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martes, 21 de octubre de 2014

Amazon, Google y Facebook en el desierto de Nevada: Sexo, droga y "New Age" en la cita hippy de potentados de Internet al servicio de la ideología masónica para gobernar el mundo (1581)

Festival "Burning Man" en desierto Nevada
Atraía sólo a hippies, retro-hippies y artistas
Ahora atrae a los potentados de Internet 
para la promoción de su ideario "New Age"

ReL-Massimo Introvigne (9/10/2014): 
Introvigne es un sociólogo experto en sectas y nuevos movimientos religiosos, que en 2011 fue responsable de la OSCE en la lucha contra la cristianofobia y desde 2012 preside el Observatorio de la Libertad Religiosa, ligado al ministerio italiano de Exteriores. 

Hace unos días, el New York Times reveló que los dos fundadores y amos de Google, Larry Page y Sergey Brin, y sus homólogos de Facebook, Mark Zuckerberg, y de Amazon, Jeff Bezos, junto a otros empresarios de primer plano mejores que ellos en no hacer saber que estaban en la reunión, se han reunido y han intercambiado algunas ideas sobre cómo gobernar el mundo. 

Los nombres que ya han surgido son suficientes. Imaginad que habéis expresado alguna idea, pero que Page y Brin consiguen que nadie os encuentre en un búsqueda en Google, o que Zuckerberg os expulsa de Facebook y Bezos elimine vuestros libros del catálogo universal de Amazon. 

Es como estar muertos, o tal vez peor, porque hay muchos muertos cuyas ideas siguen circulando. 

¿Pensáis que os queda Twitter? Parece ser que también los amos de Twitter estaban en la cita, si bien no puede demostrarse con seguridad.

Pero - os preguntareis -, ¿para que sirve el enésimo artículo sobre el Bilderberg, la Comisión Trilateral, el Foro de Davos o las logias masónicas? Dejando de lado a éstas últimas -que, si creemos en un ácido editorial del director dimisionario del «Corriere della Sera» Ferruccio de Bortoli, del que tanto se habla en estos días, se ocuparían principalmente de darle bastonazos a quien habla mal de Renzi -, de las otras organizaciones se ha escrito de todo y mucho. 

Efectivamente, este artículo no habla del Bilderberg y de otras camaderias similares, y la noticia es que tampoco hablan de ellas los varios Zuckerberg y Page, es decir, los verdaderos poderosos del siglo XXI. 
Campamento del festival "Burning Man"
 Desierto de Nevada: 50.000 personas
No es el Bilderberg: son los hippies malolientes
A finales de agosto y principios de septiembre los poderosísimos señores de Internet se reunieron en un desierto estadounidense en medio de cincuenta mil hippies malolientes y medio desnudos. 

Pero el lector se puede preguntar, ¿los hippies no habían dejado de existir? Sí y no. Hay aún ex-hippies nostálgicos de su juventud y muchachotes conquistados por las modas retro.

Entre finales de agosto y principios de septiembre, todos ellos se reúnen desde hace varios años en el desierto de Nevada, en algo llamado Burning Man Festival,Festival del Hombre Quemado. 

El festival nació en 1986 en una playa de San Francisco, pero en 1990 se trasladó al desierto de Black Rock, en Nevada, una zona donde la temperatura llega a los cincuenta grados y tan aislada que no funcionan ni internet ni los móviles. 

En el primer festival de 1986 participaron doce personas. Después llegaron hasta los setenta mil, hasta que las autoridades de Nevada, por razones de orden público, decidieron limitar el número a cincuenta mil, si bien parece que este límite no se respeta casi nunca. 

Anarquismo, sexo libre y un poco de pederastia
¿De qué se trata? Sobre el Festival del Hombre Quemado ya se han publicado distintos estudios académicos, que han insistido en sus dos raíces. 

La primera es el movimiento de las «zonas temporalmente autónomas» (Taz,Temporary autonomous zones), lanzado por el poeta anárquico americano Hakim Bey, pseudónimo de Peter Lamborn Wilson, nacido en 1945. 

