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jueves, 11 de abril de 2019

Santo Tomás de Aquino en los seminarios, fuente segura y perenne de sana doctrina. Un tomista es un hombre libre, porque no tiene otro maestro que a "Dios-Verdad-Bien", que libera al hombre de la tiranía del error y del mal.

El peligro de alejarse del tomismo  
 7/4/2019 
La Iglesia siempre ha recomendado formarse con Santo Tomás de Aquino, fuente segura y perenne de sana doctrina. Hoy en día lamentablemente no siempre es así. En muchos Seminarios dan la espalda a la Escolástica y a las sabias enseñanzas del Aquinate. Tristemente prevalecen los autores heterodoxos, de ideas modernistas, influyendo devastadoramente en los futuros sacerdotes.
El profesor Eudaldo Forment nos habla de la importancia de una buena formación tomista. Aporta su amplia experiencia como catedrático de Metafísica en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona y académico ordinario de la Pontificia Accademia Romana di S. Tommaso d’Aquino. También es Profesor visitante de varias universidades europeas y americanas y autor de treinta libros sobre Santo Tomás de Aquino.

¿Cómo descubrió el tomismo?
Ya desde la escuela. En 1960, en las clases de religión que se impartían entonces en todos los cursos de Enseñanza Media. A mí concretamente me enseñó un profesor laico, el Sr. Cano y un profesor de Filosofía, Dr. Luis Cuellar. Después en la Universidad conocí el tomismo más en profundidad con mi maestro el profesor Francisco Canals y mi condiscípulo y amigo dominico el P. Juan José Gallego, en la actualidad exorcista de la diócesis de Barcelona.
¿Qué aportó en su vida?
Me enseñó a vivir y sobre todo para que vivir. Santo Tomás buscaba con la inteligencia a Dios por medio del estudio y con la voluntad por la oración y enseña a no separar la oración del estudio. No es posible separar la sabiduría y la santidad. Santo Tomás se hizo sabio estudiando y con los dones del Espíritu Santo, por la gracia, se hizo santo. Por estar al servicio de la Iglesia, la doctrina tomista se ha valorado y promocionado tradicionalmente en la misma Iglesia con un incremento constante a lo largo del tiempo e incluso del espacio. No es de extrañar, ya que estando en Nápoles Santo Tomás, concretamente en la capilla de San Nicolás de su convento dominico, oyó la voz del mismo Cristo que procedía del crucifijo: «Tomás, has escrito bien de mí». 

¿Cómo podría sintetizar la doctrina tomista en pocas palabras?
Bastaría advertir que su doctrina es como un espejo inmenso con dos caras, una, hacia arriba para recibir los rayos de la Verdad de Dios y otra hacia abajo que refleja todas las criaturas, que envían sus destellos de verdad, recibidos de Dios. Santo Tomás ofrece así una síntesis unitaria y coherente de toda la realidad.

¿Por qué la formación de los Seminarios no debería alejarse de Santo Tomás?
Le responderé con lo que hoy en día se puede ver como una profecía. El papa San Pío X, a principios del siglo XX, después de poner la Suma teológica del Aquinate en la enseñanza de la teología, advertía que «el separarse de las huellas de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, no será sin gran detrimento». Seguir a Santo Tomás no es privarse de ninguna verdad. Podría decirse que su grandiosa síntesis contiene todo lo profundo y verdadero que descubre el pensamiento humano. San Juan Pablo II, en su encíclica Fides et ratio, afirma que es «la síntesis más alta que el pensamiento haya alcanzado jamás» y que su autor «alcanzó cotas que jamás la inteligencia humana jamás podía haber pensado».

¿Qué sucede cuando nos alejamos de la sana doctrina tomista?
Además del peligro de alejarnos de la verdad, que es un bien, perdemos libertad. Un tomista es un hombre libre, porque no tiene otro maestro que a Dios, Verdad y Bien, el único que libera al hombre de la tiranía del error y del mal.
¿Cómo animaría también a los laicos a formarse con Santo Tomás?
Es muy provechoso leer a Antonio Royo Marín, que tiene libros muy claros en donde explica de forma sencilla la doctrina de Santo Tomás, o a otros muchos tomistas como Abelardo Lobato por ejemplo. Hay que intentar penetrar, con la ayuda de estos autores, en el espíritu del Aquinate y obrar en conformidad con él. En la oración de su Misa, cuando se celebraba su fiesta el 7 de marzo, fecha de su muerte, se decía: «Haced que entendamos lo que enseñó y que imitemos lo que hizo». Es una petición excelente.

Para finalizar, ¿Cómo podemos encomendarnos a Santo Tomás antes de estudiar?
Con una oración que repetía el propio Santo Tomás antes del estudio y de intervenir en cualquier acto académico:
«¡Oh inefable Creador nuestro, que con los tesoros de tu sabiduría formaste tres jerarquías de ángeles y las colocaste con orden admirable en el empíreo cielo, y distribuiste las partes de todo el universo con suma elegancia¡ Tú, Señor que eres la verdadera fuente de luz y de sabiduría y el soberano principio de todo, dígnate infundir sobre las tinieblas de mi entendimiento el rayo de tu claridad, removiendo de mí las dos clases de tinieblas en que he nacido: el pecado y la ignorancia. Tú, que haces elocuentes las lenguas de los infantes, instruye mi lengua y difunde en mis labios la gracia de tu bendición. Dame agudeza para entender, capacidad para retener, y método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y abundancia para hablar. Dame acierto al empezar, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia, dirección al progresar y perfección al acabar. ¡Oh Señor! Que vives y reinas, verdadero Dios y hombre, por los siglos de los siglos Amén».
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