«Los números de Franco. Sociedad, economía,
cultura y religión» de Javier Paredes
Por Carmelo López-Arias
8/9/2021
Javier Paredes
Gonzalo Fernández de la Mora sintetizó en la expresión «Estado de obras» uno de los principios legitimadores de la tarea de gobierno, y la aplicó de manera particular al régimen del 18 de Julio. Es la idea que se viene a la mente tras leer Los números de Franco, una obra colectiva coordinada por Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea, en la que han participado colegas de distintas universidades españolas: Ricardo Martín de la Guardia, Guillermo A. Pérez Sánchez, Lucas Molina Franco, José Luis Orella, Antonio Manuel Moral Roncal y Vicente Cárcel Ortí.
Con todo, no son estas páginas un panegírico de Francisco Franco. Primero, porque no todos los guarismos aportados le favorecen. El prolongado control de precios dilató el racionamiento hasta 1952 y alimentó el mercado negro; el acelerado proceso de transformación demográfica y emigración interior creó bolsas importantes de chabolismo urbano; la industrialización benefició claramente a unas regiones (País Vasco y Cataluña) en detrimento de otras; la emigración exterior (1.066.440 personas entre 1959 y 1973), a pesar de ser un factor estabilizador del mercado de trabajo y una fuente de divisas, fue un precio socialmente elevado del ajuste económico. Aunque puedan defenderse (lo cual no es objeto de este libro) las decisiones que dieron lugar a esas cifras, las cifras están ahí.
Pero, en segundo lugar, se aprecia el esfuerzo de los autores por ofrecer al lector una realidad, más que una justificación. Lo cual, mal que les pese a los antifranquistas, siempre acaba por dibujar un retrato de la Era de Franco muy alejado de la propaganda posterior a su muerte… e inalcanzable comparativamente para el régimen del 78.
Vamos a citar solamente cinco datos espigados del texto referidos a mentiras o medias verdades difundidas en los últimos lustros.
El PSOE intenta apropiarse de la Seguridad Social atribuyéndola a Felipe González, pero lo cierto es que el porcentaje de población protegida por el sistema público de asistencia y salud pasó del 36,44% en 1945 al 80% en 1975, con una diferencia respecto a las ampliaciones socialistas: su financiación. Es más fácil extender coberturas que pagarlas, y los pasos que se dieron en aquellas cuatro décadas se basaban –a diferencia de cuanto ha sucedido después– en la autofinanciación del sistema, no en el déficit y el endeudamiento.
España, ¿páramo cultural durante el franquismo? Las exportaciones de libros pasaron de 183.330 Kg en 1940 a 1.840.428 Kg en 1959, esto es, se multiplicaron por diez, y tras la apertura de la economía se dispararon hasta los 44.783.000 Kg en 1975, esto es, se multiplicaron por veinticuatro en los años del desarrollo.
¿Esfuerzo educativo? Si comparamos 1951 en base 100 con 1975, vemos que si los Presupuestos generales del Estado se multiplicaron por treinta y tres, los presupuestos del Ministerio de Educación se multiplicaron por setenta y uno, esto es, el esfuerzo presupuestario en Educación terminó duplicando el incremento del gasto público general, sobre todo en el último lustro, tras la reforma educativa de José Luis Villar Palasí.
¿Persecución del catalán y el vascuence? Se publicaron libros en catalán desde 1942, y en 1974 el Instituto Nacional del Libro Español registraba 5.878 títulos publicados en catalán solo ese año. En cuanto al vascuence, las primeras ikastolas surgen en 1954 y durante los treinta y seis años del régimen de Franco se publicaron en torno a un millar de obras en lengua vasca, una cantidad equivalente a la publicadas en el periodo 1900-1939.
Parece improcedente contabilizar vocaciones sacerdotales al analizar un régimen político. Sin embargo, en el caso de la Era de Franco tiene sentido: no solo porque su victoria en la Guerra Civil salvó a la Iglesia del exterminio, sino porque desde el primer minuto el nuevo Estado la favoreció legal, cultural y económicamente hasta extremos solo comparables a la ingratitud mostrada después por buena parte de la jerarquía eclesiástica, coronada con la complicidad en el ultraje a los restos mortales de su benefactor. El caso es que el número de seminaristas pasó de 2.935 en 1943 a un máximo de 8.930 en 1959, manteniéndose en ese entorno hasta comenzar un desplome continuo tras la finalización del Concilio Vaticano II. En 1975, con una población un 30% superior a la de posguerra, y toda ella educada en el catolicismo por decisión personal de Franco, el número de seminaristas había caído a 2.371. En ese hundimiento, sin duda, influyeron factores secularizadores ajenos a la Iglesia y algunos de origen político, como la promoción del turismo o las claudicaciones culturales en el ámbito universitario. Pero son números que definen también la evolución social tras lo que el cardenal Enrique Plá y Deniel definió como «una Cruzada por la religión y por la patria y por la civilización».
Al valor en sí mismo de las cifras aportadas se suma el análisis de los autores respectivos, en última instancia historiadores más que estadísticos, lo que convierte a Los números de Franco en una visión de conjunto inteligente y fundamentada sobre el periodo a la vez más fecundo y denostado de la historia contemporánea de España.
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