Estado. Por abajo: el cuidar; por arriba: la memoria.
El poeta Benjamín Prado, Pemán del patriotismo sanitario, afiló el concepto: “El hombre se distingue de otros bichos, porque es capaz de cuidar”. El hombre, ser que cuida. Y cuida “lo público” a través del presupuesto y mediante impuestos.

¿Cómo va a privatizarse esto?
Ante la muerte, el ser humano mantiene una zozobra bípeda: quiere ser memoria y exige, agitado, cuidado. Esa sed solo la puede calmar el Estado, a través de “lo público” y de la “memoria oficial”.
Ferreras, con enrevesamiento teológico, trataba de ser más humano, menos raro: “cuidarlos a ellos es
querernos a nosotros”.
Las dos lecciones humanas, humanoides, que dejaba la mañana: somos memoria, y somos cuidado,
incumbían al Estado directamente.

Entre nosotros y la Nada, la voz de Ana Blanco, el lenguaje de Más Madrid, el verso estremecido recitado por José Sacristán, ¡pero ya no el de “Vente a Alemania, Pepe”!
Los intervinientes, en parejas, se fueron acercando a la pira, al fuego central. Simbología racional-
republicana, sospechosísima. Los círculos bien podían ser los círculos del Averno, el fuego bien podía ser el elemento Mundo, o la luz de la razón. Si en ese fuego central se hubiera sacrificado una virgen o, por no caer en el machismo, a Errejón, pongamos por caso, quizás se hubiesen abierto allí mismo los cielos madrileños y el mismísimo Satán se hubiera manifestado.
A ese fuego, seguramente no contaminante, desde los distintos círculos acudieron a dejar una rosa blanca los asistentes. Ya era un detalle que la rosa no fuera roja PSOE.

Sonó, entre otras, la música de la Lista de Schindler. La Covid es Hitler. El coronavirus no es un parásito más, sino la representación de la maldad. Lo nefando, lo odioso es el virus, no la acción negligente o criminal de gobierno alguno.
El número de víctimas era 27.136. La azarosa exactitud recordaba a un número de la lotería.
La música, el gesto, las palabras de poso y techo estatal, todo parecía el sedimento de cuarenta años de cultura prisaica, de achatamiento socialista del mundo. En ese plano temporal, la idea de lo monárquico ya era extraña. El Rey personificaba una relación con el tiempo demasiado distinta, chirriante.

El dolor del alma socialdemócrata española en su mirar a la cara al horror de la vida arrojó dos
mandamientos: memoria y cuidado.¡Más Estado!
Ofició la misa Ana Blanco, como un telediario. No somos más que un telediario. Entre esto y aquello, que será la Nada, un telediario, la voz oficial. Ella, dadora del parte y quizás la mayor representación de la eternidad del régimen.

En el plató de la tele, ¡Ferreras y el Padre Ángel!
Junto a los dos mandatos de tipo espiritual, apelaciones constantes a la unidad. Más unidad. Toda la unidad.Unidad de uno.
En los planos televisivos, la representación concéntrica y las mascarillas recordaban a la solemnidad
truculenta pero sexy de Eyes Wide Shut. El Maligno otra cosa no, pero sexy…

“Hay que cuidar a los que nos cuidan”, susurraba una voz. “Mucho”.
“Que los geriátricos no sean un corredor de la muerte”, hipnotizaba otra.
Al acabar el acto, un plano recogía a los asistentes caminando hacia un interior. ¿De qué? Era como el plano del inicio de “centauros del Desierto”, pero al revés. No había la promesa de la búsqueda, ni esperanza alguna. Cuerpos iban de la luz a una oscuridad. Una sensación de opresión casi física.

Ser masón está penado por la Iglesia con excomunión. 
Papas y obispos se han pronunciado en contra de lo que han denominado una “secta”. El Derecho Canónico castiga a los fieles masones con la severa pena.

En su paso por Santiago, el Gran Maestre de la Gran Logia Argentina Libres y Aceptados Masones, Jorge Clavero manifestó públicamente que “los que critican lo hacen por ignorancia” y que “la masonería no tiene ningún tipo de conflictos con la religión”. Además se declaró católico.
Recientemente, el Papa Francisco ordenó la expulsión del sacerdote Pascal Vesin, párroco de Sainte-
Anne d´Arly-Montjoie, en Megève (Francia), por su reiterada negativa a abandonar la masonería. El
comunicado de la Santa Sede es claro: recayó sobre el párroco una excomunión temporal, con prohibición de recibir los sacramentos y la suspensión de todas sus funciones sacerdotales.

La Diócesis, por su parte, indicó que “a Vesin se le levantará la pena en cuanto manifieste claramente s decisión de volver a la Iglesia y abandonar la masonería”. El episodio, severo, parece indicar lo contrario a lo sentenciado por Clavero para descalificar públicamente a los “ignorantes” que emiten críticas.. Profundizando, la historia de la Iglesia a través de sus documentos también parece afirmar lo contrario a lo predicado por el Gran Maestre.

“Incurren en excomunión”
El 20 de febrero de 1959, el Episcopado Argentino en una reunión plenaria sobre la Masonería emitió un extenso documento en el que asevera, entre otras cosas que “se siente en la obligación de hacer una pública declaración en cumplimiento de la recomendación de S.S. León XIII: ‘Lo primero que procuraréis hacer será arrancar a los masones sus máscaras para que sean conocidos tales cuales son’ (Encíclica HumanumGenus)”.

En relación a lo que denominaron “conjuración satánica que se cernía sobre la humanidad”, los obispos de todo el país recordaron que el Código de Derecho Canónico señala que: “Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género incurren en excomunión” (Canon 2335).
Asimismo, el 24 de julio de 1958 el papa Pío XII señaló como “raíces de la apostasía moderna el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común de todas ellas ”.

