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viernes, 10 de mayo de 2013

ABORTO e INFANTICIDIO en Filadelfia con Silencio absoluto en los grandes medios de comunicación ante el juicio de un asesino en serie director de un abortorio (844)


La prensa silencia el caso 
de ‘la casa de los horrores’

En todo su horror, el Juicio contra Kermit Gosnell es la historia perfecta para copar las portadas y abrir los telediarios en todo el mundo: niños decapitados, jarros llenos de pies diminutos, siete cargos de asesinato de niños –aunque podrían ser centenares–, al menos una mujer adulta. De un bebé de más de dos kilos y medio Gosnell bromeó que era lo bastante mayor como para “acompañarme a la parada del autobús” antes de rebanarle el cuello y comentar jocoso: “Esto es lo que yo llamo un pollo sin cabeza”. No es una noticia nueva: el juicio empezó el pasado 18 de marzo.

Pero si usted no ha leído nada en los periódicos ni visto ninguna referencia en el telediario, la culpa no es suya: los medios de comunicación de referencia han silenciado la sensacional noticia de este asesino en serie, tanto los norteamericanos como los del resto del mundo, incluyendo los españoles. ¿La razón? Aunque los muertos eran niños nacidos, el criminal mantenía una inconcebible clínica abortista en Filadelfia.

Todavía al cierre de esta edición, si introduce la palabra “Gosnell” en el buscador de la versión digital de El País, el más vendido entre los españoles y tenido por “diario de referencia”, podrá comprobar que no ha escrito una sola palabra sobre el caso, aunque un veterano como Dylan Beers, corresponsal en medios de comunicación de la prestigiosa publicación online Politico escribió que “Gosnell debería ser noticia de primera plana y abrir todos los telediarios esta noche”.

Pero la conspiración de silencio ante un caso tan extraordinario no es quizá tan escandalosa en nuestros medios nacionales como en los propios periódicos y televisiones norteamericanos. El prestigioso The New York Times, cuyo lema es “Todas las noticas que mercen imprimirse”, le dedicó una columna al día siguiente del inicio del proceso (en página A17), en la sección de Tribunales (dando sobrado espacio a la tesis de la defensa, que atribuye la acusación al hecho de que Gosnell es negro, olvidando que también lo son casi todas las víctimas). Desde entonces, ni una palabra. El domingo llevaba el cinismo al extremo de publicar un editorial, “Valentía en Kansas”, elogiando al médico abortista George Tiller.

En el resto de los grandes diarios –incluyendo el Washington Post, famoso por desvelar el caso Watergate– ni una sola palabra, como tampoco en las grandes cadenas de televisión del país. De no existir Internet, probablemente la conjura de silencio hubiera triunfado y el caso Gosnell sólo sería conocido por los familiares de sus víctimas.

La primera en dar la alarma ante este muro de silencio dentro de los medios convencionales fueKirsten Powers, periodista de la cadena Fox News y columnista del Daily Beast, en una pieza de denuncia aparecida en el USA Today que los medios no pudieron seguir ignorando. “Hemos olvidado qué pertenece a la primera plana”, lamenta Powers. “Una búsqueda en (el archivo de noticias de prensa) Lexis-Nexis revela que ninguna de las tres grandes cadenas de televisión ha mencionado el juicio a Gosnell en los últimos tres meses. La excepción se produjo cuando la columnista del Wall Street Journal Peggy Noonan aprovechó un segmento del programa Meet the Press diseñado para protestar contra una ley restrictiva del aborto en algún atrasado estado republicano”. Y añade: “Permítanme constatar lo evidente: esto debería ser noticia de primera plana”.

Y comenzaron las disculpas. El Washington Post tuvo que admitir que “deberíamos haber mandado antes a algún reportero”. Megan McArdle, del Daily Beast reconocía que “deberían haber escrito sobre la clínica de los horrores. Y, sin embargo, como cuenta J. D. Mullane, columnista del modesto periódico local Bucks County Courier Times, que ha cubierto la historia, él mismo fue el único en ocupar uno de los cuarenta asientos reservados para la prensa durante el juicio. En su cuenta de Twitter, Mullane cuenta que en los últimos días se han incorporado al juicio reporteros del New York Times, Wall Street Journal, Inky y Philladelphia Magazine.

Pero no todos se avergüenzan de haber callado la historia. Jeff Toobin, de la cadena de noticias CNN, justificaba la ausencia de cobertura de esta manera: “Bueno, la gente que está criticando a los medios son casi todos conservadores. Dicen que los medios progresistas intentan proteger el derecho al aborto no cubriendo este espectáculo horroroso. No lo creo en absoluto... Es una decisión empresarial. No se trata de seguir una agenda política en este caso. Escogemos las noticias por lo que pensamos que pueda interesar a la gente”.

Es un poco difícil de creer. El caso, asesinatos aparte, tiene todos los elementos de un gran escándalo público: la clínica, cuya inspección era responsabilidad de la mayor cadena de abortuorios del mundo, Planned Parenthood, mantenía unas condiciones higiénicas deplorables, con partes y cuerpos enteros acumulándose en todo tipo de envases. “Muebles y mantas –pudo oírse en el juicio– estaban manchados de sangre. Los instrumentos no habían sido esterilizados correctamente. Los suministros médicos desechables no se eliminabam sino que se volvía a usar una y otra vez”.

“La salida de emergencia –añaden los testigos– estaba cerrada con candado y los restos fetales se repartían por todas partes: en los armarios, en el sótano, en un congelador, en frascos y bolsas y recipientes de plástico. Era un osario de bebés.

Es, asimismo, curioso que la CNN encuentre faltos de interés los testimonios de madres maltratadas y obligadas a abortar por Gosnell. Es el caso de Robyn Reid, de 15 años. La llevó a la fuerza su abuela, pero esperaba que, al contar a Gosnell su deseo de seguir adelante con el embarazo, el facultativo se negaría a actuar. La respuesta de Gosnell a sus ruegos fue: “¡No tengo tiempo para esas cosas!”. Le desnudó, la ató a una camilla sucia y la sedó hasta que perdió el conocimiento.

Más probablemente, en el silencio de la prensa pesa el hecho de que una de las candidatas demócratas a las elecciones por el gobierno de Pensilvania, Allyson Schwartz, dirigió de 1975 a 1988 una clínica abortista en la Filadelfia de Gosnell y se ha significado como ardiente defensora del derecho a acabar con los fetos en el vientre de sus madres.

Publicado en La Gaceta-Carlos Esteban (17/4/2013)

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