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martes, 13 de diciembre de 2022

PANDEMIA: Al final teníamos razón. Por Eugenio Fernández Barallobre

Al final teníamos razón

Durante muchos meses, aquellos que considerábamos que tanto la “plandemia” como las posteriores vacunas eran, en realidad, un experimento social globalitario, de una parte, para inculcar un miedo insuperable a la población, y de otra, aprovechando este terror inoculado, conducirnos indefectiblemente a los perversos fines de la perniciosa Agenda 2030, resulta que teníamos razón.

A cada paso, se alzan más voces científicas -siempre hubo un importante sector no comprado que ya se manifestaba en este sentido- que claman por exigir las pertinentes responsabilidades a todos los que fueron muñidores, participes, inductores o encubridores de esta trama criminal que se está llevando cientos de vidas por delante.

Ni la mafiosa OMS, ni los Ministerios de Sanidad, incluido, por supuesto, el nuestro y otros organismos relacionados con el control de la salud de la población son capaces de dar respuesta a una petición a cada paso más clamorosa: ¿qué causa el aumento de la mortalidad especialmente entre niños y jóvenes?, ¿cómo es posible que personas, en perfecto estado de salud, deportistas, niños plenamente sanos, fallezcan de forma repentina, incluso en los campos deportivos, colegios y calles, todos ellos inoculados contra la maldita “plandemia” provocada por los chinos?

¿A qué se deben los ictus, los paros cardíacos, los herpes, incluso el aumento de diagnosticados de cáncer que sufren gente en edad juvenil? ¿Alguien se ha preguntado si los niños y niñas vacunadas podrán llegar a gestar?, ¿era ese uno de los objetivos? No debemos olvidar que todos esos oligarcas europeos y globalitarios, esos que rigen los destinos de una sociedad a cada paso más corrupta y carente de valores, autorizaron la vacunación de los niños entre 0 y 12 años y ahora aparece el canalla de Gates, uno de esos que mueve los hilos desde las sombras, a convocar una reunión con autoridades sanitarias mundiales para advertir de una nueva “plandemia”, esta vez que ataca a niños y jóvenes, la excusa perfecta para ocultar las muertes más que sospechosas de todos estos jóvenes que están muriendo sin una explicación razonable.

En cuanto a lo del Gates este, ¿es dios para prevenir lo que va a venir?, lo dudo, ni siquiera lo es con minúsculas, y, en este caso, la única opción posible es que esté detrás de todo este montaje asesino y canalla.

Todavía recuerdo aquellos botarates que, a través de los medios de comunicación, nos llamaban “bebe lejías” a los que nos negamos a participar en el criminal experimento vacunatorio; incluso aquellos otros -especialmente el que viste de blanco y vive en Roma- que aducían que vacunarse era una cuestión de solidaridad y de amor fraterno. ¡Cuánta mentira!


Si analizamos los resultados, es fácil deducir que es porcentualmente imposible que ningún mandatario, incluso ningún político de alto nivel falleciese consecuencia de la “plandemia”, como si se tratase de gente inmunizada per se, haciéndonos creer, a base de imágenes aparecidas en las diferentes cadenas de televisión, muchas de ellas retocadas o manipuladas, que ellos eran el ejemplo de que todos deberíamos vacunarnos. Todavía recordamos aquella burda pantomima de una individua, jefe de gobierno o ministra de no sé dónde, que era “vacunada” sin tan siquiera tener la precaución de retirar la funda que protegía la aguja de la jeringuilla. Cabría entonces preguntarse ¿qué fue lo que inocularon a los demás?, ¿agua destilada…?

De igual modo, resulta más que increíble que el mayor índice de mortandad se produjese en los países más desarrollados, con mejores condiciones de higiene y con una sanidad mucho más avanzada, algo que tampoco nadie nos ha explicado.

Toda esta trama, urdida por el globalitarismo masón – que nadie sonría o ponga cara de tonto ya que la masonería existe y mueve los hilos desde la oscuridad- en connivencia con la izquierda socialista-comunista, ha provocado, primero miles de muertos por ese virus creado en un laboratorio y, probablemente, expandido con total conocimiento y, por otra, por esas pseudo vacunas que nadie sabe lo que contienen pero que se están llevando por delante, con total impunidad, a cientos de personas y, cómo dice el viejo dicho popular, ”lo que te rondaré morena”.


De este crimen de lesa humanidad, este genocidio a escala mundial, son responsables todos, unos por acción y otros por omisión, y lo son tanto los mandatarios de los diferentes organismos internacionales, como de los países respectivos, tanto a nivel nacional como regional; en la misma medida que lo es esa vil y canallesca prensa comprada que se encargó de propalar el terror a cambio de cuantiosas subvenciones; pero también aquellos profesionales de la medicina que, oliéndose la tostada, no tuvieron lo que hay que tener para salir a la palestra como hicieron y hacen algunos valientes, incluso al precio no solo de su carrera sino también de su propia vida; en la misma medida que esas empresa farmacéuticas, financiadas por los grandes oligarcas, cuyos nombres todos conocemos, que se han hecho de oro a cuenta de esta farsa convertida en tragedia.

Esperemos que algún día, a unos y a otros, se les juzgue y condene como se hizo, con toda la razón, con los nazis -no olvidemos nacional socialistas- en el macro juicio de Núremberg, celebrado a la conclusión de la II Guerra mundial.

Por lo que respecta a nuestra Patria, este gobierno miserable que tenemos aprovechó esta “plandemia”, con sus restricciones de libertades y los anticonstitucionales encierros que ordenó, para comenzar su asalto al Estado, al más rancio estilo chavista ya que los ideólogos son los mismos: la canalla y perniciosa “podemía” en connivencia, claro está, con el zapaterismo que tanto sabe de manejar las situaciones a su medida y todos vemos los resultados que está dando que, de seguir así, en un puñado de años, tal vez antes del 2031, nos habremos convertido en una república bananera de corte comunista con lo que ello conlleva. Así que, ¡ojo al parche!