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sábado, 7 de mayo de 2022

***NOM: La mentira es la fuerza que domina el mundo

La mentira es la fuerza que domina el mundo
J. R. Aguirre
4-5-22

El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato demócrata Joe Biden se enfrentan en el primer debate presidencial de 2020 en Cleveland, Ohio.

Donald Trump consiguió la presidencia de Estados Unidos de manera sorprendente. El gobierno oscuro USA había determinado que después de un afroamericano, la presidencia sería para una mujer. La primera mujer presidenta de Estados Unidos. Hillary Clinton era la designada para dirigir al mundo por la senda del progresismo globalista que en última instancia debería acabar en una dictadura mundial de corte probablemente marxista. “No tendrás nada y serás feliz”.

Sin embargo Trump irrumpió como un huracán y los medios no pudieron frenarlo. De alguna forma, Trump sorteó las barreras tradicionales y conectó con la América profunda blanca y también la América negra que quería salir del atolladero vindicativo y subvencionado en que le había colocado el partido demócrata y sus políticas sociales. Estas políticas fomentaban la dependencia de la subvención pública, coartaban muchas posibilidades de desarrollo personal y económico y acabaron destruyendo las familias afroamericanas, básicamente por la deserción de los padres.

En el orden internacional, Trump buscó sobre todo rebajar las expectativas de intervención militar norteamericana en todos los escenarios conflictivos. Estados Unidos dejaba de ser el gendarme del mundo y exigía a los otros miembros de la OTAN el aumento de presupuestos militares. En relación a la política en Oriente Medio, cortó por lo sano, o por lo enfermo, según se mire. Traslado de la embajada USA a Jerusalén, reconociendo el supuesto derecho israelí a la ocupación de cuanto se le antojara. Además consiguió que varios países árabes, entre ellos Marruecos reconocieran al Estado de Israel. Trump quería salir del cenagal de Oriente Medio que comenzó al finalizar la segunda gran guerra con la aparición de Israel gracias al “plácet” oficial por parte de la ONU.

Cerró la frontera Sur a la inmigración ilegal y dedicó sus esfuerzos a la recuperación de la industria nacional exigiendo a las grandes multinacionales americanas el retorno de la producción de bienes manufacturados al territorio federal. Los beneficiados fueron los trabajadores que sobre los años 80 se conocían como de cuello azul. Es decir de los trabajadores sin especial cualificación.

De hecho y gracias a esas políticas, ahora mismo, muchas empresas encuentran dificultades para conseguir trabajadores y están aumentado los salarios. Los salarios a la baja eran fruto de estrategias empresariales de traslado de la producción industrial a países con mano de obra barata y de la entrada masiva de inmigrantes dispuestos a trabajar a cualquier precio y en condiciones precarias.

La política de Trump se resumía en dos apartados. Repliegue controlado mediante acuerdos en lo militar y recuperación económica de Estados Unidos mediante la reindustrialización del país.

Esa política económica perjudicaba sobre todo a China. Y, según una epidemióloga de ese país, el virus Covid fue puesto en circulación de manera voluntaria por parte de China.

Los efectos fueron desastrosos para Trump. Hay que reconocer que ante la expansión del virus cualquier política, fuera la que fuese, tenía consecuencias imprevistas y cosechaba críticas feroces.

En España el gobierno actual optó en un primer momento por ignorar las advertencias y rebajar el peligro. Según el periodista Lorenzo Milá desplazado a Milán, el primer gran foco europeo, el covid era poco más que una gripe. Después de la manifestación feminista la política gubernamental cambió radicalmente y encerró prácticamente a toda España en las casas particulares al tiempo que en las residencias de la tercera edad morían miles de ancianos.

Trump, pues, bajaba en los índices de popularidad y el gobierno oscuro USA se preparaba para las siguientes elecciones. Había que echar a Trump como fuera y colocar al frente de Estados Unidos a una mujer y además afroamericana. Naturalmente esto era complicado y demasiado evidente en un primer asalto a la presidencia y se optó por nombrar candidato a un hombre blanco, pero seriamente enfermo. La vicepresidenta electa sería esa mujer designada. En estos momentos estamos bastante cerca del anuncio de la dimisión de Biden por recomendación médica y de la proclamación de la señora Harris.

Y es que Trump y todos los que creyeron en él estaban profundamente equivocados. Estados Unidos no es una nación normal. Es un invento que ni siquiera tiene nombre: “Estados Unidos”, o sea, nada.

Es un invento que está al servicio de un pequeño grupo de personas con enorme poder financiero que utiliza la fuerza militar USA a su conveniencia. Los presidentes aislacionistas no han durado mucho. Nixon que acabó con la guerra vietnamita fue defenestrado por un asunto menor elevado a la enésima potencia por parte del periodismo al servicio de quién le paga.

El poder financiero fue el que consiguió el enorme desarrollo industrial de los Estados Unidos que desde sus comienzos mostró la principal característica de la nueva nación. La depredación de recursos y territorios ajenos. El asunto fue placentero para la gente americana en la medida en que los soldados USA conseguían grandes victorias a coste prácticamente cero. La primera guerra europea se saldó con la victoria de las potencias liberales gracias a la intervención del ejército americano. La segunda exactamente igual. El apoyo industrial y económico a Rusia por parte de Estados Unidos fue determinante para la victoria final del ejército rojo. La intervención directa en Europa acabó por decantar la victoria a favor de los aliados. Estados Unidos ganaba todas las guerras.

