El enigma de unos interesados premios judaicos
Por José Luis Jerez Riesco
22/1/2022
La Federación de Comunidades Judías de España, como reconocimiento y gozo ladino, al más puro estilo de los de su raza y credo, que como es criterio extendido en la sabiduría popular, no dan puntada sin hilo, ni limosna sin recompensa especulativa, a partir del año 2005, tomó la decisión de conceder, y quedar ben con poca plata, a personas del ámbito de la política o entidades españolas, serviles, reverenciales y útiles a sus privativos intereses, lucros y pingües beneficios de toda índole, un premio, consistente en un «generoso» diploma recordatorio y un «trofeo» de todo a cien, parecido al que otorgan los clubs de cazadores a sus miembros, que en un concurso cinegético interno, han tenido una buena jornada de abatimiento de piezas. El premio en cuestión, lo bautizaron con el nombre del «Ángel Pulido», que para personas poco familiarizadas con estos menesteres, podría sonarles o relacionarlo, erróneamente, con algún ciclista, corredor y ganador de etapas y metas, del Tour de Francia.
El nombre seleccionado y elegido por los judíos, para uno de sus premios “estrella”, lo denominaron así por Ángel Pulido Fernández (1852-1932), para rememorar a un médico y político español, del siglo XIX, de origen asturiano, nacido en una familia humilde de taberneros, afincada en Madrid, que regentaba una tasca. Ángel Pulido, fue fámulo en la parroquia de San José, de la capital de España. Ambicioso y despierto, cursó sus estudios secundarios en las Escuelas Pías de San Antón y se licenció en Medicina, en la especialidad de obstetricia y ginecología. Como era un hombre inquieto y avispado, pronto combinó su profesión clínica, con la política, al tiempo que impartía clases en la Institución Libre de Enseñanza. Fue senador, en las Cortes de la Restauración, designado senador, primero, por la Academia Nacional de Medicina, después, por la Universidad de Salamanca y, a partir de 1910, se le reconoció el carácter vitalicio de su nominación, comenzando a ocupar y acaparar cargos políticos, dentro del espectro liberal-conservador de la línea trazada por Mateo Sagasta.
Ángel Pulido
La vida de Ángel Pulido sufrió un cambio, de forma fortuita y oportunista, cuando envió a su hijo mayor a estudiar a Viena. Allí su vástago, conoció a varios estudiantes, compañeros suyos, de familias adineradas de la burguesía judía europea, cebados de dinero, con quienes empatizó, y de los que habló a su padre, en sus cartas y comentarios, de cómo controlaban y trataban de monopolizar, por su instinto de mercaderes, los grandes negocios del comercio en el viejo continente, que estaba en manos de unas pocas familias hebreas. El descubrimiento del hijo, le dio que pensar al padre, sobre la existencia de aquellos círculos económicos y de poder, étnico-religiosos, integrados por aquellas grandes fortunas, de cerrada parentela levítica, que actuaban como un cártel de opulentos capitalistas endógenos.
En el año 1903, el doctor Ángel Pulido realizó un viaje turístico en barco, por el Danubio, donde, por azar, conoció al rabino Haim Bejerano, director de la Escuela Sefardita de Bucarest, que realizaba la misma travesía fluvial, y el senador español pensó, de inmediato, que este contacto casual habría que aprovecharlo, pues le podría servir de enlace, para conectar con los correligionarios del rabino, que amasaban, según sus referencias, aquellas fabulosas fortunas y ejercían, entre bastidores, el control financiero por su tupida red, convertida en una telaraña internacional. Se granjeó la amistad del rabino, a quien solicitó referencias sobre los judíos sefardíes, para su divulgación en la prensa de la época, dado que el problema judío no era conocido con precisión en España, por el exiguo número de residentes de esta naturaleza, que habitaban en suelo español.
