Se publica su impresionante obra |
Carmelo López-Arias / ReL (14/8/2013): En 1622, una expedición de 26 franciscanos dirigida por fray Alonso de Benavides se adentró en el territorio de Nuevo México para llevar el Evangelio a apaches, navajos, comanches, xumanas... Esperaban encontrar la hostilidad que ya le había costado la vida a otros religiosos, y sin embargo se vieron recibidos "con grandes demostraciones de devoción y alegría, y hallaron a los indios tan bien catequizados que, sin otra instrucción, pudieron bautizarlos", cuenta fray José Jiménez Samaniego, general de la orden años después de los hechos.
Ya estaban evangelizados
Habían sido enseñados por una misteriosa Dama Azul (alusión a su hábito), quien siguió haciéndolo durante años y a quien, con el tiempo, los frailes terminaron identificando comoSor María Jesús de Ágreda (1602-1665), ya bien conocida en España por su santidad de vida y sus penitencias, éxtasis y levitaciones. Dos años antes había profesado en el convento de Ágreda (Soria), del que en 1627 fue nombrada priora.
Cuando, en la iglesita de Isleta, los frailes mostraron a los indios diversos retratos de monjas, todos sin excepción señalaron espontáneamente a Sor María como "la mujer joven y hermosa vestida de azul que les había hablado de Dios".
Una bilocación investigada a fondo
El caso es que la monja, que allí nació y murió, jamás salió de su pueblo ni del claustro en el que había entrado a los dieciséis años cuando ella y toda su familia se constituyeron en congregación franciscana por directa petición divina a la madre de familia.
Ante la patente sobrenaturalidad de la bilocación, pues, el padre Benavides informó a sus superiores en México y el rey Felipe IV, y en 1630 se trasladó a España para conocer a la religiosa y conminarla bajo juramento a decir la verdad. Ella le confirmó que, efectivamente,era llevada por ángeles a países para ella desconocidos a predicar a Jesucristo entre paganos e idólatras y explicarles cómo llegar hasta los sacerdotes que pudiesen bautizarles. Todo ello, sin desatender su vida y obligaciones conventuales, en uno de los casos de bilocación más asombrosos en la historia de las experiencias místicas.
Pero la bilocación de Sor María Jesús de Ágreda, que le concedió Dios precisamente para evangelizar, no la usó solamente en el Nuevo Mundo. En 1626 convirtió a un mahometano encarcelado en Pamplona a quien predicó en su celda rogándole se bautizase. Cuando el musulmán llegó a Ágreda, trasladado por su señor, pidió el primer sacramento y explicó que una misteriosa monja le había introducido en los misterios de la fe. Para comprobar la veracidad de la historia llegó a hacerse, ante notario, una "rueda de monjas", y tres -entre ellas Sor María Jesús- descubrieron su rostro para que señalase a su visitadora, lo cual hizo sin dudarlo en cuanto la vio.
La Inquisición le abrió un proceso en Logroño en 1635 que en diferentes fases duró quince años y se saldó declarándola inocente.
Consejera de Felipe IV
Luego comenzó su largo periodo de relación epistolar con Felipe IV. En 1643, el monarca (a quien la crisis política de 1640 en Portugal y Cataluña había dejado sin su apoyo y valido de la primera parte del reinado, el conde-duque de Olivares), se hallaba dubitativo ante la orientación que imprimir al reino. Visitó a sor María Jesús de Ágreda en el convento.
"Me siento viejo y de poco provecho", le confió, y tras unas horas de trato le rogó que continuaran sus conversaciones por carta. La monja se convirtió en consejera no sólo espiritual, sino también política, del monarca. Aportaba a muchas de las cuestiones que éste sometía a su consideración un gran espíritu de prudencia y sentido común.
Se considera, por ejemplo, que su consejo de buscar la paz en el interior y en el exterior animó al rey a respetar la identidad política de Aragón para resolver el conflicto catalán, y a firmar la Paz de Westfalia en 1648 y la Paz de los Pirineos en 1659 para concluir con la sangría de las guerras europeas.
