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lunes, 28 de julio de 2014

Grandes científicos que fueron sacerdotes católicos: San Alberto Magno, Bacon, Copérnico, Kircher, Boskonvic, Mendel, Lemaitre,...(1441)




InfoCatólica-Daniel Iglesias (10/7/2014): Este breve artículo está inspirado en el excelente libro: Thomas E. Woods Jr, How The Catholic Church Built Western Civilization, Regnery History, Washington 2005; y particularmente en su Capítulo 5, titulado La Iglesia y la Ciencia (pp. 67-114). Salvo en los casos en que se indique otra cosa, todas las citas se refieren a esa obra.

La relación entre la Iglesia Católica y la ciencia puede ser analizada desde muchos puntos de vista, entre los cuales se cuentan los siguientes tres:

• La doctrina católica ofreció el marco conceptual que hizo posible el surgimiento de la ciencia moderna. Véase la sección titulada Dios “ordenó todas las cosas con medida, número y peso” (pp. 75-85). Ese título es una cita de Sabiduría 11,20.
• Las escuelas monásticas y catedralicias y las universidades católicas de la Edad Media fueron los ámbitos propicios en los que se gestó la ciencia moderna. Véase la sección titulada La Escuela Catedralicia de Chartres (pp. 85-93). Dicha Escuela fue fundada por el obispo Fulberto en 990 y alcanzó su máximo esplendor en el siglo XII.
• Muchos sacerdotes católicos han sido también científicos destacados. Véanse las secciones tituladas El científico-sacerdote (pp. 94-99) y Los logros científicos de los jesuitas (pp. 100-114).

Siguiendo el tercer punto de vista expuesto, a continuación daré una lista muy incompleta de sacerdotes católicos que se destacaron como científicos, indicando brevemente sus principales aportes a la ciencia. Los últimos dos miembros de esta lista no son mencionados por Woods.

1. Thierry de Chartres (+1155), clérigo francés, autor del Heptateuchon, gran enciclopedia sobre las siete artes liberales (aritmética, geometría, música, astronomía, gramática, retórica y lógica).
2. Roberto Grosseteste (1175-1253), obispo y franciscano inglés, erudito en casi todos los ámbitos del saber de su época.
3. San Alberto Magno (1193-1280), dominico alemán, teólogo, filósofo, geógrafo, químico, etc.; descubridor del arsénico.
4. Roger Bacon (1214-1294), franciscano inglés, precursor del moderno método científico.
5. Jean Buridan (1300-1375), clérigo francés, precursor de la mecánica de Newton por medio de su noción del impulso.
6. Nicolás Oresme (1323-1382), clérigo francés, matemático, físico, astrónomo, filósofo, teólogo, economista; descubridor de la refracción atmosférica de la luz.
7. Nicolás Copérnico (1475-1543), canónigo polaco, padre de la astronomía moderna por medio de su teoría heliocéntrica.
8. Francesco Maria Grimaldi (1618-1663), jesuita italiano, descubridor de la difracción de la luz.
9. Giovanni Battista Riccioli (1598-1671), jesuita italiano, autor del Almagestum novum, una muy influyente enciclopedia científica; primero en medir la aceleración de los cuerpos en caída libre.
10. Athanasius Kircher (1602-1680), jesuita alemán, “maestro de cien artes”, padre de la egiptología, refutador de la alquimia.
11. Beato Nicolás Steno (1638-1686), obispo misionero danés, padre de la geología y anatomista.
12. Ruder Boskovic (1711-1787), jesuita croata, padre de la física atómica; influyó en las obras de Faraday, Kelvin, Einstein, etc.
13. Gregor Mendel (1822-1884), agustino austríaco, padre de la genética por su descubrimiento de las leyes de la herencia (hoy conocidas como “leyes de Mendel”).
14. Georges Lemaitre (1894-1966), sacerdote belga, padre de la cosmología moderna por medio de su teoría del “huevo cósmico” (hoy conocida como Big Bang).

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Religión en Libertad-Luis Antequera (15/11/2013): Alberto de Colonia, mejor conocido como San Alberto Magno, nace en Lauingen, en Baviera, aunque la fecha de nacimiento es difícil de determinar y abarca un amplísimo espectro que va del año 1193 al 1206. Sí se sabe que estudia en la ciudad italiana de Padua, donde escucha al Beato Jordán de Sajonia, sucesor del español Santo Domingo de Guzmán en el gobierno de la Orden de los Predicadores, y donde toma el hábito de los padres predicadores, según señala su biógrafo Rodofo de Novamagia por ordenárselo así laVirgen, y en todo caso, contra los deseos de su familia. Estudia también en Bolonia y enseña en Ratisbona, Friburgo, Estrasburgo y Hildesheim.

