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miércoles, 1 de enero de 2020

Francisco Antonio de Lorenzana, arzobispo de México y Cardenal de Toledo, primado de España. Linaje del Cardenal Lorenzana. Linaje Lorenzana: San Vicente Mártir de León, Lorenzo Gutiérrez de Osorio, Lope Rodríguez de Lorenzana, Marqués de Lorenzana, Lucas García-Lorenzana y Cardenal Lorenzana. II Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana

1. Cardenal primado de España
Francisco Antonio de Lorenzana, arzobispo de México y Toledo.

2. Linaje del Cardenal Lorenzana

3. Linaje LORENZANA
Historia, Heráldica y Genealogía
  1. San Vicente Mártir, 
  2. Lorenzo Gutiérrez de Osorio, 
  3. Lope Rodríguez de Lorenzana, 
  4. Marqués de Lorenzana, 
  5. Lucas García-Lorenzana 
  6. Cardenal Lorenzana
4. España y América (1722-1804)
Entre el Barroco y la Ilutración 
II Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana (1804-2004)
Jesús Paniagua Pérez (coordinador)
Universidad de León (2005)

Reseñas
España y América entre el Barroco y la Ilustración (1722-1804): II Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana (1804-2004)
Sergio Fernández López (res.)
Silva: Estudios de humanismo y tradición clásica, ISSN 1579-7392, Nº. 4, 2005, págs. 390-394
Otros catálogos
Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN)

Presentación
El regalismo español y su proyección en Indias en tiempos del arzobispo Lorenzana
Alberto de la Hera Pérez-Cuesta

El Cardenal Lorenzana, León y su época

Una constante en la vida del Cardenal Lorenzana: su relación con León
Constantino Robles García
Orígenes familiares del Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana: leyenda y realidad (siglos IX-XVIII)

Margarita Torres
Un espacio barroco para la formación inicial de Lorenzana: la iglesia del colegio de la compañía de Jesús en León
Fernando Llamazares Rodríguez
Notas en torno al viaje de los códices de Santo Martino por iniciativa del Cardenal Lorenzana
Ana Suárez González
Las reformas de la administración local de la ciudad de Léon (1766-1770): personeros y diputados del común
Alfredo Gómez Martínez

El Cardenal Lorenzana, América y su época

La actividad ilustrada de los obispos americanos en tiempos de Carlos III
Jesús Paniagua Pérez
Las reformas conventuales a la luz de los concilios provinciales mexicanos
Rosalva Loreto López
¿Observancia o relajación? Disposiciones de Francisco Antonio de Lorenzana para los conventos femeninos de México
Núria Salazar Simarro
Las "otras" niñas y criadas ante la reforma conventual femenina en México y Puebla de los Angeles
Isabel Arenas Frutos
El Arzobispo Lorenzana y la orden de San Francisco
Patricia Escandón Bolaños
El siglo de oro de las capellanías y el IV Concilio Provincial Mexicano. El caso del obispado de Puebla de los Angeles (México) en el siglo XVIII)
Francisco Javier Cervantes Bello
Heterodoxia indígena en el IV Concilio Provincial Mexicano
Gerardo Lara Cisneros
Lorenzana y los tributos aztecas
Eduardo Merlo Juárez
Ruido de gentes, concierto de pieles. El arzobispo Lorenzana y la pintura de castas
Paula Mues Orts
El arte extremeño en la época del Cardenal Lorenzana
Vicente Méndez Hernán
¿El final de una utopía? El arzobispo Lorenzana y la nueva distribución parroquial de la ciudad de México
Antonio Rubial García
Un coetáneo de Lorenzana: preocupación artística y patrimonial de don Francisco Fabián y Fuero, colegial de Santa Cruz y prelado en Puebla de los Angeles y Valencia
Salvador Andrés Ordax
La cartografía americana en tiempos de Lorenzana
Antonio T. Reguera Rodríguez
El registro de la observación: sobre la economía de viajes a finales del siglo XVIII, sobre la economía de viajes a finales del siglo XVIII
Marcelo F. Figueroa
"Hidalguías cuestinadas". Imágenes de la sociedad novohispana en la sala de Hijosdalgo de la Real
María del Carmen Martínez Martínez
Andrés de Zárate, visitador de la compañía de Jesús, y el Cabildo de Quito: un conflicto entre grupos de poder en 1735 y 1736
Luis Javier Ramos Gómez
La administración del hospital de Cuenca (Ecuador) en el siglo XVIII
Alexandra Rodera Alonso

El Cardenal Lorenzana, España y su época

El Cardenal Lorenzana y la pervivencia del rito hispano-mozárabe
Ángel Fernández Collado
Las reformas del Cardenal Lorenzana en el arzobispado de Toledo
José Carlos Vizuete Mendoza
Ciudad Real entre el Barroco y la Ilustración (1772-1800)
Cándido de la Cruz Alcañiz
El "favor de la memoria": la presencia del arzobispo de toledo en el Madrid celebrativo
Carlos Sánchez Martín
El retablo de la capilla de San Ildefonso y la renovación estética de la Catedral de Toledo. Nuevas aportaciones
Julio Martín Sánchez
El mecenazgo literario del Cardenal Lorenzana en la producción del jesuita Faustino Arévalo
María Dolores Hernández Mayor
La imagen ideada de Fabián y Fuero, un arzobispo filojansenista en Valencia, a través de sus retratos
Ester Alba Pagán
La relaciones Iglesia-Estado: la conspiración vaticana contra D. Ricardo Wall (1763)
Diego Téllez Alarcia
La arquitectura de la ilustración, prólogo de la modernidad
Javier Hernando
Los modelos de retablos del arzobispo sevillano Alonso Marcos de Llanes y Argüelles
Francisco S. Ros González
La génesis de la advocación mariana de la divina pastora en su contexto sociohistórico
Ramón de la Campa Carmona
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miércoles, 5 de agosto de 2015

Cardenal primado de España: Francisco Antonio de Lorenzana, arzobispo de México y Toledo,(1902)

Francisco Antonio de Lorenzana
Fuente: Policarpo Mingote 
Nació en León (1738) de familia con el noble apellido Lorenzana, que hicieron grande los santos Vicente de León y Toribio de Mogrovejo. Arzobispo de México. Cardenal de la sede primada de Toledo. Historiador de la Iglesia de México y Toledo. Liturgista y humanista ilustrado, amigo del masón Jovellanos. Editó los escritos del sabio judío Maimónides. Creó un gabinete de ciencias naturales y un museo de la cultura india de California y México (Guadalajara y Michoacán).
Fundó la universidad de Toledo y legó su biblioteca (400 incunables, 1.000 manuscritos antiguos y más de 100.000 libros impresos) a la ciudad, hoy la segunda de España, localizada en el Alcázar de Toledo. Gastó gran parte de su fortuna personal en atender a multitud de clérigos franceses, emigrados por la persecución de la Revolución liberal-masónica. Desterrado por Godoy, que vendió España a Napoleón, fue honrado por Pío VII. Su sepulcro (1820) está en la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén en Roma.
Fuente: 
Policarpo Mingote en “Varones ilustres de León”. León-1978

Orígenes familiares del cardenal Lorenzana
MARGARITA TORRES SEVILLA
Ponencia en el Congreso (2004)
II Centenario de la muerte del Cardenal Lorenzana
Padres: Jacinto Manuel María Rodríguez de Lorenzana Buitrón y Varela (León 1686), Alcalde mayor de los Hijosdalgo de León y Regidor perpetuo de la ciudad; y María Josefa Irauregui y Salazar (Castro Urdiales).
Abuelos paternos: Pedro Francisco Buitrón Lorenzana y Nieto Osorio (León 1665), Capitán del Regimiento de España y Corregidor de Carrión de los Condes: y Beatriz María Varela y Sotomayor (Chantada).
Bisabuelos paternos: Manuel Rodríguez de Lorenzana (León 1641), regidor perpetuo de León y María Nieto Osorio (León). Diego Varela y Beatriz Sotomayor.
La hidalguía de los Lorenzana leoneses quedaba atestiguada casi en cada muro de la ciudad al igual que su prestigio y poder social. De cara a la sociedad de la corte, el cardenal incorpora informaciones que completan el perfil de su nobleza:
-Antepasados que ejercieron el cargo de Alcalde de los Hijosdalgo de León
-Mayorazgo de la Casa de Lorenzana, cuyo solar está desde 1540 en la plaza de las torres de Ares de Omaña
-Pertenencia a la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro
-Pertenencia a la Cofradía de Caballeros Hijosdalgo de León
-Enlaces de la Casa de Lorenzana con estirpes de la primera nobleza: condes de Luna y marqueses de Villasinda a través del apellido Quiñones
-Sepulturas dotadas y honorables en: Conventos de san Francisco y de Santo Domingo de Guzmán de León, Real Monasterio de san Claudio, Crucero y capilla del Dado en la Catedral de León, Parroquia de santa Ana de León
-Pruebas de hidalguía y limpieza de sangre de sus ancestros
-Santos y beatos de la estirpe: San Vicente Mártir y Venerable Padre Marcial de Lorenzana
-Pedro de Lorenzana, hermano del Cardenal, poseedor de los mayorazgos y señoríos de la Casa de Lorenzana
-Otros antepasados directos: Andrés de Lorenzana, caballero de Santiago y canónigo de san Marcos de León. Diego Riaño Lorenzana, caballero de Santiago.
Parientes de calidad y nobleza probada 
-Diego (Rodríguez) de Lorenzana, mayordomo del principe Felipe (Felipe IV).
-Alonso Rodríguez de Lorenzana, caballero de Santiago y capitán de Caballería en Nápoles.
-Diego Rodríguez de Lorenzana, caballero de la Orden de Malta.
-Luis de Santisteban Lorenzana, capellán de honor de su Majestad.
-Francisco de Aguirre y Lorenzana y Ambrosio Varela y Lorenzana, canónigos de la Catedral de -León y arcedianos de Mayorga
Durante la Baja Edad Media, la estirpe del Cardenal desempeñó oficios de Regidores de León sin renunciar al comercio y posteriormente elevaron su nivel originario de burquesía urbana al rango de nobleza de linaje mediante: Matrimonios con nobleza de sangre y Creación de mayorazgos.
Otro de ls rasgos que reflejan el prestigio de una estirpe es la recreación de leyendas y genealogias míticas que se remontan hasta los tiempos heroicos de la Reconquista de España.
Conclusión: Los siglos XVI y XVII consolidan el poder de los Lorenzana, Con el Cardenal el linaje se aúpa a los primeros puestos de la nobleza española.
Origen legendario del apellido Lorenzana:
Fray Antonio de Lobera en "Historia de las Grandezas de la ciudad de León" (1596) cita al cronista real Pedro Feijóo en "Crónica de los linajes antiguos del reino de Galicia" sobre el origen de los caballeros Lorenzana:
"...los moros pidieron al rey don Ramiro el tributo de las cien doncellas...En ese tiempo había un valiente caballero llamado Lorenzo, hijo de don Gutierre, conde del Bierzo y sobrino del rey don Ramiro. A este caballero señaló el rey por Capitán General en la guerra contra los moros a causa del tributo...En la última, fue el que primero invocó la ayuda de Santiago, en la que mató a un rey de ellos y ganó cuatro banderas. Hizo el mismo oficio en Galicia contra los normandos y en Portugal contra los moros. Por los cuales servicios se dice allí que el rey le dio tierras del valle de Mondoñedo y le señaló por armas dos leones echados con ocho eslabones alrededor..."
"...Los gallegos comenzaron a llamar a este valle, el valle de don Lorenzo y doña Ana, el valle de Lorenzana como hoy se llama..."
"...un hijo de Lorenzo y Ana se llamó Alonso de Lorenzana y fue Capitán General del rey don Ordoño, hijo de don Ramiro...Ganó una gran batalla contra los moros, que habían tomado la villa de Albelda, venciendo a 60.000 de ellos...Este don Alonso fue el primero que se quedó en León por causa de su mujer Blanca que se negó a vivir en Galicia..."
"...Alonso y Blanca tuvieon dos hijos Rodrigo y Alonso. De ellos descienden los señores condes de Puente de Eume y el conde don Sancho, el cual edificó un Monasterio en aquel valle de Lorenzana..."
Estos datos han sido transmitidos por genealogistas posteriores:
-López de Haro (1622)
-Piferrer (1857)
-García Carrafa (1919)
-Marqués de Alcedo: "Quiñones de León" (1918)
Casa condal gallega, origen del linaje Lorenzana
-Gutierre de Osorio, c/ Elvira, coetáneo de Ramiro I
-Osorio Gutiérrez (890-920), hijo de Gutierre, conde
-Hermenegildo Gutiérrez (+912), hijo de Gutierre, c/ Ermesinda Gatóniz
-Gutierre Osóriz, hijo de Osorio, conde c/ Ildonza, hija de Hermenegildo Gutiérrez
-Elvira Menéndez, hija de Hermenegildo Gutiérrez, c/ Ordoño II de León
-Osorio Gutiérrez, hijo de Gutierre Osóriz, conde fundador del monasterio de San salvador de Villanueva de Lorenzana (Lugo)
-Adosinda, hija de Gutierre Osóriz, c/ Ramiro II de León
-Ramiro II, hijo de Elvira Menéndez y Ordoño II
Origen documentado de los Lorenzana leoneses
Durante el reinado de Juan II, encontramos como jefe de la familia leonesa a Lope Rodríguez de Lorenzana "el de la Rua", junto a su cuñado el caballero don Suero de Quiñones durante las querellas entre la estirpe Lorenzana, los Quiñones y los Guzmanes de Toral.
En 1521, el comendador Diego de Lorenzana fue comisionado por la ciudad de León para presentar excusas al emperador CarlosV por haber tomado parte en el levantamiento de las Comunidades.
En 1642, otro pariente del cardenal, Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana. gobernador de Guatemala es premiado con la dignidad de marqués de Lorenzana por Felipe IV.

