Sin salvación fuera de la Iglesia
Por Javier Navascues
5/9/2021
En las Jornadas Mundiales de Oración por la Paz que desde hace décadas se celebran en Asís, se reúne el Vicario de Cristo con los principales representantes de las falsas creencias de la tierra. Ni siquiera son falsas religiones. El origen etimológico de la palabra religión proviene del término latino religare, que significa atar fuertemente. Por lo tanto la única religión verdadera, la católica, es la que se religa realmente con la divinidad y hablando con propiedad no se podría hablar de falsas religiones, pues no lo son, sino de falsas creencias.
Uno de sus lemas fue: “Sed de paz, religiones y culturas en diálogo”, habiendo hecho entonces el Papa un llamamiento a la concordia con las falsas creencias, a convivir juntos en un mundo más fraterno. Sería por lo tanto convivir en una falsa armonía donde por miedo a incomodar a los que están en el error no se predique el Evangelio en aras a convertir a los no bautizados.
La Tradición de la Iglesia siempre ha afirmado con rotundidad que fuera de la Iglesia no puede haber salvación. Pero hoy en día pareciera que esta verdad perenne ha pasado de moda, como si lo inmutable pudiera cambiar o adaptarse a los tiempos. Pareciera que ya no es necesario hacer proselitismo, convertir a los paganos e infieles al catolicismo, bautizarlos en el nombre del Padre y el Hijo y el Espíritu Santo para que se salven, como enseñó nuestro Señor.
Hay que procurar no ofenderles y respetar su libertad de conciencia, no importa que esté deformada o abracen el error. No importa que mueran en ese estado. Qué Dios reparta suerte y tal vez se apiade de su alma o tal vez no. La salvación eterna es el asunto más serio y trascendente para el hombre, no es una ruleta rusa a todo o nada.
A modo de ejemplo he recopilado algunas de las principales enseñanzas de la Tradición de la Iglesia al respecto. Las afirmaciones no pueden ser más contundentes ni apabullantes. Conviene conocer y meditar lo que ha enseñado siempre la Iglesia y comprobar la solidez de sus afirmaciones en dos mil años de historia.
La Tradición no puede equivocarse
En el siglo III San Cipriano de Cartago ya afirmaba que fuera de la Iglesia no hay salvación: Extra Ecclesiam nulla salus. Esta verdad fue definida como dogma y ratificada de forma constante por la Tradición de la Iglesia.
Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, constitución 1, 1215, ex cathedra: “Y una sola es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual absolutamente nadie se salva, y en ella el mismo sacerdote es sacrificio, Jesucristo”.
Papa Bonifacio VIII, Unam sanctam, 18 de noviembre de 1302, ex cathedra: “Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y santa Iglesia católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente la creemos y simplemente la confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni remisión de los pecados. (…) Ahora bien, someterse al Romano Pontífice, lo declaramos, lo decimos, definimos y pronunciamos como de toda necesidad de salvación para toda criatura humana”.
Papa Clemente V, Concilio de Vienne, decreto 30, 1311-1312, ex cathedra: “Puesto que hay tanto para regulares y seglares, para superiores y súbditos, para exentos y no exentos, una Iglesia universal, fuera de la cual no hay salvación, puesto que para todos ellos hay un solo Señor, una fe, un bautismo…”.
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, sesión 8, 22 de noviembre de 1439, ex cathedra: “Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre”.
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1441, ex cathedra: “La Iglesia firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo los paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia católica”.
Papa León X, Quinto Concilio de Letrán, sesión 11, 19 de diciembre de 1516, ex cathedra: “Así que regulares y seglares, prelados y súbditos, exentos y no exentos, pertenecen a una Iglesia universal, fuera de la cual absolutamente nadie es salvo, y todos ellos tienen un Señor, una fe”.
Papa Pío IV, Concilio de Trento, “Iniunctum nobis”, 13 de noviembre de 1565, ex cathedra: “Esta verdadera fe católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que al presente espontáneamente profeso y verazmente mantengo…”.
Papa Benedicto XIV, Nuper ad nos, 16 de marzo de 1743, Profesión de fe: “Esta fe de la Iglesia católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que motu proprio ahora profeso y firmemente mantengo…”.
Papa Pío IX, Concilio Vaticano I, sesión 2, Profesión de fe, 1870, ex cathedra: “Esta verdadera fe católica, fuera de la que nadie puede ser salvo, que ahora voluntariamente profeso y verdaderamente mantengo…”.
Papa San Pío X (1903-1914), Encíclica Jucunda Sane: «Es nuestro deber el recordar a los grandes y pequeños, tal como el Santo Pontífice Gregorio hizo hace años atrás, la absoluta necesidad nuestra de recurrir a la Iglesia para efectuar nuestra salvación eterna.»
Papa Benedicto XV (1914-1922), Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum: «Tal es la naturaleza de la fe Católica que no admite más o menos, sino que debe ser sostenida como un todo, o rechazarse como un todo: Esta es la fe Católica, que a menos que un hombre crea con fe y firmemente, el no podrá ser salvado.»
Papa Pío XI (1922-1939), Encíclica Mortalium Animos: «Por si sola la Iglesia Católica mantiene la adoración verdadera. Esta es la fuente de verdad, esta es la casa de la fe, esta es el templo de Dios; Si cualquier hombre entra no aquí, o si cualquier hombre se aleja de ella, el será un extraño a la vida de fe y salvación. … Es más, en esta única Iglesia de Cristo, no puede haber o permanecer un hombre que no acepta, reconozca y obedezca la autoridad y la supremacía de Pedro y la de sus sucesores legítimos.»
Papa Pío XII (1939-1958), Discurso a la Universidad Gregoriana (17 de octubre 1953): «Por mandato divino la interprete y la guardiana de las Escrituras, y la depositaria de la Sagrada Tradición que vive en ella, la Iglesia por si sola es la entrada a la salvación: Ella sola, por si misma, y bajo la protección y la guía del Espíritu Santo, es la fuente de la verdad.»