VOX y el Franquismo
6/2/2020
Historia criminal del PSOE
Septiembre negro
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Vox y el Franquismo
Cuando en 2002 el gobierno de Aznar osó condenar el alzamiento del 18 de julio del 36, no solo escupió sobre las tumbas de sus padres, tratándolos de criminales, no solo declaró un crimen defenderse de una tiranía terrorista de separatistas y totalitarios, como era el frente popular, sino que también regaló a los herederos de estos la legitimidad histórica y democrática que les había negado el referéndum de 1976. Dejar en manos de aquella chusma la bandera de la democracia significaba en la práctica un proceso de disgregación de España y de vuelta al totalitarismo, como efectivamente ha venido ocurriendo.
El mayor culpable fue aquel PP de señoritos que “miraban al futuro” sin aprender del pasado. De aquella condena del alzamiento de 1936, que de paso condenaba el referéndum de 1976, vino el cambio de régimen, el nuevo frente popular de Zapatero con apoyo del PP. Quizá el peor de todos ha sido Rajoy, cuya herencia tenemos hoy en el Doctor. Toda esa estrategia indirecta, aplicada ya desde principios de la transición, se resume en una consigna abierta o implícita: atacar al franquismo era y es la mejor fórmula para socavar a España y la libertad.
Por lo tanto, reivindicar la historia y en primer lugar la verdad sobre Franco y su régimen, es una exigencia clave para regenerar la democracia y fortalecer España. Se trata de un objetivo estratégico radical, pues sin ello se recaerá una y otra vez en lo que hemos vivido, por mucho que se logren victorias políticas parciales y ocasionales. Se trata realmente de la continuidad histórica, cultural y política de España, pues eso significó el franquismo. Sin esa base, todo lo demás se convierte en una política de chanchullos, corrupción y disgregación, en la que llevamos cuarenta años hasta llegar al actual golpe de estado permanente y hundimiento de hecho de la ley.
Sobre la necesidad de reivindicar la verdad histórica no deben caber dudas. Ni España ni ningún país pueden estar reiventándose a cada paso al gusto de los demagogos. El único problema es solo el de diseñar una estrategia al efecto. En otras palabras: ¿cómo invertir los efectos de cuarenta años de falsificación sistemática de la historia por parte no solo de los herederos del Frente Popular, sino también del PP? Es difícil, pues esa propaganda antifranquista, promotora del proceso disgregador actual, ha tenido un efecto profundo que asusta a muchos, haciéndoles pensar que ya se trata de un hecho irreversible contra el que es inútil luchar. Otros dirán que conviene dejar el asunto de lado al menos por una larga temporada. Pero para quienes comprendan el alcance decisivo del problema, esa dificultad debe ser un acicate para redoblar los esfuerzos.
Opino que la estrategia debería ser también indirecta, como la del frente popular: recordar constantemente la historia criminal del PSOE y los separatistas, y atacar a fondo y sin pausa la ley de memoria histórica, mostrando su carácter liberticida; las dos cosas suponen implícitamente una reivindicación de la verdad sobre Franco. Esto puede muy bien promoverlo VOX, y de hecho está haciendo algo al respecto. Pero es también necesario que, paralelamente, aun si de modo no tan oficial y directo, no solo denuncie la falsedad, sino que promueva también, la verdad por medio de asociaciones y actividades al efecto.
Sin embargo hay indicios de que esta segunda necesidad no es sentida en la cúpula de ese partido, que está marginando en algunas provincias a los elementos que han creado allí la organización por “excesivamente franquistas”. Con esto se corre el peligro de derivar insensiblemente hacia la misma política del PP. La cuestión debe aclararse bien, pues es verdad que algunos “franquistas” están perfectamente dispuestos a hacer el juego al nuevo frente popular cediéndole la bandera de la democracia y creyendo que podría volver el franquismo, que ellos creen “sin partidos”,, porque no han comprendido la historia real, y la sustituyen con tópicos gastados e indignaciones inútiles: llevan así cuarenta años de fracaso, pero no se cansan.
No hay oposición entre franquismo y democracia. Por el contrario, sin haber derrotado a totalitarios y separatistas y creado una nueva sociedad próspera y sin odios, no habría sido posible ninguna democracia. Y es el antifranquismo el que precisamente la está destruyendo. A comprender este hecho histórico he dedicado el libro Los mitos del franquismo e infinidad de artículos y comentarios. Aunque la estrategia fundamental consista en atacar la memoria histórica y la historia criminal del Frente Popular, es preciso también elaborar un discurso claro, no en defensa de Franco y su régimen, sino de la verdad sobre el mismo. Creo que ese discurso, en lo esencial y expuesto al debate, se encuentra en el libro citado y Por qué el Frente Popular perdió la guerra. No ya VOX, sino cualesquiera personas o asociaciones interesadas, pueden utilizarlos como objetos de discusión y difusión.
Algo más: un partido que quiera ser alternativa debe plantearse también una estrategia para conquistar la universidad. Hasta ahora, esa idea era utópica, pero actualmente ya no lo es, pues VOX dispone ya de bastante gente entre profesores y alumnos, y solo es preciso organizarlos. En otro tiempo, los comunistas nos planteábamos inmediatamente crear organizaciones universitarias, empezando también en condiciones muy difíciles. Hoy, con todo, son más fáciles y la tarea es fundamental, porque, sin ganar el campo de la alta cultura, la política se irá diluyendo en cuestiones de poca monta.
Dado que no pertenezco a VOX, podrían interpretarse mis palabras como una intromisión. Se trata, por el contrario, de análisis y sugerencias a partir de una investigación y experiencia muy largas. VOX se ha convertido en una gran esperanza para millones de españoles, y eso es también una gran responsabilidad.
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