(7-11-2013)
El Bien y el Mal no son frutos del acaso. El Bien por excelencia en el mundo es Cristo, cuyo Cuerpo Místico es la Iglesia. Él es la cabeza y la gobierna interior y exteriormente.Frente al Bien organizado, lucha el Mal, también organizado.
"El Diablo, dice Santo Tomás, es cabeza de todos los malos en cuanto a su exterior gobernación" (Suma, P. III, C. VIII, art. VII).
Estas dos organizaciones constituyen las dos ciudades a las que se refiere San Agustín: "Dos amores fundador dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el menosprecio de Dios, la ciudad terrena; y el amor de Dios hasta el menosprecio de sí mismo, la ciudad celestial" (Civitas Dei, Lib. XIV, Cap. XXVIII).
El coronamiento de la ciudad celeste ha de ser el Reino de Cristo. Y el coronamiento de la ciudad terrena, el Reino del Anticristo.
Error sería, entonces, imaginar al Anticristo como un personaje fabuloso y ubicarlo en un futuro siempre remoto, impreciso e inasequible, en el cual habría de aparecer repentinamente, como salido de los antros del Infierno.
El Anticristo ha de salir de este mundo en que vivimos y ha de aparecer un día en este presente en que nos deslizamos por el tiempo.
Su reino se está formando, conjuntamente con el de Cristo, y desde los tiempos de Cristo. Si puede escribirse la historia de la Iglesia, igualmente puede hacerse con la de la iniquidad y escribirse la historia del Anticristo, aunque no haya llegado la hora de su breve triunfo.
Ciertamente se trata de la historia de un "misterio". Los hijos de las tinieblas huyen de la luz para ejecutar sus planes. Por tanto hay que encontrar el hilo de Ariadna que nos conduzca a través del oscuro laberinto de la ciudad terrena. Algo no tan difícil si se disponen de 2.000 años de historia.
Estos dos milenios muestran algo significativo: una nación sin territorio, misteriosamente conservada desde Cristo hasta hoy, que ejecutó y se hizo responsable de la muerte del Hijo de Dios, que fue la primera en perseguir a los cristianos y que ha perseverado hasta hoy en esa persecución, interviniendo en todos los acontecimientos importantes de la historia y aumentando cada vez más su fuerza y poderío. No hay otro caso análogo. Todos los grandes perseguidores aparecieron después o se eclipsaron como fugaces meteoros. Solo uno permanece. Solo uno centraliza y dirige asegurando la continuidad temporal y la extensión en el espacio, la persecución contra la Cristiandad.
No es aventurado afirmar que esa nación, judía, es, por lo menos, el cimiento sobre el que se asienta la ciudad terrena.
No se nos acuse de antijudaísmo (mal dicho antisemitismo, vocablo tan de moda). Si decir la verdad es antisemitismo, no este libro, sino la verdad sería antisemita.
Pero el antisemitismo no consiste en la verdad sobre los judíos, sino en el odio a los judíos, odio que está negado a los cristianos que deben amar, incluso a sus enemigos.
Seamos verdaderamente cristianos y el Judaísmo dejará de ser un problema. Pero mientras tanto no lo ignoremos, aunque sea para impulsarnos a ser verdaderamente cristianos, debemos conocerlo en toda su espantosa gravedad. El amar a nuestros enemigos no nos obliga a ignorar sus maquinaciones.
No se nos acuse de dejarnos guiar por un criterio histórico unilateral y pueril al querer explicar por la influencia judía muchos acontecimientos humanos, cuya complejidad es enorme. No ignoramos la existencia de otras causas, así políticas, sociales y económicas. Pero sostenemos que por encima de esas otras causas, que obran ciega y/o aisladamente, hay una, inteligente y constante, que a veces las suscita, a veces las dirige, o simplemente las aprovecha; pero que tiene sobre ellas, que son puramente naturales, la inmensa ventaja de su carácter esencialmente sobrenatural o teológico.
EL DRAMA UNIVERSAL
Del triunfo de Cristo sobre Satanás nació la Cristiandad. Pero Satanás renovó su tentación y la Cristiandad cayó.
De nuevo el hombre quiso ser como Dios y de su orgullo surgió el naturalismo. Emancipó a Dios de su arte, su filosofía, su política y su economía.
Y si no logró hacerlo del todo con su religión, fue gracias a la promesa hecha por Cristo a Pedro de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra su Iglesia" (Mt. XVI, 18).
