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domingo, 15 de mayo de 2022

***RUSIA Cristiana Anti NOM: Me dais vergüenza, occidentales cobardes. Por Boris Guenadevitch Karpov

Vergüenza
 13/5/2022 

En el curso de una pesquisa sobre la actitud de determinados jefes del ejército español, en activo y en retiro, que se han manifestado sobre la guerra de Ucrania, relacionando su curiosa, o no tanto, uniformidad de criterios con lo expuesto por el coronel Richard Black, en la reciente entrevista que le hace Mike Billington para la Executive Intelligence Review, me encuentro en RI (Réseau International) con este a mi juicio impresionante artículo, dirigido por su autor a los franceses, que no me resisto a traducir al español, porque si bien nada tenemos que celebrar el 8, ni el 9 de mayo, nuestra bien podría decirse actitud y situación de auténticos cipayos serviles en la OTAN, aparte claro está de por la vecindad con los destinatarios del mensaje, nos hace, en buena parte al menos, acreedores de lo que en él se dice.


El autor, tras señalar la presencia de varias armas punteras en el desfile del pasado día 9 en Moscú, donde no se han mostrado, dice, las de impulso magnético, consideradas secretas, y frente a lo que ciertos occidentales señalan como “armas obsoletas”, que serían según ellos las que se presentaban, hace mención a la presencia de robots de combate Vikhr, los misiles Iskander, el sistema antiaéreo S-400 y los Sármata, recientemente probados con precisión y alcance de 6.000 kmts.

Guenadevitch se refiere también a la presencia del presidente Putin en el desfile por el centro de Moscú del “Regimiento Inmortal”, junto a decenas de miles de personas de todas las edades portando las fotografías de sus antepasados, a los que recuerdan y homenajean como los protagonistas que fueron del gigantesco sacrificio que para ellos significó lo que en Rusia llaman, con propiedad, la Gran Guerra Patria. Todo ello en un ambiente contenidamente festivo y con un mar de banderas de fondo que merece la pena detenerse un momento a observar.

Porque, en efecto, allí la de Rusia, la de San Jorge, con su cinta que adorna fotos y aparece prendida sobre el pecho de infinidad de participantes, y, en un desfile que discurre animado por música y marchas militares de aquel tiempo de lucha y de Victoria, flamea también la bandera roja con la hoz y el martillo que era, ni más ni menos, la oficial de entonces.


Algo incomprensible para muchos españoles, y más cuando determinados miserables instigadores de la guerra, como hace cada día ese tan asqueroso como lenguaraz “mermao” turolense, aduciendo que nada ha cambiado y que la Unión Soviética de entonces es, sin solución de continuidad, la Rusia de hoy; salvo la época de Yeltsin, asegura ese enano, justamente, cuando millones de rusos murieron por la violencia y el abandono en que los sumió el liberalismo anglófilo, basura ideológica que semejante sinvergüenza degenerado no se cansa de predicar. Bien es cierto, que los motivos en España de la mentada incomprensión vayan más allá, ya que, al fin y al cabo, y por muy importante que se crea, el tal enano no es más que otro de los medieros que ladran a la guerra sujetos a la correa y el collar de quien les echa de comer.

No, entre nosotros el principal escollo para entender el asunto de la bandera reside, en que mientras en España es el propio gobierno quien, en un acto inaudito de barbarie, profana impunemente, y lo que es peor, ante la indiferencia general, la tumba del anterior Jefe del Estado, y donde tantos reniegan de su historia, mancillándola y falsificándola incluso desde las instituciones del estado, o en resoluciones pseudojurídicas de los tribunales, ¡que tachan de “inconstitucional” hasta la propia bandera que figura en el original de la actual constitución!, los rusos, por el contrario, no reniegan de su historia y de sus símbolos, sino que, empezando por su primer mandatario, asumen la suya por entero, en todas y cada una de sus partes, de sus tragedias y sus glorias, con sus luces y sus sombras.

Catedral de San Salvador 
«Sobre la Sangre derramada»

Esa es la explicación de que no oculten el pasado, de que volvieran al cristianismo y sean, si no el que más, si con toda seguridad el país en su parte europea con más impronta cristiana hoy por hoy, donde el matrimonio lo es exclusivamente entre un hombre y una mujer, donde el aborto ha sido enormemente restringido y donde adoptar niños huérfanos está prohibido a los extranjeros, después de los abusos conocidos en la época de Yeltsin, que son los mismos o parecidos, por cierto, a los que ocurren o han ocurrido hasta ahora en Ucrania. No en balde los rusos han restaurado y reconstruido la mayoría de sus catedrales, con el estímulo y ayuda del Kremlin, así como levantado igualmente la suntuosa catedral “Sobre la Sangre”, decorada primorosa y magníficamente (no a la Barceló como la mamarrachada de Mallorca), en el preciso lugar que ocupó la derruida casa Ipatiev en Yekaterinburgo.

