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miércoles, 29 de octubre de 2014

España sembró de universidades el Nuevo Mundo. En 1538 nacía la decana de las universidades en Santo Domingo. En 1551 el rey de España Carlos V fundaba la Real Universidad de México en la capital del Virreinato de Nueva España. En 1810 al emanciparse Hispano-América había 35 universidades (1558)


ALETEIA-Pablo Yurman (26/9/2014): El 21 de septiembre de 1551 por real cédula firmada por el rey de España, Carlos V, se creaba la Real Universidad de México, capital del Virreinato de Nueva España. Algunos años más tarde, por bula dictada por el Papa Clemente VIII, al título de real se le añadiría el de pontificia. Pese a una polémica al respecto, la actual Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), la mayor de ese país y de toda Latinoamérica, puede ser considerada su sucesora institucional.

El dato es sumamente significativo y viene a contrariar abiertamente uno de los aspectos más superficialmente abordados por los epígonos de la “leyenda negra” que tergiversa la historia de la conquista y evangelización española del continente americano. A pocos años de la ocupación por Hernán Cortes y sus aproximadamente trescientos hombres, en la misma ciudad de México, se creaba una universidad.

No fue la primera. En 1538 nacía a la vida institucional la decana continental de las universidades, la de Santo Domingo, por su localización en la actual capital de la República Dominicana. Años más tarde, a miles de kilómetros de allí sería el turno de la de San Marcos de Lima, capital del virreinato del Perú, fundada en mayo del mismo año de 1551 sobre la base del colegio mayor de la Orden de los Dominicos que ya funcionaba desde 1548.

Vale decir que allí donde los españoles erigían cabildos, germen del federalismo posterior, generalmente se agregada la creación de casas de altos estudios.

Si solo los movía el afán de saqueo, no se explica muy bien por qué razones fundaban, apenas llegados, universidades que son, por definición, sinónimo de conocimiento e ilustración. Tampoco se explica racionalmente cómo, unos cientos de españoles lograron, como por arte de magia, someter imperios habitados por millones de hábiles guerreros.

Como sostiene Pedro J. Cóccaro “España sembró de universidades el Nuevo Mundo, colocó en ellas la flor y nata de sus intelectuales. No dejó a las colonias sumirse en la ignorancia y en la barbarie; por el contrario, le ofreció los instrumentos mismos que América utilizaría para defender su derecho a la independencia, cuando maduraron los tiempos. Ella fijó sus bases inmutables que contribuyeron al mejoramiento del espíritu, de la inteligencia y de las formaciones morales, así como también el perfeccionamiento de las ideas. No toda potencia colonialista procede de este modo. España ha sido, en este sentido, un ejemplo histórico hasta ahora inédito.”

En efecto, se calcula que para 1810, al emanciparse las provincias hispanas de América, había 35 universidades. Un siglo más tarde, prácticamente no había variado su número. Pero sí sus autoridades ya que en muchos casos el Estado al expropiar bienes de la Iglesia católica (conventos, monasterios, etc.) no se privó de pasar a la faz secular (hoy diríamos, pública) universidades que habían sido creadas por las autoridades eclesiásticas siglos antes. Un caso emblemático es la famosa Universidad Nacional de Córdoba que comenzó, en 1613, como Colegio Máximo de la Compañía de Jesús (los jesuitas) y que en 1621 el papa Gregorio XV le otorgó la facultad de conferir grados, lo que fue ratificado por Felipe IV a través de la Real Cédula del 2 de febrero de 1622. La de Córdoba es la más antigua universidad fundada en lo que es hoy territorio argentino. Allí se formarían generaciones enteras de estudiantes argentinos y de distintos países americanos.

De modo contemporáneo, en 1624 se fundaba en la ciudad de Charcas, Alto Perú, hoy Bolivia, la prestigiosa Real Universidad de San Francisco Javier que contaría con una completa biblioteca, museos y centros culturales anexos.

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