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domingo, 13 de diciembre de 2020

La Agenda GLOBALISTA 2030 y la ESPAÑA del Nuevo Orden Mundial

LA AGENDA GLOBALISTA 2030 Y ESPAÑA
27 NOV 2020 

CONTEXTO

Como consecuencias de dos revoluciones sucesivas y complementarias, la Revolución francesa (1793) y la rusa (1917), que no tuvieron otra cosa en común que la necesidad de erradicar el feudalismo; occidente quedó polarizado en dos bloques durante el siglo XX. De la francesa surgió el Bloque Capitalista, conformado por los Estados Unidos de América y los principales países europeos, que encontraron en el liberalismo democrático la forma de organizar sus sociedades; y en la naciente Revolución industrial y la abundancia de recursos técnicos, humanos y materiales, la base de un crecimiento económico como nunca se había registrado en la historia del Mundo.

De la Revolución Rusa e inspirado en el marxismo, una doctrina concebida para ser aplicada en los países más industrializados, surgió el Bloque comunista, formado por Rusia y sus países limítrofes de influencia, donde se optó por la igualdad de los ciudadanos y por la propiedad pública de los medios de producción, opciones contrapuestas respectivamente a la libertad y la propiedad privada adoptadas por los capitalistas.

El desarrollo en ambos bloques fue radicalmente diferente desde el momento de su creación; pues mientras la libertad de empresa de la zona capitalista optimizaba el aprovechamiento de sus recursos naturales, humanos e industriales, que para su desarrollo requería una mejora progresiva del nivel de vida de los ciudadanos-trabajadores-consumidores; el sucesivo fracaso de los planes quinquenales redactados por el Partido Comunista ruso hundió a sus ciudadanos en hambrunas, persecuciones y asesinatos políticos; la valoración de cuyos daños, ni si quiera aproximada, jamás llegará a ser conocida en el mundo libre.

Ante lo nefasto de su gestión y con la intención de revertir sus desastrosos resultados antes de que trascendiera su verdadera situación, el Soviet Supremo tomó la desesperada determinación de expandir su zona de influencia; campaña en la que obtuvo éxitos clamorosos, pues su proselitismo permitió la creación de repúblicas populares en China (1949), Cuba (1953), y, tardíamente, en Venezuela (1999), así como en otros países de menor relevancia del mundo subdesarrollado; excepción hecha de España (1939), donde la URSS tuvo que conformarse con saquear el oro que encontró en su Banco central; pues un insignificante general derrotó en el campo de batalla, y en la paz[1], a la tropa que luchó en la piel de toro bajo la bandera roja y la hoz y el martillo del Partido Comunista Ruso.

La caída del Telón de acero y del Muro de Berlín (9 de noviembre de 1989), la disolución de la URSS (11 de marzo de 1990), la ilegalización del Partido Comunista ruso (agosto de 1991) y la creación de un doble mercado en la República Popular China (un país, dos sistemas), de forma que se permitiera el desarrollo de empresas de propiedad privada dentro de una sociedad socialista (1997 y 1999), fueron hitos que no dejaron lugar a duda de que la pesada burocracia del sistema productivo comunista tiraba la toalla y renunciaba a competir con las empresas capitalistas occidentales, reconociendo así la inviabilidad de sus bastiones históricos.

Mientras el bloque comunista se disuelve como un azucarillo en agua caliente y relega al comunismo a sociedades en las que los ciudadanos carecen de capacidad de respuesta para desbancar a sus dirigentes, el capitalista (incluidas las empresas de capital privado nacidas dentro de la República Popular China) pone a punto sus fábricas y produce progresivamente más y mejor, con la peculiaridad de que, para mantener su equilibrio, necesita cada vez más consumidores, pero menos mano de obra en sus fábricas progresivamente robotizadas, lo que compromete el equilibrio de la ecuación que le llevó al éxito; y ese es el germen de su propia destrucción, pues el capitalismo no puede comprometerse a mantener a medio plazo el pleno empleo de su población, ni puede garantizar que perpetuará el crecimiento que requiere su adicción patológica al crecimiento económico, ya que el agotamiento de los recursos naturales amenaza con estrangularlo antes o después.

