Trump: Conspiranoia en la Casa Blanca
En alguna ocasión todos hemos visto algún vídeo de conspiraciones, desde la llegada del hombre a la luna a la muerte de Kennedy pasando por los reptilianos podemos encontrar descabelladas teorías acerca de prácticamente cualquier hecho histórico. Para la mayoría de la gente que clica en ese tipo de contenido no deja de ser poco más que una curiosa forma de entretenimiento, pero ¿Qué ocurre cuando es el hombre más poderoso del planeta quién ve y difunde esas teorías? Hoy hablamos de Trump.
El bautismo de Trump como republicano
Desde aproximadamente los años 80 Trump ha sido una figura popular en Estados Unidos, sus negocios inmobiliarios y casinos, su relación con distintas celebrities y su ostentoso estilo de vida le hicieron una personalidad mediática de primer nivel. Sin embargo, salvo coqueteos esporádicos con la campaña presidencial, sus opiniones políticas siempre ocuparon un segundo plano en su figura pública y no comenzó a participar en tertulias políticas y expresar sus opiniones de manera continuada en este respecto hasta el primer mandato de Obama. Si su riqueza y carisma le hicieron un personaje televisivo, las teorías de la conspiración le convirtieron en un personaje político.
La llegada de Obama a la Casa Blanca levantó ampollas entre los sectores más conservadores de EEUU y no tardaron en llegar las teorías de la conspiración. El Birtherism es la teoría que alega que Obama no nació en Estados Unidos y, por tanto, no podía ser presidente. Trump se convirtió en el mayor defensor de la teoría llegando a decir que había contratado a unos investigadores para descubrir el verdadero lugar de nacimiento de Obama.
Evidentemente esta teoría no tenía ningún fundamento y Obama acabó haciendo público su certificado de nacimiento donde se recogía que había nacido en Hawái, a pesar de eso Trump siguió defendiendo en solitario esta idea e incluso llegó a decir que el certificado podría ser falso. No fue sino hasta 2016 cuándo Trump admitió que Obama había nacido en Estados Unidos.
Lo importante del asunto no es lo absurdo de la teoría en sí, sino que le otorgó a Trump una exposición mediática en medios conservadores como Fox News que nunca antes había tenido, se convirtió en una de las figuras públicas más críticas con Obama y su paso por tertulias políticas se hizo cada vez más frecuente, ganándose así las simpatías de los sectores más conservadores del republicanismo americano vinculados al Tea Party.
No podemos saber a ciencia cierta si Trump realmente cree en las conspiraciones que difunde, pero lo que sí está claro es que sabe aprovecharlas para conseguir rédito político. El caso del nacimiento de Obama le convirtió en una estrella para los republicanos y aumentó su popularidad dentro de la derecha norteamericana. Cuando decidió presentarse a las primarias republicanas de 2016 volvió a valerse de las conspiraciones.
Trump dijo que las vacunas causaban autismo, que el cambio climático era un fraude ideado por China para dañar la economía estadounidense, puso en duda que uno de sus rivales en las primarias, el senador por Florida Marco Rubio, hubiera nacido en Estados Unidos, dijo que el padre de otro de sus rivales, el senador de Texas Ted Cruz, había estado involucrado en el asesinato de Kennedy, que Obama le había pinchado los teléfonos y que, cuando finalmente ganó las elecciones por estrecho margen, en realidad las había ganado por una gran diferencia ya que millones de personas habían votado ilegalmente. Esto son solo algunos ejemplos de afirmaciones que Trump lanzó durante su campaña, obviamente todas sin ninguna prueba que las apoye.
La conspiración como herramienta política
La utilización de estrambóticas teorías de la conspiración cumple varios propósitos. En primer lugar, durante la campaña, este tipo de afirmaciones generaban una enorme cobertura mediática y permitían a Trump forjar el marco del debate, se garantiza que durante los días en los que su última ocurrencia es noticia todo el mundo hable de ella y el resto de sus rivales políticos serán preguntados por la misma, así tenía una enorme ventaja sobre sus rivales, al fin y al cabo, estaba eligiendo los temas de campaña y marcando la actualidad.
En el caso de Trump esto era doblemente ventajoso ya que no solo le conseguía una enorme exposición en los medios, sino que desviaba la atención de temas en los que su campaña dejaba mucho que desear con respecto a sus rivales. Además, estas teorías fortalecen una relación más directa con sus votantes sembrando desconfianza sobre cualquiera que no sea él y su entorno, especialmente los medios de comunicación, de manera que para sus fieles Trump acabe siendo la única fuente de información digna de confianza. Los medios críticos con el gobierno forman parte de la conspiración, difunden fake news para dañar a los Estados Unidos y Trump es el único que se rebela contra ello.
Esta visión de Donald Trump como un rebelde contra la conspiración global, permite que a pesar de ser un hombre multimillonario con conexiones políticas a todos los niveles se presente como antiestablishment, permitiendo una mayor identificación con sus votantes que ven en el voto a Trump una suerte de voto de resistencia contra fuerzas desestabilizadoras de Estados Unidos.
