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jueves, 19 de febrero de 2015

ABORTO-Cero: 2ª Manifestación "Cada Vida Importa" el 14-Marzo en Madrid. RAJOY, con mayoría parlamentaria, es responsable de 2.000 Abortos, cada semana que pasa sin anular la ley criminal de Zapatero. VOTO católico y Benedicto XVI. Los católicos no pueden votar a este PP (1716)

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Monseñor Munilla: 14/M-Manifestación PROVIDA
(lunes-9/2/2015)
 «El aborto mantiene su consideración de derecho 
que tenía en la denominada Ley Aído»
InfoCatólica (19/2/2015): Monseñor Mario Iceta, obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, ha indicado a Europa Press que la «puntual e insuficiente» reforma de la ley del aborto, que hará obligatorio el permiso paterno para abortar a las menores de 17 años, «no entra en el fondo del asunto». El aborto «mantiene su consideración de derecho», no se reforma el modelo de plazos y tampoco se aborda la cuestión de la objeción de conciencia del personal sanitario. Además, descalifica el argumento de falta de consenso para una reforma más profunda de la ley.

FEF-Benigno Blanco: El gran obstáculo a la defensa de la familia, en opinión del Foro de la Familia, es la pervivencia de una legislación “abortista” que no defiende ni a la mujer embarazada ni al niño no-nacido. Pese a las movilizaciones llevadas a cabo por el movimiento PROVIDA tras la retirada del proyecto de Ley del Aborto, el Gobierno “ni ha cambiado, ni ha reaccionado”. Por ese motivo, volveremos a manifestarse en las calles de Madrid el próximo 14 de marzo con el lema ‘Cada vida importa’, para reclamar al Ejecutivo una ley que reconozca los derechos del no-nacido. La indignidad de RAJOY al retirar el proyecto de ley de reforma de la ley criminal de Zapatero-Aido, que prometió en su programa electoral, le hace responsable de más de 100.000 abortos/año.
Blog Clavijo-Píldora nº 1218
(10/2/2014)
El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas no son negociables para los católicos a la hora de dar su voto.

InfoCatólica-Luis Fernando (31/1/14): Se cuentan con los dedos de una mano -y sobran unos cuantos- los medios de comunicación españoles que saben que para los católicos fieles al magisterio de la Iglesia, existen una serie de valores que no son negociables. Ayer, el papa Francisco señaló como uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana la “fidelidad a la Iglesia; fidelidad a su enseñanza; fidelidad al Credo; fidelidad a la doctrina, custodiar esa doctrina“. Y hoy mismo, en su discurso a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Santo Padre ha indicado que “la doctrina tiene como único objetivo servir a la vida del Pueblo de Dios y asegurar a la fe un fundamento cierto” y que “efectivamente, es grande la tentación de apropiarnos de los dones de la salvación que procede de Dios para domesticarlos -incluso con buena intención- a los puntos de vista y al espíritu del mundo“.
Benedicto XVI indicó esos valores no negociables en su exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis. El punto 83 reza así: Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre:
Los valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. 
Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.
En España hay unos cuantos políticos que dicen ser católicos. Pero desde luego, no hay un solo partido con representación parlamentaria que defienda esos principios no negociables.Todos, absolutamente todos, apoyan la legitimidad del aborto, con las limitaciones que se quieran, y el matrimonio homosexual. Y no pocos pretenden que el Estado intervenga en la educación de los niños y adolescentes pisoteando el derecho de los padres a oponerse a que sus hijos reciban una formación contraria a sus creencias religiosas y morales -eso ocurría con Educación para la Ciudadanía-.
En este país parece que estamos a las puertas del fin del bipartidismo. Tanto el PSOE como el PP han visto como surgen partidos a su izquierda y a su derecha que pueden robarles un número considerable de votos. Algunos de esos partidos ya han demostrado su capacidad de captar electorado. Otros tienen toda la pinta de poder hacer lo mismo.
Ahora bien, si algo comparten casi todos es la absoluta indiferencia ante los principios innegociables ya mencionados. Como mucho, hay una mención genérica al derecho a la vida en uno de los recién llegados (VOX). Pero la verdad es que solamente una coalición de partidos auténticamente provida y profamilia quiere asomar entre tanto barullo sociopolítico, apoyando explícitamente esos principios. Pero ya pueden dar ustedes por hecho que por más que se empeñen sus responsables, esa coalición será ninguneada por la práctica totalidad de los medios de comunicación. Es bastante probable que el 90% de los españoles no se enteren siquiera de su existencia. Y si no les conocen, ¿cómo pueden plantearse siquiera el votarles? No se les apoya porque son pequeños, y son pequeños porque casi ningún medio de comunicación les apoya e informa sobre ellos.
