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jueves, 9 de agosto de 2018

San Lorenzo Mártir (Huesca 225-Roma 258). Festividad, 10 de agosto. El Papa Sixto II, decapitado tres días antes, había confiado el SANTO GRIAL a su diácono Lorenzo, que consiguió enviarlo a Huesca y llegó a Valencia. El Caliz de doña Urraca en León

En Busca del Santo Grial
¿Nos Vamos a León o a Valencia?
9-octubre-2014
Según las últimas investigaciones, parece que Indiana Jones andaba bastante desencaminado en su búsqueda del Santo Grial y resulta que el mítico y codiciado objeto vino a parar a la península ibérica. Y no solo uno, sino que hay disputa entre si la copa que utilizó Cristo en la Última Cena lleva escondida bajo las joyas de doña Urraca en León más de 1000 años o bien es la que hasta ahora ha sido venerada en la Catedral de Valencia.

Hace unos meses los investigadores Margarita Torres y José Miguel Ortega crearon una gran expectación al afirmar rotundamente en su libro Los reyes del Grial que el famoso Cáliz de doña Urraca, que siempre ha estado a la vista en el Museo de San Isidoro de León, era en realidad la copa que las primeras comunidades cristianas consideraron como el Santo Grial, y que tras un largo y azaroso viaje de más de 5000 km terminó en manos de Fernando, el Magno (padre de doña Urraca), escondida en uno de los monumentos más visitados de la ciudad de León.

