De estereotipos, Franco, El Valle y la actual revolución
2019-10-24
La Revolución
El Mundo se encuentra sometido, al menos desde el siglo XVII, a un permanente impulso revolucionario. En la edad moderna el hito es la Revolución Inglesa (1642/1689, siendo decapitado Carlos I por Cromwell en 1649) y la edad contemporánea comienza con las de los Estados Unidos (guerra entre 1775/1783, declaración de independencia en 1776) y la Revolución Francesa (1789-1799, decapitación Luis XVI en 1793); ambas revoluciones impulsadas indudablemente por una Masonería oficialmente fundada en 1717, cuyo lema “Novus Ordo Seclorum” excluía el Trono y el Altar (católico).
A partir de ese momento el actuar revolucionario se acelera. En el ámbito español, nada más iniciado el siglo XIX se producen las revoluciones de secesión de Las Españas del hemisferio americano, todas impulsadas primero por la Francia revolucionaria, y luego por la Inglaterra masónica y dominada por la plutocracia `innombrable´ reasentada por Cromwell (no me extenderé ahora en esto). Instaurado el régimen liberal en España, en el siglo XIX el pueblo español sufrió 130 Gobiernos, nueve Constituciones, tres destronamientos, la completa pérdida de las provincias americanas y del Pacífico, cinco guerras civiles, cuatro `pronunciamientos´ militares de instigación absolutista y 40 liberales (fundamentalmente liberales-progresistas), decenas de Regímenes Provisionales y un número de revoluciones y alzamientos muy próximo a los 2.000; y en las separadas naciones hermanas americano-filipinas se dio un proceso incluso peor. Siempre con los sajones en primer término, los franceses detrás, y la(s) masonería(s) en la sombra.
En Europa, mientras tanto, también campó la revolución hasta culminar en la Rusa de 1917, la cual hizo desaparecer la nación cristiana más grande del Mundo. Entre 1820 y 1848 se produjeron tres grandes oleadas revolucionarias, la primera entre 1820 y 1824 (Trienio Liberal: Riego impidió la contrarrevolución en América; Nápoles y Grecia), la segunda entre 1830 y 1834 (especialmente la de 1830 en Francia, sin olvidar la “Matanza de Frailes” de 1834 en Madrid) y finalmente las revoluciones de 1847-1848 (Francia, Imperio Austríaco, Prusia, Suiza y estados alemanes e italianos). Antes, en 12 de julio de 1842 la revista Franzosische Zustande publicó un extracto del libro Lutecia del poeta judío Henri Heine, que decía: “La vieja Revolución. ¡No! No hay vieja Revolución; la Revolución es siempre la misma; nosotros no hemos visto más que su principio, y muchos de nosotros no llegaremos a ver más que la mitad … el dinero es el dios de nuestra época y Rothschild es su profeta”; en 1848 el también judío Karl Marx lanzó el “Manifiesto comunista”.
A estas pinceladas, y para mejor entender el inmediato siglo XX y nuestros días, es obligado añadir que a lo largo de la historia de España ha habido un afán continuo de producir su desmembramiento, como única manera de vencerla y hacerla desaparecer, casi siempre apoyándose en conjuras y sociedades secretas internas: Portugal, Gibraltar, Menorca, Las Españas de Ultramar y, últimamente, GALEUSCA. Esta palabra es una consigna masónica acuñada en 1923/33 (“Triple Alianza” catalano-gallego-vasca) y reactivada en 1940. En 1945 la masonería británica impulsó la creación en Londres de un Consejo Antifascista Ibérico con dos ramas, una portuguesa y otra española y, dentro de esta última, la potenciación de los separatismos vascos, gallegos y catalanes, agrupados en lo que la AMI (Agrupación Masónica Internacional) denominaba “fuerzas de la Galeusca”. El 10 de julio de 1977 se produjo la “Declaración Socialista de Guernica”, presidida por el judío José María Benegas Haddad, (a) `Txiki Benegas´, donde los recién elegidos parlamentarios socialistas de las citadas regiones proclamaron que la soberanía nacional no reside en el pueblo español sino “en cada uno de nuestros pueblos”, terminado el acto con gritos de ¡Viva Galeusca!
Alguien podrá decir que el separatismo es un problema propiciado por la Europa de los Pueblos que se quiere imponer por el Parlamento Europeo, y que la revolución es una lucha espiritual de carácter global contra la `cristiandad´, para “destruir hasta sus fundamentos todo orden religioso y civil establecido por el cristianismo” (Humanun Genus, León XIII; sobre la masonería), lo cual es cierto, pero España es el campo de batalla principal y más antiguo.
