ACUSACIONES FUNDADAS E INFUNDADAS
CONTRA LA MASONERÍA
Fuente masónica: UNED
Es innegable el papel cultural y benéfico-asistencial desempeñado por la masonería a través de la erección de orfanatos, hospitales, universidades, bibliotecas, laboratorios de ideas, etc. bajo su dependencia. Sin embargo, pese a esta importante labor filantrópica y cultural, la masonería no ha gozado de un unánime reconocimiento. Esta hostilidad es más llamativa si tenemos en cuenta que la propia masonería llamada regular estableció desde 1723 la obligación de no debatir ni inmiscuirse en cuestiones políticas y religiosas. Ciertamente, en todos los países democráticos la masonería se encuentra legalmente reconocida y trabaja en ella en pro de ciertos principios filantrópicos y humanitarios. Entonces ¿por qué fue y sigue siendo condenada o malquista por confesiones religiosas como la cristiana, la musulmana o la judía?
Ello nos lleva a analizar las acusaciones que, desde sus orígenes, se han vertido sobre la masonería regular, entendiendo por tal aquella que, al menos, prohíbe a sus logias todo debate sobre materias políticas o religiosas. A estos efectos vamos a tratar este asunto desde el punto de vista de la coherencia interna del discurso masónico. Es decir, si la propia masonería, en sus enseñanzas y ritos, cumple y se atiene a la regularidad u ortodoxia masónica que ella misma defiende.
Las acusaciones o motivos de descrédito que pesan sobre la masonería pueden clasificarse en débiles y fuertes. Entre los motivos débiles o infundados hay que citar las acusaciones de:
1º.- ser una sociedad secreta.
2º.- adorar al Gran Arquitecto del Universo como un dios masónico.
3º.- conspirar contra la Iglesia católica.
4º.- alentar un contubernio judeo-satánico-comunista.
5º.- fomentar el relativismo, indiferentismo y sincretismo religiosos.
6º.- practicar el deísmo y una religión natural.
Entre las causas que, en nuestra opinión, constituyen razones fuertes o fundamentadas que prueban las contradicciones del discurso masónico estudiaremos:
1º.- los términos atroces del juramento masónico.
2º.- ciertos temas de los altos grados como la venganza hiramita y templaria.
3º.- el tema de la cruzada contra el islam desarrollado en ciertos altos grados.
4º.- el contenido deísta de algunos altos grados.
5º.- el contenido gnóstico de varios temas descritos en los altos grados.
6º.- el contenido político de algunos altos grados.
Pasemos a estudiarlos.
ACUSACIONES INFUNDADAS CONTRA LA MASONERÍA
1º ¿Sociedad secreta o sociedad con secretos?
Ya en los primeros años de existencia de la masonería, diversos Estados, seguidos al poco por la Iglesia católica, la prohibieron porque celebraba asambleas sin la debida autorización del gobierno. Por su parte, la primera bula condenatoria de la masonería promulgada en 1738 consideraba sospechosos tanto el juramento de secreto como la misma fórmula del juramento: “se ligan el uno con el otro con un pacto tan estrecho como impenetrable según las leyes y los estatutos que ellos mismos han formado y se obligan por medio de juramento prestado sobre la Biblia y bajo graves penas a ocultar con un silencio inviolable, todo lo que hacen en la oscuridad del secreto”. Bien es verdad que, tras la llegada de los regímenes liberales o constitucionales, no habría ya nada de censurable en la existencia de un juramento de secreto. Nótese que, en su condición de asociación civil legalmente establecida en la mayor parte de los países democráticos del mundo, la masonería no constituye en puridad una sociedad secreta sino, más bien, una sociedad con secretos, entendiendo por tales, por ejemplo, sus rituales. Tales secretos han de ser respetados, de igual modo que también existe un deber y derecho de secreto o confidencialidad que afecta a otras personas o instituciones por mor del derecho establecido, ya sean instituciones públicas (por ejemplo, el secreto del sumario en el procedimiento judicial, el secreto de las deliberaciones en el consejo de ministros…), empresas privadas (derechos de propiedad intelectual y patentes), o colectivos profesionales (el secreto profesional de los abogados, los médicos y los periodistas). La propia religión católica contempla determinados secretos, como el de confesión o el de la elección pontificia. Estas premisas nos llevan a una conclusión: la existencia de un juramento de secreto no presupone, por sí solo, ningún ilícito. Ahora bien, cosa distinta y censurable es que la fórmula del juramento contuviera, y todavía mantenga, ciertas expresiones criminales y contrarias al espíritu fraternal y humanitario de la masonería que luego analizaremos.
2º Adorar al Gran Arquitecto del Universo como un dios masónico
Igualmente, pese al Landmark masónico que exige a los masones creer en Dios, se ha acusado a la masonería de adorar a un dios propio (el Gran Arquitecto del Universo). Sin embargo, ello ha sido reiteradamente desmentido por las propias autoridades masónicas. Por citar alguna de las últimas resoluciones oficiales de la masonería regular, en octubre de 1950, septiembre de 1962, diciembre de 1981 y junio de 1985, la Gran Logia Unida de Inglaterra ha reafirmado “la creencia en un Ser Supremo”, del cual, sin embargo, no ofrece “una propia doctrina de fe”. En este sentido, se aclaró: “no existe un Dios masónico. El Dios del masón es el propio Dios de la religión por él mismo profesada. Los masones tienen un respeto mutuo por el Ser Supremo en cuanto Él sigue siendo Supremo en sus religiones respectivas […] que tiene que ser el de una religión monoteísta”.
3º Conspirar contra la Iglesia católica
Por su parte, sobre la acusación de maquinar contra la Iglesia católica, conviene recordar que tal argumentario fue consecuencia de las guerras por la unidad de Italia que implicaron la desaparición de los Estados pontificios (cuya superficie era un tercio de la península itálica). Pío IX y León XIII responsabilizaban en buena medida a las sociedades secretas de la pérdida de los Estados Pontificios, entre ellas a la masonería, identificada con la carbonería, de modo que interpretaron como conspiración contra la Iglesia lo que en realidad era una lucha por la unidad de Italia. Aunque la acusación de conspirar contra la Iglesia quedó recogida en el canon 2335 del Código de Derecho Canónico de 1917, no obstante, en el canon 1374 del vigente Código de Derecho Canónico (1983), suprimió la referencia a la masonería, de modo que su enunciado quedó mucho más matizado: “quien da su nombre a una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa”. Con ello se reconocía que las Obediencias masónicas no necesariamente maquinaban contra la Iglesia.
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