Francisco Antonio de Lorenzana
Cardenal de la Iglesia Católica
Fuente: Wikipedia
Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón (León 1722-Roma 1804), cardenal, historiador, liturgista y humanista ilustrado español, hermano del deán de Zaragoza y obispo de Gerona Tomás de Lorenzana.
Tras completar sus estudios en el colegio jesuita de su ciudad natal, entró al estado eclesiástico y alcanzó una canonjía en Toledo. Desde el 5 de junio de 1765 al 14 de abril de 1766 asumió el obispado de Plasencia.. De ideología acentuadamente regalista, impulsó la expulsión de los jesuitas en 1767. Desde el 14 de abril de 1766 al 27 de enero de 1772 asumió el arzobispado de México, donde desplegó una energía y capacidad de trabajo tales que se hizo tan famoso como temido, sobre todo por los conventos de monjas, cuyos estatutos intentó reformar, y por los jesuitas, contra los cuales chocó desde el principio. Supo conjugar la fe católica con el reformismo ilustrado e intereses sociales e incluso científicos.
Recogió y publicó las actas de los primeros concilios provinciales de México en 1555, 1565 y 1585: Concilios provinciales, I, II, III, de México (México, 1769-70). En 1771 él mismo convocó el cuarto concilio provincial mexicano, que comenzó el 13 de enero y terminó el 26 de octubre. Desafortunadamente sus decretos, que envió a Madrid para ser confirmados, no fueron aprobados por los monarcas ni por el Papa y quedaron sin publicar. También se dedicó a la historia profana escribiendo y anotando prolija y eruditamente una Historia de la Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés (México 1770) que incluye la primera edición mexicana de las Cartas de Relación de Hernán Cortés, con importantes mapas y ampliaciones con textos de Lorenzo Boturini Benaducci y fray Agustin de Betancourt.
Vuelve a España en 1772 como Arzobispo de Toledo hasta el año 1800, en que renunció al puesto en teoría por razones de salud, si bien la causa verdadera eran sus conflictivas relaciones y roces con el valido Manuel Godoy. En Toledo reunió una gran biblioteca que hizo pública en 1771 y levantó un apropiado y funcional edificio para la misma. Formó una colección de 379 incunables, cerca de mil manuscritos de los siglos XI al XIX y más de 100.000 libros impresos entre el siglo XVI y el XIX, que constituyeron el núcleo de la Biblioteca Pública del Estado en Toledo, integrada en 1998 en la actual gran Biblioteca de Castilla-La Mancha, sita en el Alcázar de Toledo.
Buscó y preparó la edición de los antiguos escritores hispano-latinos toledanos, que apareció publicada bajo el título SS. Patrum Toletanorum opera (Madrid,1782-93). Asimismo preparó la edición del breviario gótico del rito mozárabe, Breviarium Gothicum (Madrid, 1775), y del misal mozárabe Missale Gothicum (Roma,1804). En las introducciones a estas ediciones discurre con gran erudición sobre liturgia mozárabe. Mandó realizar las llamadas Descripciones o Relaciones de Lorenzana (1784), un cuestionario de catorce preguntas al que debían contestar los vicarios, jueces eclesiásticos y curas párrocos del arzobispado para recabar información de todo tipo sobre la archidiócesis, sobre aspectos tan variados como los sistemas de cultivos, las limitaciones climáticas, la comercialización de los productos, la bondad de sus aguas o la enfermedad más común que se sufría en su pueblo, entre otras informaciones fundamentalmente de naturaleza geográfica. El manuscrito con las respuestas se conserva en el Archivo Diocesano de Toledo. Y junto al interés por el presente de su diócesis, sintió casi el mismo por su pasado medieval: quiso editar las obras de primitivos autores cristianos toledanos venerados en Toledo, como San Eugenio, Eulogio, San Ildefonso y Julián de Toledo, pero también recuperó el Manus fortis de Maimónides.  La ingente tarea fue posible gracias a la colaboración de importantes eruditos, como su bibliotecario Pedro Manuel Hernández, el padre Enrique Flórez, Francisco Pérez Bayer, Faustino Arévalo o Francisco de Santiago Palomares.
Consciente del espíritu de su siglo, Francisco Antonio de Lorenzana creó también un gabinete de historia natural y un museo de antigüedades (durante su estancia en México reunió una interesante colección de objetos etnográficos procedentes de los indios de California, cuadros de mestizaje pintados en Puebla de los Ángeles, piezas de cerámica de Tonalá (Guadalajara) y bateas de Michoacán, que trasladó a Toledo, desde donde se dispersaron por diferentes instituciones españolas). Por otra parte, encomendó al académico alicantino Ignacio Haan la construcción de un nuevo edificio para la Real Universidad de Toledo, el hoy llamado Palacio del Cardenal Lorenzana, y la rehabilitación del Palacio Arzobispal, así como la construcción del Hospital del Nuncio Nuevo y la Puerta Llana de la catedral. La Biblioteca Arzobispal, de gran importancia y abultada por los fondos exclaustrados de los jesuitas, se vio enriquecida con el Fuero Juzgo. Entre 1794 y 1797 fue nombrado Inquisidor General. Según Marcelino Menéndez Pelayo, se había dejado manipular por diversos intrigantes contra Manuel Godoy: El cardenal Lorenzana tuvo en 1796 el valor laudable de admitir tres denuncias que otros tantos frailes le presentaron contra el Príncipe de la Paz como sospechoso de bigamia y ateísmo y pecador público y escandaloso. El arzobispo de Sevilla, D. Antonio Despuig y Dameto, famoso como arqueólogo y fundador del museo de Raxa, y el obispo de Ávila, Muzquiz, confesor de la reina, juntaron sus esfuerzos contra el privado y acabaron de persuadir a Lorenzana, varón virtuoso y muy docto, pero que pasaba por tímido e irresoluto, a emprender la instrucción secreta que debía preceder al mandamiento de prisión. Llorente refiere, aunque su narración parece novelesca y poco creíble, que Bonaparte interceptó en Génova un correo de Italia en que venían cartas del nuncio Vincenti al arzobispo Despuig sobre este negocio y que, deseoso de congraciarse con Godoy, las puso en sus manos por medio del general Pérignon, embajador de la república francesa en Madrid. A consecuencia de esto fueron desterrados de España Lorenzana, Despuig y Muzquiz en 14 de marzo de 1797 con el irrisorio pretexto de mandarlos a consolar a Pío VI. Lorenzana murió en Roma después de haber mostrado magnificencia, digna de un príncipe italiano del Renacimiento, en costear las ediciones críticas que hizo el P. Arévalo de San Isidoro, de Prudencio, de Draconcio y de otros monumentos de nuestra primitiva Iglesia. Nunca logró volver a España; se le obligó a renunciar la mitra y le sustituyó el infante D. Luis de Borbón.
En efecto, Lorenzana fue un gran mecenas y protegió y alentó en Roma los proyectos del jesuita expulso, filólogo y humanista extremeño Faustino Arévalo, muy parecidos a los suyos, y le tuvo como secretario hasta su muerte. Al acaecer la misma, Arévalo pronunció su elogio fúnebre. En gran parte la edición de Arévalo de las S. Isidori Hispalensis Opera Omnia (Roma, 1797-1803) se debió a su empeño personal. 
Su labor social fue memorable, aunque sus sucesores no supieron estar a la altura del formidable impulso que dio a estas empresas; fundó dos hospicios, en Toledo y Ciudad Real, en los que además se instruía a los menesterosos en faenas para que se ganaran la vida con una idea típicamente ilustrada de los beneficios que reporta la caridad activa. Acogió a los religiosos franceses emigrados por la Revolución francesa. Fue nombrado cardenal el 30 de marzo de 1789 por Pío VI y tras participar en el cónclave tras su fallecimiento (1799-1800), renunció a su arzobispado y acompañó al antiguo cardenal Chiaramonti y nuevo Papa Pío VII a Roma y allí permaneció hasta su muerte. En 1801 fundó una nueva Academia Católica en la Ciudad Eterna. A su muerte nombró como herederos suyos a todos los pobres. Su sepulcro está en Roma, pero fue trasladado a la Ciudad de México. En la sala capitular de la Catedral de Toledo se conserva el retrato del cardenal, realizado por el pintor Zacarías González Velázquez.

Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC
Salvador Bernabéu Albert 
Eclesiástico español, obispo de Plasencia (Cáceres) y arzobispo de México y Toledo, nacido en León en 1722 y muerto en Roma en 1803. Descendiente de una ilustre familia, Francisco Antonio fue bautizado en la ciudad de León el 22 de septiembre de 1722. Era el tercer hijo de Jacinto de Lorenzana y Varela, regidor perpetuo de la ciudad, y de María Josefa de Salazar Taranco, quienes tuvieron otros cuatro vástagos. Los padrinos fueron su tío Atanasio de Lorenzana, canónigo de la catedral de León, y Micaela, su hermana. Otro hermano, Tomás de Lorenzana, llegó a ser deán de la catedral de Zaragoza y obispo de Gerona. Huérfano de padre a la edad de nueve años, Francisco Antonio fue inscrito en el estudio de gramática que la Compañía de Jesús regentaba en su ciudad natal. Su tío Anastasio lo llevó posteriormente al convictorio del priorato benedictino de San Andrés de Espinareda, en el Bierzo leonés, donde recibió la tonsura, grado preparatorio para recibir órdenes menores, el 23 de abril de 1734. El 8 de marzo de 1739 obtuvo el grado de bachiller en artes, y un año después se trasladó a Valladolid para continuar sus estudios en la universidad. El 19 de noviembre de 1742 consiguió el grado de bachiller cesáreo civilista en la universidad de Santa Catalina de Burgo de Osma (Soria), y el 24 de noviembre de 1744, tras superar varias pruebas, ingresó en el Gimnasio Canónigo-Civil de Santo Tomás (Valladolid), escuela de práctica jurídica en la que tuvo de tutor a Juan Antonio Sáenz de Santa María, catedrático y futuro vicario general de la catedral de Toledo.
En el otoño de 1748, Lorenzana se trasladó a Salamanca para licenciarse en leyes. En esta ciudad permaneció tres años, durante los cuales residió en el elitista Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo. En él conoció a personajes de la talla de José Nicolás de Azara, futuro embajador en Roma. En 1751 obtuvo por oposición una canongía en la catedral de Sigüenza, en donde realizó un inventario de los libros y documentos antiguos y un catálogo de las reliquias y alhajas de la diócesis. El 23 de julio de 1755, Lorenzana se trasladó a Toledo, en cuya catedral alcanzó notables puestos (vicario general, vicetesorero y deán). En el cabildo coincidió con importantes eclesiásticos de la España del XVIII, como José Javier Rodríguez de Arellano, Juan Sáenz de Buruaga o su amigo Francisco Fabián y Fueros. Con este último, a quien conoció en la catedral de Sigüenza, formó una academia de historia eclesiástica e inició varias investigaciones históricas y lingüísticas, que dieron como resultado la edición de primitivos concilios toledanos y la célebre Missa Gótica seu Mozarabica, misal mozárabe publicado en Puebla de Los Ángeles en 1770, durante su etapa mexicana.
En 1765, Lorenzana fue nombrado obispo de Plasencia (Cáceres) por Carlos III, ciudad en donde residió pocos meses, pues al año siguiente fue elegido vigésimo cuarto arzobispo de México. El 23 de julio de 1766 entró en la capital del virreinato de la Nueva España. Tomó posesión el 22 de agosto. En la travesía transatlántica había viajado con el nuevo virrey, marqués de Croix, quien entró en la capital mexicana semanas más tarde. Ambas autoridades colaborarían en diversas empresas, contando con la ayuda del obispo de la Puebla, Francisco Fabián y Fueros, y del visitador general José de Gálvez. Sin duda, la medida más difícil que tuvieron que afrontar estas autoridades del virreinato fue la expulsión de los jesuitas (24 de junio de 1767). En los meses siguientes redactaría hasta tres cartas pastorales para desterrar la doctrina de los jesuitas y detener el descontento popular por su destierro. La administración de las posesiones y bienes de los jesuitas y la sustitución de misioneros y sacerdotes en el centro y norte del virreinato crearon muchos problemas al arzobispo, cuya imagen salió muy perjudicada por los ataques y sátiras promovidos por los contrarios a la expulsión.
Las empresas y reformas de Lorenzana en México fueron muy numerosas, desde el toque de las campanas a lo largo del día a la disposición de los pobres a la entrada de la iglesia catedral. Mandó elaborar un nuevo atlas de su inmensa diócesis (doscientos dos curatos, dieciocho misiones, mil presbíteros y mil trescientos religiosos), la que visitó para mejorar la administración, y realizó una nueva división de las parroquias mexicanas. En estos trabajos contó con la colaboración del sacerdote ilustrado José Antonio de Alzate. También fundó una Casa de Expósitos y Hospicio de Pobres, cuyos internos llevaron el apellido Lorenzana en recuerdo del arzobispo.
Con el fin de restaurar la vida común en los conventos femeninos, Lorenzana escribió varias cartas pastorales y edictos con el fin de reducir las criadas, impedir la venta de celdas, conducir a las monjas a la oración y la comida en común y desterrar las doctrinas jesuitas, lo que provocó varios conflictos con las monjas rebeldes, llamadas “apasionadas”. También tuvo conflictos con la secularización de los curatos, cuestión que venía preocupando a otros antecesores en el cargo. Como colofón de estas empresas, impulsó la celebración del IV Concilio Mexicano (1771), en donde se debatió y legisló sobre la castellanización y evangelización de los indígenas, la reforma de los tribunales judiciales y de las ceremonias abusivas, la fijación de nuevos aranceles, el destierro de las doctrinas jesuitas, el estado de las órdenes religiosas, la disciplina eclesiástica, la beatificación de Palafox, la pintura de imágenes religiosas y la erección de un obispado en Nuevo León, situado al noreste del virreinato mexicano. Aunque contó con la colaboración de las autoridades locales, las relaciones con el virrey no siempre fueron buenas. Se enfrentaron por el apoyo del marqués de Croix al sacristán mayor de la catedral, José Antonio Pinedo, acusado de absentista, y se distanciaron por problemas de protocolo en la inauguración del IV Concilio Provincial.
Como buen ilustrado, Lorenzana se preocupó por el pasado de México. En 1770 publicó la Historia de Nueva España escrita por su esclarecido conquistador, Hernán Cortés, aumentada con otros documentos y notas. En realidad, se trataba de una edición parcial de las cartas de relación que escribiese en el siglo XVI el célebre conquistador extremeño, ilustradas con 478 notas redactadas por el propio arzobispo, en las que demostró su interés por el pasado indígena y las peculiaridades geográficas del territorio. También editó las actas de los primeros concilios mexicanos, acompañadas de varias biografías de todos los arzobispos que le precedieron.
Nombrado arzobispo de Toledo, Lorenzana dejó la capital mexicana en marzo de 1772 y llegó a su nueva sede el 3 de octubre siguiente. De nuevo, el conocimiento del arzobispado (llegó a visitar Orán en 1786) y las reformas en la administración y las finanzas fueron completadas con un programa artístico e histórico que dejó profunda huella en Toledo. Partidario de los gustos neoclásicos, construyó varias capillas en la catedral, quitó adornos superfluos, adquirió lienzos de afamados autores (Francisco Bayeu y Mariano Maella, por ejemplo) y reformó las tres principales puertas del templo catedralicio: el Perdón, los Leones y el Niño Perdido o Reloj. Sin embargo, el impulso de Lorenzana se repartiría por toda la ciudad: el Alcázar (1774-1776), la Fonda de la Caridad (1774), el Nuevo Hospital de Dementes (1790-93), el Hospital de San Juan de Dios (1790), las reformas del palacio arzobispal, la universidad y los accesos hacia el Miradero desde la puerta de Biznaga. Para estas labores, Lorenzana contrató a artistas de la talla de Ignacio Haan o Ventura Rodríguez. Este último construyó, dentro del palacio arzobispal, varias dependencias destinadas a la biblioteca arzobispal y a gabinetes de historia natural y de antigüedades, en donde se dispusieron los fondos secuestrados a la Compañía de Jesús y otras donaciones particulares.
También Ventura Rodríguez sería el encargado de reconstruir el antiguo alcázar, incendiado por los portugueses durante la Guerra de Sucesión, para transformarlo en la Real Casa de Caridad. Las obras se iniciaron el 26 de febrero de 1774 y quedó inaugurado el 15 de julio de 1776. En el edificio se instalaron fábricas de seda, lino, lana y esparto, y una escuela para enseñar a los internos, quienes podían perfeccionar los oficios, tras cinco años de aprendizaje, en la Escuela de Nobles Artes con clases de arquitectura, pintura y escultura. El alcázar, destinado a educar y socorrer a los pobres, se convirtió en una institución modelo de la beneficencia ilustrada, que la Corona y la Iglesia intentaron expandir por España y América. Con el fin de socorrer a los pobres de Ciudad Real, se levantó la Real Casa de Caridad, que fue inaugurada por Lorenzana el 30 de abril de 1788.
Sus aficiones históricas adquirieron también nuevos impulsos, contando con las enormes riquezas de arzobispado. Estas obras se vieron completadas con la promoción de las devociones al Santo Niño de la Guarda, san Eugenio y santa Leocadia, y la edición del Breviarium gothicum secundum regulam Beatissimi Isidori Archiepiscopi Hispalensis (Madrid, imprenta de Joaquín Ibarra, 1775) y de las Obras Completas de los Santos Padres Toledanos (1793) empresa para la que se rodeó de varios eruditos como el padre Flórez o su bibliotecario, Pedro Manuel Hernández.
Seguidor de santo Tomás de Aquino y simpatizante de algunas de las máximas jansenistas, como la moralidad del clero, la vuelta al cristianismo primitivo y el reforzamiento de la jurisdicción episcopal frente a la autoridad de Roma, Lorenzana fue fiel al programa reformista de Carlos III y Carlos IV, si bien esta fidelidad no le privó del aislamiento y el ostracismo en los últimos años de su vida. Nombrado cardenal por Pío VI el 30 de marzo de 1789, fue enviado a Italia en 1797, tras un intento de procesar a Manuel Godoy, junto al arzobispo de Sevilla y al confesor de la reina. El 14 de septiembre de 1800 se instaló en Roma tras una breve estancia en Venecia para elegir al sucesor del papa Pío VI. El arzobispo se alojó en un palacio de la plaza de Venecia, y se dedicó a cumplir con los preceptos religiosos, deleitarse con los estudios literarios y practicar la beneficencia. El 17 de abril de 1804 murió a la edad de ochenta y dos años. Tres días después, su cuerpo fue enterrado en el coro de la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén. El 18 de septiembre de 1956, sus restos fueron trasladados a la cripta de arzobispos de la catedral de México. Durante su estancia en Roma, Lorenzana adquirió una parte de la colección de manuscritos que había coleccionado el cardenal Zelada.
Bibliografía
HIGUERUELA DEL PINO, Luis. “Don Francisco Antonio de Lorenzana, Cardenal ilustrado”, en Toletum, 23, 1989 (pp. 161-191).
LORENZANA, Francisco Antonio. Historia de Nueva España escrita por un esclarecido conquistador, Hernán Cortés, aumentada con otros documentos y notas. Edición facsimilar del original de 1770. (México: Universidad Castilla-La Mancha y Miguel Angel Porrúa, 1992).
MALAGÓN, Javier. “Los escritos del cardenal Lorenzana”, en Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 4, 1970 (pp. 223-263).
SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Isidoro (coordinador). El cardenal Lorenzana y la Universidad de Castilla-La Mancha. (Ciudad Real: Universidad de Castilla-La Mancha, 1999).
SANTOS VAQUERO, A. La Real Casa de Caridad de Toledo: Una institución ilustrada.(Toledo: Diputación Provincial, 1994).
SIERRA NAVA-LASA, Luis. El cardenal Lorenzana y la Ilustración. (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1975).
ZAHINO PEÑAFORT, Luisa (recopiladora). El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano. (México: Miguel Angel Porrúa-UNAM-Universidad de Castilla La Mancha-Cortes de Castilla-La Mancha, 1999).
Fuente:
Salvador Bernabéu Albert-Escuela Estudios Hispanoamericanos CSIC

