Los católicos nunca valoramos a los nuestros:
reivindiquemos al cura-científico George Lemaitre
La ciencia no contradice el dogma cristiano: lo ratifica.
Y el verdadero dogma vive pendiente de la verdadera
ciencia... porque ambos encajan como un guante.
Por Eulogio López
16/1/22
George Lamaitre, Albert Einstein y Charles Darwin, de los Darwin de toda la vida
Es curioso: durante décadas, muchos católicos miraron con recelo a la teoría astronómica del Gran Estallido (el Big Bang). Lo veían como una doctrina peligrosa, extraída de la teoría de la evolución general, donde nada estaba estático, todo era movimiento y, por ello, rechazable por anticristiano.
O sea, que a los católicos del siglo XX les ocurrió lo mismo que a los cristianos del siglo XXI: confundían movilidad con inestabilidad, y creían que el canon de la serenidad eran los cementerios, cuando Cristo no es Dios de vivos sino de muertos.
Lo curioso es que el Big Bang fue visto con malos ojos por el propio Einstein, precisamente porque se parecía mucho al modelo cristiano de la creación, basado en el Génesis. Y al hemisferio agnóstico de don Alberto, aquello le chocaba.
El belga Lemaitre, fallecido en 1966, fue el 'inventor' del Big Bang. Einstein desconfiaba de esa teoría por su entronque con el modelo creador de la Biblia. Al final de su vida, reconocería su error: el universo no es estático
Pero lo más chocante de todo, es que el creador de la teoría del Big Bang no fue ningún ateo, sino un cura católico belga, de nombre George Lemaitre. Y no sufrió crisis de fe alguna con su descubrimiento. Todo lo contrario. Consideró perfectamente compatible -lo es- el relato bíblico de la creación (y el del Evangelio: "en el principio era el Verbo") con el del Big Bang.
Es más, la respuesta de la Iglesia al Gran Estallido es que no supone una creación estática, como el universo que pretendía Einstein y que al final de su vida consideró su mayor error como científico, sino evolutiva. La creación, esto es lo que siempre se nos escapa, no es evolutiva pero el desarrollo de lo creado no puede ser otra cosa que evolución.
Creación y desarrollo son dos cosas distintas. La creación es el salto desde la nada al ser, no la evolución desde algo muy pequeño hasta algo grande o de algo estrecho a algo sideralmente amplio. Creación no es algo muy pequeño que gradualmente se va haciendo grande, a lo largo de los siglos. Creación es el salto de la nada (no del vacío, sino de la nada) al ser.
La Teoría de la Relatividad General encaja en un universo evolutivo y lo único que no es evolutivo en el universo es su creación
Por tanto, el Big Bang no confronta, sino que complementa el relato bíblico y quizás por ello, quién sabe, fue descubierto o inventado -la ciencia descubre, la tecnología inventa-, como prefieran, por un científico-cura, por el amigo Jorge, de la tierra de Tintín. Y esto es tan plausible que hasta podría entenderlo Pedro Sánchez. Pero quede claro que la principal prueba de ello es que el inventor del Big Bang, que no fue Hubble sino Lemaitre, era un católico, ... y encima cura.
Insisto: el Big Bang no podía ser negado por la Iglesia como no lo fue la teoría de la evolución darwiniana, salvo cuando los discípulos de Darwin se empeñaron en hablar de una creación evolutiva, que es algo así como una contradicción 'in terminis', verdaderamente absurda.
No podía ser negado, no porque su descubridor fuera un cura, no porque cumpliera todos los presupuestos del método científico (uno de los tipos de conocimiento humano, no más), sino porque, encima, viene como de molde al relato bíblico.
Precisamente por esto último, Einstein, empeñado en lo que más tarde confesaría como su gran error -el universo estático en el que basó su teoría de la relatividad- se negó a aceptar el Gan Estallido. Pero claro, la creación del universo no podía ser otra cosa que estática, pero no así su desarrollo que anda en perpetua evolución.
Einstein acertó y los darwinistas, que no Darwin, se equivocaron. Pero la biblia acertó y acierta, porque la verdad... no es evolutiva
Dicho de otra forma, el evolucionismo es tan cristiano como la creación bíblica del único ser que posee la existencia en sí mismo, que era la existencia, que es el ser al que llamamos Dios.
Lo que no es cristiano es oponer creación -creacionismo- y evolucionismo (Darwin) hasta el punto de alargar este segundo concepto, el de evolución, hasta el absurdo de la creación permanente.
La causalidad indefinida es como el pensamiento progresista: otra contradicción 'in terminis'.
Señores católicos: menos complejos ante la ciencia. La verdadera ciencia no contradice el dogma cristiano: la explica. El verdadero dogma vive con el oído atento a la verdadera ciencia porque ésta siempre le ratifica.
El belga Georges Lemaitre, fallecido en 1966, fue el 'inventor' del Big Bang, mientras Einstein desconfiaba de esa teoría por su relación con el modelo creador de la Biblia. Insisto: al final de su vida, reconocería su error: el universo no es estático. La Teoría de la Relatividad General encajaba en un universo evolutivo. Lo único que no es evolutivo en el universo es su creación. Por eso, Einstein acertó y los darwinistas, que no Darwin, se equivocaron. Pero la biblia acertó y acierta, porque la verdad... tampoco es evolutiva.
Porque, encima, está lo de Chesterton: la ciencia siempre es una cuestión de fe. Es decir, de confianza, o desconfianza, en el científico.