Estereotipos. La Benemérita
Todos tenemos ideas preconcebidas de ciertas cosas, personas, e `instituciones´. Pero las ideas arquetípicas y las situaciones del pasado muchas veces no coinciden con la realidad del momento. Veamos.
La Democracia es un sistema político que, además de su buena fama y relativa justicia y eficacia, en España se ha comportado siempre como el caballo de Troya que nos ha conducido a situaciones límite. Eso sí, casi siempre por medio de pucherazos y golpes de estado que el sistema democrático permite.
La Monarquía, alejándonos del concepto ideal y refiriéndonos a la liberal borbónica, ha demostrado haber propiciado esas situaciones del pasado (que se lo pregunten al masón de Prim) y de la actualidad. Un tópico anexo a la misma es que el rey es el Jefe de las Fuerzas Armadas, lo cual es un brindis al sol de los muchos de la Constitución … vaciado de contenido por numerosas leyes de rango menor.
El tan cacareado actual Estado de Derecho acabamos de ver en las sentencias de Franco y Cataluña que es, precisamente, todo lo contrario: tiranía partitocrática que anula y unifica todos los Poderes del Estado transformándolo en la peor tiranía.
Podríamos seguir analizando la separación abismal entre la Iglesia esposa de Cristo y la realidad actual de las jerarquías eclesiásticas y gran parte de los consagrados, o el elevadísimo concepto de la Milicia y la incalificable realidad de los altos mandos militares, pero no procede extenderse, aunque, ya que hablamos de Ejércitos, analicemos un elemento que a ellos perteneció: la Guardia Civil.
En muchos ámbitos se guarda un respeto reverencial a la Benemérita, pero cada vez son más las voces que consideran que el propio Duque de Ahumada no la reconocería en la actualidad, como no reconocería a la Guardia Nacional Republicana (1936-37).
Para muchos, la Guardia Civil actual es la versión siglo XXI de las Milicias Nacionales del XIX (a Constitución de 1812 estableció el Ejército permanente y el servicio militar obligatorio sin excepciones, aunque `astutamente´ sustituible por un pago en metálico), tan útiles a los liberales en sus pronunciamientos. Eran el ejército del Congreso y los partidos políticos frente al Ejército del Rey. La Historia de la Milicia Nacional (50 Batallones provinciales) es una de las páginas más vergonzosas de aquel aterrador siglo. La poderosísima `Benemérita´ actual, dotada incluso de aviones y barcos, es en muchos aspectos más potente que los raquíticos Ejércitos y, desde luego, mucho está más politizada. En este sentido, se pueden analizar algunos hechos significativos.
1º.- El sábado 20 de enero 2007 se manifestaron unos 3.000 guardias de uniforme en la Plaza Mayor de Madrid. El `filósofo´ Fernando Savater leyó el manifiesto y el secretario general de CCOO, José María Fidalgo, se dirigió a los asistentes desde el estrado animándoles a seguir la “lucha sindical” y afirmando que la Asociación Unificada AUGC “es un sindicato como la copa de un pino”. Y un sindicato de clase y marxista, porque si no fuera así habría `mandos´ entre los asistentes, y estos no levantarían el puño izquierdo. Si en la portada de El Mundo hubiera aparecido un guardia haciendo el “saludo romano”, el mismo habría pasado inmediatamente a prisiones militares y aún se hablaría de él.
2º.- El 22 de noviembre de 2008 estaba convocada en la Basílica del Valle de los Caídos, como todos los aniversarios de su muerte (20-N) desde 1976, una Santa Misa por el Generalísimo Francisco Franco y por José Antonio Primo de Rivera. Pues bien, en la entrada exterior al recinto un fuerte dispositivo de control montado por la Guardia Civil filtró a las aproximadamente 1.700 personas asistentes a la misma, pero de una forma algo más que llamativa: en nombre de la ley de “memoria histórica” impidió el paso al Valle de todos los “símbolos políticos”, entendiendo como tales cualquier bandera nacional sin escudo, incluidas la mínimas cintas con las medidas de la columna del Pilar de Zaragoza (Patrona de la Guardia Civil) que algunos conductores llevaban colgadas del retrovisor interno de sus vehículos; incluso una señora de 70 años denunció que le hicieron retirar un rosario que tenía colgado también del retrovisor “por ser una provocación”, y a otra, familia del fallecido General Armada, le tiraron el rosario y lo pisaron, refiriéndose el guardia ante el que se formuló la denuncia a “un trozo de madera”. Según testigos presenciales y fotografías publicadas en los medios de comunicación, la entrada del Valle quedó sembrada de banderas tiradas en el suelo [i].