Aunque la existencia en España del Partido SAIN o la actitud del presidente ecuatoriano Rafael Correa demuestra que desde la izquierda se puede ser provida, lo cierto es que en este país esa etiqueta corresponde mayoritariamente al electorado de centro-derecha. Ahora bien, no está nada claro que entre ese tipo de votantes, los principios no negociables estén por encima de asuntos como la unidad de España, la política anti-terrorista, la subida o bajada de impuestos, etc. Lo que está quedando patente con la anunciada reforma de la ley del aborto es que en el PP hay mucho más proabortistas que provida. Al menos hacen mucho más ruido, sin que nadie les plante cara desde el propio partido. ¿Cree alguien que eso es motivo suficiente para que tengan menos votos? Más bien pienso que entre sus cálculos electorales creen que ganarán más votos siendo “moderadamente” abortistas.
Hay quien cree que la alternativa al PP ha de ser un partido conservador-liberal que parezca más “nacionalista español” que los populares. Pero en ese binomino, el factor liberal hace que algunos de los principios no negociables sean desechados y enviados a la papelera. Si lo que se propone como solución al PP de ahora es el PP de antes, el mismo que entre otras lindezas aprobó la píldora abortiva, pues para ese viaje no hacen falta alforjas católicas.
Volviendo a la coalición de partidos que apoyan patentemente los principios moralmente innegociables, pedimos a todos los medios de comunicación que dependen de los obispos católicos, es decir, de la Iglesia, que aunque no pidan oficialmente el voto por esa colación, sí colaboren a darla a conocer. Nos conformaríamos con que les dieran la misma cobertura informativa que proporcionaron en su momento a UPyD (el partido de Rosa Díez) o la que están dando ahora a VOX. De otro modo nos obligarán, una vez más, a dudar de la razón misma de la existencia de dichos medios.
Luis Fernando Pérez Bustamante
InfoCatólica
(19.02.15)
Cuando la actual legislatura ya ha entrado en su fase final. Cuando el Partido Popular demostró su condición de partido tan abortista como el que más, echándose atrás en una reforma “moderada” -y soy generoso en la calficación- de la ley del aborto. Cuando los ministros católicos del gobierno siguen en el mismo como si no fuera con ellos la defensa de la vida, demostrando que para ellos está antes el cargo que la fidelidad a Cristo. Cuando todo el mundo, salvo algunos “provida” y aquellos que están ansiosos de poder justificar su voto al PP, daba por hecho que nada iba a cambiar, las mentes privilegiadas de Génova y Moncloa han dicho: “Vamos a echarle unos cacahuetes a los monos para que sean felices un rato“.
Eso, y no otra cosa, es el anuncio de una mini-reforma consistente en requerir obligatoriamente el consentimiento de los padres o tutores para que las menores de 17 años -¿por qué no 18?- puedan abortar. 
Vaya por delante que la medida tiene un componente positivo. Efectivamente, parece de sentido común que se respete la patria potestad a la hora de que una menor tome una decisión tan importante como es la de matar a su hijo no nacido. Pero señores, el principal problema no es que los padres estén o no de acuerdo, sino que se mata a un ser humano en sus primeras fases de desarrollo. Fases por las que todos, sin excepción, hemos pasado desde que fuimos concebidos en el seno de nuestras madres.
Ahora bien, como señala Mons. Mario Iceta, obispo de Bilbao, lo que ya riza el rizo, lo que alcanza dimensiones esperpénticas, lo que es una tomadura de pelo intolerable, es el argumento que el señor Rafel Hernando, actual portavoz del PP en el Congreso, dijo ayer al presentar la inciativa. Tuvo la desfachatez de apelar al programa electoral de su partido.