En 1245 se doctora en París, donde además, traduce y comenta textos clásicos, especialmente Aristóteles, tanto a partir de los textos griegos como de sus comentarios árabes, así como otros autores más contemporáneos como el persa Avicena o el españolAverroes. En París entrará en contacto con el que será su gran discípulo, Santo Tomás de Aquino, cuya obra defenderá apasionadamente de los ataques que recibirá en el futuro, y cuya muerte en 1274, seis años de la suya misma, le sumirá en una profunda tristeza.

En 1254 es nombrado provincial de la provincia teutónica de la orden dominica, para la que dicta un programa de estudios que será la base del Estudio Provincial de la orden en Santa Sabina, en Roma, de la que surgirá más adelante la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino.

Hacia 1260 es ordenado obispo de Ratisbona por Alejandro IV, a cuyo lado había estado varios años, cargo en el que apenas dura dos, pues su suma humildad le lleva a presentar en 1263 su renuncia al Papa Urbano IV, que le permite volver a la vida monacal y a la enseñanza, a la que se dedicará en los distintos monasterios de la orden en los que vivirá. De esta época datan tanto su participación en el Concilio de Lyon de 1274, donde trabaja por la unión de las iglesias occidental y oriental, como sus esfuerzos dirigidos a la fundación de la que en el futuro será la Universidad de Colonia, la más antigua de Alemania.

Alberto cultivó muchísimas ramas del saber, desde luego la teología, campo en el que escribe su “Libro de las sentencias de Pedro Lombardo”, o su “Suma Teológica” en dos volúmenes, anterior a la de Santo Tomás. Pero también la lógica, la gramática, la retórica, la botánica, la geografía, la astronomía, la mineralogía a la que dedica su “De Mineralibus”, la zoología a la que dedica su “De animalibus”, la fisiología y también otras de más dudosa ortodoxia como la astrología y la alquimia, a la que dedica su“Speculum astronomiae”. Se le considera el descubridor del arsénico y fue también un gran comentarista de música.

Alberto viene a morir el 15 de noviembre de 1280, a una edad indeterminada entre los 74 y los 87 años, no sin antes construir su propia tumba, ante la que cada día rezaba el oficio de difuntos. Se halla enterrado en la cripta de la iglesia de San Andrés, en Colonia.

Su reputación le ganó en vida varios sobrenombres. El primero el de “magno” con el que será conocido y con el que le distingue, por ejemplo, Roger Bacon. Pero no el único, pues sus parroquianos en Ratisbona le otorgaron el de “el Obispo Botas”, por su gran humildad que le llevaba a desplazarse a pie renunciando al caballo al que su dignidad le daba derecho. Se le conoce también como el Doctor Universal. Alberto de Colonia aparece en la Divina Comedia de Dante como uno de los grandes amantes de la sabiduría. Hoy día multitud de centros educativos y universidades llevan su nombre en los más lejanos rincones del orbe. Una planta también lo hace, así como el asteroide 20.006.

Beatificado en 1622, su canonización aún tardará, produciéndose el 16 de diciembre de 1931, fecha en que el Papa Pío XI no sólo lo proclama santo, sino también uno de los treinta y cinco doctores de la Iglesia, el que hace el número veintiocho concretamente. En 1941, Pío XII lo nombra patrón de los cultores de las ciencias naturales. Benedicto XVIle dedica el discurso pronunciado con motivo de la audiencia general del 24 de marzo de 2010. Se celebra su festividad el 15 de noviembre, es decir tal día como hoy, fecha de su muerte.

Otros artículos del autor relacionados:

-De la visita de San Francisco de Asís a España, ocurrida hace ocho siglos exactos

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P. Georges Lemaître & Albert Einstein, 1933

En enero de 1933, el sacerdote católico y matemático belga Georges Lemaitre viajó con Albert Einstein a California para una serie de seminarios. Después de que el belga detalló su teoría del Big Bang, Einstein se puso de pié, aplaudió, y dijo: "Esta es la explicación más hermosa y satisfactoria 
de la Creación, que he escuchado."

En el invierno de 1998, dos equipos independientes de astrónomos de Berkeley-California, hicieron un parecido descubrimiento sorprendente. Ambos estaban observando supernovas - la explosión de las estrellas visibles a grandes distancias - para ver lo rápido que el universo se está expandiendo. De conformidad con lo que prevalece en la sabiduría científica, los astrónomos esperaban encontrar el ritmo de expansión que está disminuyendo, pero nos pareció que estaba en aumento - un descubrimiento que "sacudió la astronomía hasta sus cimientos" (Astronomía , octubre de 1999).

Este descubrimiento podría haber llegado como una sorpresa para Georges Lemaître (1894-1966), un matemático belga y sacerdote católico, que desarrolló la teoría del Big Bang. Lemaitre describe el comienzo del universo como una explosión de fuegos artificiales, la comparación de las galaxias a las brasas a repartir en una esfera que crece desde el centro de la explosión. Cree que esta explosión de fuegos artificiales fué el principio de los tiempos, que tuvo lugar en "un día sin ayer".