Wilson, o si lo prefieren Bey, propugnaba la creación de espacios - destinados a durar días o semanas - en el que no haya leyes y la policía no pueda entrar, y donde cada uno pueda hacer - literalmente - todo lo que le pase por la cabeza. Según la ideología anarquista, en estas zonas todo va bien y las personas se regulan solas de manera alegre y feliz.

Wilson es un hombre culto y uno de los mayores estudiosos americanos de Gabriele D´Annunzio (1863-1938): sostiene que el Estado Libre de Fiume guiado por el poeta italiano en 1920 fue la primera Taz, y hace notar que su constitución fue la primera en el mundo que legalizó la homosexualidad, el nudismo y el uso de drogas. 

El problema es que Wilson propugna para las Taz no sólo la libre homosexualidad, sino también la libre paidofilia. Su colaboración con la Nambla (North American Man/Boy Love Association - Asociación Norteamericana del Amor Hombre/Niño), la mayor asociación americana que promueve la libertad de paidofilia, ha hecho de él una figura controvertida también en los ambientes anarquistas; sí, también el medio anarquista descubre, de vez en cuando, que tiene una conciencia. 

Añadir mística New Age al anarquismo político
Wilson - pero sobre todos sus seguidores - han respondido con un giro «místico», criticado por los anarquistas más «políticos», pues definen a las Taz cada vez más como zonas donde la gran parte de la jornada está dedicada a la meditación y a los rituales de tipo New Age y neo-pagano, es decir, inspirados en las poblaciones nativas americanas. 

Estos rituales - la segunda raíz del Hombre Quemado - deberían tranquilizar a todos y hacerlos más buenos, evitando derivas desagradables, especialmente en el sector delicado de la paidofilia.

La idea de las Taz con condimento «místico» y New Age ha sido relanzada con gran éxito por Larry Harvey, el artista de San Francisco que ha inventado el Festival del Hombre Quemado. 

Harvey ha reunido a su alrededor a un grupo de amigos artistas en su mayoría no homosexuales, aunque desde el inicio ha buscado una alianza con la comunidad homosexual porque tiene, ha afirmado, «más dinero, más droga y más personas ricas interesadas en coleccionar arte moderno». 

Quemar al "hombre" y construir... ¿el qué?
El fabuloso éxito del Hombre Quemado ha nacido del talento organizativo de Harvey, pero también de la crisis de otros iniciativas del área hippy y New Age, consideradas anticuadas y obsoletas; el Hombre Quemado ofrece una iniciativa que parece nueva, de moda, «cool» y frecuentada por artistas de éxito y, a veces, dotados de efectivo talento. 

Como dice el nombre, el centro del Festival del Hombre Quemado es un gran muñeco que representa a un hombre - o, más bien, «al Hombre» - al que se le da fuego de manera ritual. Alrededor de este acontecimiento central se organizan rituales, momentos de meditación, incendios de otras estructuras y también obras de arte realizadas para ser quemadas.

Es una semana de vida alternativa, de Taz, que recuerda vagamente a Woodstock y a otros conciertos y encuentros hippies de los años Sesenta. Hay droga en cantidad, desnudez y acoplamientos de todo tipo: pero Harvey, sabiamente, conociendo la deriva paidófila del movimiento Taz, prohibe - o por lo menos desaconseja vivamente - la presencia de niños. 

Existe la posibilidad de experimentar una sociedad anarquista y, si se quiere, perfectamente comunista donde la propiedad privada no existe - no se puede vender nada, sólo donar o intercambiar, y no hay casas, se duerme en el desierto o en la tienda que cada uno puede llevarse en la mochila -, no hay familia - el espíritu del festival favorece más bien los emparejamientos efímeros y libres, en todas las direcciones - y no hay religión, porque no importa lo que cada uno piense: toca participar en los rituales más distintos, aunque sean contradictorios entre ellos.