El naturalismo despojó al hombre del estado sobrenatural a que Dios lo había elevado, devolviendo a Satanás la primacía que su naturaleza (angélica) le otorga sobre la humana.
Y cuando triunfe, por breve tiempo, el hombre natural, "el hombre del pecado", el Anticristo "se sentará en el templo de Dios, mostrándose como si fuera Dios" Pero será Satanás quien reinará sobre la humanidad caída.
Entonces vendrá el Hijo de Dios y destruirá el Anticristo y encerrará a Satanás. Y reinará por los siglos de los siglos.
Tal en en síntesis el drama universal. Su último acto se desarrolla en la tierra.
GÉNESIS Y PRIMEROS TIEMPOS DEL ANTICRISTO
San Pablo, en la primera epístola a los Thesalonicenses, (año 50-52) dice de los judíos que "no son del agrado de Dios, y son enemigos de todos los hombres" (I, 15).
En la segunda, escrita poco después, refiriéndose al advenimiento del Anticristo, advierte a los fieles que: "ya está obrando el misterio de la iniquidad" (II,7).
Y ya estaba obrando, a la muerte de Jesús añadieron los judíos las de sus discípulos: Esteban, Santiago el Mayor, Santiago el Menor y Matías.
Se opusieron con furor satánico a la predicación del Evangelio, azotando a los Apóstoles (Hechos, V, 40) y excitando a Saulo contra los discípulos (Hechos, VIII, 3).
Los judíos fueron la causa de las primeras persecuciones romanas hacia los cristianos: "las sinagogas son la fuente de donde procede la persecución" denunciaba Tertuliano.
Nerón estaba rodeado de judíos. Su esposa Popea era semijudía. Y a ella atribuía San Clemente la primera persecución.
San Justino en su diálogo contra el judío Trifón, dice repetidas veces que los judíos, tras haber matado al Justo y antes de El a los profetas, ahora deshonran y alzan increpaciones contra los cristianos y cuando pueden, aún les quitan la vida (XVI, CXXXIII) ...
En el siglo IV, Juliano el Apóstata y sus secuaces encontraron en los judíos a sus mejores aliados contra los cristianos.
Durante el IV, la persecución de Sapor, en Persia, fue fomentada por los judíos como refieren las Actas de San Simeón barsabás, Patriarca de Seleucid quien los califica de: "perpetuos enemigos de los cristianos que se encuentran siempre en los tiempos de tempestad, tenaces en su odio implacable y que no retroceden ante ninguna acusaicón calumniosa" ...
En el VI, el rey Dhou Nowas, de los Hyniaritas, judío e instigado por judíos, desencadena una persecución contra los cristianos.
En el V del Imperio de Heraclio, los judíos compraron al rey persa, Cosroes II, 90.000 prisioneros cristianos que había tomado en su campaña en Palestina; y les dieron muerte.
En el VII, en Antioquía y Palestina, los judíos realizan grandes matanzas de cristianos e incendian las iglesias y conventos.
En el 694 traman una conjuración para entregar España a los árabes aunque fracasan en su primera tentativa lo lograrán 17 años después.
En el IX entregan Barcelona a los musulmanes y Burdeos a los normandos.
A parte de estas persecuciones e infidencias, los judíos manifiestan también su odio a los cristianos mediante lo que se denomina "crimen ritual". Prescindamos y concedamos que no hay rito religioso en tales crímenes, pero el crimen queda, muchas veces perfectamente comprobado, algunas víctimas de ellos han sido canonizadas por la Iglesia. Así los casos de San Guillermo de Inglaterra martirizado con 12 años por los judíos en 1144. San Ricardo de París, asesinado el día de Pascua de 1179 y San Dominguito de Val, crucificado en Zaragoza en 1250 ...
Y no es solo la vida lo que los judíos quitan a los cristianos, también los bienes, mediante la usura y competencia desleal en el comercio ...
En el XII consiguieron, mediante esas malas artes, adueñarse de un tercio de la superficie de Francia y de prácticamente todo su dinero ...
En Londres adquirieron tales riquezas que sus casas eran superiores a los palacios reales ...
En España fue tal su predominio que el Papa Gregorio VII se vio obligado a publicar un edicto prohibiéndoles gozar de cualquier preferencia sobre los cristianos ...
