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miércoles, 4 de marzo de 2015

Retrato del HETERODOXO Maniático. Pelagianismo, nominalismo, inmanentismo, liberalismo, modernismo (eliminar a Dios de la vida social), aconfesionalismo, existencialismo, gnosticismo, subjetivismo, globalismo, buenismo, frikismo del diablo (arrancar el Misterio del Evangelio), NEW AGE. Autores citados: Lutero, Hegel, Schleiermacher, Strauss, Nietzsche, Harnack, Bultmann, Bergson, Teilhard de Chardin, Blondel, Castillo, Loisy, Küng, Boff, Schillebeeckx, Jon Sobrino, José A. Pagola, Walter Kasper (1730)

Alonso Gracián
 (InfoCatólica-23.02.15) 
SUMARIO
I. LA MEGALOMANÍA DEL HETERODOXO MANIÁTICO
II. LOS FALSOS PROFETAS DUERMEN CON UN OJO ABIERTO
III. MENÚ DEL HETERODOXO MANIÁTICO
 1. La EXÉGESIS LIBERAL (primer plato)
2. El MODERNISMO CATÓLICO (plato fuerte)
3. La NEW AGE-Nueva Era (postre)
IV. ALGUNAS MANÍAS Y TICS DEL HETERODOXO 
1. DESMITIFICANDO que es GERUNDIO
2. MALAPROXIMARSE HISTÓRICAMENTE a JESÚS
para ALEJARSE de la FE y RELAJARSE un POCO

I.- LA MEGALOMANÍA DEL HETERODOXO MANIÁTICO
Los falsos profetas principian a menudo impugnando el orden creatural, con la excusa de humanizarlo, y ponerlo por misericordia en manos del pecador. Lo hemos visto con ocasión del Sínodo 2014-2015.
Pero no todos los voceros del error transitan por tan altos acontecimientos eclesiales. Algunos caminan muy quedo, sin ser notados, de púlpito en púlpito, de aula bíblica en aula bíblica, con los libros de sus viejos ídolos en la mano, fotocopiados, enviados por email y comentados en facebook.
Cada uno a su modo y en su propio ámbito, son cooperadores de la descristianización galopante de Occidente. Oramos respetuosamente por ellos y le deseamos todo bien, sobre todo su conversión, y que cierren la boca, o que al menos la abran cuando estén a solas, o sacando al perro.
A todos ellos se les puede aplicar la tremenda frase de Persio, Sátira I: scire tuum nihil est, nisi te scire hoc sciat alter? (Hasta tal punto tu saber no vale si no lo sabe otro?)
Es su delirio de grandeza: refundar la Iglesia, descristologizar el Evangelio (¡!), impugnar la Ley Natural, objetar la disciplina de la Iglesia, aproximarse históricamente al verdadero Jesús histórico, que es el que ellos y sólo ellos conocen….
¿Por qué?
Nos lo dice el gran satírico romano: ”at pulchrum est digito monstrari et dicier: hic est” (Es bonito que le señalen a uno con el dedo y exclamen: ese es)
Ese es. Nosotros, con la caridad debida, vamos a señalar algunos de sus errores y manías.
II.- LOS FALSOS PROFETAS DUERMEN CON UN OJO ABIERTO
Que descansan vigilando, pendientes, aprovechando cualquier ocasión para despertar y levantarse. Un pequeño descuido en el ejercicio de la autoridad de la Iglesia, especialmente en la condena del error; un éxito editorial de este o aquel autor heterodoxo; una declaración confusa de un obispo o cardenal; un Sínodo revuelto, como aguas de torrentera; cualquiera de estas ocasiones hacen sonar su despertador, saltan como sapos de la cama , y hala, a batallar contra Cristo y su Iglesia, disfrazados de buen-rollismo del pelagianismo, de misericordia centro-comercializada para cristianos de segunda clase.
Cuando el hombre fiero adicto al error está cansado, porque le combaten sus fábulas y extravíos, se queda en cama holgándose de sí mismo, y no abre la boca. Pero si llega el tiempo en que se le despierta, se levanta y sale por los campos de trigo de la Iglesia a propagar la mala sementera.
“Se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos” (Mt 24, 11)
Dice la Escritura “se levantarán”, porque eso hacen. Se yerguen puño en alto, apostados en los caminos eclesiales más variopintos, desde las sacristías hasta los salones parroquiales, o las trastiendas sinodales. Y ya está el cazador dispuesto contra el Ciervo.
En ellos levantarse y abrir la boca es la misma podre. Y cómo se adelantan a la predicación de la verdad, si ésta es pusilánime, incompleta, lagunosa, tímida, voluntarista, mediocre, incorrecta, sulfurosa o molinistizada.
Se ciernen sobre lo más santo y comienzan a inocular sus virus de mala doctrina, sus herejías grasientas, sus tesis-chinche, que succionan la verdad.
Despertar dragones no es una pastoral prudente.
III.- MENÚ DEL HETERODOXO MANIÁTICO
El falso profeta posmoderno siempre es atormentado por una gula de dos platos: primero, el liberalismo exegético del siglo burgués, (es decir, del XIX); segundo, el modernismo católico. De postre, un poco de New Age.