Abolir la tradición... y empaparse de relativismo
Una vez abolidas la religión, la familia y la propiedad, ya se está preparado para absorber un verdadero y propio bombardeo de ideología relativista. 

Como explica Harvey, el Hombre Quemado enseña la filosofía «postmoderna», que parece complicadísima pero que, en el fondo, es muy simple: no hay verdades, sólo experiencias; las doctrinas dividen, los rituales unen - siempre que no transmitan una doctrina, sino sólo la idea según la cual todas las creencias tienen igual valor-. 

El Hombre - el hombre varón, el padre, que a pesar de todo merece ser quemado más de lo que lo merece la mujer o el homosexual - desaparece en el fuego cada año para recordar a todos que ninguna identidad es permanente ni dura en el tiempo. 

Una de las construcciones más bellas del festival es el Templo, realizado por escultores y arquitectos de notable capacidad - para quien le guste este tipo de realizaciones - y dedicado cada año a una religión distinta, a menudo inventada o fantástica. Pues bien: por muy bonito que sea, también el templo arde, porque la presunta verdad no dura más de una semana. 

La religión que es verdad este año será falsa el año que viene. Pero no temamos: habrá otro templo más grande y más bonito, después le prenderemos fuego y así hasta el infinito. 

Tal vez los nuevos hippies no conocen a Friedrich Engels, el co-fundador con Karl Marx del Partido Comunista, pero el Hombre Quemado escenifica su lema: «todo lo que existe merece morir».
Ideología de logia, pero sin logia
Todo esto, para quien lo ve desde fuera, tiene un nombre: dictadura del relativismo, y además a la enésima potencia. El cardenal Ratzinger, confirmando la condena católica de la masonería, explicaba que las logias no tienen ni tan siquiera necesidad de enseñar el relativismo con palabras: para transmitirlo, basta «la fuerza del ritual». 

Pensemos en lo poderoso del ritual del Hombre Quemado, propuesto a personas que ya están en un estado alterado de conciencia y de excitación a causa del calor del desierto, las drogas, los excesos sexuales. 

Hace dos generaciones, los poderes fuertes se reunían en las logias masónicas más tradicionales. El abogado Giovanni Agnelli explicó, exagerando, que en la logia corría ya el riesgo de encontrarse a su barbero, y su generación prefería los distintos Bilderberg. 

Los nuevos amos se apegan al lujo
Hoy, los amos de Google, de Facebook, de Amazon, que ejercen un control en nuestras vidas infinitamente más extenso del que ejercían los "amos de las fundiciones" de un tiempo, se encuentran en el Hombre Quemado.

El New York Times nos desvela que hay truco: los vip no se mezclan de verdad con los hippies o los ex hippies, que no se lavan, sudan y huelen mal - por no hablar del hecho, revelado por algún periodista curioso que ha ido a verlo personalmente, que no todo en el Hombre Quemado es paz y amor: se multiplican la violencia carnal, las sobredosis y también los suicidios. 

No, los amos del mundo van al Hombre Quemado en avión privado y, una vez allí, duermen en tiendas de lujo con aire acondicionado, camareros y chefs con estrellas. 

Pagan 25.000 dólares, no el billete de entrada normal de trescientos si bien dentro de las tiendas se encuentran a las más bellas, o bellos, modelos, con los tiempos que corren, de Nueva York y que, ¡mira que casualidad!, no han pagado la entrada de muchos miles. Pero hay muchos modos de pagar. 

Pero - dejamos al New York Times la responsabilidad de estas afirmaciones - se dice que la droga corre también en las tiendas de superlujo y, ciertamente, los señores de Internet participan con entusiasmo en las hogueras de las estatuas y de los templos, manifestando su asentimiento a la ideología del Hombre Quemado. 

El hecho de que quien manda de verdad haya pasado de las atmósferas acolchadas de las logias y de los Bilderberg a la aglomeración de cuerpos desnudos, drogados y no demasiado limpios del Hombre Quemado nos hace entender muchas cosas sobre lo que está sucediendo en el mundo: y sobre el futuro que estos señores quieren prepararnos. (Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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