No bastaban la persecución, la infidencia y el despojo para lograr el triunfo. La Ciudad terrena no es solo una fuerza humana. Sin llegar a una identificación como la de Cristo y su Iglesia, forma en cierto modo un cuerpo, cuya cabeza es el Demonio. Tiene su religión satánica.
Religión que se manifestó, bajo distintas formas, en los cinco primeros reinos:
- astrolatría caldea,
- idolatría egipcia,
- el mazdeísmo persa,
- la mitología griega, y
- el paganismo romano.
Surgido el sexto reino frente a la crudonde Cristo abría sus brazos a la humanidad entera, necesitaba también una religión que oponer a la cristiana. Y no hizo otra cosa que adaptar la religión satánica a las nuevas necesidades, sincretizarla, universalizarla y transformarla en una doctrina de combate, que pudiera infiltrarse en el cristianismo para desvirtuarlo y aniquilarlo desde dentro.Tal fue la obra de los judíos: Simón el Mago, Cerinto y Menandro creadores del Gnosticismo, la esencia satánica de las religiones paganas, el germen de todas las futuras herejías cristianas y del esoterismo masónico contemporáneo, se encuentran reunidos en esa maléfica creación del genio judaico.
Ramificaciones del gnosticismo fueron las primeras herejías: nocolaítas, ebionistas, carpocracianos, ofitas cuartodecimanos y adamitas.
No tardó la religión satánica en ser ampliada y perfeccionada. Hacia el III surgió el Maniqueísmo, que completó la gnosis judaica con el dualismo persa, también de origen judío (la importancia del Maniqueísmo como religión satánica por excelencia, se halla confirmada por manifestación expresa del Espíritu Santo, que llama a sus enseñanzas "doctrinas de los demonios" y señala sus principales características (San Pablo, I Tim IV).
Los maniqueos se asientan en Mesopotamia, Babilonia y Turquestán. Desterrados del imperio romano, los maniqueos aparecen a fines del IV en África, donde fueron combatidos por San Agustín. En España lograron su primera infiltración dentro del cristianismo, mediante la herejía de Prisciliano.
En el VII surgen nuevas herejías maniqueas en Albania y en Armenia.
En el VIII judíos y maniqueos originan la herejía de los iconoclastas.
Perseguidos por la Emperatriz Teodosia (841) los secuaces se refugian en Bulgaria donde originan sectas "bogómilas" de donde partirá durante el XI una nueva ofensiva contra la Cristiandad.
Primero se introducirá en Italia (patarinos) y luego en Francia (cátaros). En el XII redoblan sus esfuerzos con el impulso de Pedro de Bruys. Que condenados por el Concilio de Albi se denominarán albigenses en el que los judíos actúan de fermento indispensable en el movimiento albigense.
Según relata Michelet: "la nobleza del sur de Francia, donde prospera la herejia, se componía por entero de hijos de judíos y sarracenos".
Lucas de Tuy narra: "los más de los herejes con refinada malicia se circuncidan y a título de judíos vienen a trabar polémica con los cristianos teniendo por fautores todas las sinagogas, para captarse la voluntad de los príncipes con cuantiosos dones y sobornar con el oro a los jueces en favor suyo"
Una ordenanza de Felipe el Hermoso enseña que los judíos escondían a los herejes fugitivos.
Por otra parte los judíos no escondían su influencia en el movimiento albigense y sus ramificaciones.
La herejía albigense constituyó la más peligrosa ofensiva contra la Cristiandad medieval. Firmemente asentada en Francia, reforzada por la herejía valdense, y en Italia, muy fuerte en Lombardía, logró penetrar en Inglaterra y Alemania, dejando en estos países el germen de las herejías wiclefita y hussita que allanaron, a su vez, el camino al protestantismo. Y la predicación de San Bernardo no logró aplacarla, hubo de acudirse a una auténtica cruzada. Y tras varios años de guerras, el 13 de septiembre de 1213, Simón de Monfort, libró contra ella en Muret la batalla decisiva, logrando aniquilarla finalmente.
Hasta el XIII la vigorosa Cristiandad medieval no fue capaz de eliminar de su seno el peligro maniqueo.
EL PLAN JUDÍO Y LA REACCIÓN CRISTIANA
Ante la ofensiva judía contra el Cristianismo, iniciada con la crucifixión de Cristo y continuada, directa y/o indirectamente, bajo diversas formas y épocas llega hasta el XIII con la herejía de los albigenses cabe preguntarse
- ¿Es el odio judaico espontáneo y esporádico o está sustentado por un ideal?