Arte Español del Siglo XVIII
 Ismael Gutiérrez Pastor
Recién vuelto de México, el cardenal D. Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de Toledo (1772-1804), nombró a Ventura Rodríguez Maestro Mayor de la Catedral (1772) y promovió la reforma de su fachada principal, cuyos proyectos presentó el arquitecto en 1773, siendo rechazados por el Cabildo. Era un pórtico o pronaos extendido entre la torre y la capilla mozárabe, con un frontis exástilo de columnas con fustes estriados y capitel compuesto, sobre altos pedestales; presentaba a los lados un intercolumnio alineado con la torre y en él centró un saliente tetrástilo de columnas dobladas. El entablamento y ático con esculturas se adaptaba a la planta, fusionándose con un templete de pilastras, frontón recto y candeleros, que integraba sin alterarlo el rosetón gótico. Por si quedara duda de cuáles seguían siendo sus postulados estéticos, en la memoria explicativa Rodríguez recurrió a ejemplos de basílicas romanas, renovadas con pórticos barrocos como San Juan de Letrán (A. Galilei), Santa María la Mayor (F. Fuga) y Santa Cruz de Jerusalén (D. Gregorini), detectándose también rasgos palladianos en la columnata y herrerianos en el escalonamiento de los dos niveles, como ya había ideado en El Burgo de Osma. El mensaje era claro: si los cardenales romanos habían renovado sus basílicas con pórticos, la Catedral Primada podía hacer lo mismo, aunque de hecho los canónigos rechazaron la idea. 
El orden corintio era el adecuado a la Virgen, titular de la Catedral, siendo Rodríguez coherente con el uso modal clásico-barroco, como volvería a poner de manifiesto en el Patio del Colegio de Doncellas Nobles (1775), con doble galería superpuesta de corintio y compuesto, o en la Capilla del Palacio Arzobispal (hacia 1776), que junto a la reforma del Alcázar para hospicio (1773) y los retablos de la Capilla de Reyes Nuevos (hacia 1775), cuya estructura es idéntica a la de los cuerpos laterales de S. Maria della Pace de P. da Cortona y de San Ildefonso (1777), fueron las obras más importantes ejecutadas en Toledo.

Semblanza de un gran arzobispo de Toledo en tiempos de la Ilustración
Ángel Fernández Collado  
El acercamiento a un personaje histórico, un cardenal ix con una importante presencia en la sociedad intelectual, cultural y civil de su tiempo y con una influencia decisiva en la Iglesia por su actividad pastoral, caritativa, cultural y de gobierno, requiere siempre una actitud de gran respeto y responsabilidad. Semejante tarea conlleva a la vez un sentimiento profundo de gozo y complacencia interior al contemplar cómo alguien se va convirtiendo en persona de valía e influencia en la medida en que, conscientemente, adquiere valores, conocimientos y saberes tanto humanos como cristianos; se abre a la realidad concreta de las personas y del tiempo en que le toca vivir y se inserta en la misma, apreciando sus valores y transformándola en algo mejor y más útil a todos; y se deja engrandecer por la gracia del espíritu del Señor en su vida, pudiendo ser así un buen modelo y pastor de su rebaño, una manifestación del ejercicio de la caridad cristiana y un entusiasmado impulsor de las ciencias, las artes, las letras, la historia y la cultura. Me estoy refiriendo ciertamente a la persona de don Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, arzobispo de Toledo, primado de España y cardenal de la Iglesia. Han sido muchos autores los que en los últimos años se han interesado por conocer la figura y la actividad tanto cultural como pastoral del culto y magnánimo arzobispo toledano. Cada uno lo ha hecho desde su ámbito de conocimiento e interés, pero todos coinciden en la grandeza de su persona y la importancia de sus proyectos y logros. Así, el doctor Gregorio Marañón en su obra Elogio y nostalgia de Toledo lo presenta como uno de los grandes arzobispos que han regido la Iglesia toledana y cuya memoria ha quedado grabada en la historia de España por las importantes y grandes obras que realizó y que siguen hablando de su buen hacer hasta nuestros días: «Lorenzana, todo patriotismo, pacifismo y caridad, ha sido para mí uno de los más grandes señores de la Iglesia española; más grande, en ciertos aspectos, que [los cardenales] Mendoza y Cisneros, cuyas glorias políticas y guerreras admiro, pero siempre que las oigo referir las comparo y salen perdiendo con las [obras] del cardenal de los telares de seda y de lino»1 . Por su parte, el doctor don Francisco Antonio Gonzá- lez, en la oración fúnebre pronunciada a los pocos días del fallecimiento de Lorenzana, lo recordaba con estas expresiones que hoy día siguen teniendo validez: «La muerte, tributo impuesto al primer hombre, arrebató del mundo al eminentísimo Lorenzana, pero no pudo arrebatar sus virtudes heroicas. Viven todavía, viven su piedad y su celo en un alma grande que, dirigida y educada según sus principios y máximas, ha gobernado el rebaño de Jesucristo por El cardenal Francisco Antonio de Lorenzana. Semblanza de un gran arzobispo de Toledo en tiempos de la Ilustración Ángel Fernández Collado las sendas de la verdad; ... Viven asimismo su esplendidez y protección en tantos corazones reconocidos, en tantos domicilios piadosos erigidos para amparo de la humanidad afligida. Vive finalmente su caridad en las dos Casas [de Caridad] de Ciudad Real y Toledo, con las que se ha mostrado tan liberal al tiempo de su fallecimiento»2 . Y, como un anticipo de lo que posteriormente dirían de él respecto a su atención y cuidado de su clero y fieles como arzobispo y pastor diocesano de Toledo, escribía él mismo en una de sus primeras cartas pastorales nada más llegar a la archidiócesis: «La gloria de un padre es el hijo sabio y bien educado; y la gloria, la corona y verdadero honor de un obispo es la instrucción de su Clero [y sus fieles], su buena vida y ejemplo. Las piedras preciosas de la Mitra de un Prelado son las virtudes de los sacerdotes de su diócesi[s] y sus santos ejercicios en beneficio de los fieles; el Báculo pastoral lo sostienen los sacerdotes para que, como Pastor mayor de todo el Rebaño, [sea] bien gobernado y todos [le] ayuden a dirigirle por pastos saludables»3 . En un ambiente ilustrado El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración4 , y en él se encuentra inmersa y se desarrolla la mayor parte de la vida consciente y activa del cardenal don Francisco Antonio de Lorenzana. Se suele presentar al cardenal como un eclesiástico ilustrado. Sin embargo, el término no se le puede aplicar en toda su extensión, y menos aún en su concepción enciclopedista de persona eminentemente racionalista y naturalista, atea, contraria a los dogmas, a la Iglesia y a la intervención de Dios en el mundo. Nada más lejos de la personalidad de Lorenzana. Sin embargo, al conocer sus numerosísimas obras de caridad, de promoción humana, de conocimiento y difusión del pensamiento, de las artes y de la cultura, su interés por el glorioso pasado cristiano en España, por el bien público en sus diferentes manifestaciones, por el cultivo de las ciencias naturales, exactas e históricas, y sus predicaciones, sermones e instrucciones al clero y al pueblo, sí podemos decir que algunos aspectos del llamado despotismo ilustrado del siglo XVIII están presentes en su vida y obras. Aunque, sin duda, los aspectos que realmente marcaron el conjunto de sus actuaciones como arzobispo y como hombre de gobierno en la Iglesia fueron la caridad hacia los más necesitados y la promoción social y cultural de las gentes
El acercamiento a un personaje histórico, un cardenal ix con una importante presencia en la sociedad intelectual, cultural y civil de su tiempo y con una influencia decisiva en la Iglesia por su actividad pastoral, caritativa, cultural y de gobierno, requiere siempre una actitud de gran respeto y responsabilidad. Semejante tarea conlleva a la vez un sentimiento profundo de gozo y complacencia interior al contemplar cómo alguien se va convirtiendo en persona de valía e influencia en la medida en que, conscientemente, adquiere valores, conocimientos y saberes tanto humanos como cristianos; se abre a la realidad concreta de las personas y del tiempo en que le toca vivir y se inserta en la misma, apreciando sus valores y transformándola en algo mejor y más útil a todos; y se deja engrandecer por la gracia del espíritu del Señor en su vida, pudiendo ser así un buen modelo y pastor de su rebaño, una manifestación del ejercicio de la caridad cristiana y un entusiasmado impulsor de las ciencias, las artes, las letras, la historia y la cultura. Me estoy refiriendo ciertamente a la persona de don Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, arzobispo de Toledo, primado de España y cardenal de la Iglesia. Han sido muchos autores los que en los últimos años se han interesado por conocer la figura y la actividad tanto cultural como pastoral del culto y magnánimo arzobispo toledano. Cada uno lo ha hecho desde su ámbito de conocimiento e interés, pero todos coinciden en la grandeza de su persona y la importancia de sus proyectos y logros. Así, el doctor Gregorio Marañón en su obra Elogio y nostalgia de Toledo lo presenta como uno de los grandes arzobispos que han regido la Iglesia toledana y cuya memoria ha quedado grabada en la historia de España por las importantes y grandes obras que realizó y que siguen hablando de su buen hacer hasta nuestros días: «Lorenzana, todo patriotismo, pacifismo y caridad, ha sido para mí uno de los más grandes señores de la Iglesia española; más grande, en ciertos aspectos, que [los cardenales] Mendoza y Cisneros, cuyas glorias políticas y guerreras admiro, pero siempre que las oigo referir las comparo y salen perdiendo con las [obras] del cardenal de los telares de seda y de lino»1 . Por su parte, el doctor don Francisco Antonio Gonzá- lez, en la oración fúnebre pronunciada a los pocos días del fallecimiento de Lorenzana, lo recordaba con estas expresiones que hoy día siguen teniendo validez: «La muerte, tributo impuesto al primer hombre, arrebató del mundo al eminentísimo Lorenzana, pero no pudo arrebatar sus virtudes heroicas. Viven todavía, viven su piedad y su celo en un alma grande que, dirigida y educada según sus principios y máximas, ha gobernado el rebaño de Jesucristo por El cardenal Francisco Antonio de Lorenzana. Semblanza de un gran arzobispo de Toledo en tiempos de la Ilustración Ángel Fernández Collado las sendas de la verdad; ... Viven asimismo su esplendidez y protección en tantos corazones reconocidos, en tantos domicilios piadosos erigidos para amparo de la humanidad afligida. Vive finalmente su caridad en las dos Casas [de Caridad] de Ciudad Real y Toledo, con las que se ha mostrado tan liberal al tiempo de su fallecimiento»2 . Y, como un anticipo de lo que posteriormente dirían de él respecto a su atención y cuidado de su clero y fieles como arzobispo y pastor diocesano de Toledo, escribía él mismo en una de sus primeras cartas pastorales nada más llegar a la archidiócesis: «La gloria de un padre es el hijo sabio y bien educado; y la gloria, la corona y verdadero honor de un obispo es la instrucción de su Clero [y sus fieles], su buena vida y ejemplo. Las piedras preciosas de la Mitra de un Prelado son las virtudes de los sacerdotes de su diócesi[s] y sus santos ejercicios en beneficio de los fieles; el Báculo pastoral lo sostienen los sacerdotes para que, como Pastor mayor de todo el Rebaño, [sea] bien gobernado y todos [le] ayuden a dirigirle por pastos saludables»3 . En un ambiente ilustrado El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración4 , y en él se encuentra inmersa y se desarrolla la mayor parte de la vida consciente y activa del cardenal don Francisco Antonio de Lorenzana. Se suele presentar al cardenal como un eclesiástico ilustrado. Sin embargo, el término no se le puede aplicar en toda su extensión, y menos aún en su concepción enciclopedista de persona eminentemente racionalista y naturalista, atea, contraria a los dogmas, a la Iglesia y a la intervención de Dios en el mundo. Nada más lejos de la personalidad de Lorenzana. Sin embargo, al conocer sus numerosísimas obras de caridad, de promoción humana, de conocimiento y difusión del pensamiento, de las artes y de la cultura, su interés por el glorioso pasado cristiano en España, por el bien público en sus diferentes manifestaciones, por el cultivo de las ciencias naturales, exactas e históricas, y sus predicaciones, sermones e instrucciones al clero y al pueblo, sí podemos decir que algunos aspectos del llamado despotismo ilustrado del siglo XVIII están presentes en su vida y obras. Aunque, sin duda, los aspectos que realmente marcaron el conjunto de sus actuaciones como arzobispo y como hombre de gobierno en la Iglesia fueron la caridad hacia los más necesitados y la promoción social y cultural de las gentes.
Escuela española de Historia y Arqueología en Roma-CSIC 
Cándido de la Cruz Alcañiz
Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón (1722-1804), como personaje histórico, genera una proyección advertida en una imagen continuada. Damos a conocer y analizamos los retratos de su etapa como arzobispo de México (1766-1772) y como arzobispo de Toledo (1772-1800), testimonios de su actividad social. Ver texto e imágenes...AQUÍ

