Cuando el aborto pasó a ser
"objetivo estratégico" de Occidente
De la doctrina de "seguridad nacional"
a la de "seguridad demográfica"
y la obra de Kissinger
Aleteia-PABLO YURMAN (5/9/2014): En agosto de 1974 se clausuraba la Cumbre Mundial sobre Población organizada por la ONU en Bucarest, Rumania, con el estrepitoso fracaso de la delegación norteamericana incapaz de imponer, desde ese ámbito de la política internacional, un Plan de Acción que limitara el crecimiento poblacional a través de la implementación de políticas de control demográfico. La delegación argentina, con el apoyo de países latinoamericanos y del grupo de Países No Alineados, logró modificar buena parte del proyecto original de documento final sobre la base otro eje ideológico.
El criterio restrictivo del crecimiento poblacional que la ONU, como brazo ejecutor de la Secretaría de Estado norteamericana quiso y no pudo imponer en 1974, autoriza efectuar dos observaciones. La primera, que aquello que no se pudo obtener mediante consenso internacional, lejos de ser abandonado como política exterior norteamericana, se intentaría lograr pero recurriendo a otros medios, no tan explícitos e impopulares a nivel de una opinión pública internacional que ya evidenciaba cierto anti-norteamericanismo. La segunda observación, esa finalidad de control demográfico es lo que se conoce como neomaltusianismo, el cual supone, como su nombre lo indica, reeditar las tesis del pastor anglicano Robert Malthus, pero adaptadas a la realidad de los siglos XX y XXI.
Malthus era economista y al mismo tiempo pastor anglicano. Observaba la realidad británica y mundial de comienzos del siglo XIX. Su teoría, que demostró tener serios errores conceptuales y de cálculo, concluía que si no se limitaba el nacimiento de nuevos seres humanos pronto se agotarían los recursos naturales básicos, es decir, el alimento. La tesis maltusiana fracasó estruendosamente, ya que los avances científicos y tecnológicos aplicados a la producción de alimentos hicieron que se pudiera hacer frente adecuadamente a la creciente demanda de tales recursos. Pero por curioso que pueda parecer, y pese a su fracasado pronóstico, el maltusianismo daría paso, a partir de la segunda mitad del siglo XX, a un neomaltusianismo que heredaría a aquél una única obsesión infundada: que la Tierra no puede dar de comer a todos los seres humanos.
El problema con el neomaltusianismo es el siguiente: si partimos de la premisa (errada, pero para seguir su lógica) de que “el planeta no aguanta tanta población” las preguntas subsiguientes serían ¿quiénes son los que sobran? ¿Acaso las poblaciones ricas de los países ya desarrollados del Hemisferio Norte? ¿O los pobres del Hemisferio Sur? ¿Quién y bajo qué premisas decide quién sobra?
La lucha por los recursos
Henry Kissinger fue Secretario de Estado norteamericano, primero con la administración encabezada por Richard Nixon y, tras la destitución de éste, continuó con el presidente Gerald Ford. A veces no es del todo claro que sea el presidente quien da las órdenes. Bajo sus directivas, y como consecuencia directa de la llamada “crisis del petróleo” de 1973, pero también del fracaso norteamericano en la Cumbre Mundial de Población de 1974, el Consejo de Seguridad de EEUU dictó el memorando conocido por sus siglas en inglés NSSM 200, documento que permaneció secreto hasta su desclasificación en 1989, siendo ahora accesible para cualquiera desde Internet.
El NSSM 200, conocido como Informe Kissinger, es sugestivo incluso desde su mismo nombre oficial “Implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de EEUU e intereses de ultramar”. En él se establecen las pautas para la política exterior de ese país que constituyen, básicamente, el mismo objetivo de Bucarest, pero presentado de otro modo menos obvio. Es preciso aclarar que
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