- ¿Obedece a un plan concreto y es ejecutado por un autoridad suprema?
Linda con el absurdo admitir la posibilidad de una acción constante en determinado sentido, durante 13 siglos, sin que tal acción obedezca a un ideal. Pero un ideal en vías de realización precisa un PLAN, y un plan presupone una AUTORIDAD que lo concrete y ejecute.
¿Existió tal ideal?
El mejor lugar para encontrar una respuesta es el Talmud, libro religioso de los judíos, que según la revista hebrea "Allgemeine Zeitung des Judemtums" "caracteriza el alma judía tan agudo como acertado".
Augusto Rohling, profesor de la Universidad de Praga, lo ha estudiado a fondo y extraído de él una serie de tesis (Le Juif selon le Talmud, Edit. française par Pointigny, chez Savaete) además ha ofrecido la cantidad de 10.000 francos a quien demuestre la falsedad de las mismas sin que hasta ahora nadie haya aceptado el desafío. Veamos algunas de ellas:
1.- las almas de los judíos tienen el privilegio de ser una parte del mismo Dios. Las almas de los otros pueblos de la tierra proceden del diablo y son semejantes a los animales.
2.- la dominación sobre los otros pueblos debe ser la herencia de los judíos.
3.- los no judíos han sido creados para servir a los judíos noche y día sin substraerse a su servicio.
4.- Dios da todo poder a los judíos sobre los bienes y sangre de todos los pueblos.
5.- esperando la venida del Mesías, los judíos viven en estado de guerra con los otros pueblos. Cuando la victoria sea definitiva, los pueblos aceptarán la fe judía; únicamente los cristianos no participarán de esta gracia, por el contrario serán exterminados, porque descienen del Diablo.
Evidentemente el dominio universal está basado en el desprecio a todos los demás pueblos, y en el odio a los cristianos, constituye el ideal supremo del Judaísmo.
Pero ese ideal supone medios para realizarlo y requiere un Plan. Sigamos revisando el Talmud con el profesor Rohling, encontramos las siguientes tesis que ya no sientan principios, añaden normas de conducta:
1.- el judío puede ser hipócrita con el no judío.
2.- si un judío puede engañar a los no judíos y hacerles creer que no es judío, le está permitido.
3.- está permitido a un judío perjudicar a un no judío.
4.- Dios nos ha ordenado ejercer la usura con el no judío, de manera que con ello no le prestemos socorro, sino que le perjudiquemos.
5.- los que niegan las enseñanzas de Israel, particularmentelos adeptos al Nazareno, deben ser condenados a muerte, y es siempre una buena obra ejecutarlos; si no se puede hacer, se debe tratar de ocasionarles la muerte.
6.- extermina al mejor de los no judíos.
¿No es esto el esbozo de un plan? ¿No es en virtud de esa hipocresía, prescrita como norma de conducta, que los judíos se mezclan como amigos entre los cristianos para entregarlos a sus enemigos e infiltrarles doctrinas heréticas? ¿No fue por esa usura cómo despojaron a los cristianos de sus bienes? ¿No fue por cumplir una buena obra que los cristianos han sido perseguidos y muertos masivamente?
Y ese plan precisa una autoridad que lo ejecute, que lo mantenga en vigor, que lo adecúe a las circunstancias y vigilase su cumplimiento. ¿Exisitió tal autoridad?
Teóricamente todo gobierno judío se extinguió en el año 70, tras la toma de Jerusalén por los romanos, o cuando más en el 135 cuando Adriano sofoca la sublevación de Barcoquebas.
Pero la verdadera historia, se encuentra bajo el manto de la Diáspora.
El Abate Chabauty en su obra: "Les Juifs, nos maîtres" (1882) prueba de forma concluyente la pública existencia de un gobierno judío en el exilio.
Gobierno que residía en Babilonia y constituían su cabeza los Príncipes de la Cautividad, de la sangre de David. El primero del que habla la historia fue Huna, en el II; el último Ezequías en el XI.
El propio Talmud afirma más expresamente la existencia y el poder soberano de dichos príncipes.
En resumen, se puede afirmar que durante la iniciación y apogeo de la primera gran ofensiva contra el Cristianismo, no carecían los judíos de ideal, plan y gobierno.
Aunque esta ofensiva no les dió el triunfo pues aún detenía al Anticristo lo que estaba firme. Había una Cristiandad.
