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a favor de la República el 14 de abril de 1931 - ABC
ELECCIONES MUNICIPALES 1931
15/11/2020
Un libro acredita el fraude en las elecciones que provocaron el exilio de Alfonso XIII
Una investigación del profesor Ponce Alberca reconstruye, 89 años después, el escrutinio completo de la provincia de Sevilla
Los resultados de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que desencadenaron la partida del Rey al exilio y la proclamación de la II República, siguen siendo una incógnita. Ahora, 89 años después, se acaba de conocer el escrutinio de la provincia de Sevilla, gracias a la exhaustiva investigación del profesor Julio Ponce Alberca, del Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Geografía e Historia la Universidad de Sevilla, quien ha reconstruido los resultados, y ABC los ofrece hoy en «primicia».
En Sevilla arrasaron los monárquicos, que obtuvieron 966 concejales frente a los 329 republicanos. Las elecciones fueron legales, pero las protestas en las calles acabaron imponiéndose al voto depositado en las urnas y, dos días después de las elecciones, se proclamó la República por la vía revolucionaria, sin respetar la legislación vigente en aquel momento. Cuando los monárquicos fueron a reaccionar, ya era demasiado tarde. Una vez instaurado el gobierno provisional, la República puso en marcha una maquinaria para revestirse de legalidad. Los comicios se repitieron mes y medio después en los municipios donde habían ganado los monárquicos y, en las elecciones del 31 de mayo, los monárquicos solo sacaron cinco concejales frente a 981 republicanos.
La partida de Alfonso XIII
Hasta ahora se sabía que en las elecciones del 12 de abril el número de concejales monárquicos superó a los republicanos en toda España, y que los republicanos ganaron en la mayoría de las capitales de provincia. Esos resultados fueron interpretados como una derrota para los monárquicos hasta el extremo de que se presionó al Rey para que partiera al exilio mucho antes de que se conociera el escrutinio definitivo. Al precipitarse la proclamación de la República, el recuento nunca se completó.
Con el paso de los años, varios historiadores trataron de reconstruir los resultados a partir de los telegramas que los gobernadores civiles debían haber enviado al Ministerio de la Gobernación con el recuento de cada provincia. Pero aquella documentación estaba incompleta. Ahora, el profesor Ponce Alberca ha acudido a la fuente original y, tras una exhaustiva labor de investigación, ha logrado reconstruir los resultados de estas elecciones, pueblo a pueblo, distrito a distrito, en la provincia Sevilla. Y los ha publicado en el libro «De las urnas a la república. Las elecciones municipales de 1931 en Sevilla» (Editado por la Diputación de Sevilla). La investigación también ha sacado a la luz algunos de los incidentes ocurridos en esos comicios y las irregularidades que se cometieron después.
En las elecciones de 1931 solo estaban llamados a votar los hombres (las mujeres no pudieron hacerlo hasta 1933). Al realizarse con listas abiertas, los votantes tenían que apuntar los nombres de los candidatos elegidos o utilizar las papeletas ya impresas por los partidos para facilitar la votación en una España con más de un 30% de analfabetos. Las papeletas se entregaban, sin sobres, al presidente de la mesa, que las introducía en las urnas.
Cuatro días después de la votación, el 16 de abril, estaba prevista la proclamación de los concejales y la elección de los alcaldes. Si se producía algún empate, debía resolverse por sorteo. El plazo para presentar recursos de reclamación era de ocho días. Un total de 309 concejales -la mayoría monárquicos- de 28 municipios sevillanos resultaron reelegidos automáticamente, sin necesidad de someterse a votación, al no haberse presentado más candidaturas en sus municipios. Así lo establecía el artículo 29 de Ley electoral de 8 de agosto de 1907.
Irregularidades e incidentes
El día de las elecciones, la votación quedó interrumpida en el municipio de Gerena entre gritos de «Viva la República» y «Muera el Rey», y en La Puebla del Río unos agitadores rompieran las urnas a la hora del escrutinio. En Sevilla capital «hubo secciones que no se constituyeron el domingo posponiéndose la votación precisamente para el martes 14», día en el que se proclamó la República, y los concejales tomaron posesión sin que se hubiese completado el recuento, relata Ponce, quien considera que «ello no le resta legitimidad a aquella corporación, pero resulta difícil negar las irregularidades del procedimiento».Aunque los monárquicos ganaron a los republicanos, las protestas en las calles se impusieron al voto depositado en las urnas y dos días después de las elecciones se proclamó la República. Cuando los monárquicos fueron a reaccionar, ya era demasiado tarde. La República había puesto en marcha una maquinaria para revestirse de legalidad
Allí donde ganaron los republicanos «se hicieron cargo del Ayuntamiento correspondiente sin esperar la tramitación ordinaria de la toma de posesión». Por el contrario, «en las localidades donde triunfaron los monárquicos resultaba casi imposible que los concejales electos tomasen posesión ante la presión de los representantes electos de la conjunción (republicano-socialista)».
