Pío Moa (20N-2006): Se preguntan muchos por qué de pronto ha vuelto a hablarse y discutirse tanto de Franco y el franquismo. Hay muchas razones, pero la principal de ellas es que, por efecto de la alianza entre socialistas, separatistas y terroristas, ha entrado en crisis la democracia española, lo cual devuelve a ésta, inevitablemente, a sus orígenes. La cuestión de Franco es, en realidad, la cuestión de la democracia y sus posibilidades en España. De ahí su importancia y actualidad. Esta cuestión clave encierra a su vez una serie de problemas parciales:
– ¿Causó la guerra civil la destrucción de la democracia, o fue la destrucción de la democracia la que causó la guerra? También puede plantearse de otro modo: ¿derrotó Franco a la democracia o derrotó a la revolución?
– El régimen franquista, ¿duró tanto porque sometía mediante un terror brutal a la población, o porque la mayoría de la población no se sentía incómoda con él?
– Si en la cuestión anterior la segunda opción fuera la correcta –como parecerá lo más probable a cuantos conserven un poco de memoria– ¿se debía esa actitud de la gente a una vocación o carácter servil de los españoles, o a otras causas? Si a otras causas, ¿podrían considerarse entre ellas la experiencia de la república y el Frente Popular, así como las alternativas posibles al franquismo durante los famosos cuarenta años?
– Dicho de otro modo: ¿representó la oposición al franquismo una alternativa real a la dictadura, o una salida previsiblemente desastrosa?
– ¿Puede considerarse al franquismo un régimen monolítico y rígido, inmune al cambio, o bien cabe distinguir en él una evolución y tendencias internas divergentes?
– La democracia actual, ¿entronca con el franquismo o con la república? Lo cual también puede plantearse de otra forma: ¿debemos nuestra democracia fundamentalmente a un franquismo reformista o a la oposición antifranquista?Hay otros problemas de carácter histórico-ideológico, pero éstos me parecen los más cruciales, y de la respuesta que se les dé dependerá mucho, quizá el destino de nuestras libertades. Una respuesta acorde con la experiencia histórica puede acabar de asentar el proceso vivido en estos treinta años, mientras que una respuesta ajena a la realidad histórica, aun si parece coherente con diversos prejuicios ideológicos, puede retrotraernos a una España epiléptica y balcanizante. Se comprende así el calibre y la actualidad de la cuestión de Franco. En un foro de internet he leído este juicio: "Fíjense en quiénes son los antifranquistas más feroces al día de hoy: los terroristas de ETA; los separatistas de Ibarreche, Arzallus, Carod, Maragall o Pujol; los dirigentes del PSOE, nunca regenerados de su enorme corrupción; numerosos estalinistas o ex estalinistas mal reciclados. Esos pretenden una Segunda Transición: ¿qué puede salir de ella?". Vale la pena pensarlo.