El rabino, por su parte, vio también una palanca de penetración y apertura de nuevos territorios y mercados en la península Ibérica, y de ajustar cuentas y revancha contra los Reyes Católicos, por haber expulsado, en 1492, a quienes se consideraban por el pueblo elementos patógenos de la sociedad española, y que tal vez, ahora, se podía, quizás, presentar la oportunidad del desquite, utilizando como cuña para ello a aquel médico y senador, que se había cruzado en su camino. Además, dado que en aquella época aún estaba reciente el desastre de 1898, con el abandono de España de una gran parte de nuestras transacciones comerciales con Hispanoamérica, ambos se pudieron figurar la hipótesis sugerente, que fueran los magnates europeos judíos, de origen sefardí, los que comenzaran a tomar posiciones estratégicas, en el entramado económico español, que se veía abocado a enmarcarse en nuevos planteamientos continentales, más que en aspiraciones trasatlánticas, como venían haciendo hasta la fecha. Los judíos dominaban el comercio, esto no era ningún recóndito secreto, tanto en el centro de Europa, como en el Mediterráneo oriental y eso era un fructífero factor a considerar, en la mutua y recíproca conveniencia.
De regreso a España, Ángel Pulido, se puso manos a la obra, con un “filosefardismo” enfermizo, iniciando campañas de blanqueo, de las comunidades judías que habían sido, milenariamente, en todo tiempo y lugar, repudiadas por la mayor parte de los países civilizados, por considerarles elementos “antisociales” y “tóxicos”. Llegaría Ángel Pulido a mantener correspondencia con un centenar de judíos, en su inmensa mayoría de acomodada posición. Los datos recopilados sobre los sefarditas, que estos le facilitaron, le llevó a escribir y publicar algunos libros sobre dicha temática, como “Los israelitas españoles y el idioma castellano” (1904)), que era la recopilación de los artículos sobre dicha cuestión, que previamente había publicado en la prensa periódica, predominantemente en “La Ilustración Española e Iberoamericana” o en el periódico “El Liberal”, donde se revelaba ya el doctor Pulido como un fanático defensor a ultranza de la jerga haquetía o ladino, que algunos judíos habían conservado como un vestigio de la lengua castellana arcaica, a la vieja usanza, utilizada y adaptada en sus guetos y aljamas; al año siguiente, editaba Pulido otro libro: “Españoles sin patria y la raza sefardí” (1905), obra que sería puesta en el índice de libros nocivos para la Iglesia Católica, el 7 de marzo de 1910, por el Santo Oficio.
Su obsesión y expectativas, por creer haber encontrado un filón que podría explotar, que redundaría también de forma directa o colateral en su especial beneficio y proyección; por su iniciativa, en 1920, se funda “La Casa Universal de los Sefardíes” y publica el libro “La reconciliación Hispano-hebrea”, es decir, el “armisticio” de una nación gloriosa e imperial, con una tribu que formaba parte del pueblo “deicida”, a quien el Crucificado, en los Santos Evangelios, tildó, de forma expresa, de “raza de víboras”.
El Dr. Pulido entró, más tarde, en una fase de profunda enajenación mental, perturbación que se prolongó en el tiempo, durante los últimos años de su vida, locura sobrevenida que le acompañó hasta su fallecimiento.
Si se preguntase a quien beneficiaban estas campañas filosemitas, si a las comunidades o “raza sefardí”, en terminología del senador Ángel Pulido, o a España, la respuesta sería contundente: los principales logreros serían, naturalmente, los que tenían en ello mucho que ganar y nada que perder, frente a quienes tenían mucho que perder y nada que ganar, en términos absolutos. Que cada cual señale el nombre en la disyuntiva según su criterio.
El premio “Ángel Pulido”, a quien los judíos bautizaron temprano como “el apóstol de la causa sefardí”, instituido por la Federación de Comunidades Judías de España, se creó para señalar y destacar quien ha sido el que más ha contribuido al desarrollo de los judíos, en su exclusivo provecho claro, pero no necesariamente en beneficio de España y, a veces, todo lo contrario, en perjuicio o detrimento del interés general, en relación con otras alternativas, como vamos a analizar a continuación, viendo el perfil de los que se han hecho acreedores de tan estrambótica, como interesada, distinción o degradación, según el color con el que se mire y la perspectiva del punto de vista de cada cual
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Ruiz Gallardón
En el año 2005, el primer agraciado con el premio “Ángel Pulido”, fue una institución emblemática para los judíos, por albergar en su seno la ciudad capitalina del Estado español: “La Asamblea de Madrid”.
