Tradición Digital-Antonio M.R. (16/4/2013): «Los masones se lamentan de la dominación que los judíos ejercen en las logias, en los Grandes Orientes, en todos los ‘puntos del triángulo’, en todas las naciones, en toda la extensión de la tierra.
Su tiranía se impone en el terreno político y financiero. Desde la Revolución Francesa han invadido las logias y actualmente la invasión es total. Así como la masonería es un Estado dentro del Estado, así los judíos forman una masonería dentro de la masonería. El espíritu judío reina en los ‘talleres’ con la metafísica de Lucifer, y guía la acción masónica, totalmente dirigida contra la Iglesia Católica, contra su jefe visible, el Papa, y contra su jefe invisible, Jesucristo; repitiendo el grito deicida: ¡Crucifícalo!
La Sinagoga en el pensamiento de Satanás tiene una parte preponderante, inmensa. Satanás cuenta con los judíos para gobernar la masonería, como cuenta con la masonería para destruir a la Iglesia». M.J. Doinel (Ex-Masón convertido al cristianismo).
«La doctrina cabalística no es en el fondo más que el paganismo en forma rabínica; y la doctrina masónica, esencialmente cabalística, no es otra cosa que el antiguo paganismo reavivado, oculto bajo una capa rabínica y puesto al servicio de la nación judía[...]. La doctrina del Talmud es para el judío la teología moral, como la Cábala es la teología dogmática[...]. Examinemos las doctrinas y la alta dirección de la Orden, y en todas partes encontraremos a los judíos. Los emblemas y enseñanzas de las logias muestran, sin lugar a dudas, que la Cábala es la doctrina, el alma, la base y la fuerza oculta de la masonería» Monseñor León Meurin, Arzobispo de Port Louis.
Hemos visto ya en capítulos anteriores, que la masonería es un sistema iniciático de carácter piramidal y fuertemente enraizado a la idiosincrasia de las antiguas civilizaciones paganas, especialmente la egipcia y la babilónica.
Es por tanto, que deberíamos preguntarnos, por qué cauces la masonería ha heredado ese saber iniciático y cuales son las raíces filosóficas y religiosas de esos “secretos” que solo ellos dicen conocer.
Hemos visto también, que la masonería tiene un fuerte componente “judío”, especialmente está fuertemente vinculada con el judaísmo esotérico representado por la Kabbalah y el Talmudismo, así podemos ver a lo largo de los últimos 3 siglos, que la gran mayoría de los altos grados o líderes de la masonería son judíos esotéricos, y que la gran mayoría de los grados bajos de la masonería son “gentiles”. Adam Weishaupt el mismo fundador de la orden Illuminati era un judio esotérico bávaro practicante de la Kabbalah, al igual que Karl Marx (cuyo verdadero nombre era Mordechai Levi), cuya rabínica familia era una de las más renombradas en este campo, los Rockefeller, los Rothschild o los Lehman, son prominentes familias de banqueros judíos norteamericanos que controlan las sociedades paramasónicas Club Bilderberg y Comisión Trilateral que también tienen este origen “étnico-religioso”, la lista sería muy larga y los encontraríamos en casi todos los acontecimientos históricos importantes de los últimos tres siglos, Revolución Francesa, Revolución Rusa y expansión del comunismo, Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, constitución de la ONU, etc.
Cabría preguntarse entonces, ¿que es exactamente la Kabbalah?. La Kabbalah significa literalmente “tradición”, aunque más bien es una práctica “mágica” judía heredada de los magos paganos egipcios y babilónicos durante el cautiverio del pueblo de Israel en ambos imperios, consiste en la obtención de conocimientos ocultos a través de la numerología y del espiritismo, es un arte por lo tanto ocultista, prohibido por la Ley de Dios y que nada tiene que ver con el concepto primigenio de judaísmo, concepto que a lo largo de la historia ha sido corrompido por las diversas sectas de la “Sinagoga de Satanás”.
La Kabbalah por tanto, es el cauce mediante el cual el saber iniciático y la idiosincrasia “mágica” de las antiguas civilizaciones egipcia y babilónica, fueron infiltradas en la nueva religión monoteista, podemos decir por tanto que la Masonería es la expresión visible de ese saber oculto, puesto que sus altos grados a la vez son maestros Kabbalistas, y a la vez un instrumento de dominación encauzado a imponer un Orden Mundial con unas características determinadas, de ahí que predominen de una manera tan clara los caracteres egipcios en las construcciones masónicas. Ya en las Sagradas Escrituras se nos advierte de la tendencia del pueblo de Israel a adquirir las practicas abominables de los pueblos de su alrededor, es por tanto que estas practicas fueron pasando a través de las generaciones hasta nuestros días.
Cabe destacar la coincidencia entre el concepto judío de “Era Dorada” que aparece en el libro esotérico de el “Zohar”, y el concepto de “Nuevo Orden Mundial” acuñado por la Masonería, también existe un claro paralelismo entre el Mesías que aun esperan los judíos, con el Mesías de la Nueva Era que reivindica la masonería, ambos conceptos coinciden con el “Anticristo” anunciado en el Apocalipsis cristiano.
Otro libro en el cual se inspira la “masonería oculta” es el Talmud, libro de un caracter claramente “luciferino”, donde se eleva a la categoría de Dioses a los que siguen sus enseñanzas, un manifiesto de odio y rencor al Cristianismo y a la civilización Occidental, y una declaración supremacista de la “Sinagoga de Satanás”.
El Talmud, no es más que un recopilatorio blasfemo de rabinos que emana un profundo odio contra la Fe Católica, y también contra las personas de Cristo y la Virgen María, demostrando así su carácter satánico. También hace una interpretación esotérica y “mágica” de las escrituras bíblicas, y una burda manipulación en la que se presenta al pueblo de Israel como heredero material de la tierra.
También en los Protocolos de los sabios de Sión, una obra auténtica y verdadera sin lugar a dudas, se expresa esa voluntad de dominio de la masonería talmudista sobre todo el orbe terrestre, a través de un plan bien estructurado, donde se expone como se irá minando paso a paso el poder de la Cristiandad, a través de la progresiva corrupción moral de la sociedad, un plan profético cuyo cumplimiento podemos ver en nuestros días.