Manuscritos miniados en colecciones españolas
 Elena De Laurentiis-Emilia Anna Talamo
En 1798, el cardenal Francisco Antonio de Lorenzana compró en Roma diversos códices litúrgicos procedentes de la Sacristía de la Capilla Sixtina, y los envió a España para salvarlos de la «maxima in Urbis direptione». La localización en Toledo de estos espléndidos códices miniados, todavía íntegros y perfecta mente conservados, ha permitido reconstruir y presentar, al menos en parte, lo que en tiempos constituyó uno de los núcleos de manuscritos litúrgicos más importantes y valiosos del patrimonio bibliográfico pontificio. Este volumen está concebido como catálogo sistemático de todos los códices sixtinos recuperados por el cardenal Lorenzana y actualmente conservados en la Catedral de Toledo y en la Biblioteca de CastillaLa Mancha de la misma ciudad, así como en la Biblioteca Nacional de España. El catálogo incluye códices de los siglos XI al XVIII realizados para ser utilizados por papas, cardenales y obispos durante los oficios litúrgicos celebrados en la Capilla Sixtina y en la basílica vaticana. La riqueza de las decoraciones miniadas y el valor de las encuadernaciones –en las que aparecen los escudos de los propietarios de los códices– confirman el prestigio de sus antiguos dueños, entre los que se cuentan el cardenal Pietro Barbo, luego papa Pablo II, los cardenales Jean Balue, Girolamo Basso Della Rovere, Francisco de Borja o Antoniotto Pallavicini, y los papas Julio II, Clemente VII, Pío V, Urbano VIII y Alejandro VII. Los ensayos introductorios abordan las cuestiones relacionadas con el fondo de la Sacristía Sixtina, los avatares de su dispersión y su recuperación gracias al prelado español, y el resto están dedicados al estudio de la situación de la miniatura en Roma durante los siglos XVI y XVII, con especial atención al pontificado de Urbano VIII Barberini (1623-1644). A través de la reconstrucción de la figura y la personalidad artística de algunos miniaturistas implicados en la elaboración de los códices de este papa, el lector se encontrará inmerso en la tupida red de relaciones entre la refinada corte pontificia y el ambiente artístico y anticuario de la época, en el que vieron la luz el Museo Cartaceo de Cassiano dal Pozzo y la Roma sotterranea de Antonio Bosio. El libro incluye además un importante aparato documental y la reconstrucción de las localizaciones actuales de los códices, folios arrancados y miniaturas procedentes del fondo vaticano, rastreados a partir de los inventarios de la Sacristía de 1547 y 1714, así como del catálogo de la venta de la colección de miniaturas del abate Luigi Celotti (Christie’s, Londres, 26 de mayo de 1825).
Elena De Laurentiis, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Génova, se especializó en Historia del Arte Medieval y Moderno en la Universidad de Pisa y completó sus estudios en la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 1997 desarrolla sus investigaciones sobre todo en el campo de la miniatura italiana y española de los siglos XVI y XVII. Es autora de diversos artículos aparecidos en revistas internacionales especializadas, monografías y catálogos de exposición, donde ha publicado novedades y obras inéditas de Giulio Clovio (1998), Giovanni Battista Castello el Genovés y los miniaturistas del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (2000 , 2002), Luis Lagarto (2002) y Francesco da Castello (2006). Desde 2007 es miembro de la Sociedad Internacional de Estudios de Historia de la Miniatura.
Emilia Anna Talamo, catedrática de Historia del Arte Moderno en la Universidad de Calabria. Desde 1987 centra sus investigaciones en el estudio de la miniatura presente en Roma entre los siglos XVI y XX, y ha publicado diversas obras inéditas entre las que cabe destacar el estudio sobre los misales del cardenal Juan Álvarez de Toledo (1989) y un volumen dedicado por entero a los códices miniados de la Capilla Sixtina conservados en la Biblioteca Apostólica Vaticana (1998). Ha participado en numerosos congresos internacionales y ha escrito artículos en revistas especializadas italianas y de otros países, así como en catálogos de exposición. Ha editado junto con otros especialistas varios facsímiles como el Misal Borgia (2001) y la Vita Nova de Dante, edición de 1921 (2003). Desde 1998 es miembro activo de la Sociedad Internacionales de Estudios de Historia de la Miniatura.
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domingo, 16 de abril de 2023

Linaje del Cardenal Lorenzana

Caballero Cruzado de la Orden de Santiago
SUMARIO
1. San Vicente Mártir (año 580)
2. Lorenzo Gutiérrez de Osorio (859)
3. Lope Rodríguez de Lorenzana (1430)
4. Marqués de Lorenzana (1640)
5. Lucas García-Lorenzana (1690)
6. Cardenal Lorenzana (1789)

1. San Vicente de León, Mártir
Abad Benedictino de San Claudio de León
San Vicente perteneció al linaje Osorio de León. Fray Atanasio de Lobera, en su “Crónica de los linajes de Galicia” relata el origen del apellido Lorenzana a raíz de la batalla de Clavijo (año 859) en la persona de Lorenzo Gutiérrez de Osorio, pariente de Alfonso II el Casto, y también relata la vida del glorioso san Vicente mártir, abad del insigne monasterio de san Claudio en León: "Vicente fue un constante perseguidor de la secta arriana, honrador y amador de la fe de Jesucristo, que por defender la una y perseguir la otra entró en batalla y perseveró en ella hasta perder la vida. No se halla otra noticia de sus cosas más de lo que se contiene en las lecciones propias que el día de su fiesta se leen, en su monasterio de san Claudio y en el breviario de las iglesias de León y Oviedo".
Hacia el año 584 Leovigildo, el arriano rey de los visigodos, levantó una cruel persecución contra los cristianos, después de ejecutar a su hijo y heredero Hermenegildo por haberse bautizado. Por su mandato muchos recibieron la corona del martirio. Leovigildo hizo asimismo celebrar Concilio en la ciudad de León, para mejor introducir, apoyar y autorizar su falsa secta. Sabiendo que fray Vicente, abad del monasterio de san Claudio (fundado fuera de las murallas de la ciudad), hacía resistencia a su doctrina, envió a llamarle y habiendo venido le dijo: ¿Eres tú Vicente, destruidor de nuestra doctrina?. A estas palabras respondió el santo abad: "aquella doctrina creo y confieso, que enseñaron los santos apóstoles san Pedro y san Pablo, y después defendió san Atanasio".
Oyendo el tirano esta respuesta mandó que azotasen al santo abad hasta que se le viesen las costillas. Ejecutóse su mandado con tanta crueldad que quedó el cuerpo del santo despedazado. No contento con esto el tirano, mandó que lo metiesen en una oscura cárcel, y que la cerrasen por fuera y sellasen con su anillo. Pero, como está Dios al lado de sus siervos en las tribulaciones, para sacarlos de ellas con honra y gloria, no faltó en ésta al abad Vicente. Porque envió un ángel que lo consoló y curó todas su llagas y golpes. Al día siguiente lo mandó el rey sacar a audiencia. Estando en ella comenzó el santo abad a hablar del alto y profundo misterio de la Santísima Trinidad. Refirió entre otras aquellas palabras del símbolo de san Atanasio: «Ninguna cosa hay primera ni postrera, ninguna mayor ni menor. Todas las tres personas son eternas e iguales».
Oído esto, arremetieron con grande furia los presentes a él, pretendiendo quitarle la vida. No dio lugar el rey a que esto se ejecutase en su presencia, mas mandó que fuese llevado a su monasterio y delante de las puertas muriese. Iba por el camino el santo abad confesando a voces el misterio de la igualdad de las tres personas de la Santísima Trinidad, según la determinación del santo concilio Niceno. Llegado a la puerta de su monasterio fue martirizado. Salieron de noche sus monjes y llevaron su santo cuerpo y lo pusieron arrimado a la pared de la iglesia justo en donde estaban los de los 12 santos mártires Claudio, Lupercio. Victorico,... (los hijos del centurión san Marcelo y santa Nonia mártires). En una piedra que está en un pilar de la iglesia de este monasterio, ha más de trescientos años que se puso allí, se refiere algo de lo que dejamos dicho en unos versos harto faltos de medida y buen latín.
El cuerpo del glorioso abad y mártir san Vicente fue trasladado a Asturias en la general destrucción de España por los infieles mahometanos. Está presente en la Cámara santa de la iglesia catedral de Oviedo, en una rica y grande arca de plata. Trajeron el uno de sus brazos a su monasterio de san Claudio en León, para que su casa y patria no careciesen de la reliquia de tan grande santo. En lo alto de su tumba están escritas estas palabras: “Esta obra mandó hacer el maestro García, arcediano de esta santa iglesia, a honra de san Vicente mártir, abad que fue del monasterio de san Claudio, en la ciudad de León, cuyo cuerpo se enterró en este arca, en la era de mil trescientos” (Es año del nacimiento de nuestro Redentor de mil doscientos sesenta y ocho).
Los Osorio pueden enorgullecerse de contarse entre las familias de nobleza más antigua de cuantas forman la nobleza española actual. De ellos dice Piferrer que la Real Casa y Sangre de los Osorio es tan antigua que aunque no se diese noticia de su origen, quedaría bien condecorada. Y Sandoval escribe que la antigüedad de su linaje es tal que eran condes y duques y de tan alta sangre, que los reyes casaban con sus hijas y ellos con las hijas de los reyes.
Fuente;
Eloy Díaz-Jiménez y Molleda (Instituto Leonés de Cultura): "Historia del Real Monasterio Benedictino de San Claudio de León". Es el único códice (siglo XVII), reproducido hoy por primera vez y en toda integridad, que narra la historia del Monasterio benedictino más antiguo de León, y acaso de España.