La Virgen María, mística ciudad de Dios
Y era, además, una gran escritora. Acaba de publicarse una edición asequible de una obra que ha conocido ya 173 ediciones en diez idiomas y figura entre las más importantes piezas de la literatura mística española ("poema teológico", lo han llamado)... o de la literatura española, a secas. La Mística ciudad de Dios (Gaudete) de Sor María Jesús de Ágreda, que se publicó póstumamente y fue popularísima durante siglos, llevaba un tiempo ausente de las estanterías y merecía el impulso que le han ofrecido sus editores, convencidos de que "el contenido de esta obra cumbre de la literatura cristiana esinjustamente desconocido hoy por el pueblo de Dios".
En particular, señala el director de Gaudete, José Antonio Ullate Fabo, por su estilo, "equilibrado psicológicamente y rigurosamente teológico", y porque, "lejos de melifluos y empalagosos ensimismamientos sentimentales", la lectura de esta religiosa, cuyo proceso de beatificación se abrió a los pocos años de su muerte, "produce serenidad por la firmeza teológica de la priora concepcionista, por su sentido común y su intimidad con Dios y con la Virgen Santísima".
A ella precisamente (Vida de la Virgen María), desde la Inmaculada Concepción hasta la Encarnación del Verbo -quince años, afirma la religiosa siguiendo la tradición clásica-, está consagrado el primero de los siete libritos que componen la Mística ciudad de Dios. Todos, escritos en un espíritu de reverencia al Altísimo, doctrina de la cual -como le transmitió la Madre de Dios- "el mundo está muy necesitado de esta doctrina, porque no sabe ni tiene debida reverencia al Señor omnipotente; y por esta ignorancia, la audacia de los mortales provoca a la rectitud de Su justicia para afligirlos y oprimirlos y están poseídos de su olvido y oscurecidos con sus tinieblas, sin saber busca el remedio ni atinar con la luz; y esto les viene por faltarles el temor y reverencia que debían temer".
Cuerpo incorrupto de Sor María Jesús de Ágreda
(Iglesia de las Concepcionistas de Soria)
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por SCTJM
La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares. Se han dado casos en la vida de los santos. Los más notables son: el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco y San Pío de Pietrelcina.
No hay ningún otro fenómeno de la mística que cause tantas dificultades como éste para poder explicarlo satisfactoriamente.Se han formulado muchas teorías al respecto pero todavía ninguna de ellas ha logrado producir una luz definitiva en torno a éste fenómeno.
Santo Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente.
Pero sí puede ocurrir que mientras un cuerpo está en un lugar, en otro lugar esté una representación o figura aparente del mismo. Esta representación puede darse "sobrenaturalmente" (por intervención divina) o preternaturalmente, por intervención diabólica. Esta explicación no ofrece ninguna dificultad y es una de las formas más aceptadas para explicar este fenómeno.
Bilocaciones Sobrenaturales: Los fenómenos de bilocación sobrenatural se dan por una representación sensible, hecha milagrosamente por Dios, en uno de los lugares de la bilocación.
La bilocación puede ser de dos maneras: o puramente en espíritu o bien en cuerpo y alma, es decir la persona completa.
Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, y es puramente representativa en donde tiene lugar la aparición, o sea, donde el espíritu se representa visiblemente revestido de un cuerpo.
Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa en el sitio que la persona abandona.
En el primer caso, el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible a lo lejos representa a la persona que físicamente está en otra parte. En el segundo caso, el cuerpo que parece permanecer en el lugar de origen, y que las personas creen que no se ha movido para nada, no es más que una representación de la persona hecha por el ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en cuerpo y alma a la otra parte.
Esta doble presencia, representativa en un lado, y física, del otro, es esencial a la bilocación de cualquier manera que se verifique, ya sea en cuerpo y alma, o sea puramente en espíritu, pero de manera visible. También se debe insistir en que esta doble presencia de la que hablamos, la una física, la otra representativa, supone necesariamente, para constituir verdadera bilocación, la traslación, es decir, el paso de la persona de un lugar a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al menos en espíritu.