La ofensiva judía se estrelló contra ella y solo sirvió para dejar en descubierto la perfidia judaica. Las matanzas de cristianos, el despojo de los mismos, la influencia en las herejías, el apoyo prestado a todo enemigo de los cristianos, y finalmente el conocimiento de las máximas anticristianas del Talmud que se obtuvieron en el XII especialmente por las revelaciones del judío converso Nicolás Donin que provocaron una intensa reacción de los pueblos cristianos.
La primera en adoptar medidas contra el peligro judío fue la propia Iglesia.
Ya en el IV, el Concilio de Elvira prohibe a los cristianos comer con judíos o darles a sus hijas en matrimonio.
El Concilio de Macon (582) prohíbe a los judíos ejercer funciones que les permitan discernir penas a los cristianos.
Los cuatro concilios celebrados, sucesivamente, en Toledo en los VI y VII.
El de París (614), insisten en la prohibición de confiarles cargos públicos alguno, civil o militar. Y que debido al marranismo (hipocresía de conversión) se extiende a los hijos de conversos ...
Finalmente la Santa Sede pone en vigor la disciplina del "guetto".
Todas son medidas de prudencia, no de persecución ni están inspiradas en el odio, pero también se dictan medidas que les protegen e impedir que se les fuerce a abrazar el cristianismo o que se les moleste en el ejercicio de su culto.
Se les considera "testigos vivos de la verdadera fe" (Inocencio III).
Se ruega por ellos el Viernes Santo.
En resumen, la actitud de la Iglesia ante los judíos fue, y es, la expresada en el cuarto Concilio de Letrán en los siguientes términos: "Que los judíos sean tratados con humanidad: pero que sean siempre tenidos bajo dependencia y que se tengan con ellos las menores relaciones posibles".
Desgraciadamente no los cristianos se atuvieron a estas sabias disposiciones, menos aún los judíos que con su hipocresía adormecían la desconfianza de los cristianos, así en 1080 el Papa Gregorio VII se vio obligado a llamar la atención de Alfonso VI, Rey de Castilla, por su excesiva tolerancia.
Según el historiador judío Sachar (León Sachar en su obra Historia de los Judíos) hasta finales del XI "los judíos habían sufrido solo por disturbios locales" pero tras once siglos de enemistad, la preponderancia adquirida y su hipocresía excitaron una reacción general contra ellos por parte del pueblo que la Iglesia no siempre fue capaz de contener.
La primera medida oficial se toma en Francia, el país que más habían infiltrado. Felipe Augusto les confiscó en partes sus bienes y los expulsó en 1182, aunque no definitivamente. Como volvían debieron ser expulsados otras cinco veces más, la última en 1615.
En Alemania hubo persecuciones, especialmente entre el XI y XV, siendo expulsados en éste de casi todas las ciudades importantes.
En Inglaterra Eduardo I les prohibió la usura y les dio a partir de 1275 un plazo de 15 años para permitir a los que fueron usureros comprar tierras y explotarlas, como no lo hicieron e 1290 fueron expulsados al menos 16.000.
En España hubo varias persecuciones, desde la matanza de Sevilla (1391) hasta su expulsión por Fernando el Católico (1492).
Insistimos, en que tal como reconocen los propios judíos, la única protección que tuvieron contra los excesos de la ira popular provino de la Iglesia. Los Papas San Gregorio el Grande, Alejandro II, Inocencio III, Gregorio IX, Juan XXII y Clemente VI los protegieron en diversas oportunidades.
Mientras en Occidente marchaban así las cosas no iban mejor en Oriente, el Califa Cáder Billah, alarmado por el poder y la audacia de los Príncipes de la Cautividad, se declaró contra los judíos y condenó a muerte al Exilarca Ezequías en 1005.
Decapitado y perseguido el Judaísmo parecía herido de muerte
¿Abandonó por ello su ideal, dejó su plan y careció de gobierno?
SUPERVIVENCIA DEL PLAN JUDÍO
Los judíos pese a las persecuciones medievales no abandonaron el ideal talmúdico de dominación universal lo prueban, aparte de los hechos, numerosos testimonios, también de fuente israelí.
Isaac Abravanel, estadista y filósofo judío del XII anuncia en sus comentarios sobre Jeremías, (Cap. XXX): "cuando llegará el Mesías, el hijo de David, matará a todos los enemigos. Todos los pueblos vendrán entonces al monte del Señor y quedarán sometidos a los israelitas".