2. Lorenzo Gutiérrez de Osorio 
Genealogía del Héroe legendario de la batalla de Clavijo
Alfonso II el Casto, nació en 759, rey Astur-leonés (791-842). Peregrinó a Compostela. donde fue hallado el sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor en el año 829 (Sánchez Albornoz). Edificó una basílica.  En 808, su sobrino Bernardo del Carpio (na.770), con ayuda de los cristianos de Pamplona- rechazó a los franceses de Carlomagno en la 2ª batalla de Roncesvalles (Ibañeta) cuando pretendía incorporar los reinos hispanos al Sacro Imperio Romano Germánico, como había hecho con la Marca Hispánica.

Gutierre Osorio,
 conde del Bierzo, nació aproximadamente (na) en 790, pariente de Alfonso II el Casto (791-842).
Margarita Torres: Lorenzana en Clavijo

Lorenzo Gutiérrez (na. 820), hijo de Gutierre Osorio. Rechazó (844) a los normandos (vikingos daneses) cuando intentaron desembarcar en la ria de Clunia (Coruña) y combatió a los moros al sur del río Miño durante el reinado de Ramiro I (842-850). Fue premiado por el rey con un señorío en las tierras de Mondoñedo. Capitaneó el ejército astur-leonés como lugarteniente de Ordoño I (850-856), apoyado por los vascones de García Íñiguez de Pamplona, en la batalla de Albelda-Clavijo (859), venciendo al rey Muza II de Tudela-Zaragoza,. El apóstol Santiago sobre un caballo blanco decidió la batalla milagrosamente. Ordoño I le otorgó título de Conde de Lorenzana y escudo de armas: dos leones sedentes (victorias sobre vikingos y moros) con bordura de ocho eslabones de cadena (jefes enemigos apresados).
Escudo Lorenzana

Osorio Gutiérrez (na. 850), conde de Coimbra, II conde de Lorenzana, hijo de Lorenzo. Sirvió a Alfonso III el Magno (866-910) en la doble batalla del Esla (878), que tuvo dos escenarios próximos a León: Polvoraria (Benavente) y Valdemora de los Oteros. Su hermano Alonso Gutiérrez se avecindó en León porque su mujer Blanca se negó a trasladarse a Galicia.

Año 878: Batalla de Polvoraria-Valdemora
Gutierre Osoriz (na. 880), III conde de Lorenzana, hijo de Osorio, cuñado del rey Ordoño II de León (914-924)participó en las batallas de San Esteban de Gormaz (917) y Valdejunquera (920) contra Abderramán III, califa de Córdoba.

Rodrigo Osorio, hijo de Alonso Gutiérrez y Blanca, nieto de Lorenzo. Fundador de la rama leonesa del linaje Lorenzana durante el reinado del rey García (910-914), que inició el traslado de la corte  de Oviedo a León.
Fray Atanasio de Lobera sobre el conde Santo

Osorio Gutiérrez (na. 920-1015), hijo de Gutierre´, IV conde de Lorenzana, el “conde Santo". Participó en la batalla de Simancas (939) con Ramiro II de León (931-951). Asistió con su padre Gutierre Osoriz a la gran Asamblea de nobles y obispos celebrada (950) por Ramiro II en su palacio de León. A la vuelta de su peregrinación a Tierra Santa (969) profesó hasta su muerte en el Monasterio de San Salvador de Villanueva de Lorenzana (Lugo) por él fundado.
Monasterio de San Salvador 
de Villanueva de Lorenzana (Lugo) 
Gómez Vela Osorio, nieto del "conde Santo", conde de Trastámara, antepasado del marqués de Astorga. Cedió la iglesia de Santo Tomé al Monasterio de Villanueva de Lorenzana.

Condesa Elvira, nieta de Osorio Gutierrez, IV conde de Lorenzana. En 1064, el obispo Suero de Mondoñedo pleiteó con el infante García, hijo de Fernando I por la herencia de la condesa Elvira.

Fuentes:
1. Claudio Sánchez Albornoz.
Cita en "Orígenes de la Nación Española": Gran victoria de Ordoño I en la batalla de Albelda (859).
2. Rodrigo Ximénez de Rada, Arzobispo de Toledo.
Cita en la crónica "De rebus Hispaniae": Las tropas cristianas pidieron ayuda al apóstol antes de la batalla de Clavijo. Y la victoria, al grito ¡Santiago, cierra España! sobre 60.000 mahometanos, dió origen al apodo "Santiago Matamoros" y al "Voto de Santiago": ofrenda anual en la catedral de Compostela de los diezmos de lo reconquistado a los moros.
3. Fray Atanasio de Lobera.
Cita al Padre Feijóo, que ofrece la etimología de Lorenzana en “Crónica de los linajes antiguos de Galicia”: Había un valiente caballero llamado Lorenzo, hijo de Gutierre de Osorio (conde del Bierzo y .primo de Alfonso II). Venció a los moros en Portugal y a los vikingos daneses en Clunia-Coruña (844), por lo que Ramiro I (842-850) le concedió las tierras de Mondoñedo (Lugo) y le señaló por armas “dos leones echados con ocho eslabones alrededor”. Casado con Ana Ponce de León, edificó su casa en el valle a una legua de Mondoñedo, que los gallegos llamaron Valle de Lorenzana (Lorenzo y Ana). Un hijo de Lorenzo y Ana se llamó Alonso y fue capitán General del rey Ordoño. Alonso se avecindó en León a causa de su mujer Blanca que se negó a vivir en Galicia, su hijo Rodrigo es el fundador de la rama leonesa del linaje.
4. Margarita Torres Sevilla-Quiñones de León.
Profesora de Historia Medieval de la Universidad de León, en la revista "Historia de Iberia Vieja" (nº 8, página 47), recoge la tradición de un Lorenzana en la batalla de Clavijo como Alférez o Lugarteniente del Rey.
5. José Luis López Sangil.
Cita en "La fundación del monasterio de san Salvador de Cines": "Retrocedamos para hablar de la ascendencia del conde don Aloito Gutiérrez, el cual era hijo del conde don Gutierre Aloítez y doña Elvira. Sus hermanos fueron importantes personajes como don Hermenegildo Gutiérrez, conde de Tuy y de Oporto desde el año 873, conquistador de Coímbra en el 878, y Mayordomo real de Alfonso III Magno (866-910). Estuvo casado con doña Ermesinda Gatóñez, hija del conde don Gatón y doña Egido, prima de Alfonso III. Hijos de don Hermenegido y doña Ermesinda fueron don Gutierre Menéndez, casado con doña Ilduara Eiriz, hija de don Ero Fernández y doña Adosinda; conde don Arias Menéndez, casado con doña Ermesinda Gundesíndez; doña Elvira Menéndez, reina por ser esposa de Ordoño II (914-924); doña Aldonza Menéndez, esposa de don Gutierre Osóriz, conde de Lorenzana e hijo del conde don Osorio Gutiérrez”.
6. Claudio Sánchez-Albornoz.
Cita en Una ciudad Hispano-Cristiana hace un Milenio (1947): El clérigo portador del mandato trae la noticia de que ha habido un incidente en palacio cuando se despide el conde Osorio Gutiérrez, hijo de Gutierre Osóriz, pariente y gran amigo del rey Ramiro II (898-951). 
7. José Luis Sampedro y Escolar.
Cita en "El linaje Tejada, un señorío superviviente en el siglo XXI": En la batalla de Clavijo (844?) junto a Santiago, patrón de España, se encuentran el rey Ramiro, Gutierre de Osorio, antepasado del marqués de Astorga, y Sancho Fernández de Tejada.
8. Enrique Cal Pardo.
Cita el pleito por la herencia de la condesa Elvira, nieta de Gutierre Osorio conde de Lorenzana en Episcopologio Mindoniense (página 72).

Caballero Cruzado de la Orden de Santiago
3. Lope Rodríguez de Lorenzana
Refundador del linaje Lorenzana
1. Lope recuperó el patronímico Rodríguez de su antepasado Rodrigo Osorio y el toponímico Lorenzana de la villa y monasterio de San Salvador de Lorenzana en Lugo, con motivo de la estructuración de la nobleza realizada por Enrique IV. Casó con María de Quiñones, hija del conde de Luna y hermana de don Suero de Quiñones (1409-1456), el del “Paso honroso" (1436). Los sepulcros de los descendientes de Lope están en Iglesia de Santa Ana de León, Catedral y Real Colegiata de San Isidoro. Es antepasado del Marqués de Lorenzana, del Cardenal Lorenzana y de Lucas García-Lorenzana de Villasecino de Babia.