Bilocaciones Preternaturales: El fenómeno de la bilocación puede tener a veces, sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio puede -permitiéndolo Dios- encargarse de realizar la representación de la persona "bilocada" en uno de los lugares de la bilocación. "El contexto y las circunstancias que acompañan a esas bilocaciones será el criterio diferencial para distinguirlas de las sobrenaturales, de acuerdo con las normas y reglas del discernimiento de los espíritus."(Cf. P. Serafín en su libro Principios de la Teología Mística p. 430.).
Los ocultistas, espiritistas, teósofos y otros se refieren a la bilocación como el Viaje Astral. El cuerpo físico, real, quedaría como muerto y el alma, con su "Periespírito", actuaría en otro lugar. Los parasicólogos pretenden explicar la bilocación como algo natural. Hablan de ideoplastia, fantasmogénesis, ectoplasma. Pero no logran dar una explicación razonable.
Algunos casos de bilocación
-San Alfonso María de Ligorio
Del proceso de canonización: "El venerable siervo de Dios, en cuanto residía en Arionzo, un lugarejo de su diócese, en 21 de septiembre de 1774 sufrió un desmayo. Quedó por casi dos días sentado en una silla de brazos, sumergjdo en dulce y profundo sueño. Uno de los empleados quería despertarlo. Además su Vicario General, Don Rubino, ordenó que no lo tocasen y que se quedasen vigilándolo constantemente en un cuarto próximo. Cuando al final se despertó y tocó una campanilla, todas las personas de la casa acudieron. Al verlas pasmadas, les preguntó el porqué. Respondieron: "Oy!, Monseñor, ya hace dos días que Ud. no habla, ni come, ni da señal alguna de vida!"
Del proceso de canonización: "El venerable siervo de Dios, en cuanto residía en Arionzo, un lugarejo de su diócese, en 21 de septiembre de 1774 sufrió un desmayo. Quedó por casi dos días sentado en una silla de brazos, sumergjdo en dulce y profundo sueño. Uno de los empleados quería despertarlo. Además su Vicario General, Don Rubino, ordenó que no lo tocasen y que se quedasen vigilándolo constantemente en un cuarto próximo. Cuando al final se despertó y tocó una campanilla, todas las personas de la casa acudieron. Al verlas pasmadas, les preguntó el porqué. Respondieron: "Oy!, Monseñor, ya hace dos días que Ud. no habla, ni come, ni da señal alguna de vida!"
- "Entonces", - respondió él, - "Uds. pensaban que yo estuviese durmiendo, pero no fue bien eso; Uds. no saben que fui a asistir al Papa, que ahora ya no se encuentra más en la lista de los vivos". Con efecto, después de breve lapso de tiempo, se supo que Clemente XIV falleciera el 22 de septiembre, a las ocho de la mañana, ésto es, exactamente en la hora en que el siervo de Dios había tocado la campanilla.
Durante su estancia en Padua, según refieren Bartolomeu Pisano y Marcos de Lisboa, hubo dos demostraciones de bilocación.
El primero cuenta: "Estando Santo Antonio en Padua, tuvo una visión, que llegó a mis oídos por medio de un religioso digno de fe". "En la su ciudad natal, Lisboa, vivían aún sus parientes: el padre, la madre, los hermanos y las hermanas, que se encontraban implicados en un caso de homicidio, cometido por otros".
"Había en aquella ciudad dos personas que se odiaban mortalmente. Uno de ellos, encontrándose cierta noche con el hijo del rival, decidió vengarse en el heredero y, favorecido por la oscuridad, lo sorprendió, lo arrastró a su propia casa y allí lo asesinó bárbaramente. Después, sepultó el cuerpo en el jardín de la casa de los parientes de Antonio".
"Tratándose del desaparecimiento de un noble, la magistratura procedió enseguida a una investigación. Sabiendo que el joven había sido visto aquella noche en las proximidades del palacio de Martinho, buscaron por los alrededores y por toda la propiedad. Guiándose por la tierra removida hacía poco, llegaron al cadáver, lleno de heridas".