Se acordó su consensuada concesión, por una fundamentación ajena, completamente, al ámbito de la provincia y municipios y a su capital Madrid y se hizo, además, con espoleta retardada. Los méritos que justificaban tal “honor” fueron, que en el año 1999, es decir en las postrimerías del siglo anterior, había ya pasado más de un lustro, siendo presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón (1995-2003), un tipo de aspecto feroz por sus pobladas cejas, sirviente sumiso, y lacayo político condescendiente con las directrices marcadas por Israel, tal vez el ciudadano español más condecorado con distinciones y recompensas honorificas otorgadas por los sionistas; un sayón dócil y maleable a los designios de los circuncisos de las doce tribus, fue el promotor, no se sabe si por órdenes superiores de los directamente interesados o como iniciativa de meritorio, para que se realizara, anualmente, un homenaje patrocinado por la Comunidad de Madrid, con pompa y boato, a la “Memoria del Holocausto”, con carácter anual y con fecha señalada en el calendario político de la institución pública madrileña, con implicación directa de las autoridades más representativas que deberían asistir a la ceremonia.
Ni la Comunidad de Madrid, porque no existía entonces, ni España, fueron beligerantes en la II Guerra Mundial, donde tuvo lugar el polémico episodio del denominado “Holocausto”, palabra que se refiere, según el diccionario de la lengua española, al antiguo “sacrificio especial entre los israelitas, en que se quemaba toda la víctima”, que estos ofrendaban, para calmar la ira de su temible e irascible Dios de las plagas
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Actos Holocausto 2019 en el Parlamento
Por otra parte, el capítulo del “Holocausto”, que se relaciona con los sucesos acaecidos en los campos de trabajo y concentración de la última contienda mundial, medida adoptada como cautela elemental de seguridad por todos los países intervinientes, en cualquiera de los dos bandos enfrentados, tanto de los países del Eje, como entre los Aliados, está siendo muy cuestionado y discutido, por importantes historiadores revisionistas, especialmente oriundos de numerosas naciones aliadas, como Inglaterra o Francia, o incluso de países neutrales, como Suiza, por citar simples ejemplos, con hipótesis y conclusiones contradictorias, alcanzadas por estudiosos del tema, siendo algunos de ellos muy críticos con la película tal y como la han contado hasta ahora.
Pues bien, en un asunto en el que la Comunidad de Madrid no tiene arte ni parte, con la cantidad de hechos históricos nacionales, o del ámbito territorial de la Comunidad, que pudieran exaltarse y conmemorarse en el calendario histórico- patriótico, se omiten por completo, para rendir fastos y homenajes periódicos, con carácter anual, a una cuestión en la que España no estuvo involucrada, pero que los judíos han hecho de ese mito, según la calificación utilizada por prestigiosos historiadores, un anatema, y hasta algunos judíos, como Finkelstein, han calificado el “holocausto” como una “industria”, al hacer referencia a dicho relato. Mientras la Comunidad de Madrid, con gran parafernalia, establece una jornada memorial, con carácter anual y fecha fija, al cuestionado “holocausto” judío, se olvida, intencionada y completamente, del mayor holocausto de la Guerra Civil española, que tuvo lugar en su demarcación territorial, concretamente en Paracuellos del Jarama, para quienes no tiene, vergonzosamente, el menor atisbo de recuerdo. por aquella gran masacre de millares de víctimas inocentes, perpetrada por la barbarie roja.
Al año siguiente, en 2006, la Federación de Comunidades Judías de España, otorgaba el premio “Ángel Pulido” al ex-presidente del Gobierno, Felipe González Márquez, alias “Isidoro”, quien estuvo al frente del ejecutivo español, entre 1982 y 1996, en un mandato y período impregnado de escándalos y corrupción generalizada, donde se puso en marcha, incluso, el terrorismo de Estado, en el que el propio Felipe González fue señalado de ser “el señor X”, como dirigente del entramado de los Grupos Antiterroristas de Liberación -GAL-, que asesinaron a veintisiete personas, en los que estuvieron involucrados, entre otros organizadores de aquellas tramas ilícitas y agrupaciones parapoliciales, autores de los asesinatos, secuestro y malversación de fondos públicos, el ministro del Interior, José Barrionuevo y el Secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, del Gobierno de Felipe González, y otros altos cargos del PSOE.
Felipe González, estuvo al frente del Gobierno de España, en un auténtico periodo de latrocinio desbocado, que enturbió la reciente historia de España hasta niveles inimaginables, donde el mismísimo Director General de la Guardia Civil, militante del PSOE, Luis Roldán, se dedicaba al robo de cientos de millones de pesetas de los fondos reservados y al percibo de comisiones ilegales del Instituto Armado, o la Directora General del Boletín Oficial del Estado, la socialista Carmen Salanueva, que se dedicaba a perpetrar todo tipo de fechorías y estafas.
