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martes, 17 de mayo de 2022

***NOM-El humo de Satanás: la conspiración de las matriuskas. Por Laureano Benítez

El humo de Satanás: la conspiración de las matriuskas
Por Laureano Benítez Grande-Caballero
16 MAYO 2022

Después de toda una vida dedicada a la historia, podría resumir mi experiencia parafraseando los conocidos versos de León Felipe: Digo tan sólo lo que he visto, y he visto que la historia la falsean con cuentos, la ocultan con cuentos, la manipulan con cuentos… Y me sé todos los cuentos.

Sí, porque he visto que en cada historia «oficial» que nos cuentan hay varias más que no salen a la luz, hay otras historias agazapadas en el mundo de lo subliminal, relatos inconfesables que se envuelven unos en otros como si se tratase de muñecas «matriuskas».

Y he aprendido que cada hecho histórico tiene tres niveles de lectura, de los cuales solamente sale a la luz el primero, el más superficial -«la cajita de música» donde una bailarina da vueltas entre angelicales acordes-, aquel que es más burdamente manipulado para que su contenido y su sentido refuercen la ideología dominante, el pensamiento históricamente correcto a través del cual los poderes fácticos adoctrinan a sus rebaños.

La segunda matriuska, el segundo nivel ?enterrado y velado por el secretismo conspirador que escamotea una verdad que sería peligrosa en caso de ser conocida?, se refiere a las fuerzas ocultas que mueven los hilos de los hechos históricos entre bambalinas, a través de una ingeniería social diseñada y ejecutada siniestramente por personajes y grupos que operan en la clandestinidad y el misterio, ejecutando acciones que no pueden ser conocidas por el vulgo porque su conjunto forma una siniestra conspiración con la que reducidos círculos de poderosos personajes pretenden guiar el destino de los pueblos hacia horizontes de control, manipulación y explotación.

Revolución rusa de 1917.

Si tomamos como ejemplo la revolución rusa de 1917, el nivel superficial nos relata el cuento de que se trató de un movimiento subversivo mediante el cual los proletarios tomaron el poder para instaurar un régimen de justicia y libertad que acabó con los privilegios de la burguesía y la aristocracia explotadora. Pero, junto a esta versión oficial, un puro cuento, si descendemos al segundo nivel, es un hecho cada vez más conocido que la implantación del comunismo en Rusia fue una operación de ingeniería social diseñada y financiada por los banqueros judíos de Wall Street, con los Rothschild a la cabeza, los mismos que financiaron el «Manifiesto Comunista» del judío masón Karl Marx ?y que apoderaron a Adam Weishaupt, el fundador de la secta «Illuminati»?. Y también se empieza a conocer la estrechísima relación de este Manifiesto y de la ideología comunista con los «Protocolos de los sabios de Sión», donde se contienen nada más y nada menos que los principios programáticos del Nuevo Orden Mundial.

Y faltaría todavía descender un escalón más, hasta llegar al tercer nivel, a la tercera matriuska, donde se encierran los arcanos, donde se halla la cúspide y la atalaya desde donde se dirige realmente el mundo, donde se encuentra la cámara acorazada que custodia las claves de las conspiraciones, los códigos secretos a través de los cuales se inventan los cuentos.

Porque, ¿realmente podemos creer que la cadena de matriuskas termina cuando detectamos que detrás de los hechos históricos que han marcado el devenir de la humanidad hay una mafia siniestra de plutócratas que nos dirige a su antojo desde las sombras? ¿Qué sucedería si nos interrogáramos por la posibilidad de que estos cenáculos de conspiradores globalistas fuesen a su vez manejados y marioneteados por un poder superior? ¿Y si esta cúpula de insidiosos intrigantes que conforman las élites mundialistas albergase en su interior una tercera matriuska, dimensión donde estaría el verdadero mando universal, de un poder tan absoluto que incluso esclaviza a los príncipes de este mundo?