"Bastó ese indicio para que las sospechas del homicidio cayesen sobre Martinho, que fue preso con toda la familia, según la costumbre de la época". "Aproximábase el día de la sentencia, que habría sido una condenación, si el Santo no hubiese venido en auxilio de los suyos".
"Cierta noche, él pidió licencia a su superior para salir del convento y se puso camino de Lisboa. Allá llegó prodigiosamente en la mañana siguiente, cuando no serían suficientes tres meses para recorrer la distancia entre Padua y Lisboa". "Llegando a su tierra natal, se presentó al tribunal para pedir la libertad de su familia. Como érase de esperar, no fue atendido, visto ser por demás graves los indicios acumulados contra ella".
"El Santo pidió entonces que le trajesen el cadáver de la víctima. Al verlo, le ordenó en nombre de Cristo que volviese momentáneamente a la vida para indicar su asesino. Y el cadáver se animó, confesó abiertamente que ningún miembro de la familia de Antonio era culpado de su muerte y después cayó nuevamente en su sueño de muerte".
"La novedad del milagro y la solemne declaración de tal testimonio fueron suficientes para libertar la familia de Antonio, con la cual él pasó aquel día. Se despidió al caer de la noche y en el día siguiente encontrábase nuevamente en su convento de Padua".
El escritor portugués relata otro hecho de la siguiente manera: "Siendo el padre de Santo Antonio de alta posición social y muy considerado por sus cualidades morales, le fueron confiados cargos administrativos por cuenta del gobierno y de la casa real. De su administración él prestó cuentas a los ministros, entregándoles el dinero que recibía, sin preocuparse en pedir recibos. Tenía a los ministros en la cuenta de personas responsables; creíalos honrados como él propio".
"Sucedió que, algún tiempo después, fue llamado a prestar cuentas de su administración. No obstante las tentativas del padre de Antonio para recordarles que la liquidación ya había sido hecha y a pesar de sus consejos para que no manchasen la conciencia con tamaño pecado y para que no lo arruinasen financiera y moralmente, ellos continuaron a negar, con el intuito de perderlo y arruinarlo, haciéndolo pasar ante el soberano por ladrón de los bienes de la corte. Vivía el buen Martinho en la mayor de las angustias y los ministros ya se regocijaban con la su ruina que significaría para ellos nuevas honras y cargos más altos. Estaban las cosas en ese pié, cuando en plena reunión solemne, Antonio surgió en medio de ellos. Después de recordar a todos las menores circunstancias de la liquidación efectuada, les ordenó inmediatamente que presentasen todos los recibos a su padre. Los amenazó, caso se negasen, con los más terribles castigos y con el castigo divino. Impresionados y tomados de pánico, los ministros firmaron enseguida el recibo del dinero. El excelente Martinho volvió para casa agradeciendo a Dios por haberle concedido tal hijo".
-Padre Eduardo Rodríguez S.J:
La bilocación que goza de más pruebas: España entera fue testigo de una de las bilocaciones milagrosas. Al mismo tiempo que predicaba en la Catedral de Toledo, siendo irradiado el sermón por Radio Toledo, estaba predicando otro sermón en la Iglesia San Francisco El Grande, siendo irradiado por Radio Nacional de España.
San José de Copertino asistió a la muerte de su madre en su pueblo natal sin abandonar el convento de Asís donde residía. Estando ella a punto de expirar gritó con gran acento de dolor: "¡Oh fray José, hijo mío, ya no te veré más!" Al instante apareció una gran luz que iluminó la habitación, y la moribunda, viendo a su hijo, gritó de nuevo llena de júbilo: "¡Oh fray José, hijo mío!". Al mismo tiempo el bienaventurado se encontraba en Asís; salía llorando de su celda, encaminándose a la Iglesia a orar. El padre guardián le encontró y le preguntó la causa de su llanto. Su respuesta fue: "Mi pobre madre acaba de morir". La carta que llegó muy pronto confirmó la noticia; pero también se supo que el Santo había asistido personalmente a su madre moribunda. Todos estos hechos constan en el proceso de beatificación.