La época de Felipe González no es que estuviera salpicada, era un “continuum”, en la acepción de la RAE, de monipodio, un convenio de personas asociadas para llevar a cabo fines ilícitos, con un presidente del Gobierno que propiciaba y fomentaba la delincuencia organizada, desde la financiación ilegal de su partido, a través de empresas creadas para delinquir, como Filesa, Malesa o Time Export, pasando, sin cesar, por casos tan sonoros como “Flick”, trama de cobros irregulares para financiar al partido socialista; la apropiación y saqueo de las partidas destinadas a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo de los fondos reservados; expropiaciones irregulares, ordenadas por su Gobierno, como fue el caso Rumasa; cohechos y fraudes en relación con el percibo de comisiones ilegales, como lo fueron las del tren de alta velocidad; la recalificación irregular de terrenos, para financiar y tratar de aplacar el apetito insaciable de dinero del PSOE; las escuchas ilegales; el tráfico de influencias, como el protagonizado por el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra; especulaciones bursátiles; cohechos en obra pública; la corrupción judicial, como el caso Estevill; emisión de facturas falsas, por parte de los agentes de seguridad del Gobierno; agujeros económicos en los eventos de la Expo 92, de Sevilla; el caso del cuñado de Felipe González, Francisco Palomino, que vendió a un precio desorbitado su empresa cuando estaba en quiebra técnica; exigencias políticas de pagos, a la manera mafiosa, a empresas inmobiliarias, como el caso Naseiro, o el caso de la PSV, de enriquecimiento injusto y financiación ilegal, del sindicato socialista UGT, a través de una cooperativa de viviendas y de su gestora IGS, etc.,etc…
Todos estos sucios antecedentes, acaecidos durante el Gobierno del socialista Felipe González, eran sobradamente conocidos por la Federación de Comunidades Judías de España, al ser una información de dominio público, antes de concederle el premio “Ángel Pulido”, en su edición del 2006, como distinción, por haber reconocido al Estado de Israel y establecido relaciones diplomáticas, el 17 de enero de 1986, a pesar de que dicho Estado sionista había sido declarado y sancionado como racista, por la resolución 3370, de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de noviembre de 1975, que equiparaba el sionismo con el racismo, y que, aplicando, además, técnicas de terrorismo de Estado, estaba empeñado en consumar el exterminio del pueblo palestino.
El premio “Ángel Pulido”, recayó el año siguiente, en el 2007, en el expresidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, independentista acérrimo y enemigo declarado de España, que ha venido pretendiendo, el enfrentamiento entre los españoles y la ruptura de la unidad nacional, delito de lesa Patria, cuya postura traicionera, con la concesión del premio judaico, parecían sus promotores respaldar, no de forma subliminal, sino de manera directa y taimada.
Jordi Pujol tuvo un severo trastorno psiquiátrico, ya a la edad de 12 años, siendo tratado por el Dr. Moragas, quien diagnosticó en el adolescente rasgos de una personalidad psicopática y obsesiva. Fueron bien conocidos sus vínculos y relaciones prematuras con el Opus Dei. Comenzó a trabajar en determinadas actividades ilícitas, como el cambio de divisas, en el mercado negro, con avidez y codicia sin límite.
Jordi Pujol, recibió una arraigada influencia del sionismo y fue siempre un admirador acérrimo del judaísmo, habiendo visitado en numerosas ocasiones, tanto de forma privada como oficial, Israel, donde se siente como en su casa y nutre su discurso separatista, pues Israel es para él su ejemplo por antonomasia, para extrapolarlo a la Península Ibérica y quebrantar así la unidad nacional de España. El sionismo es la brújula del ideario separatista de Pujol.
El primer viaje que realizó a Israel, fue en 1974, visitando el país en compañía de su esposa Marta Ferrusola, tras la guerra de Yom Kippur y, varios años después, hizo Jordi Pujol varios viajes oficiales, como Presidente de la Generalidad de Cataluña, cuyo mandato se dilató entre 1980 y 2003, regresando también tres veces más, en 1987,1994 y 2003, para anudar lazos entre Cataluña e Israel.