Y todo eso, tras haber destruido innumerables recintos sagrados , asesinado sacerdotes por miles y proclamado el ateísmo oficial sus gobernantes anteriores, los mismos que en aquel lugar, donde ahora se alza un lugar sagrado y donde Europa se encuentra con Asia, cometieron el bárbaro crimen con la familia del Zar, con los padres y los hijos poco más que niños, la jovencita Anastasia y sus hermanos, con la sirvienta y el médico que los atendía, hasta al perro se dice que mataron, los bolcheviques extranjeros que, por expreso encargo de Lenin, perpetraron aquel horrendo crimen, para lo que primero hubieron de emborracharse, y con el que inauguraron la matanza que luego sucedería; hasta el punto, de que rara es la familia en Rusia que no tiene que lamentar a uno de sus miembros caído bajo aquel molino infame de carne humana que fue el régimen comunista.


Un régimen, no se nos olvide, por mucho que gentuza como el mentado enano trate de ocultarlo en sus libracos sobre la materia, fundado por una cuadrilla, como nos recordaba Aleksander Solzhenitsyn, un partido, el bolchevique, dirigido por extranjeros en su inmensa mayoría y controlado en realidad por señoritos, todos de la raza de los “innombrables”, aunque no solos, porque junto a ellos figuraba un reducido grupo de gentiles, entre los que por méritos propios destacaba un antiguo seminarista llamado Stalin, atracador de oficio para más señas. Que ese camino, y no precisamente de rosas, han recorrido los rusos en poco más de un siglo. A la vista de lo cual, ¿tiene algo de raro que luzcan esa bandera, si no fue otra bajo la que vivieron y, sobre todo, consiguieron la proeza, a costa de un sacrificio que no tiene igual, salvo quizá China que se le aproxima, en nación alguna del mundo, de derrotar al más poderoso ejército nunca antes reunido en la historia como fue el del Reich alemán? A mi modo de ver nada de raro, y si a ciertos españoles les parece lo contrario es porque son tan estúpidos o están tan lobotomizados que hasta sobre su propia madre, que a su imagen es la Patria, escupen.
El artículo.

Me dais vergüenza, occidentales cobardes. Por Boris Guenadevitch Karpov

“No me extenderé dando cuenta de las celebraciones del 9 de mayo en Rusia, aparte de un breve resumen del discurso que pronunció el presidente Putin, en presencia de algunos de los jefes militares rusos.

Putin en el desfile de la Victoria 2022

En resumen dijo Vladimir Putin:

-Durante mucho tiempo Rusia ha exhortado a occidente al diálogo. En vano, los países de la OTAN no han querido escucharnos.

-Rusia ha respondido preventivamente a la agresión, en una decisión forzada, oportuna y la única correcta.

-Los veteranos americanos que deseaban venir al desfile de la Victoria, han sido impedidos de hacerlo por los Estados Unidos.

-Nosotros les rendimos homenaje a todos los soldados aliados: los americanos, los británicos, los franceses, los resistentes, los bravos soldados y partisanos de China, a todos aquellos que derrotaron al nazismo y al militarismo.

-Los soldados rusos, en el curso de una operación militar especial, se baten por los habitantes del Donbass y por la seguridad de su Patria.

-“Combatís por la Patria, por su porvenir y porque nadie olvide las lecciones de la Segunda Guerra Mundial. Para que no haya lugar en este mundo para los verdugos, para los escuadrones de la muerte y los nazis”.

-El estado hará todo para ayudar a las familias de las víctimas, en particular los niños. El oportuno decreto ha sido firmado.
Los que esperaban un discurso amenazante y ofensivo se han quedado con cara de bobos; los planes militares, claro está, no se pregonan en la plaza. Ciertos “expertos” hablaban de “movilización general…frente a la derrota de los rusos”. La mejor respuesta a estupideces por el estilo ya la dio el secretario general de la OTAN: “La ofensiva general del ejército ruso en el Donbass apenas ha comenzado. Las fuerzas armadas de la Federación Rusa utilizan una cantidad limitada de sus fuerzas disponibles”, había declarado Stoltenberg.

Sin embargo, el objetivo de mi artículo es, sobre todo, el de levantar acusación contra vosotros los occidentales. Y apreciar que, diciendo “vosotros”, me dirijo a la mayoría de esos occidentales entre los que probablemente no os encontréis los que esto estáis leyendo. 

Miembros y banderas del Batallón Azov de milicias ucranianas

Si, en efecto, os acuso. Y me avergüenzo por vosotros occidentales, que al mismo tiempo que celebráis (el 8 de mayo) la victoria contra los nazis, sostenéis moral y materialmente a un régimen que no es otra cosa más que una regurgitación del sistema nazi. ¡Cosa que, por lo demás, no se molestan en disimular!