Pero los americanos corrientes, fervientes patriotas, elevadores de la bandera todas las mañanas comenzaron a pagar la factura. La guerra de Vietnam devolvió a muchos jóvenes entusiastas e ingenuos envueltos en barras y estrellas y la guerra se fue haciendo impopular. El pacifismo de Carter, reacio a nuevas aventuras bélicas en el exterior duró poco. Reagan volvió a enseñar el músculo militar y a desplazar bombarderos por todo el mundo. A partir de ahí las intervenciones militares han ido aumentando hasta empantanarse en Afganistán e Irak. Nuevas remesas de cadáveres y de lisiados de por vida en una guerra que no era necesaria en absoluto. Al menos no para Estados Unidos. Solo el extraño ataque a las Torres Gemelas justificaba las nueva aventuras del “US Army”.

Después de haber visto los resultados de las políticas de apaciguamiento y acuerdos del expresidente Trump, teniendo en cuenta que fue desalojado del poder en medio de un escándalo de manipulación de votos electorales y viendo ahora mismo el resultado de la política del señor Biden o de quién esté detrás, parece necesario llegar a algunas conclusiones.

Trump se había manifestado muy reticente acerca de la OTAN y de la política de inversiones militares de los países europeos pertenecientes a la organización.. Trump pretendía reducir la factura que Estados Unidos pagaba por mantener la OTAN y otros organismos mundialistas. Es casi seguro que con él en la presidencia no se hubiera llegado a la actual situación de guerra abierta en Ucrania. Se hubiera avenido a un diálogo con Putin acerca de las reivindicaciones rusas tal como hizo con el líder comunista norcoreano que parecía mucho más peligroso.

Es muy sospechoso que bajo la presidencia de Biden el mundo se haya descontrolado de la manera en que lo ha hecho. Alguien quería la guerra con Rusia por motivos no muy claros. El papel de víctima de Ucrania por haber sido agredida debe compararse con otras agresiones históricas sin previo aviso. Así por ejemplo el ataque a Pearl Harbour se hizo previa declaración de guerra, pero sin tiempo a que Estados Unidos pudiera reaccionar. Eso cuenta la historia oficial. Se llamó “el día de la infamia”. Posteriormente en el año 1967 la aviación israelí lanzó un ataque sorpresa y sin declaración de guerra sobre Egipto y destruyó toda la aviación del país en los hangares. Se denominó “ataque preventivo”. Por lo que respecta a Ucrania Putin vino advirtiendo desde muchos meses atrás que la OTAN debía renunciar a la inclusión de Ucrania. Sus demandas eran desatendidas. Nuevamente y ante el ocultamiento sistemático de estas informaciones a la ciudadanía occidental debe concluirse que alguien quería la guerra y precisamente esta guerra. El precipitado abandono de Afganistán por parte del ejército americano debe tener algo que ver en toda esta historia.

A Trump lo echaron precisamente para continuar con la tradición belicista de Norteamérica y evitar la recuperación productiva de Estados Unidos en detrimento de China y de las multinacionales como Apple y semejantes que basan sus beneficios en la producción a bajo coste que solo puede ofrecer una dictadura comunista.

En los años 80 y en relación a las conflictivas relaciones de trabajo algunos visionarios abogaron por un nuevo modelo en las relaciones laborales en los países desarrollados. Se trataba de repartir el beneficio entre empresa y trabajadores. El modelo ha sido probado y ha tenido éxito en algunas cooperativas de trabajo españolas. El mundo empresarial y la producción de bienes y servicios debían de dar un salto adelante en el occidente desarrollado. De la misma forma la antigua república romana y ante la disyuntiva de su propia desaparición tuvo que dejar que el general Mario abriera las puertas del ejército romano a ciudadanos sin certificaciones de propiedades antes requeridas. Eso salvó a la propia Roma ante la amenaza germana. Se impuso la necesidad de adaptarse a la nueva situación. Sin embargo en Europa y Estados Unidos se tomó otra dirección. Nada para la plebe.

Ese gobierno oscuro que dirige el mundo, por el contrario, piensa de otra forma. Los astronómicos beneficios de empresas como Apple, Zara y otras semejantes solo corresponden a los accionistas y entre estos a los que realmente tienen el poder dentro de la empresa. Es conocida la idea fuerza del fallecido banquero Emilio Botín: “hay que crear valor para el accionista” nada de sociedad o comunidad o cosa semejante, solo para el accionista.

Se suele decir que cualquier sistema económico debe responder a tres preguntas ¿qué hay que producir para la sociedad o comunidad?, ¿cómo hay qué hacerlo?, y finalmente ¿cómo hay que distribuir lo producido? La respuesta de esa élite, de ese gobierno oscuro en cuanto a la distribución es evidente. Todo para unos pocos y nada para el resto.

Las políticas de Trump rompían el sistemático abandono de los trabajadores no cualificados de Estados Unidos. Abandono que también ha tenido lugar en Europa.

Para evitar la rebelión, para acumular los beneficios en unas pocas personas enviando al resto a la miseria era necesario abrir las puertas a la inmigración masiva y descontrolada. También era imprescindible recurrir a la machacona propaganda televisiva y de los medios basada en el sentimentalismo de las buenas personas de occidente.

En esa situación las clases desfavorecidas, a saber, desempleados y subempleados nacionales en condiciones cada vez peores no podrían hacer nada puesto que estaban compitiendo con los nuevos ciudadanos introducidos a la fuerza en los países europeos con la exclusiva finalidad de crear el conflicto social, extender el miedo y seguir acumulando beneficios en detrimento de la población general.

Como dijo Jean François Revel: “La mentira es la fuerza que domina el mundo”.