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viernes, 30 de septiembre de 2022

¿Quiere Occidente desencadenar una guerra nuclear? Por Pedro de Alvarado

¿Quiere Occidente desencadenar una guerra nuclear?
 28/09/2022


Lo primero es dejar bien claro, porque las evidencias son ya aplastantes, que ha sido Occidente –entendiendo por tal a los EEUU como motor y actor principal, a la OTAN como su brazo ejecutor y a la UE con su repugnante servilismo (Zelensky y los ucranianos sólo son vulgares mamporreros)– quien ha provocado a Rusia hasta obligarla a elegir la espada en vez de la humillante y vergonzosa pared. Que esta guerra la venían cociendo los EEUU desde hace casi una década. 

Que para ello incluso no dudaron en impulsar un totalitario y antidemocrático golpe de Estado en Kiev (Maidan), ellos que tanto alardean. Que de lo que se trata es de impedir el renacimiento de Rusia; incluso aunque fuera democrático, tanto que alardean de ello los EEUU. Que está claro que, por lo dicho, es Occidente quien está en guerra con Rusia. Que se trata de la tercera vez, siendo las dos anteriores las de Francia (Napoleón) y Alemania/Italia (Hitler). 

Que EEUU no quiere ni un mundo con Rusia, ni una Europa de naciones libres, soberanas e independientes de sus garras y ello en ningún plano incluido el económico/financiero, el energético y el militar; y los ingleses tampoco. Que la culpa de esta guerra, de la cual sabemos cómo comenzó, pero como siempre no cómo terminará, la tiene EEUU (Occidente). Que además, los EEUU, como siempre, han elegido de nuevo para ello un lugar bien alejado de su propio territorio, así como que mueran otros y no los suyos; EEUU nunca ha sufrido en sus carnes ninguna guerra a excepción de la propia de secesión. 

Que Occidente no quiere sentarse a negociar, sino alargar la contienda; prueba de ello es la ofensiva ucraniana a la desesperada sólo posible por la elaboración, dirección, supervisión y apoyo de todo tipo –sobre todo de inteligencia– de Occidente a pesar de que su éxito no podía ser más que baladí, excepto a nivel mediático que es lo que se buscaba, y por todo ello victoria pírrica, sin importar un bledo los 5.000 muertos ucranianos y los 12.000 heridos irrecuperables.

Ahora, y tal y como se están desarrollando los acontecimientos, y el hecho de haber forzado a Rusia a la movilización parcial, con la esperanza de hacer crecer el desencanto y desagrado en su interior y más aún la caída de Putin, cabe preguntarse, también a la vista del discurso de éste en el que ha vuelto a mentar las armas nucleares como posibilidad, si Occidente está dispuesta a seguir apretando hasta llevar al mundo, o más bien a Europa, a sufrir las consecuencias incalculables de una guerra nuclear. 

O mejor preguntarse si los EEUU está dispuesto a forzar tal desastre teniendo en cuenta que lo más posible es que el desastre lo fuera sólo en Europa –de nuevo lejos de sus propio territorio, ciudades, habitantes, etc.– y ello sólo con tal de hacer que sea Rusia la que aparezca como culpable y por ello merecedora de un castigo nuclear semejante. No olvidemos en este punto que hasta el momento sólo los propios EEUU son los que han lanzado bombas nucleares, además sobre objetivos netamente civiles, matando a cientos de miles de inocentes con la excusa, que no razón, de que con ello acortaron la guerra y salvaron muchas vidas (¿?); que se lo digan a los japoneses. 

