Las FFAA, España, el Rey y la Constitución
Hace tiempo que vengo observando lo que a mi parecer es uno de los equívocos más graves que afectan a los miembros de nuestra FFAA, especialmente a los que llegan a mandos superiores. Aunque no sé si más que equívoco, lo que tal vez tendría un pase, se trata de un pretexto para justificar su pasividad ante el desvarío de nuestra Patria que la lleva, al parecer sin remisión, a ser sepultada bajo una losa dictatorial de la que no podrá librarse en mucho tiempo; la cual, además, llevará aparejada su desmembración posiblemente irreparable.
Me refiero a que cuando se habla con los mandos de nuestras FFAA sobre la situación de España y se les recuerda el Art. 8º de la Constitución, siempre salen con lo mismo: “Y qué se puede hacer”, “No se puede hacer nada”, “Tenemos las manos atadas”, “Debemos obediencia al poder político” y la definitiva con la que dan por finalizada la conversación: “Mientras no toquen al Rey”; al hilo de lo dicho, el exJEMAD, Gral. Alejandre, una vez ya en la calle, claro, y tras ser contratado por una empresa cuyo negocio principal está ligado a Defensa, también muy claro, ha publicado un librito cuyo título es “Rey servido y España honrada” (¿?).
Las FFAA se deben a España, a la Patria –“Todo por la Patria”–, a la nación. También a la Constitución como ley fundamental de ella y al Rey en tanto Jefe de Estado, pero sobre todo y ante todo a España, porque si no hay nación, si no hay Patria, si se desmembra y desaparece España, no habrá ni Constitución ni Rey que valgan.
El Art. 8º de la Carta Magna, mandato directo del pueblo soberano al estar en su título preliminar y por ello asimismo por encima de todos los siguientes, señala con claridad que la misión de las FFAA, de todos y cada uno de sus Ejércitos, no del Ministerio de Defensa, es “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”; y además por ese orden.
Así pues, cuando la deriva del poder político es la que es, cuando sus despropósitos amenazan y ponen en evidente y grave riesgo a España, no vale esperar a que “toquen al Rey”, ni valen supuestos equívocos, ni cualesquiera otras excusas o pretextos para cumplir con dicho mandato constitucional; el cual lo es tanto como cualquiera de los otros y más aún por constar, como se ha dicho, en su título preliminar.
El JEMAD es el mando superior, el jefe máximo operativo de las FFAA. Junto a él los Jefes de los Estados Mayores, y después los demás Generales y jefes de las respectivas unidades. Ostentar tal autoridad es inseparable de la responsabilidad que le es inherente. Asumir la una conlleva la otra. Si no se está dispuesto a asumir ambas, lo honrado es no aceptar dicha categoría, rehusándola cuando se le designa o dimitiendo si se aceptó. A nadie le obligan. Asimismo, se ingresa en las FFAA no para lucir el uniforme, recibir aplausos en los desfiles, jugar a los soldaditos en maniobras y “misiones en el exterior” o procurarse vacantes cuanto más lucrativas y con futuro, mejor. Se ingresa y se jura voluntariamente para cumplir con una misión que sintetiza perfectamente el Art. 8º. Si no, mejor no ingresar o marcharse. Puede que transcurra la vida, la carrera, y no haga falta, pero si por desgracia la evolución de los acontecimientos así lo exige, a quien le toque lo que no puede es incumplirlo por presuntos equívocos o vulgares pretextos; menos aún por intereses creados o por cobardía, pues sería traición.
La Constitución actual, a pesar de sus trampas saduceas y agujeros negros, al menos posee ese Art. 8º que no recogió ninguna de las anteriores; por cierto también fracasadas por lo mismo que lo está haciendo la actual: porque la clase política la viene vulnerando, incumpliendo y pervirtiendo desde el primer día. La paciencia de décadas demostrada en este caso ha cargado de razones. Si se puso ese artículo lo fue porque los que redactaron la Constitución, en algún instante de lucidez echaron la vista atrás y contemplaron como nuestra historia produce con demasiada facilidad monstruos, es decir, gobernantes indignos que no aman a España, sino sólo a sí mismos, a sus intereses espurios y a su vanidad. Hoy esa contumacia vuelve a enseñorearse de nuestra Patria.
Defender la Constitución, aún con sus defectos siempre posibles de enmiendas, conforme a lo que señala su Art. 8º es obligación patriótica de las FFAA. Actuar conforme a dicho mandato es defender a España, es darlo todo por la Patria. No hacerlo es traición y complicidad en su destrucción. Es triste y penoso que no hayamos aprendido, pero es lo que hay y quien tiene la autoridad debe también asumir la responsabilidad. La encrucijada en la que nos encontramos puede ser definitiva. El tiempo se agota. El pueblo español, su parte sana que sigue siendo abrumadoramente mayoritaria, pacífica y honrada lo entenderá y agradecerá. Sin España de nada valdrá ni la Constitución ni el Rey; ni seremos nada.