Juan Reuchlin, humanista del XIV, profundo conocedor de las disciplinas talmúdicas en las que fue iniciado por el judío Obadías Sforno, escribía: "los judíos esperan con impaciencia el ruido de las armas, las guerras y las ruinas de los reinos. Su esperanza consiste en un triunfo semejante al de Moisés sobre los cananeos, que será el preludio de un glorioso retorno a Jerusalén, restaurada en su antiguo esplendor".
"Estas y otras ideas similares son el alma de los comentarios rabínicos sobre los profetas. Y así, en todos los tiempos, los israelitas están preparados para este acontecimiento, término supremo de las aspiraciones de la raza judía" (Delassus en "La Conjuration Antichretienne", T II, pags. 690-691).
Todo esto no pertenece al pasado, en nuestros días, por el contrario, los judíos parecen presentir cercano el triunfo y hablan de él sin eufemismos, aunque luego protestan cuando los cristianos se lo echan en cara.
"La unidad del género humano se efectuará por la unidad religiosa -dice un judío contemporáneo, Isidoro Loeb-. Las naciones se reunirán para llevar sus ofrendas al pueblo de Dios. Toda la fortuna de las naciones pasará al pueblo judío, el fruto de los graneros de Egipto, los ahorros de Etiopía, le pertenecerán; marcharán ellos en cadena detrás del pueblo judío, como si fuesen cautivos, y se posternarán delante de él"
Y este ideal continúa siendo activo, y no meramente contemplativo. Continua requiriendo, como hace 1.500 años de un plan de acción y una autoridad que lo ejecute.
Como dice "L'Universe Israelite": "en casi todos los grandes cambios de las ideas se descubre una acción judía, sea ruidosa y visible, sea sorda u oculta. De ese modo, la historia judía se extiende a lo largo de la historia universal y la penetra por mil tramas".
Otro periódico israelita dice: "como único pueblo cosmopolita en el mundo los judíos están obligados a actuar, y actúan como un disolvente de toda distinción de nacionalidad o de raza. El ideal supremo del Judaísmo no es que los judíos se reúnan un día con un fin separatista, sino que el mundo entero quede impregnado de la enseñanza judía, y que una Fraternidad Universal de las Naciones, un judaísmo agrandado, absorba todas las razas y todas las religiones" (The Jewis World, 9 febrero de 1883).
En el mismo sentido sentido se expresa el rabino Loeb, en una reunión de judíos ortodoxos (24 enero 1912): "Vivimos en un estado cristiano, lo que es incompatible con los intereses del Judaísmo; el estado cristiano, por tanto, tiene que ser suprimido " (Die Juden in Urteil der Zeiten).
El Estado cristiano "tiene" que ser suprimido.
Los judíos están obligados a actuar y actúan.
Su acción se extiende a lo largo de la historia universal.
Ellos mismos lo dicen, y todos supone un plan y una autoridad ¿Pero no se extinguió dicha autoridad -y con ella el plan- en el XI con la muerte del Exilarca Ezequías?
Los hechos demuestran que no.
Copin Albancelli razona así: "concluir que no existe un gobierno nacional judío porque no se le ve, es un absurdo. El gobierno nacional judío puede ser un gobierno oculto, como el de la Masonería. Los que detentan el gobierno masónico lo ocultan porque les interesa; los que detentan el gobierno judío pueden hacer lo mismo".
Por la lógica de los hechos hay que concluir que existe tal gobierno nacional judío pues han conservado su culto, su ideal religioso y nacional, así como la comunidad de intereses entre sus hijos pese a dieciocho siglos de dispersión.
Hay comunidad de ideal patriótico y comunidad de intereses entre los hombres sólo donde hay una organización, es decir, un gobierno. La comunidad de ideal y la comunidad de intereses existen entre los judíos, ergo existe una organización nacional, es decir, un gobierno judío.
Como las condiciones de existencia del pueblo judío han sido absolutamente especiales tras la dispersión, el gobierno de ese pueblo tuvo que ser, también, especial. Y ¿Cuál podría ser ese gobierno? basándonos en la lógica de las condiciones de su existencia no podría ser otro que un gobierno secreto.
Pese a la lógica del razonamiento no es la única prueba de la existencia de tal gobierno secreto judío. Hay pruebas históricas y documentales.