Cuando se establecieron relaciones diplomáticas con Israel, en 1986, Jordi Pujol fue visto por los israelíes, como alguien en el que confiar plenamente y, el 10 de julio de ese mismo año, asistía, junto al primer embajador de Israel, Samuel Hadas, a una cena, organizada en “La casa dels Canonges”, residencia oficial del presidente de la Generalidad, para celebrar la exposición de “Arte en Israel”, promovida por Baltasar Porcel, presidente de la Asociación de Relaciones Culturales Cataluña-Israel. En aquella cena, Jordi Pujol afirmó: “El año que viene en Jerusalén”, frase corriente que los judíos utilizan siempre cuando celebran su fiesta del Pesaj. En mayo de 1987, visita Pujol Israel; el liliputiense iba al frente de una nutrida delegación de personas, siendo recibido por altas personalidades judías; pronunció, durante la gira, una conferencia, sobre como hacer sabrosos negocios en Cataluña para los judíos, estableciendo, incluso, un vuelo directo de avión entre Tel-Aviv y Barcelona e, incluso, se firmó un curioso acuerdo de colaboración, para ayudar a la Generalidad a establecer el sistema de “Kibbutz” en el territorio de Cataluña y promover un intercambio con la juventud de Convergencia, el partido liderado por Jordi Pujol, para que sus juventudes prestasen sus servicio doméstico de preparación y entrenamiento en los Kibutz israelíes. Tal era la obsesión de Jordi Pujol por Israel, que en aquel año de 1987, con el refrendo de la Generalidad, visitaron Israel unos 20.000 catalanes, para compenetrarse del espíritu sionista.
Su entrega a Israel, fue puesta de relieve en hora temprana, en un artículo clandestino que escribió Jordi Pujol, en 1965, que tituló lacónicamente con una palabra talismán para él: “Israel”, escrito laudatorio y de pompas de jabón, para el Estado sionista. En Israel, donde tiene Pujol grandes amigos, como el presidente Navón o el diplomático Hadas, este último primer embajador de Israel en España, se le agasaja al “honorable”, que no lo es, con premios y honores, habiéndole concedido los judíos también el premio Samuel Toledano, ocasión en la que intervino, el 29 de octubre de 2007, con un discurso en el Knesset -el parlamento israelí-, en cuya disertación, titulada “De Sefarad a Israel”, declaró solemnemente: “Soy amigo declarado y militante de Israel” y reconoció que, “procedo de una familia simpatizante con los judíos”, confesando a continuación, “entré en contacto con el judaísmo y sobretodo con el sionismo, lo que marcó mi trayectoria el haber conocido a la familia de Moisés David Tannenbaum” y mas adelante dijo, “con 17/18 años leí “Der Judenstaat” de Teodoro Herzl y el libro de Chaim Weizmann, que cuenta la lucha sionista hasta la constitución del Estado de Israel”. Durante el discurso, hizo ante aquel “Sanedrín”, la declaración de ser un independentista catalán: “Soy catalán y catalanista” y reafirmó: “Yo soy pro-sionista, desde 1947, y lo he sido siempre, incluso contra viento y marea”; idea que insistió y reiteró sin cesar: “He sido y soy defensor de Israel, y en general del judaísmo, y comprendo sus razones y los apoyo y los apoyaré”, asumiendo, en aquel ágora lleno de kipás, un compromiso: “Europa no debe dejar sólo en manos norteamericanas la garantía de Israel”.
Existen libros que abordan el tema de la inmersión de Jordi Pujol, en el mundo judaico, como el titulado “Jordi Pujol y los judíos”, de la escritora Anna Figuera. El embajador de Israel en España y, posteriormente, ministro en Israel, Slomo Ben Ami, “calificaba la figura de Pujol de importantísima por su “filosemitismo”.
La relación de la familia Pujol, con elementos judíos, arranca de antaño, cuando su padre, Florenci Pujol y Brugat, que estuvo en la cárcel por ser el capo de una trama delictiva de evasión y tráfico de divisas, se asoció, para delinquir con el también maleante judío David Tennenbaum, que era oriundo de Polonia, quien comenzó vendiendo corbatas en plena calle, cuando llegó a Barcelona, y con malas artes, hizo una gran fortuna de dudosa procedencia, que no pasó desapercibida para la policía española. Fue sonoro el escandalo de Banca Catalana (1984), uno de los casos que produjo gran alarma social, por los tejemanejes de la familia Pujol y el judío Tennenbaum. Jordi Pujol, además, fue un flagrante defraudador fiscal, teniendo reconocido y confesado el fraude: “Mi padre Florenci Pujol, colocó dinero en el extranjero que no estaba regularizado, que se destino a sus siete hijos y a mi esposa. Nunca se regularizó dicha herencia”.