III.I.- PRIMER PLATO: LA EXÉGESIS LIBERAL
Se demuestra constatando en las obras de sus distinguidos autores la primacía del pensamiento subjetivo sobre la realidad objetiva y el Magisterio de la Iglesia. Sus efectos en el organismo sobrenatural son pérdida del sentido de la Tradición y la Escritura. A esto se le suma la mala digestión producida por el nominalismo heredado por Lutero de Biel, Occam y otros ingredientes impertinentes.
Schleiermacher, que tantas lágrimas de moscatel hacia saltar a los románticos, puso de moda la religión sentimental, que Bloy odiaba con tanta santa indignación. Pero el hito fundamental lo marca la “Vida de Jesús” de Strauss, que separa el Jesús real, histórico, del Jesús de la fe. Nefanda idea que con tanta profundidad rebate Benedicto XVI en su “Jesús de Nazaret”.
Obra especialmente cansina fue “La vida de Jesús” de Renan, escrito que despertaba las iras de Nietzsche, y que seguramente contribuyó a que el pobre nihilista se reforzara en su nihilismo y acabara demente.
Y es que la pasión del falso profeta por la teología liberal no tiene límite. Por eso bebe tanto del modernismo católico como del liberalismo teológico protestante. Y cuando diserta entre filósofos ateos, adopta pose del hegelianismo, como marca el protocolo.
La teología católica disidente en Europa se empapó de las tesis de Harnack, que tanto fortaleció la exégesis según la cual el Evangelio es ante todo el anuncio de un Padre bueno, tan bueno que en modo alguno enviaría a la Cruz a su Hijo, y disculpa todos nuestros pecados. Al relativizar el papel del Hijo el Evangelio queda sin centro, sin Cristo. Así se da el paso hacia un cristianismo sin Cristo que es sólo moral sin Verbo. El aconfesionalismo naturalizante está servido. Vade retro.
La aproximación humanitarista al Jesús no histórico también ha calado entre los católicos, como chirimiri de secularización. Es la edificación moralista de la Ciudad Terrenal, vista como urbe aconfesional de la utopía. Fue el empeño de Jürgen Moltmann, que nos contagió del existencialismo descarnado de Bultmann, el Desmitificador, cual superhéroe de Marvel. Este espiritualismo ha conectado la teología católica con la New Age.
Comienzan, pues, los liberales, como la carcoma, remordiendo la conexión entre la ley y la gracia, entre el Antiguo y el Nuevo testamento. Como apunta genialmente Benedicto XVI, en “Jesús de Nazaret”: “No es casual que Harnack, como principal representante de la teología liberal, exigiera que diera cumplimiento finalmente a la herencia de Marción para liberar así al cristianismo del lastre del Antiguo Testamento” (pág. 137).
Pero un paso más camina Bultmann, relacionando el Evangelio de San Juan con el gnosticismo
No falta quien arranca la cristología del Evangelio, mimetizándose cual camaleón liberal con Adolf von Harnack, que por supuesto no tenía cara de reptil, cual personaje del Bosco, pero sí que sufría está manía. Así, bajo esta óptica sin gafas, la Buena Nueva consiste en anunciar tan sólo al Padre bueno. Para ello, hay que desprenderse cuanto antes del Antiguo Testamento. El marcionismo aún tiene pluma.
Todas estas aproximaciones históricas al Jesús histórico son elucubraciones que “hacen sentirse inseguros ” a los creyentes, como alertaba angustiado Rudolf Schnackenburg —sin terminar, por cierto, de liberarse su criticismo. Una inseguridad que embiste la fe de los católicos semipelagianizados y los voluntariza aún más.
III.II.- SEGUNDO PLATO, EL FUERTE: MODERNISMO CATÓLICO
Henri Xabier Perin diagnosticó certeramente el objetivo central del modernismo: eliminar a Dios de la vida social.
Nosotros lo caracterizamos como La Gran Impostura: substituir el verdadero centro, que es Cristo, por otro, que es el hombre. Esta impostura se realiza de forma dinámica, como no podía ser menos, y evolucionista, por supuesto: pensemos en la proteínica influencia de Bergson, en este sentido.
Y tan dinámico, por vertiginoso, se vuelve el concepto de Dios, que se acelera la doctrina de su Hijo y de su Iglesia hasta tal punto… que se la hace descarrilar, para que quede inserta en la corriente del Maelstrom, y sucumba a merced de su torrente salvaje. La Tormenta Perfecta.
Esas profundidades supralógicas, pulverizadas, de LeRoy, que tanto recuerdan a las deconstrucciones zen (perdonadme, católicos budistas, la impertinencia); los cosmicismos crísticos de Teilhard de Chardin, con su empanada evolucionista de imposible digestión, salvo para algún rumiante próximo a la extinción; la hibridación de lo natural con lo sobrenatural, que condimenta Blondel con ese inmanentismo secularizante sin censura que tanto recuerda, en la actualidad, al de José María Castillo… ay, cuánta tontería….
De los placeres del inmanentismo se encargó Laberthonnière de hacer elogio y pandereta, haciendo ruido para reclamar, para la verdad, la cualidad de la inmanencia. No tenía el buen hombre nada mejor que hacer que deconstruir la transcendencia.