LA AGENDA GLOBALISTA 2030

Ante el mencionado panorama, los 193 países miembros suscribieron la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 25 septiembre de 2015, que incluía la Agenda 2030, diseñada para alcanzar, antes de tal fecha, diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La entusiasta adhesión a la propuesta de la ONU de especuladores supranacionales como George Soros, magnates como Bill Gates, expolíticos como Henry Kissinger, personajes de la farándula política como Greta Thunberg, viejos filántropos como la Fundación Rockefeller y diversas organizaciones sociales, tan prestigiadas como el Foro de Davos, el Club Bilderberg o el Foro de Sao Paulo, debió sorprender a propios y extraños, pues convirtieron una propuesta, que en principio no debió pasar de ser una mera declaración bienintencionada o una directriz que marcara tendencia en la senda de la sostenibilidad, en un cauce vertebral de ámbito global llamado a transformar el mundo, cuyo verdadero significado no habría que buscarlo ya en el textual del Memorándum de Naciones Unidas, sino leyéndolo entre líneas y valorando una por una la aportación y su significado de cada uno de los recién llegados.

Los diecisiete Objetivos de Desarrollo sostenible definidos por la ONU pueden agruparse en cinco grupos:

OBJETIVOS GLOBALES: Fin de la pobreza y del hambre, cuidado de la salud y el bienestar, agua limpia y saneamiento; energía asequible no contaminante; paz, justicia e instituciones sólidas.

FORMACIÓN: Educación de calidad.

ECOLOGISMO Y SOSTENIBILIDAD: Ciudades y comunidades sostenibles, acción por el clima, vida submarina y vida de ecosistemas terrestres.

IGUALDAD: Igualdad de género y reducción global de desigualdades.

SISTEMA PRODUCTIVO: Trabajo decente, crecimiento económico Industrial e innovación, así como producción y consumo razonables.

ESTRATEGIA: Alianzas para alcanzar los objetivos.

Para valorar la verdadera naturaleza de este programa, y buscar una explicación a la aparición de tan poderosos adeptos, resulta particularmente útil partir de las carencias de las que adolece, porque en el texto no se observa la más mínima alusión a términos irrenunciables en occidente, tales como el estado de derecho, la democracia, el desempleo, la deuda y otros desajustes económicos; así como la libertad, que en esta dialéctica vuelve a perder su batalla ideológica frente a la igualdad, tal como ocurrió en los ámbitos donde imperó el totalitarismo marxista.

En una segunda lectura de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible, considerados los hechos consumados de la política española del XXI y despiertas las alarmas por las significativas ausencias reseñadas, causa pavor el pesado olor a conceptos inaceptables en occidente: intervencionismo totalitario del Estado, abolición del derecho de propiedad; igualdad, feminismo y sostenibilidad, elevadas al rango de religión; consumo y producción, sometidos a racionamiento; y, como parangón, la educación, convertida en herramienta de adoctrinamiento al nuevo dogma.

CUESTIONES PARA MEDITAR

Ante las evidencias reseñadas, surge de forma natural una pregunta de trágica respuesta: ¿Equivale el contenido de la Agenda 2030 al comunismo 2 punto 0?

Si el comunismo fracasó hace noventa años porque no soportaba la competencia de las empresas capitalistas, quizás sus nostálgicos hayan encontrado en la Agenda 2030 una segunda oportunidad, muy del gusto de la izquierda, pues consiste en mejorar la competitividad de las empresas de titularidad pública; pero no a través de una mejora en su gestión, sino procurando que el sistema productivo global pase a ser también de gestión estatal.