La realidad del NOM es ya incontestable para capas cada vez más amplias de la población, pero, en realidad, el gobierno mundial no es sino una cortina de humo más, un simple decorado, una bóveda encamonada en el vacío, un verdadero trampantojo, una matriuska más con la que los gerifaltes quieren desviar la atención del verdadero horror que esconde un perverso plan diseñado desde la más remota antigüedad para hacerse con el control del mundo. Si esto es así, ¿quién o quienes elaboraron esta sibilina conspiración?

Para responder a este interrogante, basta con tener en cuenta un principio infalible que detecta sin posibilidad de error la verdadera autoría de un hecho: ¿A quién beneficia? En «Medea» -acto primero, escena primera, versos 500-501-, Séneca utilizó la famosa frase que indica que «cui prodest scelus, is fecit» ?«Aquél a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido?.

Ya que estamos hablando de matriuskas, volvamos a la revolución rusa, que desde sus comienzos desató una persecución religiosa sistemática cuyo resultado fue que, a lo largo de toda la historia de la URSS, fueron asesinados entre 12 y 20 millones de cristianos, destruyéndose una gran mayoría de las 55.173 iglesias, 29.193 capillas, 550 monasterios y 475 conventos con que contaba la Iglesia ortodoxa rusa.

En mayo de 1920, Lenin ordenó la ejecución masiva de todos los sacerdotes que fuesen contrarios al comunismo: fueron asesinados entre 14.000 y 20.000. Muchos religiosos fueron acusados, torturados, detenidos y asesinados: a culatazos, desmembrados a sablazos, arrojados a agua hirviendo o a calderos de alquitrán, devorados por perros y ratas, empalados, crucificados, castrados, desollados… ¿A quién benefició este horror? ¿Quién reía entre los bastidores de este impresionante holocausto?

William Golding

Pero no fueron solamente los cristianos los perseguidos, ya que aquel aquelarre de sangre también tuvo como víctimas a proletarios y granjeros «kulaks», a desertores y a cosacos, a huelguistas y a prisioneros de guerra, de modo que ninguna capa de la población rusa se salvó de aquella orgía carnicera. Se calcula que, durante el llamado «Terror rojo» -1918-1922-, más de 1 millón de rusos fueron asesinados por motivos políticos y religiosos.

Montañas de cadáveres, gigantescas pirámides de carne descompuesta cuyo hedor llegó hasta Marte, espeluznantes matanzas que atrajeron a innumerables enjambres de moscas, las verdaderas protagonistas de la revolución de octubre. Y las moscas tienen su amo, su dueño, su emperador: el Señor de las Moscas. Es decir, Belcebú, el señor de las matriuskas.

Beelzebub, nombre usado por los hebreos para burlarse de los adoradores de Baal, porque en sus templos la carne de los sacrificios se dejaba pudrir, lo cual atraía a enjambres de moscas. ¿Existe un modo mejor de describir las revoluciones rojas en el mundo han sido?: putrefacción de cadáveres entre miríadas de moscas y violentos tábanos.

En la novela del premio Nobel inglés William Golding titulada «El Señor de las Moscas» se representa a Beelzebub mediante la cabeza de un jabalí clavada en una pica en un claro de un bosque, cortejada por miles de moscas que revolotean a su alrededor mientras se va pudriendo. ¿Cuántas cabezas han decapitado las revoluciones rojas, para clavarlas después en picas y almenas, para que fueran pasto de las moscas?: más de 100 millones, un puro festín ?en el próximo artículo hablaré, por supuesto, de la orgía de moscas de la II República española?

Pretendemos buscar las causas de los hechos históricos en estructuras políticas, económicas, sociales, culturales… pero estas interpretaciones han pasado por alto que hay fuerzas invisibles operando a una escala más amplia que la individual, interviniendo de manera oculta y subliminal para provocar acontecimientos históricos que favorezcan sus intereses.