Año 1436: Don Suero de Quiñones, 
último Caballero Andante
2. Don Suero de Quiñones, hijo de Diego Fernández de Quiñones, primer conde de Luna (1462). Diego era hijo de Pedro Suárez de Quiñones, Merino (Magistrado) mayor de las Asturias y de León, uno de los nobles más poderosos del reinado de Juan II de Castilla. Pedro era nieto de Álvar Pérez de Quiñones, primer señor de Alcedo y de Luna (Babia).
Don Suero fue educado en la corte de Juan II de Castilla y León, padre de Isabel la Católica. Combatió al lado de su protector y amigo, el condestable de Castilla Álvaro de Luna, en la sangrienta batalla de Higueruela (1431), donde treinta mil infieles granadinos quedaron sobre el campo.
Don Suero desafió a todos los caballeros, peregrinos al sepulcro del apóstol Santiago, a rendir homenaje a su dama secreta o a romper lanzas bajo el puente del río Órbigo. Presidió el torneo don Fadrique, almirante de Castilla: ciento treinta y seis caballeros entre españoles y extranjeros aceptaron el desafío entre en 12 de Julio y el 9 de Agosto del año Santo 1436.
Murió a manos del señor de Villagarcía que quiso vengar una herida leve en el desafío del Órbigo. Está enterrado en el monasterio de San Francisco en León y no en el panteón de la familia Quiñones en la Real Colegiata de San Isidoro de León.
Fuente: Luis Alonso Luengo "Don Suero de Quiñones" (Madrid 1943)

Peña Ubiña desde Riolago de Babia
Palacio del señor de Riolago de Babia
y marqués de Alcedo
Escudo Quiñones, 
escoltado por Lorenzana (izq) y Osorio (dcha)
3. Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio, hijo de Lope Rodríguez de Lorenzana, casado con María Álvarez de Rabanal, primer señor de Riolago de Babia (1467) por la merced de Enrique IV. Dió origen a cuatro marquesados: Montevirgen, Villasinda, Villapadierna y Lorenzana. Hijos de Suero: Velasco Pérez de Quiñones y Osorio, casado con Leonor de Gabilanes, es antepasado de los marqueses de Alcedo y San Carlos. Su otro hijo Alonso Álvarez de Quiñones y Osorio dió origen al marquesado de Lorenzana.

4. Álvar Pérez de Osorio, IV conde de Villalobos, II conde de Trastámara, duque de Aguiar y primer marqués de Astorga por merced del Rey don Enrique IV (1454-1474). También fué Capitán General de Galicia y Asturias. Casa solariega en Valderas (León). Contrajo matrimonio con doña Leonor Enríquez (hija de Fadrique Enríquez, almirante de Castilla y de doña Teresa de Quiñones, cuñada del primer duque de Alba), naciendo de esa unión: Pedro Álvarez Osorio e Isabel Osorio, esposa de Bernardino de Quiñones, II conde de Luna.

Escudo Castro-Osorio:
 Palacio-Parador de Monforte de Lemos
5. Pedro Álvarez de Osorio, primer conde de Lemos, II marqués de Astorga y III de Trastamara. Recibe en León (1493), con el almirante de Castilla y Francisco Fernández de Quiñones y Osorio, III conde de Luna, la visita del rey Fernando el Católico, con motivo del traslado, desde Tánger a León, de los restos de San Marcelo, recuperados por el rey Alfonso de Portugal.

León: Iglesia románica de Ntra. Sra. del Mercado 
en el Camino de Santiago
6. Bernardino Rebolledo Villamízar y Lorenzana, conde de Rebolledo. Bautizado (1597) en Nuestra Señora del Mercado de León. Murió (1676) soltero. En la batalla de Simancas (939), el rey Ramiro II recompensó a su antepasado leonés, que tuvo que defenderse con una rama de roble (rebollo), con el escudo de armas: roble coronado de trece estrellas en orla (caudillos moros vencidos). Otro Rebolledo estuvo con Pedro I en los campos de Montiel (1369) contra el regicida Enrique de Trastamara.
Desde los 14 años sirvió contra el turco y los piratas berberiscos como alférez de infantería de marina en las galeras españolas de Nápoles y Sicilia. Participó en la toma de Mantua por los imperiales, herido de un arcabuzazo en el brazo derecho compone elegantes versos sobre las hazañas de los tercios españoles. Felipe IV le nombra (1630) gentilhombre de su hermano el cardenal Don Fernando. Representó a España en las negociaciones del emperador alemán con los protestantes siendo recompensado (1638) con el título de Conde del Sacro Romano Imperio. En 1640 asciende a Maestre de Campo de un Tercio de la Infantería Española en el Palatinado. Capitán general de artillería en la frontera de Luxemburgo hasta la paz de Westfalia (1648) que pone fin a la guerra de los “Treinta años” entre Francia y el Imperio. Consejero militar de Federico III de Dinamarca en el sitio de Copenhague por Carlos X de Suecia. Ministro supremo de Guerra en 1662.
Fuente: Policarpo Mingote “Varones ilustres de León”.

León: Castillo de Valencia de don Juan
 (antigua Coyanza)
7. Marqués de Villasinda (1635). Palacio en calle Ancha, esquina a calle del Cid. Escudos en fachada: Osorio, Quiñones, Lorenzana, Quirós y Guzmán. Descendiente de Leonor de Quiñones, hija de Diego Fernández de Quiñones, primer conde de Luna. nieta del del primer conde de Alba. Casada con Pedro de Acuña, hijo de Martín Vázquez de Acuña y Portugal, primer conde de Valencia de don Juan, y de la hija del infante Juan de Portugal. Juan, I duque de Valencia de Campos, era hijo de Pedro I de Portugal el Justiciero, casado con Inés de Castro, que reinó después de morir (1365). Hermana del cardenal Quiñones y fundadora en 1512 de las Concepcionistas de León. Dama de doña Isabel la Católica (1491). "Por codicilo, su madre doña Juana Enríquez, deja a su hija Leonor toda su herencia, para fundar en su Casa Palacio de León (1515) un Convento dedicado a María Inmaculada.

4. Marqués de Lorenzana
Gobernador de Guatemala y Panamá
1. Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, primer marqués de Lorenzana (1640). Casado con Francisca de Castro Neira. Caballero de Santiago. Presidente de la Audiencia de Guatemala. Gobernador de Guatemala y Panamá.
Genealogía del Marqués
Hijo de Diego Pérez de Quiñones y Lorenzana, y Francisca Osorio.
Nieto de Alfonso Álvarez de Quiñones y Lorenzana, y María Vázquez de Miranda.
Nieto 2º de Suero Pérez de Quiñones y Lorenzana, y María Álvarez de Ravanal, señora de Riolago de Babia.
Nieto 3º de Lope Rodríguez de Lorenzana (de la Rua de León), y María de Quiñones.
Nieto 4º de Velasco Pérez de Alcedo, señor de Alcedo.
Nieto 5º de Suero Pérez de Quiñones.
Nieto 6º de Arias Pérez de Quiñones.
Nieto 7º de Pedro Álvarez de Quiñones, Merino mayor de las Asturias y Señor de Luna, casado con Violante Ponce de León.
Fuentes: 
-Antonio Valladares de Sotomayor: "Semanario erudito de Avisos" (Volumen XXXI, 30/4/1641, Página 50): "S.M. ha creado Marqués de Lorenzana a Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, caballero de Santiago, señor del Valle de Riezo y Coladilla, Presidente de la Audiencia de Guatemala. Es descendiente de la casa de los Condes de Luna, incorporada hoy a la de Benavente, a la que perteneció Lope Rodriguez de Lorenzana, de la Rua de León, de cuya casa fué San Vicente, Abad de San Claudio y primer Mártir benedictino en España (año 522). Casado con Francisca de Castro Neira. Su hijo Diego de Quiñones Neira es el 2º marqués de Lorenzana.
-Luis Villar y Pascual: "Diccionario histórico, genealógico y heráldico de familias ilustres (1859)" (Página 20): Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, casado con Francisca de Castro. Primer Marqués de Lorenzana, del Consejo real de Felipe IV, Contador mayor del Reino, Gobernador, Capitán general y Presidente de la real Audiencia de las provincias de Panamá y Guatemala
Palacio de Álvaro Quiñones y Neira 
en c/ Serranos nº 9-León
Escudo del II marqués Lorenzana:
Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio
2. Álvaro Quiñones y Neira, II marqués de Lorenzana. sobrino del primer marqués. Hijo de Isabel de Quiñones y José de Neira. Caballero de Santiago. Palacio en León (c/ Serranos nº 9) con escudo de 4 cuarteles: Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio.

3. Fernando Quiñones y Lorenzana, marqués de Montevirgen. Palacio sin escudo en plaza Torres de Omaña. Casado con Antonia de Abaurre.

4. Juan Manuel Quiñones-Abaurre y Lorenzana (1749 - 1803). Marqués de Montevirgen. Su hija María Victoria casó con Ignacio García-Lorenzana Cienfuegos de Villasecino de Babia (Tataranieto de Lucas, no tuvo hijos).

5. Federico Castañón y Lorenzana (1770-1836). Nació en Vegamián (Riaño-León). Perteneció al cuerpo real de “Guardias de Corp” (1794 - 1808), su bautismo de sangre tuvo lugar en “la guerra de las naranjas” contra Portugal que supuso la conquista de Olivenza (1801).
Aunque toda la guarnición de Madrid estaba acuartelada el 2.Mayo de 1808, tomó parte con Daoiz y Velarde en la lucha contra los franceses del general Murat. La Junta de salvación y defensa de la ciudad de León le nombró Comandante general de la quinta división. Tomó parte activa, con soldados leoneses bisoños, en la batallas de Rioseco, Logroño, Albelda, Tudela (coronel con Castaños) y Zaragoza (1809, 2º sitio) donde perecieron 50.000 españoles antes de la honrosa capitulación. Castañón se fugó con otros oficiales llegando a León en estado lastimoso. 
El general García, que mandaba la cuarta división de Astorga, dió el mando de un batallón de tropas ligeras “Tiradores de León” al atrevido guerrillero Castañón. Durante casi dos años operó en terreno ocupado por el enemigo francés al abrigo de las montañas, desde Camporredondo a La Robla. Desde Astorga atacó al general Waltó que muere y sus tropas se dispersan después de tres brillantes cargas a la bayoneta. En el combate del Puente de Orbigo mandó la división de vanguardia. Para proteger la división de Asturias tuvo que rebasar el puerto de Leitariegos en pleno invierno. En la decisiva campaña de 1813 con Wellington (100.000 hombres) peleó con el grado de general de la primera Brigada de la cuarta División. En Vitoria ocho mil franceses no lo contaron. En el sitio de San Sebastián recibió dos balazos, en el brazo izquierdo (quedó manco) y en la cadera, teniendo que retirarse de la milicia. En 1821 fue nombrado gobernador de Zamora. Al año fue desterrado a Sevilla por los liberales. Después de desempeñar la inspección del Ejército de Galicia volvió a León como Delegado de Policía. En mayo de 1833 fue nombrado Capitán general de Vascongadas, muriendo en 1836 cuando preparaba el viaje a Baleares para tomar posesión de la Capitanía general. 
Fuente: Policarpo Mingote

6. José María Quiñones de León y Lorenzana (1788-1853). Marqués de Montevirgen. Ministro de Hacienda de Fernando VII.

7. Cayo Quiñones de León (1818-1898), hijo de José María. Embajador en París. Marqués de San Carlos. Diputado Conservador (1858 y 1876).