Este don, como muchos otros dones extraordinarios, es un regalo de Dios que la Iglesia trata de entender y explicar pero que, ante el misterio de la acción de Dios, las palabras se hacen cortas e insuficientes. Nos basta el asentimiento de la fe, y el saber que para Dios no hay nada imposible.
Como todos los dones, la bilocación no es para beneficio del que lo experimenta sino más bien para el beneficio de las almas de los demás, ya que siempre cuando se manifiesta este don es para auxiliar a alguien que está en necesidad.
Bibliografía:
1. "Teología de la Perfección Cristiana". Antonio Royo Marín O.P. Biblioteca de autores Cristianos (BAC).
2. "Mysteries, Marvels, Miracles in the Lives of the Saints". By Joan Carroll Cruz. Tan Books and Publishers.
Consulta: He tenido gran interés en el tema de la proyección astral, llamada bilocación por la iglesia. ¿Está permitido realizar dicho acto sin tener contacto con espíritus? Muchas personas lo hacen inconscientemente. La proyección astral es común en algunas religiones.
Respuesta: No confunda la bilocación sobrenatural que Dios obra en los santos y la bilocación preternatural que es un engaño del demonio. Los ocultistas le llaman "proyección astral". Nada tiene que ver con los santos. La verdadera bilocación no es algo que los santos tramaron o aprendieron. Lo recibieron como puro don de Dios sólo cuando Dios quiso que ocurriese. Ver arriba "Bilocación".
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María de Jesús de Ágreda
(Fuente: Wikipedia)
Es, indiscutiblemente, la figura espiritual más interesante de la España del siglo XVII. Es el gran exponente de la espiritualidad del barroco, entonces en todo su furor. Sus valores humanos fueron extraordinarios. De ascendencia judía por vía paterna, fue de voluntad generosa, inteligente, imaginación creadora, gran capacidad de asimilación y facilidad para escribir. Su virtud ha sido reconocida por todos: oración intensa, penitencias, pobreza, caridad y celo apasionado por los demás, etc.
Los fenómenos externos (por ejemplo, éxtasis) la hicieron pronto célebre. Sobre todo sus «apariciones» en Nuevo México y Texas, en donde evangelizaba y enviaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos («La dama azul de los llanos»). La Inquisición tomó cartas en el asunto (1635), e hizo un proceso formal sobre el mismo (1649-50) con resultado favorable para la monja. La explicación no deja de ser complicada, pero los datos son serios e impresionantes.
María Coronel y Arana nació en la calle de las Agustinas. Sus padres se llamaban Francisco Coronel y Catalina de Arana. Concibieron 11 hijos, pero sólo cuatro sobrevivieron: Francisco, José, María y Jerónima.
Catalina de Arana, nacida también en Ágreda, era oriunda de Vizcaya, como nos lo recuerda la misma Venerable.[1] Efectivamente, en el convento de Ágreda se conserva todavía el documento de hidalguía de los Arana, de 1540.
Sobre sus padres, modo de ser de ellos, costumbres, etc., la misma Venerable nos ha dejado una semblanza. De la madre dice que era más oficiosa y viva de natural que el padre (RA 41). Ambos, extremadamente religiosos (RA 37ss).
La familia Coronel-Arana se relacionaba mucho con los franciscanos de San Julián; así se llamaba el antiguo convento franciscano que estaba situado en las afueras de la villa. La madre tenía allí a su confesor y acudía a diario a oír misa a la iglesia del convento. Casi no pasaba día sin que frailes franciscanos visitasen a la familia (RA 46-47).
La Venerable confiesa que ella, en su primera infancia, parecía un tanto apocada e inútil, y con el fin de que espabilara, su madre le trataba con dureza. «Con verdad puedo decir que en mi vida les vi [a los padres] el rostro sereno hasta después de religiosa» (RA 98). La explicación que Sor María nos da de este comportamiento suyo en su primera infancia es muy otra de la que sus buenos padres podían alcanzar. Nos dice, en efecto, que en edad que ella no puede precisar, pero que debió de coincidir con el despuntar del uso de razón, sin que precediera información exterior ni enseñanza de criaturas, porque aún no tenía edad para ello, recibió una noticia de Dios, del mundo, del estado pecador del hombre, etcétera, cuyos efectos le habían de durar toda la vida (RA 82ss).