Si bien el Exilarcado de Babilonia fue un régimen de transición entre el gobierno público de Judea y el secreto de tiempos posteriores, así cuando el Califa y concluyó el Exilaracado lejos de significar su fin definitivo, aunque cada vez más oculto, aún es posible seguir su rastro en el curso de la historia.
Tras la decisión del Califa el gobierno judíos se trasladó a la España mahometana donde tenían una posición privilegiada, hasta uno de ellos Abu Yusuf Chasdai ibn Schaprut era ministro de relaciones exteriores en la corte de Abderramán III (en el siglo X).
Así de Babilonia se trasladaron a España siendo protegidos en Granada por Joseph ben Samuel ha-Nagrid (Enciclopedia Espasa, art. Exilarca, T. XXII, pag. 1518).
Poco sabemos de la breve vida del Exilarcado en España, el gobierno judío se iba ocultando cada vez más. Participó en disensiones internas de los musulmanes y a raíz de ello, el Exilarca Joseph ibn Nagrela fue muerto junto con 1.600 familias israelitas en Granada en 1066. Desde entonces el misterio que rodea al gobierno judío se agranda.
A finales del siglo, comienza la reacción cristiana en Europa, es de suponer que continuaron buscando refugio en la Media Luna.
Cuando en 1453 cae Constantinopla en poder turco se constituyó a la vez en centro judaico.
El historiador judío Abraham León Sachar en su "Historia de los Judíos" dice: "Durante el las persecuciones del XV miles de judíos huyen hacia el Este y fueron bien recibidos en las provincias turcas ... Pronto Constantinopla se jactó de la colonia más grande de Europa, ascendiendo a más de 30.000 almas".
En dos documentos de finales del XV se descubre al gobierno judío instalado en Constantinopla así como su nuevo plan para la conquista del mundo. Veamos:
Son dos cartas publicadas varias veces. En 1583 por Julián de Medrano en su obra "La Silvacuriosa" y en 1640 por el presbítero Bouis, en "La Real Corona de los Reyes de Arlés".
Resurgen en 1880 en "L'armana provencau" y por la "Revue des étudies juives" (publicación patrocinada por James Rothschild).
Primera carta: escrita por el Rabino de la ciudad de Arlés, con motivo de la expulsión de los judíos ordenada por Carlos VIII. Está dirigida a los judíos de Constantinopla y dice:
"Honorables judíos, salud y gracia. Vosotros debéis saber que el Rey de Francia, que es de nuevo dueño del país de Provenza, nos ha obligado por bando a ser cristianos o a salir de su territorio. Y los de Arlés, de Aix y de Marsella, quieren tomar nuestros bieens, amenazan nuestras vidas, arruinan nuestras sinagogas y nos causan muchos perjuicios; lo que nos produce incertidumbre acerca de lo que debemos hacer por la Ley de Moisés. He aquí por qué os rogamos queráis sabiamente ordenarnos lo que debemos hacer. Chamor, Rabino de los Judíos de Arlés, 13 de Sabath, 1489".
La respuesta de los judíos de Constantinopla a los de Arlés y Provenza, fue la siguiente:
"Amados hermanos en Moisés, hemos recibido vuestra carta, en la que nos hacéis conocer las ansiedades y los infortunios que sufrís. Hemos sido invadidos de una pena tan grande como la vuestra.
El consejo de los grandes sátrapas y rabinos es el siguiente:
A lo que decís, que el Rey de Francia os obliga a haceros cristianos, hacedlo, puesto que no podéis hacer otra cosa; pero que la ley de Moisés se conserve en vuestro corazón.
A lo que decís, que se trata de despojaros de vuestros bienes: haced de vuestros hijos comerciantes, a fin de que, poco a poco, despojen a los cristianos de los suyos.
A lo que decís, que se atenta contra vuestras vidas, haced a vuestros hijos médicos y boticarios, con el fin de que quiten sus vidas a los cristianos.
A lo que decís, que destruyen vuestras sinagogas, haced a vuestros hijos canónigos y clérigos, con el fin de que destruyan sus iglesias.
A lo que decís, de que se os hacen muchas otras vejaciones: haced de suerte que vuestros hijos sean abogados y notarios, y que siempre se mezclen en los asuntos de los Estados, con el fin de que, poniendo a los cristianos bajo nuestro yugo, vosotros dominéis el mundo y os podáis vengar de ellos.
