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viernes, 25 de julio de 2014

Santiago Apóstol, Patrón de España: Batalla de Clavijo y Tributo de las 100 doncellas. ¡Santiago, cierra España! y Benedicto XVI en Compostela: Himno (1437)








Sumario
1. Cronología del apóstol Santiago
2. Virgen María, emperatriz de la Hispanidad
3. Santiago en Clavijo
4. Tributo de las 100 doncellas
5. García Lorca a Santiago
6. ¡Santiago, cierra España!
7. Benedicto XVI en Compostela: Himno


1. Cronología del Apostol Santiago

-40 dC: La Virgen María se apareció, en carne mortal sobre un pilar, al apóstol Santiago en Zaragoza. Cuatro años más tare, Santiago es el primer apóstol mártir en Jerusalén, decapitado por Herodes Agripa.

-829: El sepulcro de Santiago es descubierto milagrosamente en Compostela durante el reinado de Alfonso II el Casto. 

-859: Gran victoria de Ordoño I en la batalla de Clavijo-Albelda (Claudio Sánchez Albornoz). La crónica "De rebus Hispaniae", del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada, relata que las tropas cristianas pidieron ayuda al apóstol antes de la batalla de Clavijo. Y la victoria, al grito ¡Santiago, cierra España! sobre 60.000 mahometanos, dió origen al apodo "Santiago Matamoros" y al "Voto de Santiago", ofrenda anual en la catedral de Compostela de los diezmos de lo reconquistado a los moros.

-965: Fernán González, primer conde de Castilla y rebelde temporal a los reyes de Léon, venció a los moros del caudillo Almanzor en la batalla de Hacinas, con ayuda del apóstol Santiago según la Tradición.

-1212: Alfonso VIII de Castilla venció a los Almorávides en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa con intervención milagrosa de Santiago, cómo en numerosas batallas de la Reconquista de España, invadida repetidamente por el Islam.

-1340: Alfonso XI de León y Castilla venció a los Benimerines musulmanes en la batalla de El Salado, también con ayuda de Santiago, según la Tradición.

-1605: Cervantes publica la novela "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", que da origen a la Lengua Española y entierra la lengua romance castellana. Cervantes pone en boca de Sancho Panza la duda "¿está por ventura España abierta y es menester cerrarla?" y D. Quijote le explica "los españoles invocan al apóstol Santiago como defensor en todas las batallas y muchas veces le han visto matando a los agarenos".

-1630: El papa Urbano VI nombró a Santiago como único Patrón de España y de todos los españoles.

-1646: Felipe IV decretó que los reyes presentaran la ofrenda al apóstol en la catedral.

-1884: El papa León XIII confirma mediante una bula la autenticidad de los restos de Santiago en Compostela.

-1940: Los héroes del comic Capitán Trueno y Guerrero del Antifaz se lanzan a la lucha al grito de "Santiago y cierra España".

-2004: El primer acto antiespañol de gobierno del socialista y masón Zapatero, al ocupar la Moncloa, gracias al atentado del 11-M en Madrid (293 asesinados), fue el derribo de la estatua de Santiago Matamoros en la plaza de la catedral compostelana, con la excusa de no herir sensibilidades de otras religiones. Fue un adelanto de su concepto de España y de su ley de Memoria histórica.

-2012: Hoy 25 de julio, ningún miembro de la familia real borbona, ni del gobierno laicista del PP, ha asistido a la ceremonia del "VOTO de Santiago" en la catedral de Compostela. ¡ESPAÑA ha muerto! (a las 19:45 en TV-IE: "Con otro enfoque" de José Javier Esparza).

2. Virgen María: Emperatriz de la Hispanidad 

La Hispanidad está formada por  500 millones de cristianos de más de 20 naciones que rezan en español a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, y a Santiago Apostol.





3. Santiago en la Batalla de Clavijo

Santiago el Mayor, San Jaime, San Yago o San Jacobo, evangelizador y matamoros, uno de los dos apóstoles favoritos de Jesucristo, hijo de Zebedeo y Salomé o hijo del trueno, hermano de Juan evangelista, recorrió España convirtiéndose en su protector.

Clavijo, enclave que se encuentra a 17 kilómetros de Logroño, ha sido considerado como uno de los lugares más emblemáticos de la Reconquista Española (720-1492). En dicho emplazamiento se produjo una de las batallas más legendarias y carismáticas de la cruzada peninsular, no tanto por la táctica, como por la aparición de Santiago Apóstol al Rey Ramiro I de Asturias. Quizás, esta batalla no hubiera sido más que otra en la larga Reconquista si no hubiera sido por la aparición de uno de los favoritos de Jesucristo.

