Pío Moa: “Hay una gran diferencia entre llamar mentiroso
a un historiador y demostrar que está mintiendo”
8 SEPTIEMBRE 2022
Yann Vallerie, director de Breizh-Info, me pidió la semana pasada que me pusiera en contacto con Pío Moa para entrevistarle por la polémica suscitada en Francia a raíz de la publicación de su libro “Los mitos de la guerra de España” en el país vecino. La entrevista fue publicada en francés ayer, ésta es la traducción.
Los izquierdistas llevan décadas haciendo y rehaciendo la historia a su antojo (y enseñándola en nuestras escuelas y universidades debido a sus posiciones mayoritarias e influyentes dentro del Sistema Educativo Nacional). La guerra civil que envolvió a España de 1936 a 1939 no es una excepción a la regla de la parrilla de lectura ideológica de la izquierda, una parrilla que, por definición, no tolera el más mínimo cuestionamiento, ni el más mínimo debate (so pena de ser incluido en la lista negra, y a veces incluso perseguido).
Por eso, cuando el antiguo militante comunista Pío Moa publicó en 2003 un libro titulado "Los mitos de la guerra de España", traducido y publicado este año en francés (L’Artilleur), la izquierda se atragantó irremediablemente. ¿La tesis principal de Pio Moa? El antiguo militante comunista, implicado en los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista del Primero de Octubre) de inspiración maoísta, cuestionó la presentación establecida de la guerra española como una reacción republicana a un golpe “fascista”. Defiende la idea de que la guerra civil y la inestabilidad que se produjo (antes de que Franco tomara el poder) fue buscada deliberadamente a partir de 1931 por la franja radical de la izquierda española para promover la revolución.
Según los excepcionales documentos reunidos por Pío Moa, el origen del conflicto no fue el fallido golpe de Estado de julio de 1936 contra la Segunda República Española, sino la “amenaza roja” que suponían para la democracia las facciones de extrema izquierda que preparaban un levantamiento de tipo comunista según el modelo de la revolución asturiana de 1934.
La radicalización de la izquierda en el poder bajo el Frente Popular (asesinatos de militantes y políticos de los diferentes componentes de la derecha democrática, destrucción de edificios religiosos, asesinatos de clérigos, etc.) provocó un endurecimiento de los conservadores. El levantamiento militar del 18 de julio de 1936 se produjo en un momento en el que Largo Caballero y sus partidarios habían puesto en marcha un proceso revolucionario desde 1934, similar al que había derrotado al régimen de Kerensky en Rusia en octubre de 1917.
Esto fue todo lo que se necesitó para que los críticos de la libertad de expresión y la investigación histórica soltaran una palabra: “Revisionismo”. Hay temas históricos que rozan claramente la verdad religiosa. Por nuestra parte, sin importarnos los gritos histéricos de los izquierdistas que también sienten sin duda el viento de la historia que sopla (y que ya han hecho bastante borrón y cuenta nueva de nuestro pasado, o lo han intentado), leemos el libro de Pío Moa, y animamos a las mentes críticas a hacerlo, y luego entrevistamos al hombre que la prensa de izquierdas demoniza sin ofrecerle siquiera un micrófono. Sin embargo, es lo mínimo cuando se pretende ser periodista, ¿no es así?
En primer lugar, ¿qué hechos explican que, como partidario de la izquierda, haya cambiado muchas de sus opiniones desde hace décadas?
Hechos como el triunfo de los “revisionistas” (Deng Xiaoping) sobre los maoístas en China o la invasión de Vietnam por China me obligaron a reconsiderar mis anteriores creencias, en particular la solidez de la doctrina marxista (en relación con la teoría de Marx de la tendencia a la baja de la tasa de beneficio capitalista) El marxismo es una teoría muy firme si no se cuestionan algunas de sus bases doctrinales. Pero si estas fallan, como así ocurre, el marxismo solo puede dar lugar a errores y crímenes.
¿Puede explicarnos en qué contexto escribió sobre los mitos de la guerra española, en 2003, un libro que ha sido publicado ahora en francés?
Me dediqué a investigar el origen de la guerra civil en los archivos del PSOE (de la Fundación Pablo Iglesias), en las actas de las cortes o Parlamento, el nacional y el catalán, en el Archivo histórico Nacional y el de Salamanca, Partía del habitual punto de vista de izquierda, antifranquista, etc., y me indignó comprobar hasta qué punto se estaba engañando a los españoles sobre su pasado todavía reciente. No es de extrañar que necesiten una ley de “memoria” que atacan la libertad intelectual y las libertades políticas.