La Guardia Civil a la luz del Valle de los Caídos
El pasado domingo 13 de octubre los monjes tuvieron que oficiar Misa en la lonja de la Abadía, al aire libre, al no poder hacerlo, por impedírselo hacer en su Basílica la Guardia Civil. Los dos días anteriores prácticamente estuvo cerrada la entrada al Valle para los fieles (no pudieron acceder ni a los actos litúrgicos) e incluso turistas, con el consiguiente escándalo; durante las tardes-noches de aquel fin de semana se hicieron obras dentro de la abadía sin permiso de la comunidad religiosa (supuestamente tendiendo fibra óptica). La situación siguió prácticamente igual en cuanto restricciones severas a los fieles y algo menos graves a los monjes hasta el fin de semana siguiente, pero el domingo 20 el Valle quedó `tomado´ completamente por la guardia civil, que algunos ya denominan “KGB Civil”, la cual impidió a la hospedería dar unas 200 comidas ya contratadas y otros desafueros (los que aún quedaban en la hospedería no podían salir ni a fumar un cigarro sin que fueran reiterada y amenazadoramente identificados), no dejando entrar ni a los oblatos (una especie de “orden 3ª” benedictina) e incluso molestando e impidiendo la libre circulación de monjes y postulantes.
El viernes 18 el Prior denunció ante el Supremo, y la jerarquía eclesiástica, la vulneración del principio de inviolabilidad de los lugares de culto al no tener los agentes autorización eclesiástica para su acceso a ello, deambulando armados incluso en la abadía y basílica, y vulneración del derecho de culto. El domingo 20 al mediodía la Guardia Civil, que se niega a enseñar las órdenes recibidas, ordenó a los monjes abandonar la basílica, teniendo estos incluso que retirar al Santísimo a la abadía por temor a profanaciones. A partir de entonces cadenas y candados impiden a los monjes acceder a la basílica, se ha introducido maquinaria en el templo y los últimos alojados en la hospedería han sido expulsados.
Prácticamente no ha habido ley española que no haya sido vulnerada, incluido el `Concordato´ con la Santa Sede, tanto por las Jerarquías Eclesiásticas como funcionarios del Estado, guardias incluidos. Por supuesto, también las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas (RD 96/2009; aplicables en teoría a la Guardia Civil “en su normativa específica”), en cuyo artículo 96 dice: “… si las órdenes entrañan la ejecución de actos constitutivos de delito, … el militar no estará obligado a obedecerlas”.
La cara más impresentable de la GC ha sido el Teniente Luis Octavio Rubio Rodríguez, especialista en acosar pidiendo identificarse y negarse él a hacerlo, todo amenazas, coerción, malas artes y peor educación, a la vez que descarado pelota a sus superiores y hasta algunos militares de alta graduación (se le oyó decir al General Chicarro que “era de los suyos”). Incluso en la basílica no se recató en sus abusos, llegando a decir, en su prepotencia e incultura, que le dieran las gracias que “había permitido la Misa tradicional”. Pero ha sido la cúpula de la institución quien ha organizado todos los detalles, desde el Director Adjunto Operativo, Teniente General Laurentino Ceña Coro, al General de la Zona de Madrid, José Antonio Berrocal Anaya, pasando por el ínclito encargado de que `no´ se realizara el referéndum 1-O, Coronel Diego Pérez de los Cobos Orihuel, todos hombres de confianza del PP. Queden sus nombres para la historia.
Despreciable papel el asumido a la Guardia Civil acuartelada frente a los golpistas mientras violaba una basílica. Pero equiparable al de la Milicia que presta los helicópteros, las Curias romana y madrileña, la Justicia y la mayoría de los partidos políticos.
Conclusión
Estamos ante una peligrosísima revolución, continuación de la lucha espiritual de siempre contra la filosofía cristiana (trono y altar), y remedo de la de 1934-36. No es que algunos creamos que se ha iniciado la guerra interna, es que el presidente de la autonomía catalana la anuncia y el Gobierno calla. Pero, además, lo del Generalísimo es la excusa: inicia una nueva fase de persecución contra la Iglesia en España y un drástico cambio en su ordenamiento interno (adiós a la monarquía, las libertades, la unidad y el orden público).
Ante ello es imprescindible conocer al enemigo y desdeñar los estereotipos. ¡Que Dios nos permita, al menos, tener otro Dos de Mayo!
[1] “¡Quite el rosario de ahí, es una provocación!”: una mujer es obligada por la guardia civil a retirar un rosario del retrovisor del coche cuando se dirigía a oír Misa en la basílica del Valle de los Caídos.
Crónica de una vergüenza y de una desvergüenza; http://www.generalisimofranco.com/opinion02/088.htm.
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