Monseñor Carlo Maria Viganò defiende
la creación de una Alianza Antiglobalista para
detener la esclavitud global de la humanidad
19-11-2021
Carlo Maria Viganò.- Desde hace dos años hemos sido testigos de un golpe de estado mundial, en el que una élite financiera e ideológica ha logrado hacerse con el control de parte de los gobiernos nacionales, instituciones públicas y privadas, medios de comunicación, el poder judicial, los políticos y líderes religiosos. Todos ellos, sin distinción, se han convertido en esclavos de estos nuevos amos que aseguran poder, dinero y afirmación social a sus cómplices. Los derechos fundamentales, que hasta ayer se presentaban como inviolables, han sido pisoteados en nombre de una emergencia: hoy una emergencia sanitaria, mañana una emergencia ecológica y después una emergencia de internet.
Este golpe mundial priva a los ciudadanos de cualquier posibilidad de defensa, ya que los poderes legislativos, ejecutivos y judiciales son cómplices de la violación de la ley, la justicia, y el propósito para el que existen. Es un golpe de estado mundial porque este ataque criminal contra los ciudadanos se extiende a todo el mundo, con muy raras excepciones. Es una guerra mundial, donde los enemigos somos todos, incluso aquellos que sin saberlo aún no han entendido el significado de lo que está sucediendo. Es una guerra que no se libra con armas sino con reglas ilegítimas, políticas económicas perversas y limitaciones intolerables a los derechos naturales.
Organizaciones supranacionales, financiadas en gran medida por los conspiradores de este golpe de estado, están interfiriendo en el gobierno de cada nación y en la vida, las relaciones y la salud de miles de personas. Lo hacen por dinero, ciertamente, pero más aún para centralizar el poder y establecer una dictadura planetaria.
Es el Gran Reinicio del Foro Económico Mundial, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Es el plan del Nuevo Orden Mundial, en el que una República Universal esclaviza a todos y una Religión de la Humanidad anula la Fe en Cristo.
A la vista de este golpe mundial, es necesario formar una Alianza Anti-globalista internacional, que reúna a todos los que quieren oponerse a esta dictadura, que no tengan intención de convertirse en esclavos de un poder sin rostro, que no estén dispuestos a cancelar su propia identidad, su propia individualidad, su propia fe religiosa.
Si el ataque es global, la defensa también debe ser global.
Hago un llamamiento a gobernantes, líderes políticos y religiosos, intelectuales y a todas las personas de buena voluntad, invitándolos a unirse en una Alianza que lance un manifiesto antiglobalista, refutando punto por punto los errores y desviaciones de la distopía del Nuevo Orden Mundial. Ordenar y proponer alternativas concretas para un programa político inspirado en el bien común, los principios morales del cristianismo, los valores tradicionales, la protección de la vida y la familia natural, la protección de la empresa y el trabajo, la promoción de la educación y la investigación, y el respeto de creación.
Esta Alianza Antiglobalista deberá reunir a las naciones que pretendan escapar del yugo infernal de la tiranía y afirmar su propia soberanía, formando acuerdos de mutua colaboración con naciones y pueblos que comparten sus principios y el anhelo común de libertad, justicia y bondad.
Esta Alianza Antglobalista tendrá que denunciar los crímenes de las élites, identificar a los responsables, denunciarlos ante los tribunales internacionales y limitar su excesivo poder e influencia dañina.
Esta Alianza Antiglobalista tendrá que prevenir la acción de los lobbies, sobre todo luchando contra la corrupción de los funcionarios estatales y de quienes trabajan en la industria de la información, y congelando el capital utilizado para desestabilizar el orden social.
En las naciones donde los gobiernos estén al servicio de la élite globalista, podrán establecer movimientos de resistencia popular y comités de liberación nacional, que incluyan a representantes de todos los sectores de la sociedad que propongan una reforma radical de la política, inspirada en el bien común y firmemente opuesta a la política. Proyecto neomaltusiano de la agenda globalista.
Invito a todos aquellos que quieran defender la sociedad cristiana tradicional a reunirse en un foro internacional, que se realizará lo antes posible, en el que representantes de diversas naciones se junten para presentar una propuesta seria, concreta y clara.
Mi llamada está dirigida a líderes políticos y gobernantes que se preocupan por el bien de sus ciudadanos, dejando de lado los viejos sistemas de partidos políticos y la lógica impuesta por un sistema esclavizado al poder y al dinero.
Convoco a las naciones cristianas a unirse, de este a oeste, invitando a los jefes de estado y a las fuerzas sanas de las instituciones, la economía, el trabajo, las universidades, la atención de la salud y la información a unirse a un proyecto común, quebrando los viejos sistemas y dejando de lado las hostilidades que son deseados por los enemigos de la humanidad en nombre de divide et impera.
No aceptamos las reglas de nuestro adversario, porque están hechas precisamente para evitar que reaccionemos y organicemos una oposición eficaz e incisiva.
Hago un llamamiento a las naciones y sus ciudadanos para que se alíen bajo la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, el único Rey y Salvador, el Príncipe de Paz. In hoc signo vinces .
Formemos esta Alianza Antiglobalista, démosle un programa sencillo y claro, y liberemos a la humanidad de un régimen totalitario que aglutina en sí los horrores de las peores dictaduras de todos los tiempos.
Si seguimos retrasándonos, si no entendemos la amenaza que se cierne sobre todos nosotros, si no reaccionamos organizándonos en una resistencia firme y valiente, este régimen infernal que se está asentando en todas partes no podrá ser detenido.
Y que Dios Todopoderoso nos ayude y nos proteja.
*Carlo Maria Viganò es un arzobispo católico italiano retirado. Desempeñó diversos cargos dentro de la curia vaticana, en sus últimos años ejerció como nuncio apostólico en Estados Unidos, desde 2011 a 2016. Está considerado como uno de los principales críticos del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, el actual Papa Francisco.