Tomadas en consideración las evidencias mencionadas, y vistos los acontecimientos políticos que estamos presenciando; podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la Agenda 2030 apunta a un régimen supranacional y marxista; y, por tanto, distópico y totalitario.

Ante cualquier duda que pueda surgir sobre la interpretación del contenido programático de la Agenda 2030, y para cerrar la cuestión sin que quede la más mínima posibilidad de error, baste con valorar que, sin haber renunciado a ninguna de sus conocidas convicciones políticas, Pablo Iglesias sea Vicepresidente segundo para Asuntos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España, institución que Pedro Sánchez ha puesto a disposición de los promotores de la Agenda 2030 para ser utilizado como campo y elemento de experimentación de este programa.

¿Cómo es posible que la Agenda globalista 2030, un proyecto en cuyas entrañas se encuentra lo más genuino del comunismo, haya atraído a personajes tan dispares? Es evidente que esta pregunta puede tener tantas respuestas como personajes traten de cuestionarse. No obstante, lanzaré algunas hipótesis:

Ejemplo A) 
Si un político convencional se dejaría cortar la mano derecha a cambio de conseguir el pleno control de los Presupuestos Generales del Estado; imagínese, amable lector, qué no estaría dispuesto a hacer por controlar, no solo la caja de los “Dineros públicos”, sino el conglomerado formado por estos, más los correspondientes a la producción y consumo privados. Imagino a Sánchez, Iglesias y al jefe de ambos, George Soros, salivando por conseguirlo.

Ejemplo B) 
¿Acaso Rockefeller o Bill Gates, en su proverbial clarividencia, no hayan encontrado en la Agenda 2030 la oportunidad de llevar a efecto su proyecto eugenésico “Lock Step”; que, en la Agenda ID2020 de este último, contempla una sucesión de eventos que culmina en una drástica reducción de la población global?

Ejemplo C) 
¿Acaso la joven Greta, en sus húmedas ensoñaciones neurasténicas, no se haya imaginado convertida en diosa malhumorada, rodeada de sumisos seguidores y avispados gestores?

¿Cómo se aplica la agenda 2030?

La ingeniería social reconoce cinco pasos para conseguir un cambio de estos alcance y naturaleza; dos de los cuales son esenciales: desprogramación y reprogramación de la población; y tres auxiliares; que, dentro de lo posible, servirán para que la población no tenga otra alternativa que aceptar los postulados globalistas:

1) El primer paso consiste en el vaciado, desintegración y descrédito de cualquier elemento que sirviera para mantener la cohesión en la sociedad que se trata de subvertir: familia, religión e instituciones, incluidos -sobre todo- los gobiernos nacionales.

2) El segundo paso consiste en conseguir que la población se sienta patéticamente desamparada e impotente ante un futuro que le resulta incomprensible.

3) El tercer paso ha de ser la aparición por sorpresa de un terror insuperable que disocie al individuo de su caduca escala de valores. Llegados a este punto, ruego al lector que valore el impagable servicio que el Covit-19 presta a la causa de la Agenda 2030, hasta el punto de que sea la pandemia la que esté permitiendo que los acontecimientos del reseteo global se estén precipitando; o quizás, y eso no quiero ni pensarlo, ocurra que la dramática enfermedad sea una consecuencia de las exigencias programáticas del cuestionable proyecto político.

4) El cuarto paso consistirá en la presentación de la Agenda 2030 como linterna en la oscuridad que la población aceptará como tabla de salvación, incluida formalmente en una propuesta trampa de reforma constitucional que, de llevarse a efecto, nos haría desembocar en una sociedad carente de libertades privadas ni públicas, en la que el líder tomaría por ti hasta las decisiones más básicas.

5) El quinto paso queda en manos del sistema educativo, que ha de ser el encargado de presentar, justificar y defender los valores que han de dar solidez a la nueva realidad.