En Francia, desde la entrevista que concedió a “Figaro Historie”, muchos historiadores (con opiniones ideológicas también) empiezan a explicar que usted es un mentiroso, y que su trabajo no es científico y tiene una ideología. ¿Qué les responde?
Hay una gran diferencia entre llamar mentiroso a un historiador y demostrar que miente. Desde el principio me han insultado, me han impuesto luego el silenciamiento en los medios y la universidad, me han acusado de mentir, pero no han demostrado una sola mentira por mi parte, ni siquiera lo han intentado. Por mi parte, sí me he ocupado en demostrar sus manipulaciones, que en conjunto nacen de pretender que el Frente Popular defendía la democracia. Esta es una tesis básica de los comunistas, pero el núcleo de dicho Frente se componía de comunistas y socialistas bolchevizados, que se entregaron a la tutela de Stalin, así como separatistas imbuidos de un racismo tan feroz como ridículo, más unos republicanos de izquierda (Azaña) golpistas y de anarquistas. Sin duda es muy “científico” presentar a como democrático a tal enjambre, dentro del cual hubo muchos asesinatos y dos pequeñas guerras civiles.
¿Es su libro un manifiesto de rehabilitación del franquismo?
No está planteado así, pero esa es una de sus consecuencias. Franco era en 1930 partidario de una democratización ordenada, luego la república resultó caótica y las izquierdas la destruyeron en dos golpes: la insurrección del PSOE y los separatistas catalanes en octubre de 1934, que fracasó pero dejó al régimen malherido, y después las elecciones demostradamente fraudulentas de febrero de 1936, tras las cuales se impuso un auténtico régimen de terror. Franco no se levantó contra la República sino contra quienes la habían destruido. Una democracia es imposible si varios de sus principales partidos rechazan sus normas e imponen su violencia. En definitiva, el bando de Franco salvó a España de la sovietización y de la disgregación nacional. Pero no fue su único mérito: salvó a España de la II Guerra Mundial, con lo que España es uno de los muy pocos países de Europa Occidental que no debe su democracia ni luego su prosperidad al ejército useño, e indirectamente y no menos importante, ni al soviético. Cuando se quiere equiparar a Franco con Hitler se olvida que Franco se mantuvo al margen de la guerra europea, y que Hitler dejó a su país en ruinas, mientras que Franco lo dejó próspero, pacífico y reconciliado, apto por fin para una democracia no convulsa. Una democracia que ponen en peligro los antifranquistas, que se identifican precisamente con aquel Frente Popular.
¿Cómo explica que, aproximadamente un siglo más tarde, sea cada vez más difícil hablar de la guerra española, de los hechos, de las consecuencias? ¿Existe una forma de terror intelectual en España, como sucede en Francia desde hace muchos años?
Sí, existe una forma de terror que se manifiesta ahora en las leyes de memoria “histórica” y llamada para colmo “democrática”, que atacan precisamente las bases más elementales de la democracia, las libertades de opinión, expresión, asociación, investigación y cátedra. Han tenido que recurrir a tales leyes precisamente porque les ha sido imposible rebatir libros como el mío sobre los mitos de la guerra civil.
España parece estar hoy tan dividida como hace un siglo, antes de la guerra española. ¿Está usted de acuerdo con esto? ¿Cómo ve el panorama político actual en España, con el ascenso de Vox, por ejemplo?
Lo más importante que ha ocurrido políticamente en España desde la transición ha sido la aparición de VOX. Este partido me suscita grandes esperanzas, aunque creo que todavía ha de avanzar más en su política internacional y en la percepción de la historia. Si defiende la unidad nacional y se opone a la destrucción de la democracia por partidos que se identifican con el Frente Popular, debe reconocer finalmente que fue el franquismo quien salvó al país de la desintegración o la sovietización, y facilitó su evolución hacia una democracia que hoy está amenazada.
Apasionado de la historia y viajero empedernido, es un buen conocedor de los países del Este, donde viaja con frecuencia, y de su situación política, gracias a sus amistades con periodistas y politicos de los partidos patrióticos de muchos de esos países.