Y ya subidos al autobús del inmanentismo, la siguiente parada es la sugestión de Oriente, la manía por el orientalismo, que afectó a Loisy, y le engatusó de hipofísica, es decir, de sumisión a lo irracional, de huida de la razón natural, de surrealismo filosófico. Que no iba a ser, sin embargo, la última parada.
Todavía queda una: el globalismo. Hacer converger todas las religiones en una sola, nominalista, global, planetaria, en que no hay universales. En esta última parada se apean también Hans Küng y Leonardo Boff.
George Tyrrel sumerge la Palabra Divina en la corriente del Maelstrom. Propugna el evolucionismo de los dogmas, como el que come pipas esperando el tren. Y el tren llega, y le conduce a la apostasía casi sin enterarse. Que alguien le dé agua, por favor.
En fin, este segundo plato es bien potente. Digerirlo supone, no lo dudéis, un estómago apóstata y un gaznate conquistador, Quevedo dixit, capaz de tragar grandes volúmenes de aburrimiento.
III.III.- EL POSTRE:  La New Age.
Sorprenderá a los enteradillos. Pero es así. Que un flan gnóstico se les hace agua en la boca.
IV.- ALGUNAS MANÍAS Y TICS DEL HETERODOXO QUE AFEAN SU RETRATO
Que todo buen modernista posmoderno gusta de vestusta y kasposa luteranidad, como marca el protocolo, es de sobra evidente.
Si te aficiones a leer las obras de los frikis del Modernismo, acabarás convirtiéndote en friki tú también. Si te engolfas de Kasperismo, te acabarás kasperizando. Si te haces adicto a las grasas saturadas del subjetivismo liberal de Pagola, te acabará subiendo el colesterol, y tiene guasa que tengas que abandonar el buen queso payoyo o las tapitas de butifarra por culpa de este hombre.
Pero veamos algunas manías.
IV.I. DESMITIFICANDO, QUE ES GERUNDIO
La primera de ellas es la manía desmitificadora, que en el fondo es el frikismo del diablo: arrancar el Misterio del Evangelio.
Por ejemplo, de los milagros del Señor. La obra “Jesús, el Cristo”, de Walter Kasper, es en este sentido profundamente friki. Con paciencia de hemíptero, va succionando todo lo misterioso de la vida del Señor para dejar su predicación sin milagro. Lo misterioso queda reducido a literatura, o como diría el ínclito Bultmann, a mero mito, a mera literatura empanada, a mera fantasía gnóstica, a mera mericidad…
Para Kasper, los pasos del Señor sobre las aguas, la obediencia de la tempestad, la multiplicación de los panes…, son proyecciones de experiencias, añadidos legendarios, atavismos de la cultura rabínica o helenística.
Según esta miopía, el ser humano no puede juzgar si los milagros de Jesús son milagrosos o no. Por ello no tienen potencia apologética, sino que presuponen la fe. De lo contrario, Dios no se estaría comportando educadamente con el hombre, lo abrumaría, lo atropellaría, lo dejaría alelado ante su poder. El buenismo está servido.
Esto me hace recordar un pasaje maravilloso del Magisterio de la Iglesia, verdadera terapia curativa para esta manía:
“Vaticano I: «Si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por tanto, todas las narraciones sobre ellos, aun las contenidas en la Sagrada Escritura, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos, o que los milagros no pueden nunca ser conocidos con certeza… sea anatema» (Dz 3034).
Esta desmitización, que no puede generar sino desencanto moderno, como diría clarividentemente Weber, es la mala sandía del huerto. Parece grande, hinchada, lustrosa y oronda: parece que todo lo explica. Pero por dentro está podrida.
Si la razón, bajo el prisma luterano, es ramera del diablo, ¿¿para qué milagros, en tiempos de miseria?? Si no es necesario impulsar a la razón a saltar sobre sí misma y descubrir razonablemente su propio límite, ¿para qué milagros? La negación del Misterio y de los milagros sólo proviene de dos fuentes: del racionalismo y del irracionalismo; las dos caras de la misma máscara: por un lado optimista, por otro-pesimista. La razón adámica queda inutilizada al faltarle el auxilio de la fe, y de la vida interior que le proporciona el Misterio. Nos encontramos ante el subjetivismo nominalista, que desconfía radicalmente de la razón.
Esta desmitización es como una máquina de envasar al vacío. Deja el Evangelio sin Misterio, listo para consumo fácil de un numen gravemente deteriorado sin el auxilio sobrenatural. Como hemos mencionado, fue la manía principal de Bultmann, quien, como dice Nicolás Abbagnano con su habitual claridad en el Vol. III de su Historia de la Filosofía: “juzga indispensable para la teología una reinterpretación del mensaje en orden a liberarlo de la forma mítica”.
Ya lo tenemos. ¡Impostura, de nuevo! Se substituye el Misterio de Cristo, malvisto como mera forma mítica, por el Jesús histórico , y así se “libera” el Evangelio —o como ranciamente panfletea nuestro exegeta liberal: se le hace válido para la existencia. Qué horror.