Riesgos de la Agenda 2030:

La condición previa, para que la Agenda 2030 finalice exitosamente, consiste en que su aplicación sea global, de forma que los recursos que tratan de racionarse no resulten esquilmados por sociedades no comprometidas con la nueva realidad. En este sentido, este bloguero se pregunta, ¿Qué ocurrirá con los países musulmanes, con la India o con la República Popular China, acaso piensan los defensores de la Agenda 2030 que los seducirán con este proyecto? Llegados a este punto, invito al lector a valorar la probabilidad de que, aunque sufrida en sus carnes por los españoles, la invasión masiva de España por parte de inmigrantes irregulares africanos, promovida por la Unión europea, no sea sino una de las cartas que se juegan en la timba de la geoestrategia globalista. 

Imagine el amable lector que, completada la Agenda 2030, se encuentra en una sociedad igualitaria en la que el Estado se encarga de producir las mercancías que sean estrictamente necesarias para atender generosamente las demandas de los ciudadanos. Imagine también que, como no podría ser de otra forma, la centralización de la producción ha llevado a una racionalización robótica; no solo en la gestión de materias primas, sino de la mano de obra, de forma que las antiguas relaciones laborales queden reducidas a aportaciones puntuales de los ciudadanos, comparables al antiguo servicio militar. Ahora, en ese paraíso imaginado, busque a su rededor a los médicos insignes, los investigadores científicos o los grandes ingenieros, tan necesarios para que el modelo sea sostenible, pero que tanta igualdad ha impedido que se formen.

EVIDENCIAS DE LA APLICACIÓN DE LA AGENDA 2030

Llegados a este punto, mi amable lector estará pensando que este bloguero pretende sorprenderlo con un relato imaginado de ciencia ficción sobre una sociedad distópica. Si ese fuera el caso, le invita a que medite sobre cada uno de los fenómenos reales que menciono a continuación, y que trate de entenderlos fuera del contexto de este artículo:

*Emigración irregular.

* Permisividad del Estado frente al movimiento okupa.

*Aumento exponencial e impúdico de la Deuda pública de los Estados.

*Descrédito de las instituciones y la familia como aglutinantes sociales, así como de la Iglesia Católica, como cabeza de la religión preponderante.

*Los excesos de las políticas de género.

*El elogio a la vacuidad difundido desde la telebasura y los medios públicos

Por último, ¿Qué hacer ante esta situación?

No diré a nadie lo que tenga que hacer, pero si explicaré cual será, a este respecto, 

MI DECALOGO POLÍTICO PERSONAL:

Primero: Divulgar hasta la saciedad este artículo y cuantos traten de desenmascarar al Gobierno de España, empeñado en aplicar el comunismo implícito en la Agenda 2030.

Segundo: Participar cada vez que se hable en redes de la Agenda 2030, del globalismo o de la nueva realidad.

Tercero: Reivindicar la familia, la religión, el Estado y las instituciones en general -incluida la monarquía, como elementos aglutinadores de la sociedad.

Cuarto: Desenmascarar machaconamente cada movimiento del Gobierno, que vaya en defensa de la Agenda globalista 2030.

Quinto: Prepararme psicológicamente ante el agravamiento de la campaña de terror y desinformación que sufriremos, y compartir mis temores con otras personas o instituciones no sospechosas de sumisión a los objetivos globalistas.

Sexto: Reivindicar la libertad y el estado de derecho; y por tanto la democracia, como pilares de la convivencia y protección ante la tiranía.

Séptimo: Detectar, denunciar y ridiculizar las contradicciones en las que caigan los forzados proyectos globalistas.

Octavo: Participar en cuantas conferencias, manifestaciones, protestas o actos públicos se organicen en contra del globalismo.

Noveno: Asegurarme de no votar opciones ni remotamente globalistas.

Décimo: Alentar y apoyar a VOX, única opción que actualmente está a salvo de este estigma.

Rafael Solís Ortiz 

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