De sobra sé que, en Francia, los bien pensantes, esos pobres diablos de la corrección política, tratan de “nazis” a quienes se les oponen. Así, los patriotas son “nazis”; Le Pen es una “nazi”; y hasta Cirano, sin duda, es también para ellos un “nazi”. Es precisamente por eso, que tan profundamente me repugna utilizar ese término cada vez que me refiero a las razones de Rusia para haber entrado en Ucrania.

Pero lo cierto es que son nazis quienes tienen el poder en Ucrania, y los regimientos de Pravy Sektor y de Azov (los dos principales porque hay otros) no tienen empacho en reconocerse como tales, y son sus miembros los que arrogantes hacen gala de sus convicciones y así lo reflejan, tanto en sus armeros, como con explícitos tatuajes en el cuerpo.

Por otra parte, Zelensky, el presidente ucraniano declara: “Respeto a Azov porque defienden a Ucrania”. Exactamente a como Hitler respetaba a las SS, porque defendían Alemania. En cierto sentido, si eso no concerniera más que a los ucranianos, podríamos decir que era su problema: Rusia no aspira a ser el “gendarme del mundo” como los Estados Unidos que, ellos sí, carecen del menor escrúpulo para destruir a cualquier país que se les resista. Pero he aquí que una gran parte de los habitantes de Ucrania son rusos, y Rusia defiende a los rusos allá donde se encuentren. No detallaré los pormenores que han llevado a esta intervención, cosa que ya se ha hecho hasta la saciedad.


El caso es que, a día de hoy, y en nombre de la sumisión al “gendarme del mundo” que sueña desde 1945 con apoderarse de Rusia, tenemos a casi toda Europa en su conjunto, no sólo criticando a Rusia, sino atacándola tanto financiera como militarmente. Se puede decir, por lo tanto, que las armas entregadas a Ucrania lo son para atacar a Rusia.

De manera que ahí tenemos al “país de los Derechos del Hombre” armando a los nazis. Lisa y llanamente. ¿Es acaso tal sostén de orden cultural? ¡Bien se ve, como recordamos ahora, que Francia prefirió rendirse y colaborar activamente con el régimen nazi antes que combatirlo! El sitio de Leningrado tuvo lugar en Rusia. París, por su parte, se declaró “ciudad abierta”. Es una mentalidad bien diferente…

Francia, que una vez fue faro cultural y moral de gran parte del mundo, es hoy día una completa bacanal que se hunde en la locura ante la complaciente mirada de los franceses. Europa en su conjunto no le va a la zaga, salvo aisladas excepciones.

Y cuando veo a los polacos, como han hecho hoy, atacar al cónsul de Rusia mientras depositaba un ramo de flores en el monumento a la memoria de los caídos contra los nazis, lo que siento es vergüenza por ellos. ¡Me avergüenzo de vosotros europeos! Pero ¿en qué os habéis convertido? ¿Para qué murieron vuestros padres y abuelos? ¿Lo siguiente será que profanéis sus tumbas porque se batieron contra los mismos que ahora vosotros idolatráis? ¡Nada me sorprendería!

Seguramente lo ignoráis, pero vuestras acciones son la mejor forma de consolidar la unidad entre los rusos y motivo a la vez de haceros odiosos al pueblo ruso. La creciente incomprensión por lo que a vuestro modo de vida concierne, se está transformando ahora en auténtico odio por aquellos que, como vosotros, participan activamente en matar a nuestros soldados. ¿Tan incapaces sois de comprender lo fatalmente que terminará esto?

Ni por un instante imaginéis que vamos a abandonar nuestra lucha. De todos modos, no podemos permitírnoslo ¡pues se trata de nuestra supervivencia! Continuando con el envío de armas a Ucrania, no solamente os hacéis partícipes de la destrucción de ese país, porque nuestras fuerzas destruirán todas las vías de comunicación, sino que fatalmente acercáis el día en que digamos: “bien, hasta aquí hemos llegado, basta de muertos, esto se va a acabar y ahora”.

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Prisioneros rusos torturados por sus captores ucranianos

Y lo pararemos, ya lo creo que lo pararemos…De una forma que sois incapaces ni siquiera de imaginar…Nadie en el mundo habrá conocido con anticipación lo que sucederá entonces, y no habrá ninguna posible vuelta atrás.

¿Sois incapaces de comprender esto? ¡Pues es muy simple! Aunque vosotros los europeos y americanos, mientras que vuestros dirigentes os llevan derechos al abismo, continuáis como si nada manifestándoos “contra Rusia” y “a favor de los nazis de Ucrania”.

¡Me dais vergüenza! ¡Vergüenza porque apoyáis a los mismos que asesinaron a vuestros ancestros! Vergüenza porque no veis lo que está por llegar. Vergüenza porque creéis que con vuestras “sanciones”, vuestros robos y vuestras armas, nos vais a poner de rodillas a suplicar.

Vergüenza porque no comprendéis que nos batimos por la supervivencia de nuestro Pueblo y nuestra civilización, y finalmente venceremos. No porque seamos los más fuertes, sino porque nos asiste la razón.”

(Para Réseau International)