IV.II.- MALAPROXIMARSE HISTÓRICAMENTE A JESÚS, PARA ALEJARSE DE LA FE Y RELAJARSE UN POCO
Esta obsesión por encontrar un Jesús histórico liberado de todo Misterio real, objetivo e histórico, es el empeño del poco original y muy exitoso José Antonio Pagola: “Jesús. Aproximación histórica”.
El problema que encontramos aquí es el mismo, realmente, con que nos topamos en el menú anteriormente expuesto. Exégesis liberal, modernismo católico. Más de lo mismo. Tal vez aquí redescubrimos alguna que otra manía más, que también hallamos en E. Schillebeeckx o Jon Sobrino.
Permítaseme explicarlo así: siendo la Iglesia Casa del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15), da la impresión, por la actitud exegética mostrada en tan dañoso y molesto libro, que lo que se pretende es convertir a la Iglesia en un Gran Hotel, y al cristiano en un simple turista de la Escritura.
Con Pagola ocurre que encaja a la perfección con los ambientes de lujo y consumo, de moda y recreo. El libro de Pagola es un libro para llevarse a un spá: Cristianismo relajante, con olor a canela.
Y es que si alguien te dice que para encontrar al verdadero Jesús, has de prescindir de la fe, pues hala, tus oídos carnales quedan agasajados. El mundo te sonríe, ya no te persigue. La religión es así como un masaje para el alma caída, una tonificación termal para la mente adámica.
Para ello, el autor, a lo largo de las páginas de este libro, realiza una puesta en duda sistemática de tooooodo cuanto se dice en el Evangelio. Hasta que en la Casa del Dios vivo no quede ya el Dios vivo, sino el hombre replegándose sobre sí mismo y holgándose de sí. El teólogo gusta así de pasar una temporada habitando la propia habitación de sí mismo.
«Lo que más le interesa a Dios no es la religión, sino un mundo más humano y amable» 
Aquí parece que estoy oyendo a Castillo y su obsesión bizcochona de substituir a Dios por la bondad.
En definitiva, si: “«Jesús no pretendió nunca romper con el judaísmo ni fundar una institución propia frente a Israel. Aparece siempre convocando a su pueblo para entrar en el reino de Dios» (474-475),
entonces es preciso refundar lo mal fundado. Y la Iglesia no es la Casa de Dios. Queda convertida en un Hotel, al que podemos alojarnos cuando hagamos turismo por el Evangelio.
Refundadores, por cierto, no faltan por ahí… pero de ellos ya hablaremos, que soncabeza a pájaros.
V.- ÚLTIMAS PINCELADAS AL RETRATO
Scire tuum nihil est, nisi te scire hoc sciat alter? (Hasta tal punto tu saber no vale si no lo sabe otro?)
Amigo, que no sea tu mente el escenario que dé valor a estas obras.
El mandato de Cristo es contundente: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mt 22, 37, 39)
Al heterodoxo maniático, pues, hemos de amarlo como a nosotros mismos, no en cuanto falso profeta, sino en cuanto hermano. Orar por él, sacrificarnos por él, interceder por él…. pero no condenarnos por él.
Por eso, atiende a esto: Suadeo tibi ne legas, te aconsejo que no leas.
¡No leas heterodoxos!
El retrato que aquí hemos trazado es incompleto. Podríamos estar dando pincelas hasta el infinito y más allá. La sana doctrina que es remedio de tanta manía heterodoxa la estamos ofreciendo aquí, en Infocatólica, desde hace tiempo. Recomiendo en especial el muy profundo y certero texto del P. José María Iraburu: “Los Evangelios son verdaderos e históricos”, Gratis date. También recomiendo el magnífico post de Luis Fernando Pérez Bustamante “Os envié profetas y no obedecisteis”, con un riquísimo material doctrinal.
P.D.
Es misteriosa la capacidad con que el Verbo, encabezando su Iglesia, dota a la sana doctrina para el aliento de mociones de caridad, toques de abnegación, advertimientos a la voluntad, para que se aleje del error. Y es que la verdad fue agraciada con el don de Dios, que nos ha venido con Jesucristo. Por eso, te repito: no leas a heterodoxos compulsivos, sumerge tu mente en el agua viva de Cristo y límpiala de oscuridad. El Señor te ronda y se te arrima, con su sembradura de claridades. Ama la sana doctrina del Señor, que pronuncia su Iglesia. Que la verdad y la gracia nos vinieron con Él (Juan 1, 17). LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI. ¡Santidad o muerte!

Alonso Gracián 
(21.03.15)
En el Renacimiento se consuma la Gran Impostura 
preparada por la Caída de la Escolástica, 
que propiciaron los nominalistas, 
y su gran mente pensante, Ockham
I.- COMENZAMOS, RECORDANDO LA IMPOSTURA
II.- LOS PUNTOS CAPITALES DE LA VERDAD CATÓLICA
III.- SIGAMOS CON EL RENACIMIENTO y EL LATIGAZO DE BLOY
IV.- LA OBSESIÓN DEL HUMANISMO VITRUVIANO Y EL TITANISMO PROTEÍNICO DE MIGUEL ÁNGEL
V. LA CONVERSIÓN DEL HOMBRE A SÍ MISMO. PICO DE LA MIRANDOLA Y EL INEFABLE BOVILLUS
VI.- LA MÍSTICA DEGRADADA EN MAGIA Y LA TÉCNICA ABSOLUTIZADA
VII. QUE SE MARCHE, EL HOMBRE VITRUVIANO, Y NO PORFÍE MÁS
I.- COMENZAMOS, RECORDANDO LA IMPOSTURA
No nos engañemos. A partir del siglo XVI el mundo católico parece cabeza a pájaros.