Los hechos se narran de forma gloriosa, al estilo de la prosa densa y partidaria medieval. El Rey Ramiro I de Asturias, hijo de Alfonso II el Casto, se niega a conceder el “Tributo de las Cien Doncellas” a Abderramán III, con lo que rompe con la neutralidad que el impuesto brindaba produciéndose la contienda. La negativa de la entrega anual de 100 mujeres jóvenes cristianas a los moros a cambio de la paz, es el motivo del conflicto.

El Rey Ramiro I reunió y convocó a toda la región contra los paganos siendo en un primer momento derrotados en Albelda (Logroño), no pudiendo más que esconderse en Clavijo. Sabiéndose vencido por la diezma de sus tropas, se le apareció el Apóstol Santiago, diluyendo sus temores, tras advertirle que Él mismo estaría en el campo de batalla, vestido con una túnica blanca, en un caballo blanco, con una espada en ristre y con un estandarte igualmente impoluto, luchando a favor de los cristianos y siendo visto, tanto por éstos como por los infieles.

El Rey Ramiro I sería ayudado por el mismísimo apóstol Santiago, uno de los predilectos junto con San Juan y San Pedro. Al día siguiente, en el fragor de la batalla, y al grito de “¡Dios ayuda a Santiago!” apareció el Apóstol, como ya había descrito al Rey, decapitando a más de setenta mil moros. Santiago se convierte en Santiago Matamoros.

Aunque la anterior batalla es una de las claves para que actualmente entendamos el movimiento jacobeo en España, que se convirtió en la Edad Media, particularmente Santiago de Compostela, en uno de los lugares de peregrinación por excelencia de los cristianos, al mismo nivel que Jerusalén y Roma, las leyendas de la aparición de Santiago en la batalla no cesarán.

En 1064 en la Batalla de Coimbra (Portugal), descrita en el Codex Calixtinus, Santiago vuelve a intervenir en favor de las tropas de Fernando I. Su intercesión conseguirá que a partir de dicha fecha, la Reconquista sea considerada Guerra Santa. Las apariciones del Santo recorrerán todo el territorio peninsular mezclándose la realidad con la devoción en la Historia Oficial.

Posteriormente, y como agradecimiento de la ayuda prestada en el batalla se instaura el Voto de Santiago. El Rey Ramiro I, junto con su esposa Doña Urraca, y su hijo Ordoño, en agradecimiento por la ayuda prestada por el Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo, dispusieron la realización del Voto de Santiago. Será en la Calahorra el 25 de mayo de 844, por medio de un solemne privilegio se concede a la Iglesia de Santiago de Compostela un impuesto procedente de todas las regiones españolas, que comprendía tanto cosechas como botines de guerra e, incluso se crea el compromiso de viajar y peregrinar a Santiago llevando ofrendas.

En 1812 es abolido en las Cortes de Cádiz y posterior y simbólicamente es rehabilitado en 1936 y renovado simbólica y anualmente por el Rey de España cada 25 de mayo, como patrón protector de España. En 1122 el Papa Calixto II concede el jubileo o indulgencia plenaria a quién realice el Camino de Santiago el año en que el 25 de julio coincida con el domingo.

Como hemos observado en párrafos anteriores, la batalla de Clavijo, no pasaría de ser una batalla más si no hubiera sido por la intervención del apóstol Santiago en la contienda. Un santo cuya mayor propaganda será cuando se convierta en matamoros, ya que como apóstol, como a continuación veremos, paso por España sin pena ni gloria cuando aún vivía. Santiago nace en Betsaida (Galilea) y muere decapitado en el 44 d. C. en Jerusalén por orden de Herodes Agripas I, siendo el primer apóstol en morir mártir (no el primer mártir cristiano que será San Esteban).

Hijo de Zebedeo y Salomé, hermano mayor del evangelista San Juan o el discípulo amado, la vinculación del Apóstol Santiago con Hispania (España y Portugal) comenzó siendo un culto restringido a Galicia que se generaliza cuando en el s. IX se descubre la tumba de Santiago en el “Fin del Mundo” (Finisterre) enriqueciéndose con leyendas y noticias que harán de Santiago un apóstol atrayente a los viajeros del Medievo y que se engrandecerá con el paso de los años y de los siglos.