El inmortal Pontífice León XIII, en la carta Encíclica “Humanum Genus” —condenatoria de la
masonería— afirma que “hay varias sectas que si bien diferentes en nombre, forma y origen se hallan sin embargo unidas entre sí por cierta comunión de propósitos y afinidad entre sus opiniones capitales, concordando de hecho con la secta masónica: especie de centro de donde todas ellas salen y adonde todas vuelven”.

Finalmente, los prelados emiten diversas recomendaciones. “Todo argentino, pero principalmente la
juventud, debe saber que Catolicismo y Masonería son términos que se contradicen y excluyen
absolutamente como el Cristo y el Anticristo. Y también debe saber que el liberalismo o laicismo, en todas sus formas constituyen la expresión ideológica propia de la masonería”, rubrican y agregan que “lo que mueve toda la acción de la masonería es, en última instancia, el odio a Cristo y a todo lo que lleva su nombre. Su objetivo final es la destrucción de lo católico”.

San Juan Pablo II
Ya en los 80, específicamente el 26 de noviembre de 1983, el sumo Pontífice Juan Pablo II, en un
documento firmado también por el papa emérito Benedicto XVI realizó una declaración sobre desde la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.
“Se mantiene, por tanto, inmutable el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas, ya que sus principios han sido considerados siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por ello la adscripción a las mismas permanece prohibida. Los fieles que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la Santa Comunión”, dictamina el texto firmado por el Santo Papa y el entonces prefecto de la fe, Joseph Ratzinger.

El texto declara lo siguiente: “Se ha solicitado que se altere el juicio de la Iglesia sobre la masonería por el hecho de que en el nuevo Código de Derecho Canónico no se hace mención explícita de ésta, tal como se hacía en el código anterior.” Tal circunstancia se ha debido a un criterio redaccional seguido también para las otras asociaciones igualmente no mencionadas por el hecho de estar incluidas en categorías más amplias.

Más de 200 condenas
Desde los inicios de la Masonería moderna (1717) hasta nuestros tiempos, la Iglesia ha condenado en más de 200 documentos este movimiento. En todos ellos se condena la Masonería como contraria a la Justicia y a la moral natural, así como supone una esclavitud, una inmoralidad, una traición y una apostasía.
Estos son sólo algunos de ellos:
Documentos
 “Inamienti”, del papa Clemente XII, 28 de abril de 1738.
 “Providas”, del papa Benedicto XIV, 18 de mayo de 1751.
 “Ecclesiam”, del papa Pío VII, 13 de septiembre de 1821.
 “Quo Graviora”, del papa León XII, 13 de marzo de 1825.
 “Apostolicae Sedis”, del papa Pío IX, 12 de octubre de 1869.
 “Declaración Sagrada Congregación para la Fe”, 17 de febrero de 1981. Pontificado del papa
Juan Pablo II.
 “Declaración Sagrada Congregación para la Fe”, 23 noviembre de 1983. Pontificado del papa
Juan Pablo II.
Encíclicas
 “Traditi”, del papa Pío VIII, 21 de mayo de 1829.
 “Mirari vos”, del papa Gregorio XVI, 15 de agosto de 1832.
 “Qui Pluribus”, del papa Pío IX, 9 de noviembre de 1846.
 “Quanta Cura”, del papa Pío IX, 8 de diciembre de 1864.
 “Etsi Multa”, del papa Pío IX, 21 de noviembre de 1873.
 “Diuturnum Illud”, del papa León XIII, 1881
 “Etsi Nos”, del papa León XIII, 15 de febrero de 1882.
 “Humanum Genus”, del papa León XIII, 20 de abril de 1884.
 “Ab Apostolici”, del papa León XIII, 15 de octubre de 1890.
 “Praeclara Gratulationis”, del papa León XIII, 18 de marzo de 1902.

“Irrumpen como ladrones”
El papa Clemente XII, indicó cuidadosamente las razones por las que las asociaciones masónicas deben ser condenadas desde el punto de vista de la moral, la política y la sociología cristianas y católicas, a saber:

1. El inescrutable secreto y el disfraz insidioso e inmutable de la asociación masónica y de su obra, por medio de la cual los hombres de su calaña irrumpen como ladrones en casa y como raposas tratan de arrancar de raíz el viñedo, pervirtiendo los corazones de los hombres sencillos y arruinando su
felicidad espiritual y material.

2. Los Juramentos de fidelidad a la Masonería y a la obra masónica, que no pueden ser justificados en
su finalidad, en su objeto, ni en su forma; ni pueden por tanto inducir obligación alguna moral.
Dichos juramentos son condenables porque la finalidad y el objeto de la masonería son malos y
condenables y el candidato, en la mayoría de los casos ignora la importancia y extensión de las
obligaciones que asume y el dicho juramento resulta un abuso, por lo inmoral, absolutamente
reprensible…

3. El peligro que tales asociaciones envuelven para la seguridad y tranquilidad del Estado y para la
salud espiritual de las almas; de donde se sigue una oposición entre dichas sociedades y el derecho
eclesiástico y civil.
El repaso histórico y documentado de la historia de las relaciones de la Iglesia y la masonería deja en claro que las manifestaciones vertidas por el Ex-Gran Maestre Clavero en oportunidad de disertar en nuestra provincia no se ajustan a la realidad. La Iglesia condena la masonería y según los dictados del Derecho Canónico, por Derecho Público de la Iglesia, un católico masón cumple con todas las condiciones para recibir la pena de la excomunión.

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