Aunque en Aceprensa le dedicamos un suculento dosier, quizás no sepas exactamente qué significa la cultura o el pensamiento woke. No eres el único. Hace unos meses, concretamente en mayo del 2021, un estudio de King’s College London afirmaba que un 26% de los británicos pensaban que ser woke era un piropo y un 24% que era un insulto. El 50% restante no tenía ni idea de qué le estaban hablando.
Y, sin embargo, a diario leemos noticias sobre estatuas derribadas, linchamientos en redes, personajes cancelados, discursos, artículos o chistes mutilados, de personas ofendidas o escandalizadas. Los temas que hay detrás de estas cancelaciones, censuras o espirales del silencio se llaman racismo, machismo, transfobia, apropación cultural o gordofobia, por ejemplo.
En resumen, ser woke es permanecer despierto (que es lo que significa este término afromericano) ante las injusticias o discriminaciones que han sufrido o sufren las minorías raciales, sexuales o religiosas. En este sentido, la cultura woke se dibuja como especialmente sensible hacia las injusticias.
Hasta aquí muy bien. El problema que tiene a veces esta cultura woke es que algunos postulados que defiende y los medios para conseguir la justicia no son siempre del todo justos. Cosa que ha hecho que políticos tan poco sospechosos de conservadurismo como Obama o Macron hayan denunciado públicamente algunos comportamientos del pensamiento woke.