Las sociedades secretas de los judíos masones controlan el poder en el mundo porque existe una nación sin territorio pero con gran espíritu nacional, cuyos hijos han conservado la unidad de la sangre y la fuerza intelectual.
La primera edición londinense (1919) de los Protocolos fue una traducción del libro que publicó en ruso el prestigioso profesor Sergei Nilus. Un ejemplar se encuentra desde 1906 en el British Museum. Nilus tradujo (1901) el original francés al ruso, cuyo tema principal es el Anticristo, enemigo del género humano y raíz de nuestros males. En la introducción a la edición de 1917, Nilus informa del origen de los Protocolos: extractos de las deliberaciones del Congreso Sionista de Basilea (1897). Según Guillermo Buhigas en “Los Protocolos” (2008) no se trata de un proyecto judío ni antijudío sino de un plan sinárquico para la dominación mundial, que emana del gnosticismo.
Los poderosos que forman la “Jerarquía ilumisnista” financian el proyecto de gobierno mundial. Su metodología se basa en la filosofía hegeliana.
Hegel (rosacruz) heredó la fórmula mágica de su maestro Fichte (masón): se crea una falsa tesis (por ejemplo, la supremacía de una raza inexistente como la judía) a partir de la que se genera una perversa antítesis (antijudaísmo) cuyo efecto es una síntesis (holocausto). El objetivo dialéctico oculto (esotérico) es el crecimiento del Poder sinárquico, controlado por la Jerarquía iluminista.