8. Fernando Quiñones de León, hijo de Cayo (1858-1931). Señor de Riolago de Babia. Marqués de Alcedo, Montevirgen y San Carlos. Grande de España. La II República elimina los títulos nobiliarios.
Fuente: Marqués de Alcedo: "Quiñones de León" (1918)

9. José Quiñones de León, sobrino de Cayo. Amigo íntimo de Alfonso XIII. Embajador en París y en la Sociedad de Naciones. Fue homenajeado (1929) en León con asistencia del general Miguel Primo de Rivera, presidente del gobierno. El homenaje fue organizado por Miguel Zaeradiputado cofundador de Unión Patriótica, vicepresidente de la Diputación de León y director del proyecto "Granja-Escuela Agro-Pecuaria".

León: Ciudad romana entre los rios Bernesga y Torio
"La Granja": Proyecto-Realización de  Miguel Zaera
10. José Jaraquemada y Quiñones, XIV marqués de Lorenzana. Su hijo Mateo Jaraquemada y Guajardo-Fajardo (1907-1984), XV marqués de Lorenzana, donó (1982) el Palacio de Trujillo para sede de la Academia de las Artes y las Letras de la comunidad de Extremadura.
Palacio Lorenzana en Trujillo
11. María del Pilar de Casanova y Barón, hija de María Dolores de Barón y Osorio. XXV Marquesa de Astorga con Grandeza de España, Duquesa de Maqueda.
Osorio-Marqués de Astorga
Lobos pasantes
Boda de la Marquesa de Astorga
2013: Homenaje militar al Estandarte de la batalla de Clavijo
María del Pilar es descendiente de Rafael de Casanova, héroe español del 11/S/1714 en la guerra de Sucesión a Carlos II (Fecha de la Díada secesionista de Cataluña por falseamiento de la historia). Presidió en 2013, el homenaje de Astorga al Estandarte de la batalla de Clavijo (859); rindiendo honores el Regimiento de Artilleria Anti-Aérea.

5. Lucas García-Lorenzana
Señor de Villasecino de Babia
Valle de Villasecino de Babia en León
Peña Ubiña de Babia en León (2411 m.)
Peña Ubiña desde Villasecino de Babia
1. Lucas García-Lorenzana (1660-1727) perteneció a la Orden de Santiago, unió los dos apellidos principales de Villasecino de BABIA: García de su padre y Lorenzana de su madre. Fundó el mayorazgo García-Lorenzana y edificó la casa solariega con dos torreones y capilla adosada. "De García arriba, nadie diga" reza uno de los dos escudos de la fachada del palacio. Su madre pertenecía probablemente a la rama Quiñones-Lorenzana de los señores de Riolago de Babia y marqueses de Alcedo. El sepulcro de Lucas está en la capilla dedicada a la Virgen de la iglesia parroquial de Villasecino.
1700: Casa-solariega de Lucas 
con Torreones, Capilla y Escudos

2. Fernando García-Lorenzana, nació (1712) en la casa-solariega de su abuelo Lucas, donde se conserva su gran retrato, firmado en 1743. Fue gran devoto de la Virgen y se consagró a la Iglesia. Caballero de la Cruz de Oro. Prior de Santa María del Texo (Burgos).
Fernando García-Lorenzana de Villasecino

3. Ignacio García-Lorenzana (n.1735), bisnieto de Lucas, casado con María Manuela Cienfuegos. Hospedó al ilustrado político Jovellanos, amigo del Cardenal Lorenzana, en su viaje por León para inspeccionar las carreteras. Su hijo Ignacio García-Lorenzana Cienfuegos se casó con María Victoria Quiñones Lorenzana: no tuvieron hijos.

Fuentes:
-Melchor Gaspar de Jovellanos: "Viaje por León en 1792"-Luis Mateo Díez, premio nacional de Literatura: "Relato de Babia". Espasa Calpe-Austral (1991) 
--Libro "Babia, Laciana y Alto Luna". Edilesa (2006)

6. Cardenal Lorenzana
Arzobispo de México y Toledo
Caballero de la Orden de Carlos III
Francisco Antonio de Lorenzana y Buitrón, nació en León (1738) de un antiguo linaje que han hecho grande los santos Vicente de León, Mártir (+580) y Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima (+1606). Arzobispo de México (1766) y Toledo (1772), Cardenal de la sede primada de España (1789). Desterrado (1800) por Godoy, favorito de la reina y responsable de la entrega de España a Napoleón. Protegido y amigo del papa Pío VII, enterrado (1820) en la basílica de la Santa Cruz de Roma, su epitafio reza “aquí yace el padre de los pobres”. Su retrato se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. El altar de mármol de su capilla mozárabe es una donación del cardenal. Concedió indulgencias al que rezara un “Ave María” ante la imagen de Nuestra Señora del Mercado, antigua del Camino, que se venera en la iglesia románica más antigua de León.
Donó su biblioteca personal y la arzobispal a la ciudad de Toledo, hoy es la segunda más importante de España y está instalada en el Alcázar del emperador Carlos, arruinado por el Frente Popular de la II República (1936) y reconstruido por Franco. Gran liturgista, historiador y humanista, supo conjugar la teología, la ciencia y los intereses sociales. Fundó hospicios para huérfanos y la Universidad de Toledo. Recuperó los primitivos autores cristianos toledanos y parte de la obra de Maimónides, el gran filósofo judío cordobés y médico del sultán Saladino de Alejandría. En colaboración con el padre agustino Enrique Flórez de origen babiano, escribió la Historia eclesiástica de España (29 volúmenes).
Es el último Inquisidor general, perdonó al hereje y masón Pedro de Olavide y Jáuregui, amigo de Voltaire y Casanova y colaborador del ministro Aranda en su escalada al poder después del motín de Esquilache. En su palacio de León (Plaza Torres de Omaña) se conserva el escudo de armas del linaje Lorenzana.
Fuente: Policarpo Mingote
Palacio del cardenal Lorenzana 
en plaza Torres de Omaña de LEÓN
Escudo en palacio del Cardenal Lorenzana
Genealogía del Cardenal 
Padres: Jacinto Manuel María Rodríguez de Lorenzana Buitrón y Varela (León 1686), Alcalde mayor de los Hijosdalgo de León y Regidor perpetuo de la ciudad; y María Josefa Irauregui y Salazar (Castro Urdiales).
Abuelos paternos: Pedro Francisco Buitrón Lorenzana y Nieto Osorio (León 1665), Capitán del Regimiento de España y Corregidor de Carrión de los Condes; y Beatriz María Varela y Sotomayor (Chantada).
Bisabuelos paternos: Manuel Rodríguez de Lorenzana (León 1641), regidor perpetuo de León; y María Nieto Osorio (León). Diego Varela y Beatriz Sotomayor.

La hidalguía de los Lorenzana leoneses quedaba atestiguada casi en cada muro de la ciudad al igual que su prestigio y poder social. De cara a la sociedad de la corte, el cardenal incorpora informaciones que completan el perfil de su nobleza:
-Antepasados que ejercieron el cargo de Alcalde de los Hijosdalgo de León
-Mayorazgo de la Casa de Lorenzana, cuyo solar está desde 1540 en la plaza de las Torres de Omaña
-Pertenencia a la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro
-Pertenencia a la Cofradía de Caballeros Hijosdalgo de León
-Enlaces de la Casa de Lorenzana con estirpes de la primera nobleza: condes de Luna y marqueses de Villasinda a través del apellido Quiñones
-Sepulturas dotadas y honorables en: Conventos de san Francisco y de Santo Domingo de Guzmán de León, Real Monasterio de san Claudio, Crucero y capilla del Dado en la Catedral de León, Parroquia de Santa Ana de León
-Pruebas de hidalguía y limpieza de sangre de sus ancestros
-Santos y beatos de la estirpe: San Vicente Mártir y Venerable Padre Marcial de Lorenzana
-Pedro de Lorenzana, hermano del Cardenal, poseedor de los mayorazgos y señoríos de la Casa de Lorenzana
-Otros antepasados directos: Andrés de Lorenzana, caballero de Santiago y canónigo de san Marcos de León. Diego Riaño Lorenzana, caballero de Santiago.

Parientes de calidad y nobleza probada 
-Diego Rodríguez de Lorenzana, mayordomo del principe Felipe IV. Caballero de la Orden de Malta.
-Alonso Rodríguez de Lorenzana, caballero de Santiago y capitán de Caballería en Nápoles.
-Luis de Santisteban Lorenzana, capellán de honor de su Majestad.
-Francisco de Aguirre Lorenzana y Ambrosio Varela Lorenzana, canónigos de la Catedral de León y arcedianos de Mayorga.
Durante la Baja Edad Media, la estirpe del Cardenal desempeñó oficios de Regidores de León sin renunciar al comercio y posteriormente elevaron su nivel originario de burquesía urbana al rango de nobleza de linaje mediante matrimonios con nobleza de sangre y creación de mayorazgos.
Otro de los rasgos que reflejan el prestigio de una estirpe es la recreación de leyendas y genealogías  que se remontan hasta los tiempos heroicos de la Reconquista de España.
Conclusión: Los siglos XVI y XVII consolidan el poder de los Lorenzana, Con el Cardenal el linaje se aúpa a los primeros puestos de la nobleza española.

Casa condal gallega, origen del linaje Lorenzana
-Gutierre de Osorio, c/ Elvira, coetáneo de Ramiro I
-Osorio Gutiérrez (890-920), hijo de Gutierre, conde de Lorenzana
-Hermenegildo Gutiérrez (+912), hijo de Gutierre, c/ Ermesinda Gatóniz
-Gutierre Osóriz, hijo de Osorio, conde c/ Ildonza, hija de Hermenegildo Gutiérrez
-Elvira Menéndez, hija de Hermenegildo Gutiérrez, c/ Ordoño II de León
-Osorio Gutiérrez, hijo de Gutierre Osóriz, Conde fundador del monasterio de San salvador de Villanueva de Lorenzana (Lugo)
-Adosinda, hija de Gutierre Osóriz, c/ Ramiro II de León
-Ramiro II, hijo de Elvira Menéndez y Ordoño II.

Origen documentado de los Lorenzana leoneses
Durante el reinado de Juan II, encontramos como jefe de la familia leonesa a Lope Rodríguez de Lorenzana "el de la Rua", junto a su cuñado el caballero don Suero de Quiñones, durante las querellas entre los Lorenzana y los Quiñones con los Guzmanes.
En 1521, el comendador Diego Rodríguez de Lorenzana fue comisionado por la ciudad de León para presentar excusas al emperador Carlos V por haber tomado parte en el levantamiento de las Comunidades.
En 1642, otro pariente del cardenal, Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana. gobernador de Guatemala es premiado con la dignidad de Marqués de Lorenzana por Felipe IV.
Fuente: Margarita Torres Sevilla-Quiñones de León

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