Psicoanálisis:
La decadencia de la pseudociencia freudiana
Daniel Iglesias
13.6.21
El médico austríaco Sigmund Freud (1856-1939), ateo y materialista, fue el creador del psicoanálisis, una forma de psicoterapia basada en una teoría mecanicista y determinista de la mente humana. Freud afirmó que el “aparato de la mente” consta de tres partes: el “ello", el “yo” y el “superyó". Según Freud: a) el ello, totalmente inconsciente, sería la parte más primitiva e importante de la mente, y representaría a los instintos, siendo gobernado por el “principio del placer", especialmente el placer sexual; b) el yo sería sobre todo el lugar de la sensación consciente y de la memoria subconsciente, y obedecería al “principio de realidad", tratando de mediar entre las pulsiones del ello y los requisitos del mundo exterior; c) el superyó, en gran medida inconsciente, representaría a la moralidad, o sea las normas morales transmitidas por los padres y la cultura. Las neurosis se originarían cuando el yo no logra resolver bien los conflictos entre las exigencias instintivas del ello, las exigencias de la realidad externa y las exigencias morales del superyó.
El método terapéutico del psicoanálisis se basa principalmente en la asociación libre: el paciente expresa a su psicoanalista todo lo que se le ocurre, en el orden y en la forma en que se le presenta en su mente. Esta práctica permitiría explorar el inconsciente y traerlo en parte a la conciencia. La toma de conciencia de los deseos y conflictos reprimidos permitiría liberar al paciente de sus neurosis.
Las críticas científicas al psicoanálisis freudiano son muchas y poderosas. Pese al cientificismo de Freud, su teoría de la mente no está basada en evidencias científicas, sino en sus prejuicios filosóficos, sus especulaciones teóricas y el análisis de su propia mente y las mentes de sus pacientes, principalmente mujeres vienesas ricas nacidas en la era victoriana, una muestra muy poco representativa de la humanidad1. Aunque Freud fue nominado 32 veces para el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, nunca lo obtuvo. En 1929 el comité responsable de ese premio concluyó que la obra de Freud no tenía ningún valor científico comprobado. El agnóstico austríaco Karl Popper, gran filósofo de la ciencia del siglo XX, fue de la misma opinión: calificó al psicoanálisis freudiano como pseudociencia porque es imposible ponerlo a prueba y eventualmente refutarlo por medios empíricos. Freud era un buen escritor, y su prosa elegante disimuló las debilidades de sus teorías.
Freud consideró a la religión como una neurosis obsesiva colectiva que amenaza la felicidad de los seres humanos. Esta neurosis habría surgido del complejo de Edipo, que infundiría en cada hombre el deseo de matar a su padre y acostarse con su madre. En Tótem y tabú, Freud, en un acto de arrogancia intelectual poco común, pretendió haber descubierto el acontecimiento trágico que, en el origen de la prehistoria humana, habría dado lugar al tabú del incesto y a la primera forma (animista) de la religión: un padre tiránico que tenía un derecho exclusivo sobre todas las mujeres de una horda humana primitiva fue asesinado y comido por sus hijos; luego, arrepentidos, los hermanos habrían divinizado al padre, sustituyéndolo por un tótem.
Además, en Moisés y la religión monoteísta, Freud sostuvo que Moisés fue un egipcio que transmitió a los israelitas el monoteísmo del faraón Akenatón. Los israelitas habrían asesinado a Moisés y olvidado su religión. El pueblo judío y la religión judía se habrían originado mucho después, cuando este recuerdo reprimido salió a la superficie.
Estas fábulas de Freud son una afrenta a la antropología científica y a la exégesis bíblica, pero no lo desprestigiaron entre sus seguidores, que tomaron sus escritos casi como una verdad revelada y formaron una especie de secta. Freud no permitía ninguna desviación de su enseñanza “ortodoxa". Quien discrepaba de Freud era apartado de su círculo2.
En El porvenir de una ilusión, Freud comparó la religión a una ilusión infantil que debía ser descartada por una humanidad llegada a la edad de la razón. En mi opinión, las religiones monoteístas sobrevivirán a la ilusión freudiana, que está en retroceso.
Mediante un trabajo minucioso, en parte basado en escritos inéditos3, varios historiadores descubrieron que Freud mintió en sus libros, presentando como éxitos terapéuticos del psicoanálisis casos que habían sido fracasos claros.
En las últimas décadas los cuestionamientos al psicoanálisis golpearon a este duramente, haciéndolo casi desaparecer de las cátedras de psicología de las universidades de los Estados Unidos y de varios países de Europa. En Francia, donde la influencia del freudismo aún es grande, se publicó en 2004 la obra colectiva El Libro Negro del Psicoanálisis, una crítica dura y documentada del valor científico y terapéutico del psicoanálisis y de la ética científica de su fundador.
Notas
1) El filósofo ateo francés Michel Onfray, autor de Freud: el crepúsculo de un ídolo, escribió que el psicoanálisis es “una disciplina verdadera y justa en lo que concierne a Freud y nadie más” y que “cura tanto como la homeopatía, el magnetismo [y] la radiestesia".
2) Por ejemplo Alfred Adler en 1911 y Carl Gustav Jung en 1913.
3) Por ejemplo las 1.539 cartas que Freud y su esposa intercambiaron durante su noviazgo (1882-1886), mantenidas en secreto en los Archivos Freud hasta el año 2000.
Te invito a:
1) Comprar en la Editorial Vita Brevis mi libro “Soy amado, luego existo. Darwinismo, diseño inteligente y fe cristiana", en esta página.
2) Comprar en Amazon uno de mis siete libros en formato digital, en esta página.
3) Suscribirte a mi boletín electrónico semanal gratuito “Pensamientos", llenando este simple formulario.
4) Seguirme en la red social Gab: https://gab.com/DanielIglesias
5) Visitar mi sitio web personal.