En líneas generales, salvando figuras excepcionales, podemos decir que el hombre medieval, cristocéntrico, adorador y litúrgico, centrado en la gracia, fue substituido por el hombre moderno, antropocéntrico, moralista, menospreciador de la mística y vuelto hacia afuera.
Y comenzó, formalmente, en el Renacimiento, aunque se estaba gestando mucho antes, en la mente de los nominalistas y su mente pensante, Guillermo de Ockham.
Lo diremos con una metáfora:
El Hombre de Vitruvio de Leonardo, proteínico y voluntarista, figura de este nuevo modelo de cristiano, levantó sus brazos, se colocó en el centro, desplazó la gracia de los elegidos, y dijo: -aquí estoy yo. Soy perfecto, soy maravilloso, soy lo máximo. Es verdad que he caído, pero volviendo a la Antigüedad Clásica volveré a resurgir. Que toda la vida cristiana gire entorno a mí.
***
Nefastas fueron las consecuencias de esta substitución: el eclipse de la doctrina de la primacía de la gracia y el silenciamiento de la Predestinación gratuita. La salvación se hizo negocio entre el hombre y Dios.
Mucho disparate de este tiempo procede de este desenfreno antropocéntrico que comenzó a propagarse en el Renacimiento. Y aunque le pese a los admiradores deMiguel Ángel, si se pintan figuras de santos como titanes proteínicos, recién salidos de una sesión de pesas en el gimnasio, es que algo está fallando en la Cristiandad.
Con el nominalismo, esa especie de idolatría de la arbitrariedad que ya venía de antiguo (de la caída de la Escolástica), ocurrió que el voluntarismo fue sobrealimentado en exceso y se volvió expresión del espíritu titánico de la época; triunfó en el pensamiento occidental, e impregnó la cosmovisión europea. La relación entre gracia y libertad había empezado a ser deconstruida, desmontando su anclaje metafísico. La bella imagen de los dedos sixtinos es el icono del cooperacionismo semipelagiano: Dios pone su parte, el hombre pone su parte, y ambos se encuentran.
Y para deshacerla y volver a componerla como en el gimnasio de la voluntad, aparecieron los tres molinismos: el molinismo de Molina y su sofisticadísima Concordia, que es el puro y duro y el genuino, y que asusta un poco, como el coco; el molinismo menos molinista y más congruo, que fue el permitido, y es más bonachón; y el molinismo arrogante y musculoso que se impuso en la opinión popular, que aquí llamamos supermolinismo, y que es el que domina y lleva la batuta del pensamiento católico en general hasta hoy. La sinfonía que dirige no es nada armoniosa, más bien disonante de cabo a rabo.
Lo peor de todo esto fueron las consecuencias.
Una de ellas fue la exclusión de la vida mística de la vida cristiana normal. Se fue formando una especie de espiritualidad sin especie, en que el piadoso se repliega sobre su propia piedad y se centra en su propia subjetividad.
Basta una mirada de soslayo, como quien no quiere la cosa, a la historia de la filosofía renacentista, para comprobar la trulla de personajes extravagantes y seudomísticos que pueblan ese gran hotel del antropocentrismo que fue comenzado a edificar en el Renacimiento y que aún, hoy día, se sigue restaurando.
Es el triunfo del mecanicismo ético, la religión como una sala de entrenamientos de la que salen supermanes de moralidad.
Esa maravilla eclesial que fue Trento no podía quedar sino silenciada en parte, salvo en la vida de los santos o el Magisterio apostólico. Podemos decir, grosso modo, que la manera en que culturalmente hemos querido compensar La Reforma protestante ha sido pésima en líneas generales, porque se olvidó lo esencial de la fe católica.
II.- LOS PUNTOS CAPITALES DE LA VERDAD CATÓLICA
Lo esencial de la fe católica, su punto capital. ¿Cuál es? Pues precisamente nos lo dice con tremenda y escandalosa claridad y precisión, el Papa Paulo V, y lo hace justamente para poner fin a las broncas entre tomistas y molinistas.
Se olvida a menudo, es decir, casi siempre, que el Papa permitió CONDICIONALMENTE el molinismo. Sí. Puso una condición, que ya cumplían los tomistas desde que el tomismo empiezó con san Agustín. 
