¿Salir de la OTAN, incluso de la UE?
Por PIO MOA
Me pregunta un conocido si en mi opinión debería España mantenerse en la OTAN en caso de que Inglaterra devolviese Gibraltar.
Mi respuesta es que en ningún caso. Una política de neutralidad para España tendría que responder a factores más profundos, de gran calado histórico. Los problemas de fondo que han derivado para España en inestabilidad, guerras civiles, atraso cultural y económico, datan de la invasión napoleónica y la intervención inglesa como supuesta aliada.
A lo largo de la historia, Francia e Inglaterra han sido los mayores enemigos de España, más tenaces y peligrosos que los otomanos o los moros próximos. No se trata de mirar al pasado para hurgar en viejas heridas o cultivar resentimientos, pero es indudable que los problemas continúan de un modo u otro, y Gibraltar es una clara concreción de ellos. Actualmente es una colonia, la única en Europa, y lo es con apoyo del resto de la UE. Cuando la batalla diplomática en la ONU, en la que Madrid derrotó a Londres al respecto, los demás países europeos estuvieron al lado de Londres. Y cuando unos políticos indecentes quisieron “meternos en Europa” (donde siempre habíamos estado), una condición impuesta fue renunciar a aquella victoria política y convertir a Gibraltar en un emporio reabriendo la verja. Por lo demás, Inglaterra no tiene la menor intención de devolver Gibraltar, porque mantiene una concepción política imperial y porque, aun en el caso de tener una debilidad en esa cuestión, ni ella ni Usa se fiarían de un socio tan despreciable como la casta política española.
Ni Inglaterra ni Usa ni el conjunto de la UE, con dos posibles excepciones, son amigos nuestros, y en esa inamistad de fondo pesan experiencias históricas ya antiguas, reforzadas en el siglo XX. Esos países se enzarzaron en guerras devastadoras y al mismo tiempo fundadoras de políticas generales, en las que España no participó. España fue capaz de desarrollarse política y económicamente con independencia y en contra, precisamente, de políticas que cabe calificar de criminales, impuestas por esos países junto con la URSS. Y pudo pasar a una democracia –aunque hoy prácticamente fallida–, no por la intervención de los ejércitos useño y soviético, sino por su propia evolución política, una vez superados los intentos de sovietizarla y disgregarla. Para Usa, Inglaterra, Francia y similares, una España “amiga” es una España sometida a sus intereses, una España satélite y colonizada, que es justamente la política que hoy siguen nuestros infames gobernantes, desde el PP o del PSOE.
Por lo tanto, una verdadera política internacional española debe mantener la neutralidad en los conflictos de esos países y otros, salir de la OTAN, incluso de la UE si esta persiste en imponer sus ideologías antidemocráticas multiculturalistas, sexistas, abortistas, etc. Algunos aducen que esos países nos aislarían si España adquiriese un rumbo neutral, con lo que solo revelan el carácter de chantaje de tal “amistad y alianza”. No, una política neutralista no nos aislaría, al contrario, nos haría respetables y no impediría el desarrollo económico. Tenemos un buen ejemplo en Suiza, cuyas razones para la neutralidad son mucho menores que las de España.