¿No podría ser verdad que el trasfondo de toda la historia no sea sino una titánica lucha entre el Bien y el Mal, una colosal batalla entre las fuerzas de la luz y los poderes de las tinieblas, un Armageddon apocalíptico entre Dios y Belcebú? «Sobre la escena del mundo ?escribe un autor espiritual?, la vida de las almas puede aparecer circundada de banalidad. En realidad, esta vida está dominada por un invisible y grandioso altercado entre Dios y el Demonio».

Pero, junto a las revoluciones sangrientas jacobinas y rojas, hay otra revolución, otra subversión que opera a un nivel oculto, con una matriuska invisible que opera desde dentro de nuestras sociedades con sus maléficos caballos de Troya, provocando un pandemónium generalizado cuyo objetivo es entronizar al Señor de las Moscas, destruyendo todos aquellos valores que mantienen el orden y la cohesión social, pues Beelzebub es el señor del caos, del desorden, de la anarquía, y su poder medra en el apocalipsis de las sociedades destrozadas por sus luciferinas hecatombes: aborto, legalización de las drogas, alcoholismo, banalización del sexo, descristianización, ideología de género, disolución de las identidades nacionales, destrucción sistemática de todos los valores que dan identidad a los individuos y a los pueblos, relativismo moral, libertinaje, prostitución del arte y la música, sensualización de los jóvenes, escatología decadente, contaminación de la cultura, envenenamiento de la publicidad, siniestras modas de tatuajes, vestimentas que muestran nauseabundas calaveras desde donde Beelzebub nos mira con su sonrisa sardónica…

En esta decadencia, en esta degeneración y perversión de la civilización occidental es en donde medran las moscas, donde Belcebú y su siniestra Corte de endriagos, íncubos y súcubos globalistas han instalado sus reales, succionando vampírica y demoníacamente el alma de la humanidad.

Pablo VI

¿Cómo se ha operado esta «revolución de la decadencia» y la degradación de la sociedad? Durante una alocución en la Basílica de San Pedro el 29 junio 1972, Pablo VI, en el 9º aniversario de su coronación, refiriéndose a la situación de crisis que vivía entonces la Iglesia, afirmaba: ««A través de una fisura el humo de Satanás entró en el templo de Dios. Una potencia hostil ha intervenido. Su nombre es el Diablo».

¿A través de que fisuras se ha infiltrado en la civilización occidental el humo de Belcebú? La grieta que ha cuarteado el antaño sólido edificio de las sociedades cristianas ha sido la ideología de las izquierdas, creación genuina del Señor de las Moscas, que, desde sus lejanos orígenes en el antropocentrismo renacentista, pasando por la ilustración enciclopedista, el jacobinismo francés, y el positivismo materialista, desembocó en el marxismo, primeramente político, y ahora cultural, que inauguró su andadura en los años 60 con la ideología del progresismo hippie, matriuska que encierra el pensamiento políticamente correcto que ahora nos abruma, la ideología progre izquierdista a través de la cual la humareda sulfurosa es ya plenamente asfixiante en la actualidad, pues el izquierdismo -cuyo principal signo de identidad es el ateísmo perseguidor del catolicismo- tiene como misión histórica destruir insurreccionalmente los valores de la civilización para instaurar el caos donde puedan medrar las moscas luciferinas.

El “Señor de las moscas”

El izquierdismo, joya de la cornamenta de Belcebú, que desde el comienzo de los tiempos urdió contra el cristianismo la enorme conspiración que se conoce bajo el nombre de «La sinagoga de Satanás», la cual aparece reflejada en el libro del Apocalipsis: magnífico nombre para calificar a las élites globalistas del NOM, matriuska que contiene en su interior a la matriuska negra de la Sinagoga de Belcebú.

Porque el verdadero objetivo del NOM es la entronización de un personaje muy singular: el Anticristo. Y, ¿a quién sirve?: pues al Señor de las Moscas… es decir: al Señor de las Izquierdas.