Al no especificar nada los evangelios, los primeros datos que sitúan a Santiago en España se reflejan en numerosos autores de los ss. VI y VII, lo que se presenta anterior al descubrimiento de la tumba del Apóstol. En el año 33 d. C. los apóstoles se reparten el mundo conocido, iluminados por el Espíritu Santo, según el Nuevo Testamento. Pero, será en el s. IV cuando se realice la correspondencia de cada apóstol con la parte del mundo repartida. Es cuando se le atribuye a Santiago Hispania. Su particular periplo comienza en Palestina; se dirigirá a la costa andaluza, Coimbra y Braga, llegando a Iria Flavia en Galicia, donde comenzará una malograda predicación.

La escasa fama que obtendrá se circunscribirá a nueve discípulos, dos de los cuales se quedarán en Hispania con tareas de evangelización, marchándose con los otros siete con destino a Judea. El retorno lo realizarán por el Valle del Ebro, donde, con el fin de alentar su tarea, en un pilar de cuarzo a orillas de dicho río se le aparecerá la Virgen, sugiriéndole la construcción de un templo sobre dicho pilar, convirtiéndose en la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza.

Otras fuentes señalan que estando María a punto de morir, pide como última voluntad estar rodeada de los apóstoles, en esos momentos, dispersos por el mundo. Jesús le concede que se les aparezca, eligiendo un pilar en Caesaraugusta, venerándose desde entonces en la Basílica del Pilar en dicha población. Esta aparición apresurará el viaje de Santiago a Judea al encuentro de la madre de Jesús. Desde Zaragoza se dirigirá a Valencia, en donde embarcará hacia Palestina, lugar donde encontrará la muerte decapitado el 44 d. C.

Serán dos discípulos del apóstol, Atanasio y Teodoro, los que embarcarán los restos de su maestro en Jaffa (Jerusalén) y llegarán a Iria Flavia, en Galicia. En tierra firme, solicitarán la ayuda de una dama pagana llamada Lupa, dueña del trozo de tierra donde será enterrado el Apóstol. Sin embargo, el enterramiento será diseñado por Lupa de manera perversa regalando a los discípulos unos bueyes indómitos, que sin creérselo la malvada Lupa serán ungidos, llegando sin mayores problemas a la tierra señalada para el enterramiento del santo con la conversión de Lupa que no podía creerse la doma de las bestias y su sumisión. Será esta dama la benefactora del enterramiento del apóstol, donando su palacio para erigir la Iglesia y satisfaciendo a los discípulos en todas las prerrogativas que pidiesen. 

Enterrados los restos de Santiago en dicho lugar, el silencio es elocuente. Ocho siglos de mutismo en los que únicamente el culto local logra que no caiga en el olvido. En el año 820/834, un asceta llamado Pelayo advierte al Obispo de Iria Flavia, Teodomiro, de la existencia de una lluvia de estrellas y apariciones en Solovio. La explicación no se hizo esperar; se trataba de los restos del Apóstol Santiago junto a otros dos más pertenecientes a sus discípulos. Alfonso II visitará el lugar del hallazgo y proclamará a Santiago como Patrono y Señor de toda España, ordenando levantar en ese mismo lugar una basílica que será sede episcopal, en detrimento de Mérida. En el s. XI Santiago de Compostela se convierte en uno de los centros más emblemáticos de peregrinación junto con Jerusalén y Roma. La tradición oral seguirá incrementando lo mítico, lo legendario, y se mezclará con lo histórico.

Lo cierto es que la peregrinación se difunde rápidamente. Miles de peregrinos comienzan un camino, ora por devoción ora por penitencia, convirtiéndose en un trayecto de intercambio cultural, económico, ideológico… pero no será hasta 1879 cuando el papa León XIII dé por auténticos los restos sepultados en Santiago de Compostela.

Camino que mezcla lo histórico con lo legendario, vía de comunicación de Hispania con el resto de Europa, consiguió que la incomunicación fuera escasa en el Medievo. La protección del Apóstol Santiago hacia España, y la coincidencia con la Reconquista, forjaron la devoción por uno de los apóstoles favoritos de Jesucristo haciendo de España uno de los lugares más visitados o uno de los centros de peregrinación preferidos de la población medieval.