Y no olvidemos que en buena medida Japón entró en guerra con los EEUU tras años de presiones, provocaciones y desplantes de los yanquis, o sea, no quedándole otra que, como a Rusia ahora, elegir la espada en vez de la pared. Y no olvidemos que los EEUU son expertos en provocar guerras con cualquier excusa, como por ejemplo con el Maine, el totalitarismo de Ho Chi Ming, la patraña de las «armas de destrucción masiva» en Irak, la «malicia» serbia –incluso en contra de la ONU–, la «tiranía» de Al Assad, o el «terrorismo» talibán, y todo sin que la sumisa Europa levantara la voz, sino incluso todo lo contrario, dejando además siempre tras de sí, y tras de su sempiterna derrota, el caos.


Pues bien. Sepan que se calcula que Rusia dispone de 5.977 ojivas, de las cuales 1.600 están listas para ser desplegadas. Este terrorífico arsenal puede ser lanzado desde tierra, submarinos y aviones. Que en lo dicho se incluyen armas nucleares no estratégicas, o sea tácticas, que tienen un menor poder destructivo, pensadas y destinadas a destruir, en principio, objetivos militares más que poblaciones civiles, aunque nunca se han utilizado en combate, hasta ahora, quedando sus efectos «comedidos» o «menores» en la esfera de la teoría de sus fabricantes. 

Rusia también dispone de las mucho más temidas armas nucleares estratégicas, que pueden ser lanzadas en potentes misiles de largo alcance, incluyendo misiles balísticos intercontinentales que sólo tardarían 20 minutos en llegar a Gran Bretaña y 30 a Estados Unidos. Estas armas estratégicas están diseñadas para arrasar ciudades enteras. Por su parte, y en contra, Occidente tiene un arsenal igualmente mortífero, ya que Estados Unidos conserva 5.428 ojivas, junto con las 225 del Reino Unido y las 290 de Francia.

El líder ruso sugirió ya en 2018 «Si alguien decide aniquilar a Rusia, tenemos el derecho legal de responder. Sí, será una catástrofe para la humanidad y para el mundo. Pero yo soy ciudadano de Rusia y su jefe de Estado». Puede que, como algunos aventuran, Putin haya dado el paso de la movilización parcial para meter presión a Occidente, además de cortar gas y petróleo para que este invierno sea muy crudo para Europa, buscando una escalada en la tensión para luego rebajarla previo acuerdos con ¿Ucrania?… no, con los EEUU que es, repetimos, quien ha provocado y manda en esta guerra. Puede que lo haya hecho como último aviso de que lo siguiente que le queda son las armas nucleares a ver si Biden está o no dispuesto a asumir tal riesgo. Puede que se trate de una provocación, un tanteo, una amenaza o una fase más verdadera y real. Pero lo que sí está claro es que ahora la pelota está en manos de los EEUU; la sumisa Europa hará lo que éste le ordene.


Así pues, nos encontramos en la misma situación que cuando la crisis cubana entre Kennedy y Kruchev. Entonces funcionó la máxima según la cual las armas nucleares en realidad no valen para nada porque ninguno de los que las tienen estaría dispuesto a utilizarlas por el desastre que producirían, porque nadie sería el vencedor, porque todos perderían, porque el concepto de «destrucción mutua asegurada» seguía en pie. ¿Y ahora? Putin ha dicho que no va de farol. Hasta ahora lo ha demostrado siempre. 

Se ha cargado de razones, pese a que en Occidente se impone lo contrario y el que no lo acepta no sale en la foto. Por nuestra parte creemos que, salvo error, pues no tenemos la bola de cristal, pasará como en aquella ocasión, es decir, que se llegará a un acuerdo sotto voce en el que ambas partes, Occidente (EEUU) y Rusia (Ucrania no cuenta, así de triste es el destino de los esclavos), salven de cara a la galería la cara, valga la redundancia, la honorabilidad, la dignidad y… a todos de la destrucción, quedándose Rusia con lo que tiene algo disminuido (sólo Dombás y Crimea) comprometiéndose a no más, pero aceptando la entrada de Ucrania en la OTAN sin que en su territorio se instalen cierto tipo de armas. 

En fin, sólo el tiempo lo dirá… aunque más vale que se dé prisa.