El rejón de muerte se lo colocó, a los Pujol y compañía, el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall, cuando se descolgó, públicamente, diciendo una frase que era bien conocida por todos, pero que nadie se atrevió hasta entonces a decir, por pánico escénico: “Ustedes tienen un problema y el problema se llama el 3%”, haciendo alusión directa, al importe que debían pagar las empresas para conseguir obra pública en Cataluña y que salpicaba a toda la familia. El hijo primogénito del ex- presidente de la Generalidad, ingresó en la cárcel por escandalo financiero y blanqueo, y contra la familia numerosa de Jordi Pujol se han apuntado la comisión de cohechos, falsedad de documentos, tráfico de influencias, etc…
La corrupción ha ido siempre de la mano de la familia de Jordi Pujol y todos los miembros que la integran, tanto el ex-presidente de la Generalidad, como su mujer, Marta Ferrusola, alias “La Madre Superiora” y sus siete hijos, se han visto, de una u otra forma, pringados. El informe elaborado, en el año 2012, por de la Unidad de Policía Económica y Fiscal -UDEF- es demoledor: “La familia Pujol actúa como una organización criminal, encaminada a cometer actos ilícitos”.
El 18 de febrero de 2012, la Federación de Comunidades Judías de España, volvía a distinguir a Jordi Pujol y a Pilar Rahola, destacados independentistas y antiespañoles, con el premio judaico Samuel Hadas.
El año 2008, el premio “Ángel Pulido” se le atribuyó a un conocido judío, Enrique Múgica Herzog, miembro del partido comunista y, posteriormente, ministro socialista de Justicia en España, un sionista empedernido, que también fue nombrado “Defensor del Pueblo”, y desde luego como gran “defensor del pueblo judío”, de los suyos, no escatimó esfuerzos.
Era hijo de un vasco, que tocaba el violín, y de madre judía polaca. Por sus actividades extremistas contra el orden público y actuaciones antisociales, organizadas por el partido comunista de España, del que era destacado activista en la clandestinidad, estuvo algunas temporadas en la cárcel. Se pasó después, con armas y bagajes, al PSOE y fue miembro de la ejecutiva de la UGT. En el año 1977, se presentó como candidato, por las listas del PSOE, a las elecciones a diputados a Cortes por la provincia de Guipúzcoa, ocupando un escaño, desde 1977 hasta el año 2000. En 1988, fue nombrado ministro de Justicia, por su colega Felipe González, cargo que desempeñó, hasta el año 1991. También fue designado “Defensor del Pueblo”, desde el año 2000 hasta el 2010. A pesar de ser judío, según la Biblia, por ser hijo de madre judía, era ateo, por su ideología marxista. También fue rabiosamente antitaurino.
Resulta paradójico que, en el año 1999, el Gobierno socialista de Felipe González, le otorgó al judío Múgica, “la gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica”, lo que parece un sarcasmo carnavalesco de la Historia.
Estuvo Enrique Múgica muy implicado en los sucesos del 23 de Febrero de 1981, asistiendo, en los preliminares, como presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, a un almuerzo organizado por el general Alfonso Armada, donde se habló del “golpe de timón”, manteniendo contactos, como parte de la trama civil del golpe, y, según tiene declarado Jordi Pujol, fue Múgica quien le sondeó sobre el asunto en marcha, en el verano de 1980, preguntándole, “cómo vería que se forzase la dimisión del Presidente del Gobierno y su sustitución por un militar de mentalidad democrática”. El nombre del judío Múgica Herzog, figuraba como titular de la cartera de Sanidad, como diputado socialista, en la lista que el General Armada iba a proponer al Parlamento, en la Noche del 23 de febrero. Blanco y en botella.