Por último, esta desconfianza respecto a cualquiera no cercano al presidente número 45 de los Estados Unidos le hace impermeable a las críticas, ya que se percibe que los contrarios simplemente quieren difamarle y no tienen ninguna credibilidad para su base de fieles.
Así las cosas, se crea una identificación total entre Trump y los Estados Unidos, Trump es EEUU porque es el único que los defiende, el único que es capaz de sacar a relucir los trapos sucios del establishment y, por tanto, el deber de todo estadounidense es apoyar a Trump porque es sinónimo de apoyar al país, mientras que los contrarios son antipatriotas, reforzando la polarización existente en la actual sociedad americana y reforzando la lealtad de su base.
Trump no pretende que votantes demócratas se pasen a su lado, nunca lo ha pretendido, su estrategia consiste en tener a sus fieles muy movilizados y no perder esa movilización, las teorías de la conspiración refuerzan esa circunstancia creando un sentimiento de comunidad y resistencia entre sus votantes aumentando la polarización y dificultando así un análisis racional de sus ideas, ya que el cuestionamiento los pondría en el mismo lugar que los otros, los antipatriotas y los conspiradores.
Es por ello por lo que no hay Fact Check que valga, sus partidarios le creen por que eligen creerle, es una decisión personal que no se basa en ningún tipo de evidencia científica, le creen porque quieren creerle o fingen hacerlo porque en cualquier caso siempre será mejor que los otros. La evidencia no jugó ningún papel en su decisión de creerle, no existe evidencia científica suficiente para que un conspiranoico deje de creer en conspiraciones, simplemente no es relevante para ellos y cuestionarán cualquier dato que no refuerce sus postulados.
Q o el Republicanismo Conspiranoico
Durante la campaña presidencial que enfrentaba a Hillary Clinton contra Donald Trump, la extrema derecha comenzó a divulgar teorías que relacionaban a los Clinton con una red de pederastia que involucraba a gran parte de la alta sociedad estadounidense, una de las sedes de esta red era la pizzería Comet Ping Pong de Nueva York, donde habría un sótano en el que se practicaban abusos y rituales satánicos. El conocido como Pizza Gate gozó de una enorme popularidad en lugares como 4chan u 8chan hasta que el 4 de diciembre de 2016, Edgar Maddison Welch, acudió a la pizzería Comet armado con un rifle y abrió fuego. Había acudido a investigar la conspiración y liberar a los niños.
Afortunadamente no hubo heridos y Welch fue condenado a 4 años de cárcel. Evidentemente no se encontró ninguna prueba o indicio de que allí hubiera ocurrido algún tipo de abuso.
Por desgracia este incidente no es un hecho aislado y se han reportado múltiples acciones violentas entre partidarios de la conspiración, desde la captura de inmigrantes a punta de pistola en la frontera con México, el atentado con bomba a una mezquita de Minnesota o el asesinato de Francesco Cali, un miembro de la una de las cinco familias más importantes del crimen organizado de Estados Unidos, la familia Gambino, porque supuestamente formaba parte de la conspiración para derrocar a Trump. El FBI ya cataloga a las teorías de la conspiración como amenaza terrorista.
En 2017 aparecieron en 4Chan una serie de posts escritos por alguien que se hacía llamar Q (En referencia a la autorización de nivel Q que permite tener acceso a documentos de alto secreto) y que continuaban con la idea del Pizza Gate asegurando que Trump estaba trabajando secretamente para acabar con una red global de pedofilia con influencias satánicas liderada por Demócratas de alto rango y personalidades de Hollywood, en respuesta a ello, los líderes de esta red estarían orquestando un plan para dar un golpe de estado que despoje a Trump de la presidencia antes de que acabe con ellos.
Fachada de la Pizzería Comet
Rápidamente Q empezó a ganar seguidores entre la extrema derecha norteamericana y sus teorías comenzaron a expandirse y a ganar terreno dentro del partido republicano, Trump llegó a retuitear varias veces mensajes relacionados con Q aunque no llegó a pronunciarse directamente sobre el movimiento hasta Agosto de 2020 cuando dijo que, aunque no sabía mucho de ellos, “creo que les gusto y estoy agradecido”. Fox News dio cobertura a todas estas teorías y en el momento de escribir estas líneas hay 70 candidatos republicanos al congreso que apoyan de alguna manera la conspiranoia de Q, se espera que muchos de ellos ganen en noviembre.
El partido Republicano tiene un enorme desafío a la hora de controlar estos discursos, podrían ser ventajosos a corto plazo ya que movilizan a sus votantes, pero a largo plazo mina la confianza de estos en el sistema que el republicanismo quiere mantener. Además, el liderazgo personalista en Trump puede cuestionar la autoridad del partido una vez que su presidencia termine. Al mismo tiempo, criticar esta creciente conspiranoia puede debilitar a su propio candidato, generar tensión interna y, mientras Trump esté al mando, mermar la carrera política de quien denuncie a los teóricos de la conspiración. Lo que está claro es que el Trumpismo con sus teorías de conspiración incluidas, ha conseguido establecerse dentro del Partido Republicano e independientemente del resultado de las elecciones de noviembre, seguirá ocupando un papel importante en la derecha norteamericana.