La consideración de Cruzada de la Reconquista y la ayuda divina que se prestaba desde los cielos con el soldado Santiago, junto con la tradición oral y las fuentes escritas elevaron a Santiago, al lugar que ya había solicitado su madre (Mt 20, 20-28) bien a la izquierda o bien a la derecha, pese a las reticencias de Jesucristo, en un primer momento. Lo cierto, es que Santiago, tanto como matamoros como peregrino, sigue levantando pasiones en la actualidad, y conservando miles de files que anualmente se dirigen a una tumba señalada por las estrellas.
4. El Tributo de las 100 doncellas

En la Historia de la Reconquista hay un acontecimiento capital: la batalla de Clavijo, en 844. Fue allí donde el apóstol Santiago se apareció, armado, para ayudar a los cristianos en su lucha contra el islam. Aquella batalla actuó sobre las huestes hispanas como un revulsivo. Entre otras cosas, permitió poner fin al oprobioso tributo de las cien doncellas cristianas que los musulmanes exigían como prenda de paz. Hoy casi todo el mundo está de acuerdo en que la batalla de Clavijo, propiamente dicha, no existió.

Pero sabemos que en torno al 850 hubo intensos combates en esa misma zona, y el hecho es que la memoria de Clavijo acompañó a los españoles durante siglos. ¿Qué pasó? ¿Fue todo una invención? No. Lo que sabemos de Clavijo se lo debemos a un documento del siglo XII, es decir, muy posterior a los hechos. 

En él, un canónigo de la catedral de Santiago, de nombre Pedro Marcio, dice copiar otro documento del siglo IX donde el rey Ramiro I establece el voto de Santiago, es decir, una serie de donaciones a la sede de Compostela en acción de gracias por aquella batalla. Ese documento de Pedro Marcio ha sido muy discutido por sus errores históricos y cronológicos. 

En todo caso, en su momento fue tomado por testimonio veraz. Y en las primeras historias de la Reconquista –las de los obispos Lucas de Tuy, el Tudense, y Jiménez de Rada, ambas del siglo XIII-, se otorga a la batalla de Clavijo un valor esencial. ¿Qué pasó allí?

Tiempos duros para la cristiandad

Coloquémonos en el momento preciso. Estamos a mediados del siglo IX. Los musulmanes han consolidado sobradamente su dominio en España; entre otras razones, por la conversión al islam de buena parte de la vieja elite visigoda. Han quedado fuera de su alcance Galicia, León Asturias, Cantabria y las vascongadas; es aquí, en la cornisa cantábrica, donde los cristianos se organizan. Son territorios pobres; cuando la población crezca, el paso al sur, hacia el valle del Duero, se convertirá en un imperativo general.

El interés de los musulmanes por esos territorios norteños es limitado: con el valle del Duero convertido en un desierto, sin nada que sacar de allí, los moros se contentarán con controlar la frontera castigando, eso sí, a las tierras cristianas con ocasionales campañas de saqueo. Las cosas son distintas en el este de la zona cristiana, en la confluencia de La Rioja, Navarra, Castilla y Aragón. En esta área, riquísima, se cruzan rutas comerciales que datan de tiempos de los romanos. Navarra y Aragón están bajo control musulmán; lo que empieza a ser Castilla, ya no.

Fijémonos en la España musulmana. Desde hace unos años -desde 822, exactamente- reina allí Abderramán II, un monarca nacido ya en España, en Toledo. La España musulmana se ha visto sometida a fuertes tensiones tribales, entre clanes hostiles, y también a severas convulsiones sociales por la recaudación de impuestos. Pero Abderramán II, un político de gran estilo, ha resuelto esos problemas con una singular mezcla de tacto y violencia. El cuarto emir omeya de Córdoba ha sabido poner en orden las grandes posibilidades del país: Al-Andalus es fuerte y próspera. Incluso en el plano religioso, ha logrado sojuzgar los levantamientos mozárabes. Abderramán II se siente dueño de la península, y con razón.

Fijémonos ahora en la España cristiana: hambre y guerra. En Asturias reina Ramiro I, un hombre con temperamento de cruzado. El reinado de Ramiro I, muy breve (842-850), transcurre entre guerras ora contra los árabes, ora contra los normandos. Este Ramiro I, cuyo estandarte es una cruz roja en fondo blanco, es el que crea la primera orden de Caballeros de Santiago, y también el que levanta las iglesias de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo. A partir de él, la corona será hereditaria, ya no electiva.

La España cristiana vive bajo la amenaza permanente del poder musulmán. Esa amenaza se hace particularmente viva en una zona concreta: entre Álava, La Rioja y La Bureba de Burgos, en el este del reino, donde la presión musulmana es más fuerte. Esa será el escenario de nuestra historia.