Decía Paulo V, tras poner punto y aparte, que no punto final, a las discusiones de Auxiliis, que…
“La cosa ha sido diferida. Que una y otra parte concuerden CON LOS PUNTOS CAPITALES de la verdad católica”
Caramba…así que tomistas y molinistas deben coincidir en los puntos capitales de la verdad católica. Y ¿cuáles serán esos puntos? Pues estos, ni más ni menos:
”enseñen que Dios, con la eficacia de su gracia, nos excita a obrar y hacer que queramos, y DOBLEGA y CAMBIA las voluntades de los hombres”(Denz 1090)
Sí, has escuchado bien. Los molinistas, también los de hoy, siglo XXI, pueden explicar como quieran la relación gracia y libertad, pueden discrepar de los tomistas en la manera de explicarlo, pero lo que no pueden dejar de hacer es enseñar que Dios, con la eficacia de su gracia, nos escita a obrar y hacer que queramos, y DOBLEGA y CAMBIA las voluntades de los hombres. Porque con este mandato fue permitido que enseñaran su molinismo.
Pero… ¿qué pasó? Que salvo excepciones, no fue esto lo que se enseñó en general. Durante siglos, la eficacia de la gracia ha sido silenciada. Y podemos decir que, hasta hoy, permanece casi desconocida, sin apenas ser predicada, salvo por los Papas y el Magisterio apostólico, y por los pioneros del combate contra el error.
No os indignéis tanto algunos de vosotros, amigos, si escucháis cosas como que la gracia doblega la voluntad humana y hace que quiera, porque es punto capital de la fe católica, como afirmaPaulo V, y no es ni luteranismo ni calvinismo.
Pues bien, no dudamos en decir que esta culturización voluntarista y proteinica de la vida espiritual, en general, es hija de su tiempo. Y que su gimnasio antropocentrista sigue abierto hasta hoy. Pero…
III.- SIGAMOS CON EL RENACIMIENTO y EL LATIGAZO DE BLOY
Como decíamos, el antropocentrismo impostor fue rico en pseudomísticos y magos.
Por eso no es casualidad que la vida mística fuera extirpada malamente de la vida cristiana ordinaria.
Y es este uno de los síntomas del moralismo voluntarista que caracteriza el buenismo. 
No lo dudemos, con el espíritu del Hombre de Vitruvio comienza el antropocentrismo a desplazar los puntos capitales de la verdad católica. Podemos afirmar que el eclipse de este punto capital, la primacía de la gracia, marca el comienzo de la Gran Impostura.
León Bloy fustiga a suplantación, y la expulsa del templo denunciándola. Y la resume así:
“La inmensa desgracia es que, al cabo de más de mil años, la Tradición de los Padres se ha perdido completamente y el significado de la Palabra divina ha sido reemplazado por una increíble y diabólica estupidez sentimental. La moral ha suplantado a la Revelación y ya nadie entiende nada de las Escrituras” (“En el umbral del apocalipsis, Junio 1913”)
La gran Impostura consiste, por tanto, en la substitución de la Revelación por la moral, de la gracia por la voluntad, de la mística por el negocio ascético de la salvación, de la ley natural por la norma ética convencional. 
Y con lo dicho anteriormente de ninguna manera queremos decir que la praxis moral no sea necesaria. Sino que a partir del Renacimiento se hace la tónica, la predominante, la absorbente, la substituiva de la mística. 
En este sistema de sistematización terminista de la subjetividad, fue preciso substituir la Ley Natural por la norma convencional, como decimos, y esto es especialidad del nominalismo. Aquí está la raíz, por ejemplo, del comienzo del concepto nominalista de autoridad, tan vigente hoy día entre católicos buenistas: el Papa como dueño de la verdad, que puede cambiar a golpe de su sola voluntad.
Y para cumplir esa normal moral convencional, no fundamentada en la Ley Natural recordada por la Revelación, sino en la voluntad humana y un concepto autonomista de la voluntad, había que propagar el voluntarismo: ser cumplidor de normas creadas por el hombre y su potencia absoluta; ser muy moral a base de golpes de voluntad, de imperativos categóricos. Aquí el voluntarismo tiene su parte.
IV.- LA OBSESIÓN DEL HUMANISMO VITRUVIANO Y EL TITANISMO PROTEÍNICO DE MIGUEL ÁNGEL
A este humanismo, cuya metáfora visual es el Hombre de Vitruvio de Leonardo, le sucede que está viciado de raíz, y aunque aún quiere ser cristiano, lo es de manera teatralizada. 
El hombre semipelagiano, centrado en sí mismo, se alza como parte coordinada en la relación con Dios, que ya no es de subordinación. De aquí la exageración de la parte humana, como vemos por ejemplo en la obra de Miguel Ángel, antes de su sincera conversión, ya en sus últimos años.
La Piedad Rondanini o la Piedad Florentina son obras de arte maravillosas, donde se muestra sobrecogedoramente la conversión de Miguel Ángel, al final de su vida. Pero antes de esto, el espíritu de su arte era bien distinto: Sus horrendas y titánicas figuras, que tanto aborrecía El Greco, son metáfora prototípica del voluntarismo vitruviano, que sobrevalora la parte humana en la vida cristiana.
Algo muy distinto es el arte genuinamente cristiano, en que el papel de la gracia se muestra con claridad. No hay más que contemplar las obras sublimes del Beato Angélico, o escuchar la mística polifonía de Tomás Luis de Victoria o Cristóbal de Morales para sentirse sobrecogido de vida sobrenatural y de belleza verdaderamente cristocéntrica.
Y es que el humanismo, o es cristocéntrico, o no es verdadero humanismo. Así de sencillo.