No os desviéis de esta orden que os damos, porque veréis por experiencia que, de humillados que sois, llegaréis al hecho del poder.
V.S.S.V.F.F., Príncipe de los Judíos de Constantinopla".
Es otra prueba de la existencia en el XV de un gobierno judío en Constantinopla, y en plena persecución, no preocupa tanto a ese gobierno el problema inmediato que ella plantea, sino que continúa alentando el ideal de dominación universal y traza un plan, admirable en su hipocresía para llegar hasta él.
Desde entonces los rastros del gobierno judío desaparecen por completo. En quince siglos habían aprendido, definitivamente, el arte de la ocultación. Pero es muy posible que haya pasado por Amberes, Hamburgo, Cracovia, radicándose finalmente en EEUU (según Poncins en "Las Fuerzas Secretas de la Revolución")
En junio de 1922 el judío Walther Rathenau, ministro de hacienda alemán bajo el gobierno de Ebert, declaró: "sólo 300 judíos gobiernan los destinos de Europa" y añadió que "esos 300 judíos, de origen alemán, tienen el poder de terminar con cualquier forma de estado que les parezca excesiva". A los pocos días murió asesinado, supuestamente por nacionalistas alemanes.
Si bien el gobierno judío ha conseguido permanecer oculto desde el XV no ocurre lo mismo con su plan.
Esta vez fue el puro azar de un rayo que en 1876 mata a un sacerdote apóstata y sobre su cadáver se descubren documentos que conducen al gobierno bávaro (mediante dos oportunos allanamientos) al Plan de dominio mundial del Iluminismo. Hoy se exhiben esos documentos en los archivos de Munich.
El fundador e inspirador de la secta es el judío Weishaupt.
En 1845, la documentación secreta de la Alta Venta cae en manos de la policía romana, que la deposita en los archivos del Vaticano. Se trata de otro plan de dominio mundial. Gran parte de los miembros de la Alta Venta son judíos.
En 1881, Sir John Readlif da a conocer el discurso de un gran rabino pronunciado a mediados del XIX, ante la tumba de Simeón Ben Jhuda. Lo publica "Le Contemporain" de París en su edición del 1º de julio, otro plan de dominio mundial.
En diciembre de 1901, el profesor Sergio Nilus publica las "Actas secretas del Congreso Sionista Universal" reunido en Basilea en 1897, los documentos son mundialmente conocidos como los Protocolos de los Sabios de Sion. Es un plan completo coincidente en sus líneas con los anteriores, los judíos hacen desaparecer, al principio, todas las ediciones siendo una rareza bibliográfica en poco tiempo.
Luego una Circular del Comité Sionista de 1901 -dice Roger Lambelin- atestigua que el Doctor Herlz se quejó amargamente en esta época de los descuidos que habían permitido a los no iniciados arrancar algunos secretos de los Congresos.
Naturalmente los judíos, pese a haber proclamado durante 20 siglos, incluyendo el Talmud, su aspiración al dominio mundial, niegan la autenticidad de todos estos planes que atribuyen a "canallescas falsificaciones antisemitas". En 1933 iniciaron, a propósito de los Protocolos, un monumental proceso,difundido a los cuatro vientos, con el propósito de probar su falsedad.
En definitiva no logró probarse tal y los editores, acusados por "literatura inmoral" y condenados en primera instancia, fueron absueltos por la Corte de Apelaciones de Berna.
La argumentación contra la autenticidad de los Protocolos ha sido sintetizada por el P. Pierre Charles en un artículo publicado en la "Nouvelle Revue Theologique" (Bélgica 1935) que ha sido traducido y profusamente editado. En Buenos Aires, en 1945, junto a una conferencia pro-semita del mismo autor, bajo el título: "El Evangelio del Amor"
El P. Charles atribuye la falsedad de los Protocolos a dos argumentos, que son una estupidez y un plagio.
Si bien hay dudas sobre la autenticidad de los Protocolos, su falsedad está lejos de haber sido demostrada, por eso se incluyen con los anteriores planes de dominación mundial judaica.
Si bien el plan judío de los Protocolos fuera falso se llevan produciendo extrañas casualidades que hacen que dicho plan judío se cumpla rigurosamente. ¿Qué interesa discutir, la autenticidad de esos documentos o si el plan judíos no es sólo una hipótesis impresa en papel sino en los hechos históricos?
SERIE EL ANTICRISTO
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