Tributo de las Cien doncellas 

Dejemos que ahora hable la leyenda. En aquel tiempo, los poderosos moros habían impuesto a los cristianos un tributo vergonzoso: la entrega anual de cien doncellas. A cambio, los musulmanes no atacarían a los reyes que accedieran al pacto. Este tributo se remontaría al año 738, cuando Mauregato lo aceptó. Desde entonces, sucesivos reyes cristianos habían peleado para abolirlo. Así lo contó, mucho después, Alfonso X el Sabio:

“Así como cuenta la Historia, fue que los moros supieron que había muerto el rey don Alfonso el Casto, que era rey muy esforzado y fuerte y aventurado en batallas, y mucho los había quebrantado con lides y correrías. Y supieron los moros que en su lugar reinaba el rey don Ramiro, y pensaron que éste les tendría miedo, porque era el poder de los moros muy grande en España, y que, teniéndoles miedo, les daría lo que los moros pidiesen para que no hubiera guerra y le dejasen en paz. Y así los moros pidieron a Ramiro que cada año les diese cincuenta doncellas de las más hidalgas para casarlas, y otras cincuenta del pueblo para solaz y deleite de los moros. Y que estas cien doncellas fueran todas vírgenes.”

Pero Ramiro I, contra lo que los moros pensaban, no estaba dispuesto a aceptar semejante oprobio. De manera que el rey asturiano, con su estandarte de la cruz, convocó a los caballeros cristianos, se puso él mismo al frente y marchó en busca de los musulmanes allá donde más crítica era la amenaza: en la Rioja. Los moros, que andaban entonces enredados en las frecuentes querellas de la Navarra musulmana, disponían de un gran ejército. Y dicen las crónicas que a la cabeza del ejército moro se hallaba nada menos que el propio emir, Abderramán II.

Cuando los cristianos llegaron a la altura de Nájera y Albelda, se toparon con una sorpresa atroz: un innumerable ejército moro, compuesto tanto por tropas peninsulares como por levas de Marruecos. Los cristianos se batieron con bravura, pero la superioridad mora era manifiesta. Acosados por todas partes, los caballeros se vieron forzados a refugiarse en el castillo de Clavijo, en Monte Laturce. Era el 23 de mayo de 844. Hay que imaginarse a las huestes cristianas, ya muy mermadas, recluidas al caer la noche, al borde de la desesperanza. Pero fue entones cuando, en el duermevela de la derrota, el rey Ramiro tuvo una visión. Dejemos que él mismo nos lo cuente, según el citado documento de Pedro Marcio:

Y estando yo durmiendo, se dignó aparecérseme, en figura corporal, el bienaventurado Santiago, protector de los españoles; y como yo, admirado de lo que veía, le preguntase ¿quién era?, me aseguró ser el bienaventurado apóstol de Dios, Santiago. Poseído yo entonces de mayor asombro, que en modo extraordinario me produjeron tales palabras, el bienaventurado apóstol me dijo:

“¿Acaso no sabías que mi Señor Jesucristo, distribuyendo las otras provincias del mundo a mis hermanos, los otros apóstoles, confió por suerte a mi tutela toda España y la puso bajo mi protección? (...) Buen ánimo y ten valor, pues yo he de venir en tu ayuda y mañana, con el poder de Dios, vencerás a toda esa gran muchedumbre de enemigos por quienes te ves cercado. Sin embargo, muchos de los tuyos destinados al descanso eterno recibirán la corona del martirio en el momento de vuestra lucha por el nombre de Cristo. Y para que no haya lugar a duda, tanto vosotros como los sarracenos, me veréis sin cesar vestido de blanco, sobre un caballo blanco, llevando en la mano un estandarte blanco. Por tanto, al punto de rayar el alba, recibido el sacramento de la penitencia con la confesión de los pecados, celebradas las Misas y recibida la Comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor, no temáis acometer a los escuadrones de los sarracenos, invocando el nombre de Dios y el mío, teniendo por cierto que ellos caerán al filo de la espada”. Dicho todo esto, desapareció de mi presencia la agradable visión del apóstol de Dios.

Ramiro –sigue diciendo la leyenda- se apresuró a contar su visión a todos: caballeros, obispos, menestrales. Al alba, las tropas cristianas, seguras de su victoria, acometieron a los sarracenos. Allí gritaron por primera vez unos españoles aquello de “¡Santiago!”. Y en el fragor del combate, en efecto, apareció el gran jinete blanco, estandarte blanco en caballo blanco, como un rayo de luz, para inclinar la victoria del lado de los cruzados. El día 25 de mayo, en la ciudad de Calahorra, el rey dicta en acción de gracias el voto de Santiago, que comprometía a todos los cristianos de la península a peregrinar a Santiago de Compostela portando ofrendas al apóstol.

