11-S: Cuando comenzó la III guerra mundial por etapas
En el caso de España fue peor: los atentados terroristas del subsiguiente 11-M sirvieron para dividir, en lugar de para unir, a la sociedad española.
El 11 S de 2011 comenzó la III guerra mundial por trozos
El 11 de septiembre de 2001, cuando el botarate de George Bush se estaba enterando de lo que sucedía en la Casa Blanca, un par de aviones con pasajeros -civiles, naturalmente- se estrellaron y derribaron las torres gemelas de Nueva York, los rascacielos más altos de la ciudad de los rascacielos. Se trataba de terroristas islámicos, pero eso casi es lo de menos. Porque el mayor error de Occidente fue convertir aquello en una guerra contra el terrorismo, cuando lo cierto es que era una guerra de religión, una guerra contra la fe cristiana que había forjado Occidente y que se libra, tanto en Oriente como en el interior de la civilización cristiana occidental. Por contra, se habló de una guerra entre tiranía y democracia, como si el sistema político democrático no fuera otro vástago, y no el primogénito, de un Occidente forjado en la fe cristiana.
¿Quién hace la guerra sucia? El que mata civiles.
El drama del siglo XXI es la obsesión
por hacer pasar al terrorismo por guerra,
incluso por guerra justa
Fue el 11-S cuando comenzó la III guerra mundial por pedazos, como la ha definido acertadamente el Papa Francisco. Por pedazos, y temporal, en fondo y forma, en contenido y en continente: es decir, una guerra permanente en la que nadie sabe quién está contra quien. Se lo digo yo: es una guerra del Nuevo Orden Mundial, que no es islámico ni comunista, pero que utiliza a ambos, pero que es, ante todo, satánico e intenta destruir el ya de por sí, dividido Occidente cristiano... y un pelín apóstata.
En cualquier caso, el 11-S tendría un hermano menor, el 11-M español, de cuya autoría última aún surgieron más dudas que de su hermano mayor. Y es que, en el caso de España fue peor: los atentados terroristas del 11-M sirvieron para dividir a los españoles. Al menos, los de Nueva York, o los de Londres, o los de Bali, dirigidos contra australianos, tuvieron la consecuencia positiva de unir a norteamericanos, británicos o australianos. En España no, en España forzó el triunfo imprevisto y mentiroso de Zapatero, que devolvió a España al guerracivilismo. Zapatero sólo llegó al poder sobre los cadáveres del 11-M. Como no disponía de un 11-M, Sánchez llegó al poder con una moción de censura apoyada por comunistas, separatistas y proetarras: guerra mundial por trozos y por etapas.
Estados Unidos y Europa han perdido a Rusia
para Occidente. O sea, hemos perdido
la gran ventaja competitiva de una misma fe cristiana,
cuestión estratégica de primerorden
Volvamos al 11-S. ¿Quién hace guerra sucia, esa III guerra mundial por etapas? El que mata civiles. El drama del siglo XXI es que nos fuerza a hacer pasar el terrorismo por guerra, incluso por guerra justa. Y es que la guerra declarada, abierta, la guerra de Ucrania, provoca menos víctimas que la guerra del terrorismo, con sus secuelas de hambre e ingeniería social forzada, personas que huyen del horror para caer en el horror de la miseria y en la desesperanza, con más víctimas que una guerra abierta como la guerra de Ucrania.
Estados Unidos y Europa han perdido a Rusia para Occidente. O sea, hemos perdido la gran ventaja competitiva de una misma fe cristiana -la de Rusia y el resto de Europa-, cuestión estratégica de primer orden. Ahora mismo, Occidente está a un lado mientras Pekín y Delhi -cuidado con esta última- se han unido a un Moscú que ha girado hacia el este.
Zapatero sólo llegó al poder en España
sobre los cadáveres del 11-M.
Como no disponía de un 11-M, Sánchez llegó al poder
con una moción de censura apoyada por comunistas,
separatistas y proetarras: guerra mundial
por trozos y por etapas
Dicho de otra forma, hemos perdido la gran oportunidad de la "conversión de Rusia" que, desde 1917 Nuestra Señora de Fátima había llevado a cabo, hasta la caída misma del comunismo soviético que, por comodidad, fechamos en 1989.
Sí, el leninismo cayó y así se cumplió la profecía, pero ahora hemos vuelto a perder a Rusia, sin promesa para su recuperación, salvo los débiles recursos de la diplomacia humana. No es una buena noticia para el vigésimo primer aniversario del 11 de septiembre.