Irrupción revolucionaria
Lo cierto es que en la mañana del 14 de abril España era todavía una Monarquía, pero cuando empezó a correr la noticia de que las candidaturas republicanas habrían arrollado a las monárquicas en las principales ciudades, muchos ciudadanos se echaron a las calles. En Sevilla se congregaron en la Plaza Nueva y la onda expansiva se trasladó a otras localidades de la provincia. «La oleada en favor de la República creció imparable desde aquella mañana, y para la noche España había cambiado de régimen», relata Ponce, quien sostiene que «la irrupción de la República fue revolucionaria; su implantación y alcance, no».
El cambio de régimen «no se acomodó al marco legal vigente aquellos días», explica el profesor y recuerda que, tras los comicios locales, estaban contempladas unas elecciones provinciales en mayo de ese mismo año y otras generales en junio. «Si la renovación de las diputaciones provinciales y de las Cortes hubieran arrojado otra victoria republicana, el nuevo gobierno salido de las cámaras habría estado en disposición de promover un referéndum en torno a la Monarquía. Eso hubiera sido una transformación ordenada. Como sabemos, nada de eso ocurrió y el Rey abandonó España sin siquiera abdicar». De hecho, lo que hizo Alfonso XIII fue suspender el ejercicio del poder real, con la esperanza de regresar a España en algún momento.
No obstante, el profesor sostiene que «la carencia de legalidad no implica necesariamente una ausencia de legitimidad», dado «el hartazgo que buena parte de la sociedad española mostraba con respecto a la Monarquía y al desgastado sistema político de la Restauración».
Revertir la situación
Obviamente, hubo sectores que presionaron para intentar revertir la situación. En esas circunstancias, «dejar numerosos ayuntamientos en manos de monárquicos se consideró altamente peligroso», explica Ponce. «La solución vino de una estrategia que pretendió revestirse de legalidad». Se abrió un plazo para tramitar las protestas por supuestos casos de corrupción e irregularidades electorales: las protestas serían aceptadas y mientras se resolvían se designaron comisiones gestoras republicanas. La idea era convocar nuevas elecciones donde se hubiesen detectado irregularidades y, «tras los nuevos comicios, todos los ayuntamientos serían verdaderamente legítimos». La teoría era lógica, pero «la aplicación práctica distó de ser correcta».
El 16 de abril, el ministro de la Gobernación, Miguel Maura, envió un telegrama a todos los gobiernos civiles en el que se ordenaba la constitución de todos los ayuntamientos elegidos, excepto «donde hubiese o se formulen protestas contra el funcionamiento de ellos». Algunas protestas se presentaron después de las elecciones, o incluso del telegrama, para evitar la constitución de ayuntamientos monárquicos.
Repetición electoral
En el Ministerio de Gobernación se recibieron denuncias de 49 municipios de Sevilla, pero las elecciones se repitieron en 80. «La avalancha de expedientes y la imposibilidad material de analizarlos aconsejó la celebración de nuevas elecciones locales». «Casi siempre se repitieron las elecciones en aquellos municipios (y no fue casualidad) donde habían triunfado las candidaturas monárquicas el 12 de abril», manifiesta Ponce.
En ese clima de hostilidad -entre el 10 y 13 de mayo unos cien edificios religiosos habían ardido por toda España en la famosa quema de conventos-, algunos monárquicos decidieron retirarse de la vida política. Unos pocos persistieron y otros, un pequeño porcentaje, apostaron por sumarse «al carro vencedor y cambiar de bandera». En Los Corrales, por ejemplo, la Monarquía desapareció, pero los exmonárquicos mantuvieron la alcaldía, según se desprende del exhaustivo estudio.
La fuente básica de la investigación del profesor Ponce ha sido la documentación electoral que custodia el archivo de la Diputación Provincial de Sevilla, donde ha encontrado los listados de votación y las actas de escrutinio y de proclamación de los candidatos, entre otros documentos, algunos incompletos. También ha recurrido al Boletín Oficial de la Provincia de Sevilla, a la hemeroteca de ABC y a los archivos de los Ayuntamientos.
Mensaje a otros investigadores
Ponce incluye en su libro un mensaje a sus colegas: «Uno de los objetivos de este trabajo es servir de referencia para otras investigaciones similares que se lleven a cabo en otras provincias españolas. Tras lo aquí expuesto parece conveniente que se lleven a cabo». Quizá cien años después de la votación se puedan conocer, por fin, los resultados completos de unas elecciones municipales que cambiaron la historia de España.