Oiga, don Rafael, ¿usted se piensa que los ciudadanos, especialmente aquellos que deseamos ver protegido el derecho a nacer, somos imbéciles? ¿no se le cae la cara de vergüenza de hablar de un programa que ustedes mismo han pisoteado el año pasado? ¿le tengo que recordar lo que dijo el ex-ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón? Pues mire, se lo recuerdo:
Lea, les usted esa noticia. Lea a su todavía compañero de partido diciendo:
«Me da igual, no me importa que haya sido porque lo haya promovido un lobby económico o porque alguien haya podido pensar que es un beneficio electoral, es lo de menos. Por tanto, sea éste o sea otro, lo único que me da es asco, no me importa»
A ustedes, don Rafael, el derecho a la vida, el derecho de los padres a decidir algo relacionado con el futuro de sus hijos, el derecho a recibir una educación religiosaen la escuela -su LOMCE se carga dicho derecho en Bachillerato- y cualquier otro derecho fundamental les importa un pimiento. Ustedes actúan solo en base a cálculos electorales. Ustedes son el ejemplo de la escoria moral en que se ha convertido la derecha política de este país. Ustedes son parte de esa apostasía generalizada en la que ha caído España y, salvo excepciones notables, el resto de Europa. Es más, ustedes, especialmente sus cargos católicos, demuestran hasta qué punto ha llegado la degeneración del catolicismo en este país, al menos en cuanto a su repercusión en la actividad política.
Pero es más, estoy convencido de que actúan así porque saben que este tema no afecta para nada a sus perspectivas de voto. En la última encuesta del CIS, el aborto preocupaba al cero por ciento de los españoles. Quizás no sea un cero, pero desde luego dudo muchísimo que más allá del 0.5% decidan su voto en base a la defensa de los valores no negociables propuestos por Benedicto XVI. Da igual que haya más de cien mil abortos al año. Ni han llegado ni llegarán a cien mil los votos de cualquier opción política que haya presentado o se presente con laabolición de ese holocausto como uno de los pilares de su programa.
Esta es la realidad de la sociedad española. También de su parte menguante católica. Podría escribir sobre la responsabilidad de obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, pero prefiero limitarme a recordar algo que dijo un gran hombre de Dios, un pastor íntegro, un verdadero príncipe de la Iglesia. Se trata del cardenal Marcelo González, Arzobispo de Toledo y Primado de España. En noviembre de 1978, poco antes del referéndum sobre la Constitución, escribió una Instrucción pastoral en la que, entre otras cosas, dijo esto:
4. la Constitución no tutela los valores morales de la familia, que por otra parte están siendo ya agredidos con la propaganda del divorcio, de los anticonceptivos y de la arbitrariedad sexual. Los medios de difusión que invaden los hogares podrán seguir socavando los criterios cristianos, en contra de solemnes advertencias de los Sumos Pontífices dirigidas a los gobernantes de todo el mundo, y no solamente a los católicos.
Se abre la puerta para que el matrimonio, indisoluble por derecho divino y natural, se vea atacado por la “peste” (Conc. Vat.) de una ley del divorcio, fábrica ingente de matrimonios rotos y de huérfanos con padre y madre. Como han señalado oportunamente los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Valladolid y otros, la introducción del divorcio en España “no sería un mal menor”, sino ocasión de daños irreparables para la sociedad española.
5. En relación con el aborto, no se ha conseguido la claridad y la seguridad necesarias. No se vota explícitamente este “crimen abominable” (Conc. Vat. II). La fórmula del artículo 15: “Todos tienen derecho a la vida”, supone, para su recta intelección, una concepción del hombre que diversos sectores parlamentarios no comparten. ¿Va a evitar esa fórmula que una mayoría parlamentaria quiera legalizar en su día el aborto? Aquellos de quienes dependerá en gran parte el uso de la Constitución han declarado que no.
No es que el tiempo le haya dado la razón a don Marcelo. Es que ni en sus peores pesadillas se habría imaginado que casi 40 años después, el divorcio y el aborto serían el pan nuestro de cada día en este país. Y que a eso le habría de unir el “matrimonio” homosexual. Y en breve, ya lo verán ustedes, la eutanasia. Todo ello con la complicidad en el voto de millones de católicos. ¿Qué hemos hecho con el talento de una fe que recibimos en herencia? ¿qué hemos hecho con la fe de nuestros mártires, cuya sangre regó España? No nos sorprendamos si en breve se cumplen estas palabras de Cristo en la parábola de los talentos:
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes (Mt 25-28-30).
Lo dicho. No nos sorprendamos si en los próximos años nos quitan nuestros colegios -¿para qué los hemos usado?-, nuestros derechos, nuestras libertades. Es lo que hemos sembrado. Es lo que posiblemente recojamos. 
Tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de implorar al Señor su perdón y su misericordia ante tanta tibieza y complicidad con el mal. Santidad o muerte. No hay otra.
Luis Fernando Pérez Bustamante