¿Ocurrió esto así? Hace siglos que se cree que no. Las fuentes cronísticas oficiales de la época, tanto asturleonesas como musulmanas, no hacen referencia alguna a Clavijo; es como si esa batalla no hubiera existido jamás. Todas las menciones son muy posteriores. Ahora bien, la crónica Najerense habla de las campañas de Ramiro contra los árabes. Por su parte, las crónicas musulmanas de la época de Abderramán II hablan de campañas moras contra Álava.

Y quizá lo más importante: unas y otras coinciden en señalar fuertes combates en el área riojana que nos interesa. Más concretamente, las fuentes asturleonesas cuentan que Ordoño I, el hijo de Ramiro I, cercó la ciudad de Albelda y estableció su base en el Monte Laturce, es decir, el mismo lugar donde la leyenda sitúa la batalla de Clavijo. Y los hallazgos arqueológicos no dejan lugar a dudas: en Albelda se combatió, y mucho.

En Albelda hubo, en efecto, una batalla o, más precisamente, dos: una en 852 y otra en 859. El contexto de ambas fue aquella lucha, a la que ya nos hemos referido, por el control de las vías de comunicación en el este de la España cristiana. Pero el rey cristiano de aquellas batallas no era Ramiro, sino su hijo Ordoño, y el jefe moro no era Abderramán II, sino Musa II, de los Banu Qasi, la poderosa familia hispanogoda conversa al islam.

La primera batalla la ganaron los musulmanes, exactamente como, según la leyenda de Clavijo, le ocurrió a Ramiro I cuando apareció por la Rioja. Pero la segunda la ganaron los cristianos, también como le ocurrió a Ramiro. Lo que la leyenda condensa en veinticuatro horas de Ramiro I, pudo ser en realidad un lapso de siete años en la ofensiva reconquistadora de su hijo Ordoño.

La polémica entre los historiadores prosigue. Pero lo cierto es que, tras aquella segunda batalla de Albelda, el poder cristiano en el área se reforzó, y los musulmanes vieron frustrado su intento de consolidar una plaza fuerte en La Rioja. Ordoño, inmediatamente, procedió a amparar la repoblación masiva del área, designio que permaneció vivo en los años posteriores, y que terminaría asentando de manera definitiva la cruz en aquellas tierras. E igualmente cierto es que Santiago, a partir de entonces, siempre fue invocado por los españoles en apuros.




5. Poema de García Lorca a Santiago 

"Dice un hombre que ha visto a Santiago
en tropel con doscientos guerreros;
iban todos cubiertos de luces,
con guirnaldas de verdes luceros,
y el caballo que monta Santiago
era un astro de brillos intensos.

Dice el hombre que cuenta la historia
que en la noche dormida se oyeron
tremolar plateado de alas
que en sus ondas llevóse el silencio.

¿Qué sería que el río paróse?
Eran ángeles los caballeros.
¡Niños chicos, cantad en el prado.
horadando con risas al viento!"

6. Dos batallas en Albelda

Los mejores historiadores españoles de la Reconquista identifican DOS Batallas con motivo del sitio de la fortaleza mora de Albelda por los cristianos del reino Astur-Leonés:

1ª Ramiro I en 844 (Luis Suárez)
2ª Ordoño I en 859 (Claudio Sanchez Albornoz)

Pero, solamente los autores católicos reconocen el hecho histórico de la ayuda milagrosa de Santiago, prolongación de la primera aparición de la Virgen María en Zaragoza, demostrando su predilección por España (Tierra de María).




7. Himno al Apóstol Santiago


"Santo adalid, patrón de las Españas, amigo del Señor, defiende a tus discípulos queridos, protege a tu nación. Las armas victoriosas del cristianismo venimos a templar en el sagrado y encendido fuego de tu devoto altar. Firme y segura como aquella columna que te entregó la Madre de Jesús será en España la Santa Fe cristiana, bien celestial que nos legaste tú. Gloria a Santiago, patrón insigne. Gratos, tus hijos hoy te bendicen. A tus plantas postrados, te ofrecemos la prenda más cordial de nuestro amor. Defiende a tus discípulos queridos, protege a tu nación".

Fuente: Benedicto XVI en Compostela

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