Como efecto de aquella noticia concibió un temor que jamás le abandonó: temor de ofender a Dios y perder la gracia. Al cesar la enseñanza pasiva quedó como suspensa. Se veía rodeada de peligros, repleta de miserias, no osaba hablar con las criaturas, a todas reputaba superiores. El conocimiento propio le aterraba, iba a los lugares ocultos. Por todo ello los padres la juzgaban insensata e inútil, y le daban el trato áspero que hemos dicho. «¿Qué hemos de hacer de esta criatura que no ha de ser para el mundo ni para la religión?» (RA 99).
A todo ello se agregaron diversas enfermedades, que a los trece años de edad la pusieron a las puertas de la muerte: «Se hizo la cera para mi entierro», dice ella (RA 99). Pero todos los padecimientos los sobrellevaba con gran entereza por el conocimiento que tenía de ser hija de una raza pecadora, obligada a satisfacer a Dios por sus pecados. «Maravillábanse los médicos de que pudiese llevar tan crueles males con tan débiles fuerzas y sin quejarme» (RA 100).
Aunque al principio la despreciaban y reñían por su desaseo y poco aliño pronto empezaron a respetarla, pues aprendió a leer con presteza, era obediente, etc.
Cuando cumplió los doce años de edad empezó a tratar de ingresar como religiosa. La primera idea fue que tomase el hábito en las carmelitas descalzas de Tarazona, y sus padres andaban ya dando los pasos para ello cuando sobrevino una circunstancia totalmente imprevista, que había de cambiar el rumbo de su vida.
La madre de la Venerable, Catalina de Arana, tuvo una revelación, confirmada por su confesor, Fr. Juan de Torrecilla, según la cual debían transformar la casa en convento e ingresar en él como religiosas la propia madre con sus dos hijas, mientras el padre y los dos hijos entraban de religiosos en la Orden de San Francisco. En realidad los dos hijos varones eran ya religiosos en dicha Orden. Ante esto, María dio su conformidad al nuevo plan y desistió de ir a Tarazona. Pero la idea era tan disonante, que chocó con la resistencia del padre de familia, y más todavía con la de un hermano de éste, Medel. La oposición del vecindario en un principio fue también general. Decían que «era agravio del santo matrimonio» (RA 52).
Así transcurrieron tres años. No obstante, poco a poco se vencieron las oposiciones y dificultades; el padre cambió de parecer, y en 1618, hechas algunas reformas previas, la casa de Francisco Coronel se transformó en convento de monjas. Francisco, a quien siguió después su hermano Medel, ingresó como franciscano en calidad de hermano lego en el convento de Nalda (Soria).
El tiempo que transcurrió hasta que el proyecto de la nueva fundación se plasmó en realidad, Sor María lo considera como su época de disipación. Los acaloramientos en torno al proyecto, las obras, etc., la distrajeron y disiparon un tanto en su vida espiritual y hasta cedió a la tentación de vanidad.
El nuevo convento había de ser de la Orden de la Inmaculada Concepción. Sin duda, el fervor inmaculista, que en España conocía entonces uno de sus mejores momentos, fue la causa de esta preferencia. Pero entre las concepcionistas había dos ramas: una de calzadas y otra de descalzas. Madre e hijas se decidieron por el instituto de descalzas. Mas como en el área de la provincia franciscana de Burgos, a la que pertenecía la fundación de Ágreda, no había concepcionistas descalzas, sino sólo calzadas, se cometió la anomalía de traer de Burgos tres monjas concepcionistas de las calzadas en calidad de fundadoras de un convento que había de ser de la rama descalza. Por esta razón dirá Sor María que la fundación no tuvo buen principio, pues las fundadoras venidas de Burgos tenían que enseñar un modo de vida que ellas no habían profesado ni practicado.