La intervención de Múgica fue determinante, en la negociación del establecimiento de relaciones diplomáticas, entre España e Israel, en 1986. Su marcado carácter sionista, quedó puesto de relieve, cuando Enrique Múgica, que desempeñaba entonces el cargo de “Defensor del Pueblo”, en España, apoyó y justificó, en el año 2004, la construcción del “muro de la ignominia” o “de la vergüenza”, levantado por Israel, en Cisjordania, para encerrar en su recinto al pueblo palestino, en aquel gigantesco “campo de concentración y exterminio”.
El 11 de julio de 1987, el Gobierno de España nombró, por el R/D 1131/97, a Enrique Múgica, por su condicion de judío sionista, presidente de la Comisión de Investigación de las Transacciones de Oro procedente del Tercer Reich, durante la II Guerra Mundial”, que fue un auténtico fiasco en todos los sentidos.
El año 2009, el turno para la concesión del premio “Ángel Pulido”, la tocó en suerte a la histriónica separatista catalana Pilar Rahola, por su desquiciada defensa a Israel.
Pilar Rahola Martínez, nacida en Barcelona en 1958, es una activista neurótica, obsesionada en dos puntos que son las dos muletas de su existencia: el odio a España, defendiendo el rompimiento de su unidad, mediante la independencia de una parte del territorio común, patrimonio de la soberanía del pueblo español, y su patológica defensa del sionismo. Como ella misma tiene manifestado, es en su familia donde se la inocula el odio al fascismo y es, también, en su casa, donde se hablaba con insistencia del “holocausto”, lo que la hace decir: “ Yo supe antes sobre el holocausto que sobre la existencia de los judíos” y no duda en manifestar: “ Yo creo que mi relación con el pueblo judío es sumamente interna”, o sea, visceral; por eso se identifica con ellos: “Me siento judía cuando atacan a los judíos” y, por lógica, se debería sentir “antijudía” cuando fuese a la inversa, es decir, cuando son los judíos los que azotan, sin piedad y con absoluto desprecio, vulnerando los derechos humanos a otros pueblos, pero eso no entra en el esquema de la acólita “Rahola”. Basta citar un ejemplo, recurrente de Pilar Rahola: para ella, “el pueblo judío, como pueblo, es la definición de la víctima, mientras que los palestinos también son víctimas, pero no de quienes dicen ellos, son víctimas de la locura islamista y de sus dirigentes”. Es decir, de su religión y de sus legítimos representantes.
Como periodista. Pilar Rahola ha colaborado en los diarios “La Vanguardia”, de Barcelona, y “El País”, de Madrid, y también se la ha visto en algunos programas variopintos de ciertos canales de TV, en los que a veces participa como tertuliana. Es una exaltada e incontrolada independentista catalana. Militó en el partido de “Izquierda Republicana de Cataluña” -ERC-, hasta 1996, cuando pasó a encuadrarse, en el “Partido por la Independencia”, hasta 1999, para, después, buscarse una canonjía en el Consejo Asesor de la Transición Nacional, organismo dependiente de la Generalidad, para llevar a cabo el “proceso” de independencia. Fue diputada por ERC, desde 1993 hasta el año 2000, y concejal del Ayuntamiento de Barcelona entre1995 y 1999.
Se considera Rahola, “la gran amiga del pueblo de Israel”, que por los servicios prestados, conocidos o desconocidos, a buen entendedor… la han colmado sus ídolos judaicos, de premios y diplomas, como el de miembro de honor de la Universidad de Tel Aviv, desde 2006, con premio de la misma Universidad (2007);el premio Menorá de Oro, otorgado por la organización masónica judía B’nai B’rith de Francia (2007); premio Scopus, de la Universidad Hebrea de Jerusalén (2007); el premio Mass Media Award, concedido por el American Jewish Committee (2009); el premio Samuel Hadas, concedido por la embajada de Israel en España en el año 2012, etc…Su inmersión en el ambiente judío llega hasta el extremo de haber participado en el Congreso anual de AIPAC (American Israel Public Affairs Committee, de los Estados Unidos), donde pronunció unas palabras, en el año 2008. Es, por tanto, impropio de una persona con tanto oropel hebraico, licenciada en filología catalana, que en su currículo haya utilizado falsos doctorados o incluso se haya atribuido dos doctorados inexistentes, olvidando Pilar Rahola que la mentira tiene las patas muy cortas.