A partir, pues, del Renacimiento, recogiendo la mala herencia tardomedieval, un humanismo autonomista substituye el cristocentrismo medieval por un antropocentrismo moralista sustentado en el nominalismo y el voluntarismo moral.
Esta es una tesis que se prueba con multitud de textos literarios y filosóficos de la época. Ya comenzamos esta tarea en otros post. Pero creo interesante detenerme en algunos casos curiosos y llamativos.
V. LA CONVERSIÓN DEL HOMBRE A SÍ MISMO. PICO DE LA MIRANDOLA Y EL INEFABLE BOVILLUS
Pico de la Mirándola, por ejemplo, en “De ente et uno”, habla de una conversión o vuelta del hombre a sí mismo, a su principio propio, en que reside su felicidad mundana. Y lo entiende como un retorno a los orígenes de la Historia, es decir, a la Edad Clásica, el Paraíso de la humanidad culta. Pero, ¿cómo volver a ser lo que se fue? ¿Mediante el Evangelio de la gracia? No. Mediante el Humanismo. La verdad queda reducida a filia temporis, desprendida del Logos. Comienza el historicismo clasicista. Volver a griegos y latinos no en cuanto preparadores del Evangelio, como quería S. Juan XXIII, en la Veterum sapientia. Sino como fin.
Lorenzo Valla (+1457), en su obra “De voluptate”, defiende alevosamente que el placer es lo único bueno, y lo contrapone al amor al dolor del cristiano. En “De professione religiosorum” niega que solamente la Iglesia garantice la verdadera relación con Dios. El desprecio de Valla a la vida contemplativa es un síntoma muy claro de pragmatismo espiritual. 
En realidad, esta osadía ya había sido preparada por el discurso ultravoluntarista deColuccio Salutati (+1406), que exalta la vida activa frente a la contemplativa. La sabiduría, según él, ha de superar su tendencia contemplativa, y ha de ser entendida como moral práctica. En “De nobilitate legum et medicinae”, y en “De fato, fortuna et casu”, Coluccio expone su visión legalista de la libertad humana.
A exaltar la filosofía práctica, es decir, la moral, se dedica Lorenzo Bruni (+1444). Y en el “Isagogicon” lanzará su consigna naturalista:
“La filosofía moral es, por decirlo así, totalmente nuestra".
Valla, realmente, no se detiene ante la Revelación a la hora de reclamar la autonomía de la libertad humana y su independización de la vida religiosa. Como certeramente explica Abbagnano:
“Valla no reconoce ningún privilegio a la vida monástica. (…) La auténtica religiosidad depende EXCLUSIVAMENTE de la actitud del individuo". (“La filosofía del Renacimiento”, 339)
Este discurso nos suena demasiado cercano. No es el don de Dios, sino la libertad individual, la base de la vida cristiana. Es cuestión de generosidad. Cabe preguntarse, dramáticamente, si es posible libertad sin primacía del don de Dios.
Esto nos lleva a contemplar el cuadro más alucinante jamás escrito sobre el antropocentrismo y la idolatría de la primacía de la voluntad humana: el discípulo de Jacobo Faber, el inefable Carlos Bovillus, Charles Bouillé (+1553).
Detengámonos en Bovillus, porque es un caso paradigmático.
En su escrito “De sapiente” otorga al hombre el papel de CENTRO de todo.
Como dice él mismo:
“El hombre transfiere a sí mismo la naturaleza de todas las cosas, lo refleja todo (…) “él mismo se convierte en todo". (el hombre) es simultáneamente TODAS las cosas".
Pero no queda aquí la cosa. Veamos hasta dónde llega.
La exaltación del hombre es ante todo glorificación de la subjetividad. La naturaleza, para Bovillus, es lo objetivo, y el ser humano, lo subjetivo.
Con esta idea nefanda se desliga la moral de la ley natural objetiva, y se vuelve objeto de la subjetividad.
Para Bouillé, pues:
“el hombre es el centro de todas las cosas".
Por eso aquí tenemos un grave dilema, cuya no resolución ha arrastrado su cola de voluntarismo y subjetivismo hasta el día de hoy, dejando un reguero de sinrazón.
El conflicto es este:
O Cristo y su gracia es el centro, o el hombre y su voluntad es el centro. Si lo es el hombre, al Verbo Encarnado hay que comprenderlo a la luz de lo que es el hombre. Resultado: liberalismo, modernismo, semipelagianismo.
Pero si, como tradicionalmente la Iglesia ha enseñado, el centro es Cristo, al hombre hay que entenderlo a la luz del Verbo Encarnado. Sólo bajo esta perspectiva queda clara la primacía de la gracia, frente a la primacía de la voluntad sola (pelagianismo) o coordinada con la gracia (semipelagianismo).
El entusiasmo superoptimista de Bovillus roza la blasfemia. Transpone la Trinidad al hombre e inventa el homohomohomo, el hombre uno y trino. 
VI.- LA MÍSTICA DEGRADADA EN MAGIA Y LA TÉCNICA ABSOLUTIZADA
La apoteosis exclusivista de la ascética, parasitando la vida cristiana, convierte la mística en magia y esoterismo. La magia conduce a la objetivación de la voluntad, deviniendo en técnica antropotrópica.