Dieciséis años tenía Sor María cuando tomó el hábito, juntamente con su madre y hermana. Pronto hubo nuevas vocaciones. En esta primera época la abadesa era de las venidas de Burgos en calidad de fundadoras.
Una vez vestido el hábito, Sor María reacciona contra la disipación anterior y se entrega toda a la vida espiritual. Hecha la profesión en 1620, comienza en su vida un período de enfermedades, tentaciones y extraordinarios trabajos, que será seguido por otro de fenómenos espirituales resonantes.
Tuvo fama de santa por sus penitencias y mortificaciones corporales, llegando a ser procesada y absuelta por la Inquisición. Mantuvo una larga y nutrida correspondencia (1643, 1665) con Felipe IV, de quien fue consejera en asuntos de Estado. En 1627, con tan sólo 25 años, sería nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.
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Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro. En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.
El convento del que era abadesa era de su propiedad antes de cederlo a la Orden de la Inmaculada Concepción. En la iglesia del mismo se conserva su sepulcro y su cuerpo incorrupto. El convento alberga también el Museo Sor María Jesús de Ágreda en honor a "La Venerable".
Obras: Sus escritos son de tipo ascético y místico. Gran defensora de la Inmaculada Concepción de la Virgen, continua la corriente escotista iniciada por el teólogo y filósofo franciscano Juan Duns Escoto.
A continuación se indican algunas de sus obras más importantes:
-Escala ascética
-Ejercicios cotidianos y doctrina para hacer las obras con mayor perfección.
-Conceptos y suspiros del corazón para alcanzar el verdadero fin del agrado del Esposo y Señor
-Mística Ciudad de Dios. Publicada en 1670, fue prohibida por la Inquisición, pero después la prohibición fue levantada y ahora hay 173 ediciones en varias lenguas con Imprimatur de los Obispos Católicos.
-Correspondencia privada con Felipe IV
-Vida de la Virgen María
Las enseñanzas marianas de la M. Ágreda adquirieron gran difusión entre el pueblo creyente. Las ediciones de su obra MCD son ya centenarias, con cerca de una cuarentena de traducciones a otras tantas lenguas. Las tres últimas ediciones en castellano de la obra completa, en un tomo, 1970,1982, 1992, han agotado ya los 20.000 ejemplares y ha hecho necesaria la nueva edición que se prepara. La solidez teológica de su doctrina nunca ha sido condenada por la Iglesia, ya que la condenación que sufrió de la inquisición romana en 1681 fue muy pronto sobreseída. Ninguna de las enseñanzas de nuestra concepcionista han merecido rechazo o condena. Sin embargo, toda aquella oposición doctrinal precedente se fue concentrando contra Sor María y su causa de beatificación, que fue interrumpida a la espera de que sea de nuevo reabierta.
La MCD ha tenido gran influencia en la espiritualidad de los siglos precedentes y sigue teniéndola en nuestros días. La espiritualidad mariana que promueve, el culto a la Virgen, particularmente de imitación, su devoción filial; las invocaciones como Reina y Señora, Madre y Maestra de la Iglesia, primera cristiana y redimida; discípula de Cristo, Mujer evangélica, Maestra de los Apóstoles, modelo de la Iglesia… constituyen otros tantos puntos básicos de su mariología, que la Iglesia del Vaticano II promueve. La bibliografía Agredana del último cuarto de siglo y de esta primera década del presente así lo prueba con abundantes estudios.
(Sobre el tema de la Mística Ciudad de Dios -MCD- y los conflictos de la autora con las instancias eclesiásticas y universidades, el P. Antonio María Artola, CP, ha venido colaborando en el proceso de aclaración sobre dicho problema. Hay una serie de Separatas publicadas por el pasionista sobre el papel de Sor María Jesús de Ágreda y la Inmaculada Concepción -Estudios Marianos, 2003, de la sociedad mariológica española y también en la Universidad Internacional Alfonso VIII de Soria-. En estos artículos plantea todo el panorama histórico sobre el problema de la obra y su autora, buscando resolver las diversas situaciones que han impedido su causa, que no son otras que errores históricos).
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