Para conocer algunos rasgos de su carácter, traeremos a colación, como muestra, el incidente que mantuvo en el depósito municipal de Barcelona, donde se hallaba su coche retenido, por haber cometido una infracción, y tras organizar un escándalo de los que quedan para los anales de la grosería y en las peores reyertas, con palabras soeces dirigidas a los agentes municipales que la invitaban a abonar la sanción correspondiente por su trasgresión, para poder retirar el vehículo, tras aquel espectáculo circense que montó, propio de gente de la peor calaña, terminó con la amenaza contra los policías municipales, como sentencia del altercado: “Ustedes no saben quien soy yo”. en tono amenazante; en otra ocasión, intentó agredir a un diputado, de otra formación política, en directo, en un programa televisivo; también ha vivido episodios, que la han puesto en evidencia como mentirosa patológica, cuando dijo, en una entrevista por televisión, que ella llevaba a sus hijos a la escuela pública, y otra tertuliana presente en el plató, la replicó que eso no era cierto, pues tenía constancia verídica, que uno de sus hijos estaba cursando estudios en un elitista colegio en Suiza, cuyo nombre facilitó, dejando chafada a la mendaz Pilar Rahola.
Entre otras obras, Rahola es autora de una “Biografía de Artur Mas”(2010) y de numerosos artículos sobre el sionismo, incluso tiene un libro titulado “A favor de Israel”( 2008) entre otros textos aduladores, sospechosamente, hacia los sionistas.
El año 2010, el premio “Ángel Pulido” fue para el ministro socialista de Justicia, miembro del Comité Federal del PSOE y europarlamentario, el canario Juan Fernando López Aguilar, por su gran apoyo a la comunidad judía. López Aguilar visitó Israel, como presidente del intergrupo de Antisemitismo, del Parlamento Europeo, quienes consideran que sólo son semitas los judíos, lo cual es un craso error.
López Aguilar, caricaturista y profesor de las Universidades de Las Palmas de Gran Canaria y de Granada, se afilió al PSOE, en 1983, y fue asesor, en 1990, del gabinete del ministro de Justicia, el judío Enrique Múgica Herzog. Cuando todo parecía sonreírle, su esposa Natalia de la Nuez, vino a mancillar su reputación, denunciando a su marido de malos tratos físicos y psicológicos, desde el año 2000, que no había denunciado con anterioridad, según sus palabras, por “miedo al maltratador”. Los vecinos, confirmaron a la policía “los gritos, insultos, golpes en paredes y portazos”, que se escuchaban con frecuencia en el hogar de Juan Fernando López Aguilar, teniendo que intervenir en el asunto, el Juzgado de “Violencia de género”. El PSOE, le suspendió cautelarmente de militancia y en el Parlamento Europeo se tomaron medidas contra el presunto maltratador. Casualmente, durante su etapa como ministro de Justicia, en el Gobierno de Rodríguez Zapatero, López Aguilar se esforzó en legalizar el “matrimonio entre homosexuales”.
Para terminar con el esperpéntico cuadro de honor, de quienes se hicieron acreedores al premio judío “Ángel Púlido”, que se inventó la Federación de Comunidades Judías de España, para agasajar a los dóciles, no podía faltar, entre los galardonados (en 2019), para cerrar la serie de mascarones de proa, el rey Felipe VI, a quien le fue concedido dicho reconocimiento, por “el permanente apoyo de la Corona de España a los judíos”, lo cual algunos analistas políticos avezados lo han considerado como un signo de debilidad de la institución, y, también, se le reconocía con un diplomita, haber firmado la disposición que regalaba la nacionalidad española a los sefardíes, con el falaz argumento que hace más de quinientos años, sus familias fueron expulsadas, en 1492, de los dominios españoles, por los Reyes Católicos, y que ahora, por ello, se volvía a ofrecer, a personas sin arraigo con nuestra cultura y civilización, quienes recibirían, gratuitamente y sin mérito de ninguna clase, la nacionalidad española, sin “ius sanguinis” ni “ius soli”, como si les hubiese tocado dicha nacionalidad, antes timbre de honor, en una rifa o feria de baratillo.
Parafraseando a Hamlet, la célebre cita escrita por William Shakespeare, en 1601, referida a la nefasta política del Estado de Dinamarca y a la actitud de sus políticos, ahora más que nunca podría ser aplicado, en estos precisos momentos, el “algo huele a podrido en España”, por la falta de valores esenciales de quienes gobiernan, sumidos en el lodo de la corrupción y la vileza.
Para Afán