La impostura de la técnica como absoluto de la voluntad comienza en el Renacimiento, con el anhelo del hombre nuevo pseudorrecreado no por la gracia, sino por la gnosis y su instrumento práctico, la magia.
La magia renacentista guarda algunas profundas semejanzas con el pensamiento de la New Age. Contempla el mundo atravesado de fuerzas o energías que el hombre puede llegar a dominar y poner a trabajar en el proyecto de alteración de las naturalezas creadas.

La supuesta superioridad de la mente sobre la razón, ya fue afirmada por el mago Juan Reuchlin (+1522), que lo enseña en “De arte cabalística”, I, fol IV, en que considera la razón insidiosa y contraria al conocimiento de Dios. Para el pensamiento de Reuchlin, la fe misma, malentendida como teología simbólica, sirve para desmantelar la razón metafísica, como parece querer demostrar en “De verbo mirifico” yDe arte cabalística”.
Cornelio Agripa (+1535) en su obra “De occulta philosophia” enseña que el hombre se posiciona en el centro de las fuerzas espirituales del mundo, y dominándolas puede realizar milagros. Como explica Nicolás de Abbagnano en su “Historia de la Filosofía”:
“El hombre está situado en el punto central de los tres mundos y recoge en sí todo lo que está diseminado en las cosas. Esta situación le permite conocer la fuerza espiritual que tiene atado al mundo y servirse de ella para ejecutar acciones milagrosas. Nace de esta manera la magia, que es la ciencia más alta y completa, porque somete al hombre todas las potencias ocultas de la naturaleza” (Vol2, Hora, Barcelona, 1982, pág. 110)
En “De vanitate et incertitudine scientiarum” (1527) Agripa condena la ciencia como “peste del alma”, y contrapone a ella su visión mágicoespeculativa y antirracionalista de la fe.
Para el famoso Teofrasto Paracelso, (+1541) la magia tiene la capacidad de extraer del ser humano energías escondidas. Y Jerónimo Fracastoro (+1533), en “De sympathia et antipatía” contempla el universo como un complejo sistema de interinfluencias simpáticas que fundamentan la magia.
El antropocentrismo técnico-mágico gusta de lo demoníaco. Jerónimo Cardano (+1571) se goza de contemplarse en su autobiografía “De vita propia” como una figura demoniaca y espectacular relacionada con fuerzas ocultas y escondidas.
Juan Bautista de la Porta, (+1615) combina sus estudios ópticos, con los que rivaliza con Galileo, con sus investigaciones mágicas. En “Magia naturalis sive de miraculis rerum naturalium” distingue la magia diabólica, que se sirve de demonios, de la magia natural. Para Juan Bautista Helmont (+1644) la magia utiliza el aura vital para realizar hechos portentosos.
Abbagnano afirma de Campanella ( +1639) que en las fuerzas que agitan la naturaleza contempla éste el poder con que los magos hacen milagros. Y afirma que Campanella 
“no quiere comprender la naturaleza, sino tomarla por asalto y dominarla”
VII. QUE SE MARCHE, EL HOMBRE VITRUVIANO, Y NO PORFÍE MÁS
Eran cansinos, en su mayoría, estos renacentistas. Siempre a la gresca, contradiciendo la Tradición, expurgando la Escritura. No extraña que el francés Pedro Ramus (+1572) en esa obra mortalmente cansina que es la “Dialecticae institutiones”, defina la lógica como Doctrina disserendi, o dicho en cristiano: arte de llevar la contraria, importunar, contradecir, discutir.
A los filósofos de hoy le importa un rabano la dialéctica de De la Ramèe, pero hay que reconocer que en su época fue un exitazo. Los que estaban a la última adoptaron la costumbre de soltarle puyazos y lindezas al Filósofo, es decir, a Aristóteles, y atacar la metafísica, que es otro rasgo antropocéntrico.
La esencia de la vida voluntarista que se mira y remira, y es toda ella, pesa como una columna casi imposible de levantar.
Que se marche el hombre semipelagiano, que se marche el voluntarismo de la Iglesia.
Que se lleven la gran pesa de la moral autónoma y dejen paso a la adoración, a la mística, a la Liturgia, a la belleza.
Reforma o apostasía.
RESUMIENDO
En el Renacimiento se consuma la Gran Impostura preparada por la Caída de la Escolástica, que propiciaron los nominalistas, y su gran mente pensante, Ockham.
Surge un humanismo autónomo que postula la conversión del hombre a sí mismo, volviendo a lo que estiman como Edad Dorada de la humanidad, que es la Antigüedad clásica, entendida como fin en sí mismo y no como medio preparador del evangelio.
La moral, bajo una perspectiva purgativa, se convierte en lo distintivo de la vida cristiana, degradando la vida mística a casos extravagantes fuera de lo común. La voluntad toma el mando y centraliza la vida espiritual, en detrimento de la gracia, que se considera sólo una ayuda, la parte de Dios, que ha de ser sumada al sumando humano. La piedad se repliega sobre la subjetividad, objeto permanente de examen.
En definitiva, se dejó sembrado todo lo que vendría después, hasta hoy.
Alonso Gracián
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