LINAJES DEL REINO DE LEÓN
Mientras realizaban un trabajo rutinario de catalogación de objetos islámicos en la Real Colegiata de San Isidoro, Margarita Torres y José Miguel Ortega encontraron algo con lo que no habían soñado, un regalo que ningún historiador rechazaría jamás: dos pergaminos escondidos en un arca y datados en el año 1054, en los que se narra cómo a la petición de ayuda del califa de Egipto para paliar los efectos de una larga hambruna respondió el emir de Denia, enviando barcos con trigo y exigiendo como pago la que entonces se consideraba la copa utilizada por Cristo en la Última Cena, y que desde el siglo IV había permanecido en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
En aquel momento, Fernando I, el Magno, era alguien con quien convenía llevarse bien, así que el emir de Denia le regaló la copa como tributo y señal de amistad. Los reyes de León escondieron el humilde cuenco de ágata desgastado y un poco mellado bajo un cáliz de oro y plata adornado con múltiples piedras preciosas engastadas.
Durante los tres años que ha durado la investigación, los historiadores han comprobado que efectivamente lo que los pergaminos narran es cierto, y que el cuenco de ágata que los primeros cristianos veneraban como el Santo Grial fue enviado a España en el siglo XI, y ha permanecido escondido en León desde entonces.
Por supuesto, no se ha podido demostrar si la copa es el cáliz utilizado por Cristo en la Última Cena, ya que para ello se necesitaría una prueba de ADN, imposible de conseguir, pero, dejando a un lado las cuestiones de fe, se trata de un hallazgo significativo e importante porque se trata del cáliz que los primeros cristianos consideraban como el verdadero Santo Grial.
Roma se decanta por el Santo Cáliz de Valencia
Sin embargo, parece que al Vaticano no le han convencido las recientes investigaciones y se ha decantado por el que hasta ahora había sido considerado como uno de los más probables entre las 200 copas que se disputan ser el Santo Grial repartidas por todo el mundo, el llamado Santo Cáliz, que permanece en Valencia desde el siglo XV y que también sufrió un azaroso viaje hasta llegar a su destino.
Se trata de una copa labrada entre los siglos I y II en ágata coralina que fue llevada a Roma por San Pedro, ciudad en la que permaneció hasta que el Papa Sixto II se la entregó a su diácono San Lorenzo para salvarla de la persecución del emperador Valerio. San Lorenzo la envió a Huesca, su tierra natal. Durante la invasión musulmana, el Santo Cáliz fue escondido en diferentes monasterios, entre ellos el de San Juan de la Peña, hasta que en 1424 Alfonso V, el Magnánimo, llevó el relicario hasta Valencia donde ha permanecido desde entonces.
Con la intención de dejar clara su postura, el Papa Francisco ha concedido el Año Jubilar a la reliquia valenciana, lo que supone que el arzobispado de Valencia tiene potestad para organizar una peregrinación y todo tipo de actividades religiosas para celebrar el evento, y un jarro de agua fría para las expectativas de los leoneses.
San Lorenzo Mártir
Huesca 225-Roma 258 
Festividad 10 de agosto
WIKIPEDIA
San Lorenzo fue uno de los siete diáconos regionarios de Roma, ciudad donde fue martirizado en una parrilla el 10 de agosto de 258, cuatro días después del martirio del papa Sixto II.​ En latín se llamaba Laurentius (‘laureado’). Su nombre se atestigua en los calendarios litúrgicos más antiguos: la Depositio martyrum del año 354 y el Martirologio jeronimiano del siglo V.​ Ambos especifican la ubicación de su sepultura en la vía Tiburtina, y el Martirologio jeronimiano lo califica de «archidiaconus», título que más tarde reiteró el Peristephanon del poeta latino Prudencio. Los estudios de Pietro Guidi ratificaron la concordancia de los antiguos martirologios al reconocer definitivamente en Lorenzo al titular de la necrópolis de la vía Tiburtina,​ sobre cuyas reliquias se edificó primero una basílica, y a fines del siglo VI otra subterránea ad corpus.
Los Actos de san Lorenzo se perdieron en la época de Agustín de Hipona, quien en uno de sus sermones acerca del santo (Sermo 302, de Sancto Laurentio) admitió que su narración no provenía de recitar las Actas del santo (como solía hacer Agustín en sus sermones) sino de la tradición oral. Esa tradición sitúa el nacimiento de Lorenzo de Roma en Huesca, en la Hispania Tarraconensis, aunque también podría ser originario de Valencia, donde sus padres habrían residido un corto espacio de tiempo, viniendo a nacer el santo en esta ciudad. Cuando en 257 Sixto fue nombrado papa, Lorenzo fue ordenado diácono, y encargado de administrar los bienes de la Iglesia y el cuidado de los pobres. Por esta labor, es considerado uno de los primeros archivistasy tesoreros de la Iglesia, y es el patrón de los bibliotecarios.
El emperador Valeriano proclamó un edicto de persecución en el que prohibía el culto cristiano y las reuniones en los cementerios. Muchos sacerdotes y obispos fueron condenados a muerte, mientras que los cristianos que pertenecían a la nobleza o al senado eran privados de sus bienes y enviados al exilio.
Víctimas de las persecuciones de Valeriano destacan los papas Esteban I, degollado sobre la misma silla pontificia; y Sixto II decapitado el 6 de agosto del 258. Obispos como Cipriano de Cartago (decapitado en el norte de África), diáconos como Agapito, o el popular san Lorenzo.
Una leyenda posiblemente creada por Ambrosio de Milán dice que Lorenzo se encontró con el papa Sixto en su camino al martirio, y que le preguntó: «¿Adónde vas, querido padre, sin tu hijo? ¿Adónde te apresuras, santo padre, sin tu diácono? Nunca antes montaste el altar de sacrificios sin tu sirviente, ¿y ahora deseas hacerlo sin mí?». Entonces el papa profetizó: «En tres días tú me seguirás».
Índice 
La leyenda dice que entre los tesoros de la Iglesia confiados a Lorenzo se encontraba el Santo Grial (la copa usada por Jesús y los Apóstoles en la Última Cena) y que consiguió enviarlo a Huesca, junto a una carta y un inventario, donde fue escondido y olvidado durante siglos. Los padres de Lorenzo, santos Orencio y Paciencia, sí serían de Huesca, y habrían llegado a la ciudad de Valencia por motivo de las persecuciones.
Según la Vida y martirio de san Lorenzo, texto apócrifo del siglo XVII supuestamente basado en la obra del monje Donato (siglo VI), el papa Sixto II le entregó el Santo Cáliz junto a otras reliquias, para que las pusiera a salvo. En la cueva romana de Hepociana, Lorenzo acudió a una reunión de cristianos presidida por el presbítero Justino. Allí halló a un condiscípulo y compatriota hispano, llamado Precelio, originario de Hippo (la moderna Toledo), en Carpetania, a quien entregó varias reliquias, entre ellas el santo cáliz, con el encargo de que las llevara a la familia que le quedaba en Huesca (sus padres vivían en Roma). Precelio llevó las reliquias a los tíos y primos de Lorenzo en Huesca que las escondieron, perdiéndose la pista, aunque algunas tradiciones afirman que el santo cáliz fue depositado en la iglesia de san Pedro de la localidad, de donde sería puesto a salvo por el obispo Acilso cuando huyó en 711, ante el avance de los musulmanes, para esconderse en los Pirineos.
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